LUNES 3 DE JULIO DE 2000

* Dividió opiniones en ese municipio priísta


En el nuevo Valle de Chalco se experimentó el fenómeno Fox

* Los Hernández Domínguez reflejo de esa transformación

María Rivera * La familia Hernández Domínguez simbolizó al Chalco del sexenio de Salinas. En su casa se quedaba el ex presidente cuando quería darse baños de pueblo. Desde ese lugar, que visitaba cada año, puso en marcha el programa que dotó de servicios a esa zona marginada. Finalmente la familia fue despojada de su propiedad. Ayer su votación se dividió, como la del resto de sus conciudadanos. El padre no oculta su apoyo al PRI. "Como quiera que sea, nadie ha hecho tanto por Chalco como ese partido". La esposa y los hijos no quieren ni oir hablar del tricolor, y sufragaron por la oposición. "Ahora ya sabemos lo que puede hacer esa gente en el gobierno".

Doña Cristina Domínguez es una mujer fuerte. De esas que sacan adelante a muchos hogares del país. Poco después de su llegada a Valle de Chalco puso una cocina económica en el mercado Jardín. Su esposo, don José, trabajaba como elevadorista y no alcanzaba el dinero para el gasto de esa familia de cinco miembros. Con todo el esfuerzo del mundo, endeudándose, y sin saber cómo pagarían, compraron la casita de Sur 13. Un palacio para mí, recuerda la mujer con emoción. Atrás habían quedado los días de pisos de tierra, las láminas de cartón que dejaban pasar el aire frío, las falta de ventanas y puertas, y la ausencia total de servicios.

Cuando supo que el entonces mandatario solicitaba un lugar para quedarse durante sus visitas por Chalco, ofreció su casa sin pensarlo. Después de una evaluación, su hogar, humilde, pero con los servicios elementales fue la seleccionada. Se sentían orgullosos de haber sido los elegidos "por el señor presidente". Pero en lugar de compartir con él su hogar, fueron desalojados a un hotel, y sus muebles colocados en una bodega. En su lugar, llegaron otros nuevos, acordes con el distinguido huésped, quien en realidad sólo utilizaba el cascarón de aquella casa mexiquense.

El inmueble fue transformado totalmente. La unieron con una casa contigua para ampliarla, la dotaron de todos los servicios, plantaron árboles y la llenaron de jardines, y como punto final, la calle fue emparejada. Terminado el arreglo, Salinas empezó a conocer lo que era vivir en una zona marginada.

Los hijos mayores se ilusionaron con el visitante que les preguntó qué deseaban, como si de un santaclós se tratara. La niña le dio una carta pidiéndole una bicicleta, el niño quería una beca para seguir estudiando. Ante la prensa, el jefe del Ejecutivo dio la orden de cumplir las peticiones. Los niños nunca obtuvieron nada. Ahora, José, de 23 años, quien sólo terminó la primaria, es cargador. Votó por la mañana y sólo dice que no por el PRI. Algo sabe de promesas incumplidas. Su hermana sólo sonríe al recordar su ingenuidad.

La regularización de los papeles de la casa, también prometida, tampoco fue cumplida. Se quedaron con sus provisionales títulos de propiedad. Eso sí, Carlos Salinas les dio las gracias por su hospitalidad.

Las visitas se sucedieron y los desalojos también. Hasta que llegó la propuesta de comprarles la casa. Ellos se negaron rotundamente. Después llegaron las visitas de abogados por la madrugada, y las amenazas directas. Finalmente cedieron. La casa quedó en manos de los representes del presidente. La familia Hernández Domínguez recibió sólo la mitad del precio en que estaba valorada la casa. No tenían los papeles en regla, fue el argumento que les dieron. El despojo se consumó.

Ahora viven en otro lugar. Dos cuartos terminados y el resto en obra negra. "El porvenir de mis hijos allá quedó", señala con rabia doña Cristina.

Con toda esa historia a cuestas llegaron a la jornada electoral de este domingo. El padre, don José, no olvida que gracias a Salinas, Chalco y Valle de Chalco-Solidaridad son municipios con todos los servicios. Por eso, sigue votando por el PRI, lo mismo que la mayoría de los chalquenses para los que el ex presidente sigue siendo un personaje admirado. Pero doña Cristina tiene otra visión. "Con el gobierno no se puede, si a gente tan valiosa que trabajaba con ellos la quitaron de en medio, qué podíamos esperar nosotros que somos gente tan humilde; yo ya no creo en el PRI, tal vez hayan hecho cosas buenas por la colonia, pero me importa más mi familia y a nosotros nos quitaron lo poco que teníamos. Voy a votar por cualquiera, menos por ellos".

Los Hernández Domínguez también ahora simbolizan al nuevo Valle Chalco. Priísta, sí. Pero donde también el fenómeno Fox se sintió, como en el resto del país. Un Chalco que sin el abrumador peso de la marginación ųque ahora vive de manera similar Chimalhuacánų busca una salida independiente, propia.