La
sesión especial de Naciones Unidas, a cinco años de la
Conferencia Internacional de la Mujer en Beijing, China, para evaluar
los avances logrados en esta media década y llamada por eso "Beijing
+ 5", casi termina, a decir de muchas de sus participantes, como
la conferencia "Beijing - 5", por los serios riesgos de retroceso
que se vivieron respecto a los acuerdos de 1995.
Si bien una de las causas del poco avance fue la embestida de los fundamentalismos
cristianos y musulmanes a través de los representantes gubernamentales
de sus Estados, entre las participantes también se dieron críticas
a las propias realidades del movimiento feminista y de mujeres. Davaki
Jain de la India, quien ha participado en las cuatro conferencias de
Naciones Unidas para la mujer, aseveró, por ejemplo, que será
muy difícil que se logren avances dada la "creciente burocratización
del movimiento de mujeres y la pérdida de ética",
elementos que dieron inicio a la batalla por lograr el reconocimiento
de los derechos humanos de las mujeres.
Todo este dificultoso proceso vivido por las mujeres de las delegaciones
de los distintos países del mundo, terminó con evaluaciones
diversas y hasta contradictorias por parte de algunas de las 10 mil
participantes, arropadas en dos mil organizaciones no gubernamentales
(ONG´s) de 189 países. Para unas los resultados fueron
positivos, mientras para otras "fue frustrante ya que apenas se
logró que se ratificaran los compromisos adquiridos con anticipación,
solo la última mañana logramos evitar el retroceso y es
muy poco lo que se puede tomar como avances significativos".
Los puntos de avance se ubicaron principalmente en los capítulos
relacionados a la educación contra el sida, el tráfico
de mujeres y niñas, algunas aceptaciones para castigar la violencia
doméstica y otras sobre el impacto negativo de la globalización
en la población femenina mundial, especialmente de los países
pobres. Los puntos de fricción donde las mujeres se toparon con
el muro de los dogmas y costumbres religiosas, enarbolados principalmente
por los representantes de estados como el Vaticano, Irán, Libia,
Argelia, Paquistán, Polonia, Nicaragua y Kenia fueron todos los
capítulos relacionados a derechos reproductivos, derechos sexuales,
homosexualidad y parejas de hecho, violación dentro del matrimonio
y aborto. Respecto a este tema sólo se aceptó la recomendación
de que "se dé atención adecuada cuando éstos
sean legales y de acuerdo a la legislación del país"
y sobre las parejas de hecho sólo se logró redactar un
ambiguo párrafo donde se deja constancia de que en diferentes
culturas y sociedades existen varias formas de familia
Por parte de los estados islámicos, a estas negativas se le agregó
la resistencia a aceptar el derecho de las mujeres a poseer la tierra
y otras propiedades y recibir herencias, puntos, estos últimos,
que -después de muchas horas de negociaciones- no tuvieron éxito
en el documento final.
Las intensas negociaciones para lograr salvar los acuerdos de 1995 y
agregar algunos puntos allí donde se pudiera, impidieron realizar
uno de los objetivos de esta sesión especial de la ONU, que era
evaluar lo realizado en esta media década con base en los compromisos
que los Estados ya habían adquirido.
Uno de los elementos metodológicos que aumentan el poder de presión
de Estados fundamentalistas como el Vaticano o los islámicos
es el hecho de que todo debe acordarse por consenso. Esto "instala
una dictadura de la minoría" explicaron algunas mujeres
"ya que aunque la mayoría absoluta esté de acuerdo
en algo, basta que un Estado no apruebe un punto para que este no pueda
considerarse y no entre en el documento final".
La pregunta que se hacían muchas de las mujeres es ¿cómo
es posible que un Estado como el Vaticano, que está en las antípodas
de una democracia, donde todos sus dirigentes de alto, medio y bajo
nivel son sólo hombres que han hecho voto de castidad y que -además-
no cumple con las especificaciones de Estado de Naciones Unidas, tenga
estatus de observador permanente y tenga tanto poder en una reunión
donde se revisan las políticas de desarrollo de las mujeres?
Organizaciones que cuestionan las políticas intimidatorias del
Vaticano, como la red Católicas por el Derecho a Decidir de América
Latina, vienen denunciando desde hace años las formas de control
de la cúpula católica y dando cuenta de casos concretos
de intromisión de la Iglesia católica en cuestiones de
estado y gobierno. Por ejemplo, el gobierno del Brasil lanzó
una campaña de prevención del Sida y promovió el
uso del condón; el cardenal de Río de Janeiro, Eugenio
Sales, contraatacó la campaña aduciendo que promovía
la actividad sexual. Actitudes como estas son repetitivas por parte
de la cúpula eclesial católica, haciéndose aún
más fuertes en países donde el Estado no es claramente
laico y responde a los intereses de la Iglesia, como es el caso de Nicaragua
donde, en palabras de Ana María Pizarro "la jerarquía
de la Iglesia católica tiene mayor poder político que
los partidos y sus representantes".
Aunque el acuerdo citado se aprobó luego de 10 días de
negociaciones, muchas de las agrupaciones feministas se deslindaron
del texto final, al considerar que no cuenta con avances en temas como
el aborto y los derechos sexuales.
"Lamentamos que no haya habido suficiente voluntad política
por parte de algunos gobiernos y de Naciones Unidas para sacar adelante
un documento más amplio y comprometido, con objetivos mucho más
concretos y fechas límite para conseguirlos", reclamó
el Centro para el Liderazgo Global de las Mujeres quien en voz de su
líder Charlote Bunch, criticó que en pleno siglo XXI se
cuestionen los derechos humanos de las mujeres y más cuando éstos
ya han sido aceptados y ratificados en las conferencias internacionales
que se han realizado con anterioridad.
La chilena Amparo Claro, de la Red Latinoamericana de Salud de la Mujer
remató diciendo que: "nos marchamos todas de aquí
con la sensación de haber vuelto a recorrer el mismo camino y
de habernos tenido que enfrentar a obstáculos mayores que los
que tuvimos que superar en Beijing".
No obstante la lluvia de declaraciones reprobatorias de las activistas
feministas, en contra de las actitudes que siguen sin considerar los
derechos fundamentales de las mujeres como derechos humanos y de los
bloqueos que logran minorías conservadoras y misóginas,
también hubo algunos núcleos que se conformaron con que
el consenso global no tuviera retrocesos. (Con información de
Modem Mujer, SEM, Cimac, radio FIRE, diarios El País, El Mundo
y agencias)
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