Aunque
intuía la proyección histórica que tiene la postura
de Madres de Plaza de Mayo (sección liderada por Hebe Bonafini)
cuando plantean su negativa a las exhumaciones y entrega de cadáveres,
a las partidas de defunción de los y las desaparecido/as políticos/as,
su rechazo a las reparaciones económicas y a las placas y monumentos
recordatorios, y su oposición a la lucha individual por esclarecer
los casos, no dejaba de parecerme rígidamente duro de aceptar
para familiares de algun/a desaparecido/a.
Al conocer la noticia que en estos días está dando vuelta
el mundo diciendo que Chile está "terminando la transición
a la democracia" porque el gobierno "socialista" de Ricardo
Lagos logró "un histórico acuerdo entre militares,
personeros de derechos humanos y representantes políticos de
los diversos bandos para esclarecer el destino de los desaparecidos
chilenos", una mezcla de escepticismo e incredulidad se apoderó
de mi. Intentando no dejarme llevar por una desconfianza apriorística
busqué de inmediato no solo más información sino
también el texto final de ese acuerdo.
Ya con la información en mis manos y al acabar de leer dicho
documento, terminé de comprender toda la profundidad ética,
toda la proyección política y toda la extensión
constructora de esa preclara, maravillosa y compleja radicalidad que
se expresa en la postura de Madres de Plaza de Mayo y una vez más
me quedó clara la perversión de la "real politik"
y sus administradores que en complicidad abierta con el modelo no dudan
en asegurar su éxito -que es el éxito del mismo modelo
socioeconómico que instauró el dictador solo que sin represión
militar y con varios partidos hablando prácticamente el mismo
lenguaje- aunque a cambio tengan que imponer nuevas formas de desaparición:
las de la verdad, la historia, la justicia, la comprensión y
la construcción social y colectiva del país.
La llamada "mesa de diálogo" para llegar a este acuerdo
fue constituida por militares, políticos, altas jerarquías
eclesiásticas y algunos personeros de derechos humanos participando
a título individual, no estuvieron presentes los organismos de
familiares de desaparecidos políticos. Los presentes en la mesa,
nombrados desde las cumbres del poder, fueron definidos como "los
representantes de la sociedad civil"
El documento del acuerdo es una pieza maestra de retórica deformante
de la historia y de voluntad política para hacerle la cirugía
plástica al crimen. En él, jamás se nombra al golpe
de Estado de Pinochet; se refiere a aquel minimizándolo como
"los hechos del 11 de septiembre". El documento usa toda la
fraseología necesaria para que jamás parezca que hubo
una ruptura de la constitucionalidad, al leerlo queda la idea de que
nunca existió ni hubo conspiración político-castrense
contra un gobierno legítimo y legal.
Estos "hechos" (o sea el golpe) se explican como la "culminación
de una espiral de violencia provocada por los actores de entonces"
(sic) equiparando así las luchas populares durante el régimen
de Salvador Allende con el terrorismo pregolpista de la derecha (incluyendo
el asesinato del general Prats) y con el terror militar y el fascismo
paramilitar que imperó por casi dos décadas. ¡Eso
sí, en este acuerdo se explicita que "también se
hace referencia a la violencia de los opositores al régimen militar"
(sic) poniendo a la resistencia al terrorismo de Estado como un crimen
del mismo nivel y sentido que la violencia militar, con lo cual se justifica
a esta última. Las víctimas del terrorismo de Estado terminan
en esta maliciosa óptica asimilados a la misma categoría
que sus verdugos.
A las graves violaciones a los derechos humanos, a la sevicia de la
tortura, a las masacres de civiles prisioneros, al asesinato de menores
de edad, los degollamientos, a las violaciones, a la quema de detenidos,
al exilio masivo, a la destrucción de seres humanos, se las define
como "actos de agentes del Estado" (sic). Esto significaría
que la represión no fue un acto sistemático, continuo
y planificado para aniquilar a los opositores del régimen dictatorial
sino hechos individuales de personas que solo trabajaban en el aparato
estatal. Malabar de magia negra que logra que crímenes contra
la humanidad se disuelvan en actos de agentes individuales.
La solución a las violaciones de los derechos humanos no se la
ubica ni por casualidad en la justicia, palabra que no aparece ni una
sola vez en todo el documento, sino en "la ubicación de
los restos mortales de los desaparecidos cuando esto sea posible"
(sic). Como si encarar los crímenes de lesa humanidad fuera una
tarea de arqueólogos especializados en encontrar viejos huesitos.
Además ese "cuando sea posible" es el más brutal
olvido para aquellos cuyos restos fueron dinamitados, echados al mar
o enterrados en lugares inubicables, y el más aberrante perdón
para los asesinos que hicieron eso.
Este enfoque de arqueología para encontrar restos de los asesinados
por la dictadura militar, se centra en la voluntad de las Fuerzas Armadas
para colaborar en la obtención de información a la vez
que "se acepta el dicho de estas instituciones de que no cuentan
actualmente con esa información" (sic). Queda entregada
al "honor militar", al honor de las instituciones que cometieron
esos crímenes, el esclarecimiento del destino de sus víctimas...
"cuando sea posible". ¡Ah!, pero si usted, víctima
civil sobreviviente o testigo/a de algún hecho, da información
que no pueda probar que es verdadera, "incurrirá en el delito
de calumnia".
En función de garantizarle al "honor militar" que no
le pasará nada si abre un poco esa boca que mantuvo cerrada durante
27 años, el congreso expide de manera inmediata la ley de "secreto
profesional" que le garantiza que quedarán en reserva los
informantes y las fuentes de información. Con esto un dato adicional:
el día que el congreso discutía esa ley, las mujeres familiares
de desaparecidos fueron violentamente desalojadas de la cámara
por la policía de carabineros y por orden de un diputado "socialista".
Todo lo que se recabe no tiene ningún objetivo de hacer justicia,
establecer los delitos, sus circunstancias o ubicar a los culpables,
esto ni se menciona en el documento. Su objetivo explícito es
únicamente que los Ministros en Visita que se nombrarán
"tramiten con la mayor expedición la localización,
exhumación, identificación, datos de muerte, así
como la entrega de los restos a sus familiares" (SIC).
Los militares pensaron que muerto el perro se acababa la rabia y actuaron
en consecuencia. Los neodemócratas piensan que ubicado el cadáver
del perro se acabará la rabia que causó la muerte del
perro y actúan en consecuencia.
El gobierno de la transición construyó su "gobernabilidad"
lavándole la cara a la dictadura a través del discurso
de ¡no le movamos a las cosas dolorosas, miremos para adelante
y sigamos construyendo esta economía de tigre que nos dejó
el vitalicio! Para esto supieron desmovilizar esas masas que lucharon
por sacar a Pinochet a través de una nueva fórmula del
miedo ¡a portarse bien chilenos, la dictadura nos vigila! Y de
una nueva oferta de acción societal ¡el nuevo Chile lo
construirá el asertivo emprendedor que sepa emerger como exitoso
y no la confrontación de ideas de mundo! En otras palabras construyendo
un maridaje indisoluble -como todo matrimonio en Chile ya que no existe
el divorcio- entre modelo y gobierno.
Todo iba bien hasta que la detención de Pinochet empezó
a abrir las cajas de Pandora que se habían guardado en los sótanos
de la memoria (que son los sótanos del sistema). La palabra que
había sido enmudecida empezó a restituirse y nombrar la
verdad. Los miedos que habían paralizado y llevado a la crédula
obediencia empezaron a descubrirse cada día más chiquitos.
Empezaba a verse que nada era ineludible, que el olvido se había
transformado en pesadilla recurrente y enfermante que podía sanar
(4 de cada 10 chilenos viven con antidepresivos) y que en Chile no hay
un "nosotros" sino un ellos, otros y los otros de los otros
y algunos que ni para eso les alcanza.
Dejar que estas cajas de Pandora se abran, significaba que la "gobernabildad"
se hiciera difícil, los factores de construcción social
se complejizaran, la simulación democrática empezara a
derretir su maquillaje ¿Cómo se podrían concretizar
los acuerdos económicos y legales con la derecha si se dejaba
crecer el concepto de justicia? ¿Cómo se mantendría
la legitimidad de la representación electoral si más de
una docena de diputados y senadores tuvieran que ser desaforados para
ser juzgados por sus crímenes durante la dictadura? ¿Cómo
se mantendría la economía "tigre" si la memoria
desestabilizaba la confianza de los nerviosos capitales extranjeros?
¿Como se relegitimaría la institucionalidad chilena si
se empieza a reconocer lo que hicieron durante 18 años las mismas
Fuerzas Armadas que hoy garantizan la soberanía, si se le ponen
palabras del derecho internacional a lo que callaron, durante ese mismo
período, las mismas instituciones de justicia que hoy garantizan
la legalidad? Aceptar la realidad y encausarla por los caminos de la
verdad histórica y de la justicia sanadora enfrentaba el riesgo
de que la "certificación" de eficientes administradores
del modelo -que le ha costado tanto conseguir al socialismo reformado-
se pusiera en duda.
El acuerdo, no es otra cosa que un gran golpe publicitario para garantizar
la viabilidad del gobierno, indisolublemente unido a la viabilidad del
modelo económico y social. Por eso se necesitaba ya no solo blanquear
a la dictadura como se venía haciendo hasta ahora, sino hacerle
una profunda cirugía plástica recontando la historia,
mostrando a los criminales como coadyuvantes de la democracia y hacerlo,
además, articulando esto a la legítima búsqueda
de paz que tienen aquellos que vienen viviendo décadas de dolor,
incertidumbre y duelo. Por ello Joaquín Lavin, el líder
de la derecha, se congratuló con el acuerdo diciendo que con
él "ahora Chile es un sólo equipo", Pinochet,
en voz de su abogado, mandó a aplaudirlo y el presidente de la
Corte Suprema -adherente al régimen del general- lo calificó
de "luz en el túnel que vivíamos".
Para sellar todo este acto político simbólico, el 26 de
junio, frente a la Moneda y mirando al Ministerio de Justicia, se petrifica
el recuerdo del presidente asesinado, Salvador Allende, con una brillante
estatua de bronce que recuerde que... una vez hubo un pueblo que tuvo
un sueño... que ya no se acuerda cual fue.
Les falta aún subirse a los aviones desde donde los militares
arrojaron los cuerpos de los desaparecidos y -realizando la sugerencia
de Ricardo Lagos- echar todos juntos coronas de flores al mar.
Como Chile es un país paradigmático y su transición
democrática es modelo, como modelo inaugural para el continente
fue el sistema económico pinochetiano, posiblemente también
entrarán al cajón de los "secretos profesionales",
los crímenes de la Operación Cóndor. Después
de todo, Chile fue su centro y ha quedado aceptado que los militares
"no cuentan actualmente con esa información".
Por todo esto, comprender la resonancia profunda que tienen las palabras
de Madres de Plaza de Mayo, resulta tan importante. Cada una de las
cosas a las que ellas se niegan, son precisamente las que han sido usadas
para instaurar este camino hacia la denegación de justicia en
Chile y quizá en muchos países latinoamericanos si sus
pueblos lo permiten.
VER
INFORMACIÓN ANEXA Y COMPLEMENTARIA
(3
de junio de 1999, Estadio Nacional de Santiago. Ultimo discurso
público de la dirigenta de Familiares de Desaparecidos,
poco antes de morir)
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