La Jornada Semanal, 16 de julio del 2000



ANTESALA

CarlosGarcía-Tort

Va de nuez el Premio Sor Juana. El Centro Cultural de la Embajada de México en Costa Rica convoca al IV Premio Hispanoamericano de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz. Podrán participar los escritores en lengua española radicados en algún país de Hispanoamérica, con un libro inédito de poemas con extensión mínima de sesenta cuartillas, y por triplicado. Ya sabe usted toda la parafernalia del seudónimo, el sobre aparte con nombre, dirección, teléfono, nacionalidad, edad. El monto del premio será de $3,000 dólares (haga usted sus cuentas) y diploma. Los participantes deberán enviar sus trabajos a nombre del Premio (véase arriba), al Centro Cultural de México, Los Yoses 4Ű. Entrada 250 S., o al Apartado Postal 10107-1000, San José, Costa Rica. El plazo de recepción cerrará el 1Ŷ de septiembre de 2000. El premio será entregado durante el mes de noviembre en una ceremonia que se realizará en el Centro Cultural de México. En su caso, se costearán los gastos de traslado y estancia del ganador. Así que no sea ranchero(a), desempolve el libro que tiene en el cajón o revise el que está dejando descansar, escriba lo que falta para llegar al mínimo y envíelo. Ningún billete verde cae mal y de paso conoce a la Suiza de América. (ƑPor qué llaman así a Costa Rica? ƑSerá por las vacas? ƑPor la neutralidad? ƑPorque guardan bien el biyeye verde de Jank-Jank Ron Inc.? Vaya usted misma(o) y averígüelo.)

El lado amable de las cosas. Así como este antesalista ha despotricado contra las y los diseñadores gráficos hechos al vapor en las universidades privadas y públicas de todo el país, también es justo hablar de aquellas(os) que conocen a fondo su chamba, que se han quemado las pestañas al calor de las redacciones, los talleres y las imprentas, que aman la lectura y cuyos esfuerzos han sido gratificados con el toque de la Gracia, con la aparición del Talento. Todos lo sabemos muy dentro de nosotros mismos: la Belleza, el Arte, la Libertad Creadora, son materiales altamente explosivos. Para acceder (que no accesar) a ellos, uno debe ofrendarles la propia vida y algo más. No tendré el mal gusto de dar aquí un estereotipo de El Creador, ni dictar un Decálogo del Buen Diseñador (ya basta y sobra con el retrato hablado de los aspirantes al Gabinete de Fox ųal que por cierto me autopropongo ya que, a mi entender, y junto con Carlos Fuentes, llenamos todos los requisitos, sobradamente). Baste con hablar del poco aprecio por los y las diseñadoras que tienen no sólo un oficio a toda prueba sino un estilo definido, adquirido a fuerza de sangre, sudor y lágrimas. Junto con la degradación del texto, las editoriales menosprecian el diseño gráfico original, puesto que no están dispuestas a pagarlo a su verdadero precio. Prefieren que el autor les proponga algún tema pictórico o alguna fotografía para reproducir en la portada, meterle la tipografía que menos problemas acarrea y šórale!, ya estuvo un libro más para la colección Más de lo mismo... Es patético cómo en nuestro país los únicos despachos que florecen son los de publicidad. La mediocridad de la mayoría de los "creativos" es inversamente proporcional a lo que sus incultos clientes están dispuestos a pagarles porque les descubran el hilo negro para sus productos. (La fórmula actual es de una sencillez cristalina, se venda lo que se venda: autopartes, gises, supositorios, biblias, teléfonos o servicios de guardería, basta con poner la foto de una púber o modelo en bikini o tanga con profunda mirada de "qué-tal-y-no-estuvieras-en-este-maldito-embotellamiento-o-este-apestoso-microbús-o-taloneando-a-pie-y-sudoroso-rumbo-al-metro-sino-haciéndolo-conmigo" junto al producto ųni siquiera necesita tenerlo en las manos o fingir usarloų para que el "creativo" y el (o la) clienta(e) se sientan sumamente satisfechos. Puede tener cierto grado de sofisticación y pedantería "Totalmente Palacio" o simplemente un mal gusto alucinante, como la modelo Hustler con tanga sobrepintada que anuncia calcetines.) Bueno, pues a esto se le llama diseño, y sus productos son pagados a precios de oro, y sus frases ramplonas y mal paridas por un copy resultan la redacción. Pero los anuncios son una obra de arte comparados con los textos que se pergueñan y los diseños que los adornan en las revistas de diseño, carísimas, como Origina. Al menos agradece uno que los textos publicitarios sean legibles; dicen puras pendejadas pero son legibles. Revista de toillet, para leer o al menos ver cuando uno está en el trono. (No se lea en esta definición alguna ironía o ánimo peyorativo: este antesalista está seguro de que su columna es más o menos frecuentada ya que se presta ųmucho más que los sesudos artículos que llenan el suplementoų a cumplir su función de lectura de cubículo o bidet. Es un trabajo sucio pero alguien tiene que hacerlo.) Como los textos, con firmas de intelectuales de renombre como Carlos Castillo Peraza-con-todo-y-barbas, son prácticamente indescifrables por lo abigarrado del diseño y el contraste del color con la letra chiquita, uno se dedica a hojear los anuncios. Así, desfilan frente a nuestros fatigados ojos los coches que nunca tendremos, los lugares que nunca visitaremos, las mujeres o los hombres que nunca poseeremos. Ese glamoroso mundo publicitario de la tierra del Nunca Jamás es la que aspiran habitar las legiones de diseñadores (as) que no saben ni leer ni escribir. Vaya, pues. (Continuará.)

Carlos García-Tort
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CONFIGURACIONES

Hugo Hiriart

SIMON BRAILOWSKY

En el transcurso del año pasado murió en un accidente mi amigo, el neurólogo Simón Brailowsky. Había dejado escrito un libro sobre epilepsia (volumen 170 de la colección Ciencia para todos del fce). Hace unas semanas hicimos la presentación del libro póstumo y esto fue lo que dije.

En enero de 1844, en el carruaje de regreso de Deauville, donde había ido con su hermano Achille a inspeccionar el lugar donde podían construir una casa de veraneo, Gustave Flaubert rodó al suelo sacudido por su primer ataque de epilepsia. En su casa, al cuidado de su padre, sufrió otros. Hay que recordar que Achille Cléophas, padre de Flaubert, era eminencia médica de infinito prestigio.

ƑQué hace el doctor? Lo primero, sangrar al paciente en tres lugares, luego ponerlo a dieta, en reposo y bajo observación. La verdad, es muy poco, nada. El doctor no sabe qué hacer, y, en el curso del tratamiento, vierte agua hirviendo en la mano derecha de su hijo produciéndole quemaduras que dejaron cicatriz y cierta rigidez permanentes, "como la mano de una momia", comentó Flaubert. Démosle nuestra comprensión al doctor y padre, hay que estar muy desesperado y confundido para echar agua caliente y a ver qué pasa, sin embargo es cierto también que Flaubert aprendió "literalmente de primera mano", observa Steegmuller, las limitaciones de la profesión médica. Este aprendizaje puede no ser ajeno al salvaje retrato satírico que hará, más tarde, del médico en Madame Bovary.

Comprendían poco, hay vacilación en todo, por ejemplo, en el nombre del padecimiento: Flaubert dice en una carta que sufrió una "congestión cerebral". En otra carta, a Louise Colet, caracteriza así: "cada ataque fue como una hemorragia del sistema nervioso". Me pregunto Ƒqué hubiera opinado Simón Brailowsky de esta metáfora? También dice "fue una rápida disgregación del alma y el cuerpo, torturante, y estoy seguro que morí varias veces". Y añade: "mi alma dio vuelta entera hacia sí misma, como un erizo que se hiere con sus propias púas". Es un poeta el que habla, no un neurólogo, las neuronas como púas, la mente un erizo. Me vuelvo a preguntar Ƒqué habría opinado Simón de esto?

Los Flaubert no entendían el padecimiento. Pero hay que situarnos para entenderlos a ellos. Porque todo descubrimiento científico, una vez establecido, parece obvio. Que el ataque epiléptico tiene lugar en el cerebro, parece obvio, un niño lo entiende, pero no lo es, de ninguna manera. Voy a poner un ejemplo lejano: el poeta Marcial, romano, dice en un epigrama que comió tan mal en una casa a la que fue invitado que le dio, digamos, gripe con tos. ƑQué quiere esto decir? Que un romano culto de la Antigüedad no distinguía bien los diferentes aparatos o sistemas del cuerpo, digestivo, respiratorio y demás. El cuerpo humano debe ser muy misterioso sin estas distinciones elementales, Ƒse lo pueden imaginar? Creo que no, se vuelve demasiado complicado y raro. ƑCómo sería la ciencia médica en esas condiciones? No quiero ni pensarlo. Con todo, Hipócrates y Galeno hicieron trabajo fino y escrupuloso.

Digo esto porque, al parecer, estamos ante la epilepsia un poco como estaban Hipócrates y Galeno ante el cuerpo humano. El ataque epiléptico, dice Simón en su libro, es un síntoma, como, digamos, la fiebre, pero Ƒqué lo causa? "No sabemos." Maticemos de inmediato: "no sabemos bien" o "por completo". Me pregunto si sabemos algo "por completo". Puede ser que no, pero algo se tiene bien averiguado, algo se conjetura o presume y mucho se ignora todavía. Es curioso, pero recuerdo a Simón Brailowsky diciendo "no sabemos". La primera vez que hablamos le pregunté "Ƒcómo actúa el Valium en el cerebro?" y su respuesta fue, claro, "no sabemos bien". Las personas con mente científica dicen mucho esto de "no sabemos". Whitehead explica en su preciso libro La ciencia y el mundo moderno que la ciencia nació como un movimiento limitador de la razón: poco podemos saber, decía, por cierto no lo que dice la teología escolástica que sabemos (y que es sólo vana especulación, blablabla), pero eso poco lo sabemos bien, con método y prueba.

Observen ustedes que varias veces he preguntado "Ƒqué diría de esto Simón?" Ya no podemos saberlo y parece por completo absurdo que Simón no esté aquí sentado con nosotros. Pero yo no creo que sea absurdo, creo que es un misterio, que es una de las muchas cosas que no pueden saberse, pero quiero creer que debe tener un sentido, oculto a nosotros por nuestras limitaciones. Quiero creer también que algún día desvelaremos ese sentido y lo conoceremos. Mientras tanto no dejemos que nos venza la aflicción, algo tenemos que agradecer, y ese algo es que nos haya sido concedido el regalo, el privilegio grande, de haber conocido
y tratado a Simón Brailowsky, el inteligente, el cristalino, el gentil y sonriente Simón Brailowsky.

Muchas gracias.