Lunes en la Ciencia, 17 de julio del 2000



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Teresa Reyna Trujillo

Cambio climático y nuevos cultivos

teresa-reyna-jpg La lluvia puede ser una bondad de la naturaleza y también un desastre. Su presencia en la agricultura es esencial para el crecimiento de los cultivos. Sin embargo, puede acabar con ellos al variar sus ciclos, los cuales durante muchos años fueron constantes. Por esta razón, ha sido necesario plantear nuevas investigaciones y proyectos al respecto, a través de la agroclimatología y biogeografía, áreas de estudio de la doctora Teresa Reyna Trujillo (Colima, 1943), investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM.

La investigadora cuenta con maestría y doctorado con especialidad en biología de la Facultad de Ciencias de la UNAM y fue una de las primeras biólogas que abordó la interdisciplina entre la biología y la geografía en el instituto en el que actualmente trabaja. Su labor inició con un estudio sobre las relaciones entre la sequía intraestival y el cultivo de maíz, frijol y cebada en México.

"Empecé a conocer los efectos de esta sequía, precisamente en los cultivos tradicionales de Mesoamérica. En México, la precipitación pluvial generalmente se recibe en 85 por ciento de la superficie agrícola nacional de mayo a octubre, la cual se aprovecha precisamente para el desarrollo de los cultivos temporaleros.

"El agricultor está esperanzado en que el ciclo de lluvias sea normal, pero no todos los años se da una buena distribución de la precipitación. La interrupción de lluvia en esta época se llama canícula y puede afectar gravemente las cosechas".

La doctora Teresa Reyna ha trabajado en el estudio de los cambios de patrones de lluvia, que antes solían ser más constantes y permitían una planeación del cultivo de las cosechas. A partir de los cambios climáticos que se sufren se replantean los modelos existentes para estudiar el comportamiento de la atmósfera en la época de aprovechamiento de lluvia y así contribuir a frenar la problemática que enfrenta la actividad agrícola en nuestro país.

"A partir del ciclo 1988-1989 encontramos que hay un desfasamiento en el modo de llover, en el régimen pluviométrico. Tenemos que buscar parámetros que les permitan a los agricultores cambiar el uso de suelo, amortiguar las sequías o aprovechar el ex-ceso de agua. La repercusión de estos cambios no sólo influye en la agricultura, sino también en la actividad agropecuaria. Ya que si no hay forraje suficiente para la alimentación ganadera, se tendrán también problemas socioeconómicos considerables".

Como el impacto de la sequía e inundaciones ha sido fuerte, la especialista se ha dedicado desde hace varios años a la búsqueda de cultivos alternativos para Latinoamérica y el Caribe que resistan a las difíciles condiciones climáticas que se viven, como es el caso de algunas variedades del amaranto y girasoles forrajeros, que requieren menos precipitación y presentan más resistencia a la sequía, de manera que la cosecha no se pierde totalmente.

teresa-reyna-2-jpg "Después conocimos otra semilla maravillosa e importante en la nutrición y la salud, que se da en Sudamérica, llamada quinoa, la cual pertenece a una familia botánica semejante a la del amaranto. Asimismo, otra alternativa que no es tan resistente como originalmente creímos, pero que estudiamos, es la okra -de origen africano-; ambas especies son muy poco conocidas en nuestro país, pero con muchas posibilidades de incrementar su cultivo."

Tanto el amaranto como la quinoa tienen 16 por ciento de proteína. La okra es una hortaliza que aporta proteínas e hidratos de carbono y se cultiva mucho en países tropicales y también en Morelos, donde es un producto de exportación.

Para Teresa Reyna Trujillo, autora de libros como: Relaciones entre la sequía intraestival y algunos cultivos en México (UNAM); Cultivos alternativos: una opción alimentaria (estado de Morelos, Sagar) y Algo más...sobre amarantos (Universidad Iberoamericana), entre otros, y diversos capítulos en otros libros, además de haber elaborado cartas de climas del país y planos urbanos, "sería importante po-der determinar aquellas regiones donde se tuviera que dar un uso de suelo diferente. Pensar en nuevos patrones de cultivos, con una producción adecuada, para que repercuta en la economía familiar y nacional, y desde luego abordar problemas de nutrición y alimentación que también existen en nuestro país. Todo ello para tener una cultura alimentaria a través del uso adecuado de todos los recursos que México tiene". (Mirna Servín) (Fotos: Arturo Guerra)

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