La Jornada Semanal, 2 de julio del 2000
Siga el rastro goteante por el mapa
(¡Tanto arrojo en la lucha irremediable
No, no la busque.
Siga el rastro goteando por la brisa
No, no la busque,
Si alguien quiere saber cuál es mi patria
no la
busque,
no pregunte por ella.
Y su efigie de patas
imperfectas.
No pregunte si viene del rocío
o si tiene espirales
en las piedras
o si tiene el sabor ultramarino
o si el clima le
huele a primavera.
No la busque ni alargue sus pupilas.
No
pregunte por ella.
y aún no hay quien lo
sepa!
¡Tanto acero y fulgor de resistir
y aún no hay quien lo
vea!)
Si alguien quiere saber cuál es mi patria,
no
pregunte por ella.
No quiera saber si hay bosques,
trinos,
penínsulas muchísimas y ajenas,
o si hay cuatro cadenas
de montañas,
todas derechas,
o si hay varios destinos de
bahías
y todas extranjeras.
y allí donde la sombra se
presenta,
donde el tiempo castiga y desmorona,
ya no la
busque,
no pregunte por ella.
Su propia sangre, su órbita
querida,
su instantáneo chispazo de presencia,
su funeral de
risa y de sonrisa,
su potrero de espaldas indirectas,
su puño de
silencio en cada boca,
su borbotón de ira en cada mueca,
sus
manos enguantadas en la fábrica y
sus pies descalzos en la
carretera,
las largas cicatrices que le bajan
como antiguos
riachuelos, su siniestra
figura de mujer
obligada a parir
con
cada coz que busca su cadera
para echar una fila de
habitantes
listos para la rueda,
todo dirá de pronto dónde
existe
una patria moderna.
Dónde habrá que buscar y qué
pregunta
se solicita. Porque apenas
surge la realidad y se
apresura
una pregunta, ya está la respuesta.
Tendría que pelear por ella...
Pedro Mir (República Dominicana, 1913-2000), una de las voces más fuertes de la poesía latinoamericana, fue nombrado en 1964 Poeta Nacional de su país. Escapando a la represión del gobierno de Trujillo, vivió, trabajó y escribió en Cuba (de donde era su padre), México, Guatemala y otros países. Pasó sus últimos días en Santo Domingo.