La Jornada Semanal, 30 de julio del 2000



José Ricardo Chaves

El enigma de Culianu:
magia, política y academia

``No cese, no cese el trabajo aunque pese, que hierva el caldero y la mezcla se espese. Garguero de buitre y de vil renacuajo, ojos de lechuza, pies de escarabajo'': así cantaban las brujas de Macbeth en su cueva rodeada por el viento del norte. José Ricardo Chaves nos recuerda ese mundo de ``metafísicas contrahechas'' (Trento dixit) y, de la mano de los grandes rumanos, Eliade y Culianu, autor del libro fundamental para el estudio del imaginario renacentista, Eros y magia en el Renacimiento, nos pone a pensar en brujas y brujos. En este ensayo encontrará el lector datos muy valiosos sobre ``el discípulo y heredero de Eliade'', ensayista profundo y autor minucioso de su propia leyenda. En estas épocas de charlatanes y mercachifles como ``la Paca'' o el esperpéntico Walter Mercado, conviene recordar que Culianu y Eliade, al igual que Walter Benjamin, tenían ``una parecida aspiración hermenéutica, sobre la base de un romanticismo soterrado''.

Fue durante mis estudios de maestría en literatura comparada cuando leí por primera vez a Ioan Culianu, por sugerencia de Esther Cohen. Enfrascada en sus estudios de cábala, magia y brujería durante el Renacimiento, Esther se había topado con quien había venido a renovar la investigación del imaginario renacentista con el libro Eros y magia en el Renacimiento (1984), y se había vuelto su fan. Ahora, en mi persecución del andrógino en Marsilio Ficino, León Hebreo y otros autores del periodo, llegaba yo también a caer en las garras/los textos/la redes de Culianu. Después, he leído del autor rumano cuanto libro suyo encuentro, siguiendo su itinerario intelectual y sacando provecho, en la medida de lo posible, de su brillante trabajo.

Hipótesis de muerte

Mi descubrimiento de Culianu se dio por la época en que lo asesinaron, en Chicago, en mayo de 1991. El crimen fue todo un acontecimiento mediático: famoso profesor de la Escuela de Divinidad de la Universidad de Chicago ultimado de un tiro en la cabeza, en el baño de su facultad (no puedo pensar en la expresión Divinity School sin sonreír: ¿son posibles los estudios de ``divinidad''?, ¿podemos graduarnos en ``divinidad''?) Durante la investigación policial hubo toda suerte de rumores y pistas: ¿asunto de drogas? No, aunque había una misteriosa llamada a Colombia en el registro de últimas llamadas hechas, lo que, quizás, generó el chisme. ¿Asunto sexual? ¿Homosexual? No. Culianu era un convencional heterosexual que se iba a casar muy pronto por segunda ocasión. ¿Un enemigo en la escuela, colega o estudiante? No. Cierto que algunos de sus compañeros lo miraban con suspicacia teórica y/o con envidia histórica, pero no para llegar al asesinato fáctico. Bastaban los rumores en pasillos y congresos. Por otra parte, entre sus estudiantes era un profesor apreciado y cercano, al que invitaban a sus fiestas -y él acudía.

También se habló de secretos mágicos revelados por Culianu, en tanto estudioso de antiguos textos gnósticos, herméticos y renacentistas, y que le habrían acarreado la muerte. Habría trabajado con dinamita esotérica que le explotó no en las manos sino en la cabeza. Una teoría cautivante, de intriga novelesca a la Dumas o a la Eco, pero imposible de resolver más allá del campo de la ficción. Por el lado de la política también llegaron hipótesis: la más probable, que fuera asesinado por los servicios de seguridad de Rumania, su agitada patria, que en 1989 había visto el resquebrajamiento sangriento del régimen de Ceaucescu y su supuesta transformación hacia la democracia, en la que Culianu, desde su exilio occidental, participaba (escribió una serie de artículos de corte político en publicaciones del exilio rumano, abogando más bien por el modelo de la democracia occidental, aunque también sin demasiado entusiasmo. Hay en Culianu una queja contra la modernidad y sus consecuentes degradaciones del símbolo, pero también es cierto que acepta tal destino, y hasta con entusiasmo doméstico. Diversas fuentes muestran a un Culianu encandilado por las posibilidades del consumismo, feliz por la obtención de su green card, al que le gustaba la Coca Cola y la pizza y ver por televisión la lucha libre).

Una segunda hipótesis política del crimen atribuye el asesinato de Culianu a un grupo de derecha de larga historia en la Rumania del siglo XX: la Guardia de Hierro, de la que habría sido simpatizante (o militante, según las versiones más venenosas) el gran mentor de Culianu, Mircea Eliade, el antonomásico historiador de las religiones del siglo pasado, gloria nacional rumana en permanente exilio. Los rumanos pueden enorgullecerse de una ilustre tradición en el ámbito de los estudios de religión comparada y de historia de las religiones. En el siglo XIX, como antecesor de Eliade, estuvo Alexander Csoma de Koros con sus asedios filológicos y religiosos al budismo tibetano. Ya en el siglo XX, sin duda el gran nombre es el de Eliade, como el gran patriarca de la disciplina (desde una perspectiva mítica y psicologizante, con interpretaciones arquetipistas al estilo Jung sobre la fenomenología religiosa). Después de él están, como discípulos, lectores y amigos entre sí, Moshe Idel en los estudios cabalísticos, y Culianu, vinculado más bien al gnosticismo, la magia renacentista y el chamanismo (por cierto, se necesitaba de alguien muy especial para decir algo nuevo en el campo de los estudios del misticismoÊhebreo, dominado por el fulgor de Gershom Scholem. Sin embargo, Moshe Idel lo logró).

Al morir Eliade, Culianu quedó como encargado de los escritos académicos no publicados. Entre los papeles que heredó habría artículos juveniles de Eliade, en apoyo a la Guardia de Hierro, que comprometían su prestigio. Había la amenaza de que Culianu los diera a la luz pública, por lo que, según establece la segunda hipótesis política, fue asesinado. En cualquier caso, se trató de un crimen simple y neto: un solo disparo a poca distancia con un arma más bien pequeña. Algo impecable (e implacable). Esta hipótesis, digna de un guión político de Costa-Gavras, adolece del hecho de que el supuesto coqueteo filofascista de Eliade ya era materia de conocimiento público y fue rebatido por el propio Culianu, aunque parece que sin mucha convicción. Por su parte, Eliade guardó silencio sobre su pasado; quizá demasiado silencio, pues nunca condenó el holocausto en su patria. Incluso hubo una campaña de desprestigio hacia Eliade para evitar que recibiera el Premio Nobel de Literatura, cuando se rumoraba sobre esto en la década de los setenta. Matar a Culianu para que no revelara documentos contundentes sobre las oscuras y juveniles filiaciones de Eliade resultaba bastante absurdo, cuando ya se sabía mucho al respecto.

Fue así como la muerte de Culianu generó muchos rumores. Hasta un psíquico o clarividente afirmó que, mientras dormía, alguien asesinado se introducía en su cuerpo y balbuceaba palabras. Su esposa, lejos de asustarse por el hecho, fue más bien curiosa y decidió ordenar los balbuceos de su dormido esposo, por lo que comenzó a hacerle preguntas y aquel espíritu a dar detalles del asesinato, sin esclarecer la identidad exacta del criminal, pues era desconocida para el difunto. Tras las pistas brindadas por el fantasma incorporado en el marido en varias sesiones (extrañamente, el etéreo intruso se negaba a decir su propio nombre -quizá ya lo había olvidado en su estado post mortem-), el matrimonio averiguó la identidad del muerto, que resultó ser Culianu. Entonces quisieron brindar ayuda a la policía, pero el asunto no fructificó. No debemos reírnos tan a la ligera por esta acción, pues algunos policías heterodoxos de pronto toman en cuenta la ayuda de ciertos psíquicos de renombre. No todos los psíquicos son ``la Paca'' o Walter Mercado. Algo de esto pasó en el asunto Culianu, ya que siguió siendo un caso sin resolver, abierto a la duda y a la hipótesis, aunque, como ya dije, todo apunta al asesinato político por parte del gobierno rumano post-Ceausescu. Quién sabe...

Reforma y Contrarreforma
vs. Renacimiento

El trabajo de Culianu es notable en el ámbito de la religión comparada. Formado en Bucarest, se exilió en Italia. Desesperado por su situación económica, legal y demás, propia de ciertos exiliados, intentó suicidarse, sin buen resultado. Se repuso de su desesperación y comenzó una carrera académica ascendente, primero en la propia Italia y después en Holanda, en Estados Unidos, en Francia. En relativamente poco tiempo pasó de ser un pobre suicida fallido a un académico triunfador e internacionalmente conocido, el discípulo y heredero de Mircea Eliade (una trayectoria tan notable que alguien pensaría que hizo pacto con el diablo...) Con su trabajo de gran calidad, independencia y espíritu de renovación metodológica, Culianu no se limitó a ser un seguidor más de Eliade, sino que logró dar un sello propio a su obra que lo distingue claramente de su mentor. Porque tuvo el presentimiento de que moriría joven, según cuentan, Culianu se dio prisa en trabajar y alcanzar el éxito académico y mundano. Murió a los cuarenta y un años, dejando tras de sí una larga estela de publicaciones, así como una leyenda a nivel personal.

Desde su obra inicial, Eros y magia..., Culianu mostró un espíritu de interpretación más polémico que el de sus maestros, donde la historia renacentista no se ve como antigualla cultural, digna sólo del especialista, sino como una historia que todavía nos concierne a todos, por sus consecuencias en términos de manipulación política y erótica, imaginaria e ideológica. A pesar de la inevitable referencia a Eliade, a quien admiró desde la juventud como a un héroe literario, no hay en Culianu una visión arquetipista del fenómeno religioso. Lejos de privilegiar la atemporalidad de lo sagrado, Culianu busca su imbricación en la historia, en la sociedad, con sus mecanismos ideológicos, de poder, eróticos, y toda suerte de engranajes. Hace un rescate del poder gnoseológico de la facultad de la imaginación, a la manera renacentista y romántica. No cae en las trampas del historicismo ni del sociologismo ni del antropologismo para confrontar el hecho religioso. Usa el pasado para entender el presente, así como las vías ocultas por las que las mentes pueden ser manipuladas. En este sentido, la magia renacentista, en algunas de sus aplicaciones, era un arte de la manipulación de fantasmas colectivos e individuales, del establecimiento y ruptura de vínculos (de ahí el gran interés de Culianu por Giordano Bruno, cuyos aspectos mágicos estudió con ahínco). Para Culianu, el Renacimiento no es el inicio de la modernidad, sino de alguna manera su antítesis, pues son la religión y la magia las que dominan la cultura, y no la ciencia y la economía. Pese a sus diferencias, la Reforma protestante y la Contrarreforma católica se unieron para acabar con la cultura paganizante del Renacimiento. Las hogueras de brujas y herejes son una muestra de esta cruzada interior y antipagana.

Mientras Eliade especula sobre los arquetipos que acechan desde el inconsciente colectivo, Culianu, sobre todo después de Eros y magia..., busca más bien la base cognitiva de las creencias universales. Se acerca a la historia basado en la teoría de la información, explicando la similitud de muchos mitos alrededor del mundo en términos de que la mente humana sigue los mismos patrones mentales binarios y universales, de que existe una unidad de las operaciones de la mente humana.

El libro más representativo de este acercamiento de base cognitiva y de teorías de la ``cuarta dimensión'' al hecho religioso es Out of this World. Otherworldly Journeys from Gilgamesh to Albert Einstein (1900), traducido al español como Más allá de este mundo. Paraísos, purgatorios e infiernos: un viaje a través de las culturas religiosas (1993). En este libro, lo sagrado no es algo sobrenatural, interno o místico, sino que está vinculado a la física moderna y a las ciencias cognitivas. Por ejemplo, las teorías del hiperespacio permiten pensar la multidimensionalidad del mundo. Vivimos como peces en un estanque, afectados por fuerzas desconocidas en mundos paralelos, más allá de la superficie del agua, incapaces de comprenderlas completamente, como el pez sobre lo que ocurre más allá de su estanque. No se trata de que realidades fantásticas aniden en la mente, sino que el mundo real es él mismo fantástico y multidimensional y lo que hace la mente es descubrirlo, ``accesarlo'' (para usar este horrible neologismo informático), activarlo, programarlo.

De Bruno a Wittgenstein
(pasando por Borges)

Metodológicamente, Culianu ha sido visto como un ``enciclopedista comparativo'' por trabajar tanto la evolución de una particularÊtradición religiosa (v.g. hermetismo, gnosticismo) como, al mismo tiempo, el trabajo comparativo de similitudes y diferencias, según periodos, con otras corrientes de la misma época. En términos estructuralistas, mezcla diacronía y sincronía, sobre la base de una sólida erudición en varias lenguas vivas y muertas, buscando establecer ``yuxtaposiciones fulgurantes'' en la cultura, lo que remite al método de las ``constelaciones'' de Walter Benjamin al estudiar la historia, las ideas y la literatura. ¿Será que tanto en Culianu como en Benjamin anidaba parecida aspiración hermenéutica, sobre la base de un romanticismo soterrado?

Para Culianu, el cambio histórico se produce por mutación, no por evolución, a veces conducido por fuerzas ocultas a los actoresÊdel momento, y sólo después vislumbradas por el historiador. Es la suya una visión cuántica de la historia, en donde las impresiones culturales se suceden en continuos enlazamientos y rechazos, hasta que sobrevienen colapsos. Es en esos momentos coyunturales cuando pueden verse mejor los procesos más profundos que operan en la historia. Durante tales convulsiones, los diversos sistemas de pensamiento se revelan, funcionando cada uno casi como un objeto exterior que cruza nuestro espacio cultural en una forma aparentemente desconectada, en la que sin embargo hay una lógica oculta que puede descubrirse. La discontinuidad es característica de la cultura; por ejemplo, no hay continuidad entre alquimia y química, o entre astrología y astronomía, una no es una versión más refinada y ``progresista'' de la otra, sino que cada una es un sistema de pensamiento diferente y discontinuo con respecto a la otra, y pueden convivir al mismo tiempo en niveles distintos de la comunidad hermenéutica.

En cierta forma, Culianu extiende la teoría de los ``juegos de lenguaje'' de Wittgenstein al ámbito de la cultura y la historia, en una suerte de ``juegos de cultura'': los procesos subyacentes o juegos de la colectividad siguen leyes lógicas en medio del aparente azar cotidiano, modelando algunos elementos humanos e históricos a niveles más profundos, en una larga secuencia de elecciones binarias. Esto genera una cierta predictibilidad, un cierto orden subterráneo en la historia, lo que no generó mucha confianza en algunos de sus colegas. De hecho, éstos criticaron su progresiva falta de distancia crítica, su involucramiento demasiado personal en los temas de investigación. A fuerza de estudiar al mago Bruno, Culianu se convirtió en Bruno mismo, pasando en uno y otro sentidos de la magia y la religión a la política y a la historia, en una especie de talentoso malabarismo cultural. Como Bruno, también tendría un trágico fin, un ``ajusticiamiento'' proveniente de la sociedad (la Iglesia y el aparato de seguridad nacional: inquisiciones ambas, una religiosa; la otra, política).

Esta puesta en duda de la objetividad crítica llevó a Culianu a buscar lectores más allá del espacio universitario, lo que explica sus ambiciones y proyectos literarios. Publicó una colección de cuentos, The Emerald Collection (1986), y parece que se deslizaba cada vez más hacia la escritura de ficción fantástica (no en balde su gran admiración por Borges, cuya perspectiva recupera en Más allá de este mundo). En este sentido, Culianu tenía a Eliade como un gran maestro en combinar el trabajo académico y la creación literaria (realista y fantástica), de forma tal que algunos de sus textos contribuyen a una más profunda comprensión de ciertas estructuras religiosas, o bien parten de fuentes temáticas de su material de estudioso cultural. Eliade fue un gran investigador académico al tiempo que un buen escritor, aspecto este último poco conocido, sobre todo en el ámbito de la literatura fantástica, con títulos como Medianoche en Serampor, La señorita Cristiana y Diecinueve rosas. En Eliade, la investigación y la creación literaria van juntas. De haber seguido vivo, Culianu seguramente habría robustecido su creación literaria encaminada hacia lo fantástico, sin abandonar del todo la escritura ensayística y académica, como han hecho autores literarios provenientes de la academia, al estilo de Umberto Eco, Susan Sontag y Julia Kristeva.

Sin importar lo que Culianu hubiera escrito y limitándonos a lo que efectivamente escribió, tenemos un enorme tesoro de lectura que descubrir, gozar y pensar. Cualquiera que esté interesado en el fenómeno religioso en sentido riguroso, al tiempo que innovador y provocativo, debe pasar por los libros de Culianu.

P.D.: si además de leer a Culianu en algunos de los libros mencionados, quiere leerse sobre él, para un vistazo general recomiendo a los anglolectores el libro Eros, Magic, and the Murder or Professor Culianu, de Ted Anton (1996).