LUNES 14 DE AGOSTO DE 2000

 


Ť José Cueli Ť

šQué cachondeo!

Todo parece conjurarse contra la fiesta brava. La afición lentamente huye de la Plaza México. Se acabaron las corridas de toros encastados, los cantares, las verónicas, las faenas, la pasión, la música y la alegría del coso. La novillada de ayer domingo se suspendió en medio de dimes y diretes. La gota que derrama el vaso de agua sucia lleno. Mientras empresario y autoridades -tal para cual- se divierten de lo lindo; la afición pareciera situarse al margen, en la no pertenencia, en medio de un ambiente anárquico.

Tocó al empresario y al delegado de la Benito Juárez ser los enterradores de la fiesta, la tarde de hechos, que comenzaba a cerrar oscura y tristísima cuando se anunció la suspensión del festejo. Solo quedó una escena fantástica de desolación en los aficionados, al abandonar la plaza, todos solemnes, todos callados, quién sabe a donde; subían escaleras, y luego caminaban, caminaban... y los protagonistas que se cocinaban aparte, cuchicheaban, chismeaban, maldecían, le hacían al cuento.

La afición se creía transportada a otro lugar desconocido. El coso de sus recuerdos tenía los mismos contornos de siempre, pero sus colores se habían borrado, sólo quedaban de ellos, tinta lodosa de cañería. El ruedo de la plaza lugar de las corridas de toros desde ya transformado en agencia del Ministerio Público o sala de la junta de conciliación y arbitraje o barandilla de quién sabe qué.

La sombra de una fiesta que era la representación viva y a todo color de la muerte-vida, cambiada de forma y proporción, alzada en el fondo del ruedo, envolviéndola en oscura proyección de todo lo contrario a eso que llamamos; toreo. De regreso a casita resultaba difícil desechar la impresión causada por tan inesperada noticia.

Resultaba inverosímil que el festejo fuera suspendido dos horas antes de la hora anunciada con los boletos vendidos. Si mal -que el empresario por sus pistolas- despidiera a los veterinarios de la UNAM, designados por las autoridades para descubrir pitones de cinco punta 005; más mal que la delegación se desquitara con la sufrida y masoquista afición, a la que sin ningún aviso, regresó por donde vino. šCuidado! Un día de estos, puede desaparecerle lo masoquista y haber "algo" más inesperado.

ƑDónde quedó la fiesta soñada del riesgo y la belleza? Por lo pronto, sólo lo sórdido sin belleza.