LUNES 14 DE AGOSTO DE 2000

* Grotesco paseíllo-plantón en la Plaza México


Ante la renuencia de la empresa a cumplir la ley, suspenden novillada

* Por fin, una autoridad decidida * 3 mil espectadores exigían toros o "lo que fuera"

Lumbrera Chico * Bastó con que el juez de plaza Salvador Ochoa, respaldado por Eduardo Morales, delegado político en Benito Juárez, asesorado por la Comisión Taurina del DF y apoyado en la fracción 1 del artículo 250 del Código Penal (Usurpación de Funciones Públicas con pena de uno a seis años de prisión), decretara la suspensión de la cuarta novillada en la Plaza México, mediante resolución que notificó personalmente a Juan Castañeda, empleado de la empresa, a las 11:30 horas del domingo 13 de agosto, para que la autoridad fijara su postura y marcara límites al ex todopoderoso empresario (?) Rafael Herrerías.

ƑCuál fue la razón de esta medida por parte del juez Ochoa? La oposición de la empresa, a todas luces infantil, a que se practiquen los exámenes post mortem de las reses por los veterinarios nombrados por la delegación Benito Juárez.

Y es que de plano Herrerías no se midió cuando el domingo 6 de agosto impidió a los veterinarios Benjamín Calva y Santiago Aja efectuar dichos exámenes a los novillos lidiados, mofándose además de las funciones encomendadas y pidiéndoles 3 mil pesos por cada mandíbula y encornadura.

Pero el colmo de la ingenuidad cínica y la desfachatez caciquil por parte de tan ineficaz empresario fue sacarse de la manga su propio veterinario ųJavier García de la Peñaų, designado por la empresa a partir de la novillada del pasado 30 de julio, según memorándum del 7 de agosto firmado por el propio Herrerías, para que practicara el examen post mortem a los novillos de La Muralla. Los resultados que obtuvo tan ridículo veterinario, huelga decirlo, fueron que todos los animales cumplían con la edad y tenían sus astas íntegras.

Sólo que el desconocimiento de la ley no exime de su observancia, y Herrerías y asesores que lo acompañan olvidaron repasar el Reglamento Taurino y la Ley para la celebración de espectáculos públicos en el DF antes de jugar a la autorregulación.

Emociones sin fin

Como también cada país tiene la fiesta de toros que se merece, los asistentes a la Plaza México ųno más de 3 mil donde caben 44 milų por primera vez en su vida entraron gratis a una novillada en que, después de desearse suerte a sabiendas de que no torearían, grotescamente hicieron el paseíllo-plantón, puesto que ningún juez ordenó partir plaza, los novilleros-empleados José Rubén Arroyo, Alberto Espinoza y Guillermo Veloz, para enfrentar novillos o lo que se les pareciera de la ignota ganadería de Marrón. Llegaron frente a la barrera y miraron socarrones hacia el palco vacío de la autoridad. Esperaron formados y luego rompieron filas.

Unas gargantas entre las 3 mil que había empezaron a gritar "štoro, toro, toro!", como animando al empresario a que se la jugara en serio y soltara al primero de la tarde, Viajero, con tres años tres meses, según la pizarra de la empresa, y con 370 kilos de peso. Pero el empresario tampoco estaba en su palco. La banda no paró de tocar.

Vino entonces una especie de primer tercio con grabaciones, entrevistas para los medios y hartas fotos a los toreros sentados en el estribo. De pronto se vio cruzar por el ruedo, decidido, a un alguacilillo, en actitud de hacerse cargo de la situación, pero no, se incorporó al grupo de los novilleros para ser fotografiado con ellos y luego, en alarde de coordinada imaginación, tomarles una placa a los fotógrafos.

A manera de tercio de banderillas algunos porristas originales corearon: "Uno, dos, tres, que chingue a su madre el juez"; otro gritó: "Un saludo al delegado", y con su cachucha un chamaco dio muletazos de salón que le fueron coreados. A las 4:55 de la tarde, por el inaudible sonido local se anunció que oficialmente quedaba suspendida la novillada.

Por último, y jugándose por lo menos una fractura, Espinoza y Veloz saltaron de la barrera al tendido, mientras que Arroyo lo hacía desde el callejón, para incorporarse, convencidos, a la primera marcha pro defensa de la autorregulación taurina en el DF, encabezada por el propio Herrerías, seguido por los alternantes, banderilleros, picadores en sus cabalgaduras, monosabios y medio centenar de mitoteros con rumbo a la delegación Benito Juárez, donde el contingente descubrió que los domingos no trabaja el delegado, por lo que en el edificio de enfrente, décima agencia investigadora del Ministerio Público, el promotor intentó interponer una denuncia de hechos que no le fue recibida por no ser de la competencia de dicha agencia.