ƑA dónde llevan los excesos del ecoturimo?

Jorge Chávez de la Peña

*Director general de Ecoturismo TAP Consultores. Dirige la sección de turismo en la revista Kuanum, de la Asociación Mexicana de Agencias de Viajes.

Correo electrónico: [email protected] A-1 eco 88

Podríamos iniciar parafraseando "Ay, ecoturismo, cuántos abusos se cometen en tu nombre". Porque el boom de esta actividad ha permitido que tirios y troyanos compartan el mismo pastel y algunos puedan disfrutar de pingües ganancias utilizando un bien que cada día es más escaso y, por lo tanto, más rentable: la naturaleza "virgen" o, por lo menos, la mejor conservada.

Esto no tendría mayor importancia en un mundo regido por las fuerzas del mercado si no fuera porque nuestro agobiado planeta tiene ahora que soportar a los llamados ecoturistas y a los comercializadores del producto turístico que utilizan, por lo regular, los últimos reductos de áreas naturales sin tomar en cuenta, en la mayoría de los casos, la fragilidad de los ecosistemas, ya no digamos la capacidad de carga o el consecuente impacto ambiental.

ƑQué pasa? Aparentemente la confusión en cuanto al objetivo de esta actividad y su antecedente conceptual, todavía en la bruma, facilita que lo mismo se hable de turismo ecológico, alternativo, sustentable, de naturaleza, de aventura, etcétera, sin parar mientes en los alcances que cada uno de estos términos puede tener. Se ha choteado, diríamos coloquialmente, este término. El criterio más común por nuestros lares es el que hace algunos años estableció Héctor Ceballos-Lascuráin en su libro Ecoturismo, naturaleza y desarrollo sostenible, seguido por Elizabeth Boo en su texto Ecoturismo: potenciales y escollos: "El turismo que consiste en realizar viajes a áreas naturales relativamente sin disturbar o sin contaminar, con el objetivo específico de estudiar, admirar y gozar el panorama junto con sus plantas y animales silvestres, y así mismo cualquier manifestación cultural (pasada y presente) que se encuentre en estas áreas".

Más recientemente, la Unión Mundial para la Naturaleza (uicn), atenta a los nuevos criterios surgidos a partir de la propuesta estratégica de "nuestro futuro común", el desarrollo sustentable, incorpora la dimensión social al enfoque biologicista de la primera: "aquella modalidad turística ambientalmente responsable, consistente en viajar o visitar áreas naturales relativamente sin disturbar con el fin de disfrutar, apreciar y estudiar los atractivos naturales (paisaje, flora y fauna silvestres) de dichas áreas, así como cualquier manifestación cultural (del presente y del pasado) que puedan encontrarse ahí, a través de un proceso que promueve la conservación, tiene bajo impacto ambiental y cultural, y propicia un involucramiento activo socioeconómicamente benéfico de las poblaciones locales".

Es importante destacar que en nuestros días, algunas instituciones públicas, muchas empresas privadas y otro número indefinido de comunidades, utilizan al ecoturismo como una modalidad altamente rentable y, las menos, como una estrategia de desarrollo o un instrumento para la conservación. Y, según la definición de la uicn, todas estas tendencias (sociales, económicas y ecológicas) no necesariamente deben ser contrapuestas sino que pueden estar incluidas en un proyecto o en actividades de este tipo.

La realidad es distinta: las tendencias neoliberales, al inhibir la participación del Estado, propician que los más débiles, y en este caso estaríamos A-2 eco 88 hablando de las comunidades anfitrionas, acepten las condiciones de los inversionistas que regularmente, en el cumplimiento de sus objetivos históricos, pretenden explotar (y no aprovechar en el sentido que la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente señala) los recursos naturales, históricos o sociales en el corto plazo para recuperar su inversión en el menor tiempo posible, sin prever los impactos que pueden provocar. Es decir, la misma política del turismo convencional, pero cobijada con el vocablo ecoturismo porque la tendencia del mercado apunta hacia una creciente demanda de un turista consciente y exigente de un entorno saludable así como desea una mayor comunicación con otras culturas, las nativas. Habría que revisar exhaustivamente las empresas, asociaciones y, desgraciadamente también, a algunas comunidades que practican este turismo. Encontraríamos que aún prevalecen el caciquismo, el lucro y la ignorancia, entre otras, como las principales causas del deterioro ambiental y social, so pretexto del ecoturismo.

Pero no todo ha sido excesos: pues este mismo auge también ha propiciado que el lenguaje originalmente de corte biologicista se haya vuelto también social, como lo demuestran las conclusiones de las mesas del Foro sobre Biodiversidad y Ecoturismo, celebrado en noviembre pasado en la LVII Legislatura de la Cámara de Diputados.

Por otra parte, la situación emergente de las comunidades indígenas con su propia cosmovisión y al incorporarse ellas mismas como microempresarias de sus proyectos (con el apoyo en algunos casos de instituciones federales (Fonaes), estatales (Turist Yu'hu en Oaxaca), municipales o de instituciones no gubernamentales ), ha facilitado que sus recursos sean mejor manejados y, por lo tanto, conservados.

También se ha propiciado que en vista del futuro promisorio del ecoturismo, muchos investigadores y algunas instituciones educativas, comiencen a profundizar en la verdadera esencia de este turismo. Siendo muy ambicioso y modificando el enfoque económico de quienes lo consideran solamente un segmento del mercado, yo buscaría que no sólo se hiciera turismo ecológico, sino que se pudiera ecologizar al proceso turístico. Es decir, a todo este proceso social y no sólo a una parte del mismo. Nuestro planeta así lo está exigiendo.