MARTES 29 DE AGOSTO DE 2000

 


* Ugo Pipitone *

ƑSerá suficiente el TLC?

La recién concluida gira por Canadá y Estados Unidos del presidente electo Vicente Fox obliga a retomar el tema del Tratado de Libre Comercio entre México y sus vecinos de América del norte. El nudo central está en la definición de la naturaleza del tratado. ƑEl libre comercio es punto de arranque o estación terminal del TLC? Dicho de otra manera: Ƒserá exclusivamente de la libre circulación de mercancías y capitales que podremos esperar una convergencia de los niveles de ingreso y de productividad entre los tres países?

Quien dé una respuesta positiva a esta última pregunta se mueve en el universo dominado por una ideología económica anclada a la elaboración de David Ricardo que, recordémoslo, se acerca a cumplir dos siglos. Las nuevas teorías del comercio internacional, en cambio, llaman la atención sobre la competencia imperfecta y los rendimientos crecientes de escala. Y es a partir de estos elementos que resulta dudoso que el libre comercio sea palanca única del desarrollo.

Si el TLC se limitara en el largo plazo a un esquema de desgravación arancelaria, las posibilidades de una América del Norte crecientemente integrada serían gravemente restringidas. Obviedad uno: ni en la formación de los Estados nacionales, ni (menos aún) en los procesos contemporáneos de regionalización, la economía ha sido condición necesaria y suficiente. Obviedad dos: no hay sustitutos para la política. Una región económica integrada requiere libre comercio tanto como diseños comunes de desarrollo. Y esto es lo que Estados Unidos y Canadá muestran hoy dificultades para entender.

Hay, por lo menos, dos aspectos cruciales sobre los cuales el TLC deberá medirse: la necesidad de un nuevo trato a los trabajadores mexicanos que cruzan la frontera con Estados Unidos y la necesidad de esquemas de solidaridad regional. Y, como es inevitable, la experiencia europea de las últimas décadas se propone como un punto de referencia.

Sinteticemos algunos rasgos de esta experiencia. Desde hace más de 20 años opera en la Unión Europea aquello que la jerga burocrática de Bruselas llama ''fondos estructurales y de cohesión''. ƑDe qué se trata? De una política de transferencia de recursos a favor de los países de menor desarrollo relativo, o sea, de los países cuyo PIB per cápita no alcanza el 75 por ciento del promedio de los países de la Unión. Se trata de fondos complementarios, en el sentido que intervienen a complementar los gastos públicos nacionales dirigidos a crear nuevas capacidades productivas y nuevas fuentes de empleo. Ahí está el núcleo de una política orientada a la homologación regional.

En la actualidad estos fondos constituyen la segunda voz de gasto del presupuesto comunitario, después de la política agrícola común. Veamos los números. El presupuesto de la Unión, que corresponde a poco más del 1 por ciento del PIB conjunto, tiene un monto aproximado de 90 mil millones de dólares. El 35 por ciento de este presupuesto va al financiamiento de los fondos estructurales y de cohesión. Los principales beneficiarios son España, Irlanda, Portugal y Grecia.

ƑSe trata de beneficencia? Para contestar a esta pregunta es suficiente comparar el PIB per cápita de los países mencionados respecto a diez años atrás. Hagamos este ejercicio poniendo igual a 100 el PIB per cápita de Alemania. Hace una década el PIB per cápita español representaba el 42 por ciento del alemán, en la actualidad constituye el 54 por ciento. En el mismo periodo, Irlanda pasó de 42 a 71 por ciento. Portugal, de 20 a 41 por ciento; Grecia, de 26 a 45 por ciento. ƑEs necesario decir más para ilustrar el éxito del proceso de convergencia de los últimos años?

Varios puntos porcentuales del crecimiento de los países más atrasados de Europa se obtuvieron gracias a las transferencias mencionadas. De esta forma el comercio intraeuropeo se han multiplicado hasta convertir la región en el espacio comercial más integrado del mundo. ƑHabría sido esto posible de mantenerse España, Irlanda, Portugal y Grecia en la postración que caracterizó a estos países por décadas?

Hagamos un ejercicio de transposición geográfica. Si en América del Norte se formara un fondo de desarrollo regional constituido por el 0.5 por ciento del PIB regional (contra el 1.1 por ciento europeo), se dispondría de recursos por cerca de 45 billones de dólares anuales para destinar a proyectos de desarrollo de las zonas más pobres de América del norte.

Actualmente el PIB per cápita mexicano apenas constituye el 15 por ciento del correspondiente estadunidense, contra el 41 por ciento del PIB per cápita portugués respecto al alemán. ƑHay en América del Norte menos razones que en Europa para comenzar una política de largo plazo de integración regional?