25.- La hipocresía social y el aborto como delito. Teresa Flores B. Triple Jornada No. 21, 8 de mayo de 2000.

LA HIPOCRESÍA SOCIAL Y EL ABORTO COMO DELITO

* La decisión de ser madre o no, derecho de la mujer
Teresa Flores B.

En Bolivia recientemente dos casos relacionados al aborto han puesto nuevamente en primer plano el tema. El primero fue el caso de una joven mujer indígena que fue denunciada por su esposo cuando recurría al aborto y por tanto, la policía intervino deteniendo al médico que había practicado el aborto y a la mujer. En el segundo caso, una niña de 12 años que fue violada por su padrastro, y quien ganó un juicio que permite interrumpir el embarazo en estos casos, sin embargo los médicos se niegan a cumplir el dictamen legal aduciendo que mellaría su reputación. Más aún, bajo el temor generado por la iglesia Católica que ha declarado que ese embarazo debería continuar. Entre tanto la niña que no quiere, ni está en condiciones de proseguir el embarazo debido a su precaria salud, continúa sufriendo por la indolente negativa de la comunidad médica que se niega a aplicar la ley.
Estos dos casos muestran claramente qué injustas son las leyes que penalizan el aborto (en Bolivia el aborto el legal solamente en caso de estrupro, violación o peligro de salud de la madre), y qué ni siquiera en los casos estipulados por la ley éste se puede aplicar porque la cultura machista y religiosa lo considera un delito.
Esto es sólo una muestra más de la hipocresía que está tan bien apuntalada en la sociedad, ya que el aborto es una práctica frecuente en la mayor parte del mundo porque es una verdadera necesidad. Lo que es una gran injusticia es que mientras que las mujeres de clase media o alta lo pueden realizar en las mejores condiciones clínicas, a las mujeres pobres se las condena como si estuvieran realizando el peor de los crímenes. Es un derecho elemental de cualquier ciudadana/o decidir sobre su propio destino: en el caso de las mujeres, tener un hijo o no, implica tomar una decisión de muy largo plazo sobre sus aspiraciones y proyectos de vida.
El traer una criatura al mundo es una de las más altas responsabilidades en nuestras vidas, no se trata simplemente de parir, sino de alimentarlo, de darle una educación, cariño y velar por su desarrollo físico, intelectual y moral. Por eso caben las preguntas: ¿con qué derecho las leyes y otras instancias sociales pueden tomar esta decisión que sólo corresponde a la dueña del vientre que genera un nuevo ser? ¿Qué derecho tenemos de obligar a la mujeres a tener niños como los animales que no pueden controlar su fertilidad? ¿Qué derecho tiene la sociedad de inmiscuirse en decisiones tan personales sobre el propio cuerpo de la mujer? ¿Cómo es posible que una sociedad sea tan autoritaria que se crea en el derecho de obligar a alguien a parir un niño no deseado, más aún sin garantizarle ningún futuro?
Bien sabemos que en nuestro medio machista muchas mujeres son obligadas a tener sexo con su esposo aunque no lo deseen. ¿Es entonces moral cargarle a ella el peso económico y emocional de un niño no deseado, concebido a veces en condiciones de repulsión? ¿No nos conmueve acaso ver tantos niños abandonados en las calles? ¿No nos conmueve la miseria humana de los niños presos de todo tipo de adicciones? ¿No nos conmueve que tantos niños pasen hambre y sobrevivan en las peores condiciones imaginables? ¿Es posible acaso que a nombre de la ley o de la religión se pueda condenar a tanto sufrimiento a madres y a niños que no tienen la posibilidad de satisfacer sus necesidades más elementales?.
Para crear una sociedad de hombres y mujeres de bien, es fundamental que los niños sean queridos y deseados desde el vientre, si eso no ocurre es mejor no traer un niño al mundo. ¿No es acaso mejor que se elimine apenas un núcleo de células, antes de que una criatura venga a padecer al mundo?
No se debe dejar de considerar que una mujer al abortar está asumiendo una actitud de absoluta responsabilidad moral, porque no es moral traer al mundo niños no deseados a los que, además, no se está en condiciones de educar y brindarle los cuidados y la dedicación que merecen. Es hora que nos dejemos de posiciones pseudomoralistas. No olvidemos que a nombre de la moral durante toda la historia se han cometido todo tipo de atrocidades. La moral responde a las condiciones y circunstancias sociales de cada época. Es hora que pensemos con la racionalidad que exigen nuestros tiempos y aprovechando los avances científicos. Pensemos un momento en los millones de niños abandonados en el continente y tengamos más compasión por los que sufren, sólo así se podrán eliminar rémoras sociales como la de penalizar el aborto en estos tiempos.