DOMINGO 10 DE SEPTIEMBRE DE 2000
La globalización del hambre
Una guerra contra la naturaleza y contra los pobres
Detrás de una epidemia de suicidios entre
los campesinos de la India, la autora encuentra una verdadera guerra
contra los pobres y contra la naturaleza.
Vandana SHIVA*
Visité Bhatinda en el Punjab, a consecuencia de una
epidemia de suicidios entre los campesinos.
El Punjab fue alguna vez la más próspera
región agrícola de India. Hoy, cada campesino
está desesperado y endeudado, vastas extensiones de tierra se
han transformado en desiertos sedientos de agua. Y como lo
señaló un viejo agricultor "aun los árboles han
dejado de dar frutos, debido a que el fuerte uso de pesticidas ha
matado a los polinizadores -las abejas y las mariposas".
El Punjab no está solo en esta experiencia de
desastre ecológico y social. El último año estuve
en Warangal, en Andhra Pradesh, donde también los campesinos se
estaban suicidando. Agricultores que tradicionalmente cultivaban
legumbres, mijo y arroz habían sido atraídos por las
compañías semilleras a comprar semillas híbridas
de algodón, que eran señaladas por los mercaderes como
"oro blanco" y que supuestamente los haría millonarios. Al
contrario, ellos se transformaron en mendigos.
Sus semillas nativas habían sido desplazadas con
híbridos que no podían ser almacenados y debían
ser comprados cada año a un alto costo. Los híbridos
eran también muy vulnerables a los ataques de las plagas. Los
gastos en pesticidas en Warangal se incrementaron en 2000%, desde 2.5
millones en 1980 a 50 millones en 1997. Ahora los campesinos se
están comiendo los mismos pesticidas como un modo de matarse
para escapar permanentemente de deudas que ya no pueden pagar.
Las corporaciones están ahora tratando de
introducir semillas con ingeniería genética que
aumentarán más los costos y riesgos ecológicos;
es por eso que agricultores como Malla Reddy, del sindicato de
agricultores de Andhra Pradesh, han desarraigado el algodón
Bollgard genéticamente modificado de Monsanto en
Warangal.
El 27 de marzo, Betavati Rattan, de 25 años, se
quitó la vida porque no pudo pagar las deudas de un tubo de
desagüe en su predio de dos acres. Las cisternas ahora
están secas, como lo están las cisternas en Gujarat y en
Rajasthan, donde más de 50 millones de personas se enfrentan a
la muerte por hambre.
La sequía no es "un desastre natural". Ha sido
"hecha por el hombre". Es el resultado de la extracción de la
escasa agua subterránea de las regiones áridas para
alimentar los sedientos cultivos de exportación en vez de los
cultivos locales menos consumidores de líquidos.
Son experiencias como estas las que me han
enseñado que estamos muy equivocados con respecto a la
economía global y que es preciso detenernos a pensar acerca del
impacto de la globalización sobre la vida de la gente
común. Esto es vital para alcanzar la sustentabilidad.
Seattle y las protestas del último año en
contra de la Organización Mundial de Comercio (OMC) nos obligan
a todos a pensar de nuevo. A través de esta serie de
conferencias, muchos ponentes se han referido a aspectos del
desarrollo sustentable, dando la globalización como un hecho
establecido. Para mí ya es hora de revaluar radicalmente lo que
estamos haciendo. Ya que lo que hacemos a los pobres en nombre de la
globalización es brutal e imperdonable. Esto es
especialmente evidente en India, donde tenemos testimonios de los
desastres que despliega la globalización, especialmente en lo
que se refiere a alimentación y agricultura.
ƑQuién alimenta al mundo? Mi respuesta es muy
diferente a la de da la mayoría de la gente. Los principales
proveedores de alimento en el Tercer Mundo son las mujeres y los
pequeños campesinos que trabajan con la biodiversidad. Y, al
contrario de la opinión dominante, sus pequeñas parcelas
basadas en la biodiversidad son más productivas que los
monocultivos industriales.
La rica diversidad y los sistemas sustentables de
producción alimentaria están siendo destruidos en
nombre de la creciente producción de
alimentos. Sin embargo, con la destrucción de la diversidad
desaparecen ricas fuentes de nutrición. Cuando se mide en
términos de nutrientes por acre, y desde la perspectiva de la
biodiversidad, la cacareada "alta productividad" de la agricultura
industrial o de las pesquerías industriales no implican
más producción de alimentos.
La productividad normalmente mide la producción
por unidad de área de un monocultivo. El resultado se refiere a
la producción total de diversos cultivos y productos. Por
supuesto que plantar sólo un cultivo en un campo completo como
monocultivo aumentará su productividad individual.
Al plantar múltiples cultivos en una mezcla que
tendrá bajas productividades de cultivos individuales se
logrará, sin embargo, una más alta entrega de
alimentos. La productividad ha sido definida de tal manera que
prácticamente hacemos desaparecer la producción de las
pequeñas parcelas. Esto oculta la producción de millones
de mujeres campesinas en el Tercer Mundo -agricultoras como las
de mi Himalaya nativo, que luchan contra la tala en el movimiento
Chipko o en sus campos terraceados donde hasta hoy crece la Jhangora,
un tipo de arroz, el marsha (amaranto), el tur (un frijol), el urat
(garbanzo negro), el gahat (garbanzo caballo), la soya, el bhat (otro
tipo de soya)- una infinita diversidad en sus campos. Desde la
perspectiva de la biodiversidad, la productividad basada en
aquélla es más alta que la productividad del
monocultivo. Por eso, llamo a esta ceguera ante la alta productividad
de la diversidad "una monocultura de la mente", que crea monocultivos
en nuestros campos y en nuestro mundo.
Los campesinos mayas en Chiapas, México, son
caracterizados como no productivos porque rinden sólo dos
toneladas de maíz por acre. Sin embargo, la producción
de alimentos completa es de 20 toneladas por acre cuando se consideran
también sus frijoles y sus calabacitas, sus verduras y los
árboles frutales.
En Java, pequeños agricultores cultivan 607
especies en los jardines de sus casas. En el Africa Subsahariana, las
mujeres cultivan 120 diferentes plantas; un solo jardín
hogareño en Tailandia tiene 230 especies y los jardines
africanos contienen más de 60 especies de árboles. Las
familias rurales en el Congo comen hojas de más de 50 especies
diferentes de árboles de sus parcelas.
Un estudio en Nigeria oriental reveló que las
huertas hogareñas ocupaban solamente 2 por ciento de la tierra
cultivable del grupo familiar y equivalían a la mitad del total
de la producción agrícola. En Indonesia, 20 por ciento
del ingreso de la familia y 40 por ciento de la provisión de
alimentos domésticos proviene de huertos hogareños
administrados por las mujeres.
Investigaciones de la Organización de Alimentos y
Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) demuestran que las
pequeñas haciendas de la biodiversidad pueden producir miles de
veces más alimentos que los grandes cultivos industriales. Y
que la diversidad, además de dar más alimentos, es la
mejor estrategia para prevenir la sequía y la
desertificación.
Lo que necesita el mundo para alimentar una
población creciente de modo sustentable es la
intensificación de la biodiversidad, no la
intensificación química ni la intensificación de
la ingeniería genética. Mientras las mujeres y los
pequeños campesinos alimentan al mundo mediante la
biodiversidad, se nos dice insistentemente que sin ingeniería
genética y sin globalización de la agricultura el mundo
se morirá de hambre. En contra de toda la evidencia
empírica que muestra que la ingeniería genética
no produce más alimentos y en los hechos a menudo lleva una
declinación productiva, se promueve constantemente como la
única alternativa a nuestro alcance para alimentar a los
hambrientos.
Es por eso que preguntamos: ƑQuién alimenta
al mundo? La deliberada ceguera ante la diversidad, la ceguera ante la
producción de la naturaleza, la producción de las
mujeres, la producción de los campesinos del Tercer Mundo,
conduce a que la destrucción y la apropiación sean
proyectadas como creación.
Consideremos el caso del tan alabado "arroz de oro", o
de la vitamina A del arroz genéticamente modificado, como una
cura para la ceguera. Se asume que sin la ingeniería
genética no podemos remover la deficiencia en vitamina A. Sin
embargo, la naturaleza nos da abundantes y diversas fuentes de
vitamina A. Si el arroz no se descascara, provee vitamina A. Si no se
echan herbicidas a nuestros campos de granos, tendríamos
bathua, amaranto, hojas de mostaza tan deliciosas, así como
verduras, todas las que proveen la vitamina A.
Las mujeres en Bengala usan más de 150 plantas
como verdura -Hinche sak (Hendirá fluctuans), palan
sak (Spinacea oleracea), tak palang (Rumex vesicarius),
lal sak (Amarantus gangeticus), para nombrar sólo
algunas.
Pero el mito de la creación presenta a los
biotecnólogos como los creadores de la vitamina A, negando los
diversos dones de la naturaleza y del conocimiento de las mujeres en
cuanto a cómo usar la diversidad para alimentar a sus hijos y a
sus familias.
El modo más eficiente de conducir la
destrucción de la naturaleza, de las economías locales y
de los pequeños productores autónomos, es hacer
invisible su producción. Las mujeres que producen para sus
familias y comunidades son tratadas como "no productivas" y
"económicamente inactivas". La devaluación del trabajo
de las mujeres, y del trabajo realizado en las economías
sustentables es el resultado natural de un sistema construido por el
patriarcado capitalista. Es así como la globalización
destruye las economías locales, y como la misma
destrucción es contada como crecimiento.
Y las mismas mujeres son devaluadas. Ya que muchas
mujeres en las comunidades rurales e indígenas trabajan
cooperativamente con los procesos de la naturaleza, su trabajo es a
menudo contradictorio con las orientaciones de "desarrollo de mercado"
y con las políticas comerciales. Y dado a que el trabajo que
satisface necesidades y asegura sostenimiento es devaluado en general
hay menos consideración por la vida y por los sistemas que dan
soporte a la vida.
La devaluación e invisibilidad de lo sustentable
de la producción regenerativa es más clara en el
área de la alimentación. En tanto la división del
trabajo patriarcal ha asignado a las mujeres el rol de alimentar a sus
familias y comunidades, la economía patriarcal y los puntos de
vista científicos y las tecnologías patriarcales hacen
que el trabajo de las mujeres en la provisión de alimento
desaparezca. "Alimentar al mundo" viene a ser disociado de las mujeres
que corrientemente realizan este trabajo y es proyectado como
dependiente del agro business global y de las corporaciones
biotecnológicas.
Sin embargo, la industrialización y la
ingeniería genética de los alimentos y la
globalización del comercio en la agricultura son recetas para
crear hambre, no para alimentar al pobre.
En todas partes, la producción de alimentos ha
llegado a ser una economía negativa, con agricultores que
gastan más en comprar costosos inputs de la
producción industrial que superan el precio de lo que reciben
por su producto. La consecuencia es el alza de las deudas y la
epidemia de suicidios, tanto en los países pobres como
ricos.
La globalización económica está
llevando a una concentración de la industria semillera, al uso
creciente de pesticidas y, finalmente, al crecimiento de la deuda. La
agricultura de capital intensivo, controlada corporativamente, se ha
estado extendiendo a regiones donde los campesinos son pobres, pero
donde hasta ahora habían sido autosuficientes en materia de
alimentos. En las regiones donde se ha introducido mediante la
globalización la agricultura industrial, con los altos costos
se ha hecho imposible la supervivencia de los pequeños
agricultores. La globalización de la agricultura industrial no
sustentable ha ido evaporando literalmente los ingresos de los
agricultores del Tercer Mundo, a través de una
combinación de devaluación monetaria, aumento de los
costos de producción y un colapso en el precio de las
mercancías.
A los campesinos de todas partes se les ha estado pagando
por la misma mercancía una fracción de lo que
recibían hace una década. El Sindicato Nacional de
Agricultores de Canadá lo señala de la siguiente manera
en un informe del último año: "Mientras los agricultores
que siembran granos -maíz, trigo, avena- obtienen
retornos negativos y son empujados al borde de la bancarrota, las
compañías que elaboran cereales para el desayuno
obtienen grandes ganancias. En 1998, compañías
cerealeras como Kellogg's, Quaker Oats y General Mills gozaron de
retornos equivalentes a tasas del 56%, 165% y 222%,
respectivamente. En tanto que un bushel de maíz se
vendía a cuatro dólares, un bushel de
cornflakes tenía un precio de 133
dólares... Quizás los agricultores estaban recibiendo
demasiado poco porque otros obtenían demasiado." En tanto los
campesinos ganaban menos, los consumidores pagaban más. En
India, los precios de la comida se han doblado entre 1999 y el
2000. El consumo de alimentos basados en granos, ha disminuido 12%. El
alza en las tasas de crecimiento, a través del comercio global,
se basa en seudoexcedentes. Se comercian más alimentos mientras
el pobre consume menos. Cuando el crecimiento hace crecer la pobreza,
cuando la producción real llega a ser una economía
negativa, y los especuladores son definidos como "creadores de
riqueza", es que algo anda mal en los conceptos y categorías de
riqueza y de creación de riqueza. Empujar la producción
real de la naturaleza y de la gente hacia una economía negativa
implica que la producción de mercancías y servicios
reales está declinando, y que se está creando una
miseria más honda a millones que no son parte del "dot.com" de
la creación instantánea de riquezas.
Las mujeres -como ya lo he indicado- son las
principales productoras y procesadoras de alimentos en el mundo. Y,
sin embargo, su trabajo en la producción y en el procesamiento
ahora ha llegado a ser invisible.
Recientemente, la McKinsey Corporation dijo: "Los
gigantes americanos en materia de alimentos reconocen que el
agrobusiness de India tiene todavía bastante espacio de
crecimiento, especialmente en materia de procesamiento
alimentario. India procesa apenas un minúsculo por ciento del
alimento que produce, comparando con 70 por ciento en EU..." No es que
nosotros los hindúes comamos cruda nuestra comida. Los
consultores globales fracasan en ver 99% del procesamiento de comidas
hecho por mujeres a nivel del hogar, o por las pequeñas
industrias queseras, ya que no están controladas por el
agrobusiness. 99% del agroprocesamiento en India se ha
mantenido a propósito en un nivel bajo. Ahora, bajo la
presión de la globalización, las cosas están
cambiando: leyes de seudohigiene se están empleando para cerrar
las economías locales y los procesamientos en pequeña
escala.
En agosto de 1998, los procesos en pequeña escala
de aceite comestible fueron prohibidos en India mediante una "norma de
empacamiento" que no permitió la venta de aceite suelto, y
reclamó que todo aceite debía venderse empacado en
contenedores de plástico o de aluminio. Esto terminó
cerrando los pequeños "ghanis" o molinos de presión
fría. Destruyó el mercado de nuestras diversas semillas
aceiteras -mostaza, linaza, sésamo, castaña y
coco.
Y la conquista de la industria de aceite comestible
afectó a los ingresos de diez millones de personas. La
conquista de la harina o "atta" por las harinas empacadas costó
el trabajo a cien millones. Y estos millones son empujados a una nueva
pobreza.
El uso forzado de empaques aumentará el peso
ambiental de millones de toneladas de desperdicios.
La globalización del sistema alimentario
está destruyendo la diversidad de las culturas en materia de
comida y las economías alimentarias locales. Una monocultura
global se impone a la gente definiendo todo lo que es fresco, local o
hecho a mano como un riesgo para la salud. Las manos humanas han sido
definidas como el peor contaminante, y el trabajo de las manos humanas
ha sido puesto fuera de la ley, remplazado por máquinas y
químicos comprados a las corporaciones globales. No hay recetas
para alimentar al mundo, salvo robar los medios de vida de los pobres
para crear mercados para los poderosos.
A la gente se la percibe como parásitos, a ser
exterminados para la "salud" de la economía global.
En el proceso, nuevos riesgos a la salud y a la
ecología se han dejado caer sobre el Tercer Mundo a
través del dumping de alimentos genéticamente
modificados y otros productos peligrosos.
Recientemente, por culpa de la OMC, India ha sido forzada
a alzar las restricciones sobre todas las importaciones.
Entre las importaciones sin restricciones están
los cadáveres y desechos de animales que crean una amenaza a
nuestra cultura e introducen riesgos a la salud pública, tales
como la enfermedad de la vaca loca.
El Centro de Estados Unidos para Prevención de
Enfermedades, en Atlanta, ha calculado que en EU ocurren cerca de 81
millones de casos de enfermedad que tienen su origen en la comida. Las
muertes por envenenamiento de la comida ha subido cuatro veces debido
a la desregulación. La mayoría de estas infecciones
tienen su causa en la carne industrializada.
En EU se carnean 93 millones de cerdos, 37 millones de
vacunos, 2 millones de terneros, 6 millones de caballos, chivos y
ovejas, 8 billones de pollos y de pavos... cada año. Y ahora la
industria gigante estadunidense quiere venirle a tirar a los
consumidores de India la carne contaminada, producida mediante
métodos violentos y crueles.
Lo que le sobra a los ricos se le arroja a los pobres. La
riqueza del pobre es apropiada violentamente mediante métodos
nuevos e inteligentes como las patentes sobre la biodiversidad y el
conocimiento indígena.
Se supone que las patentes y los derechos de propiedad
intelectual deben ser otorgados por los nuevos inventos. Pero las
patentes se han reclamado por variedades de arroz tales como el
asmati, por el que mi Valle -en donde nací- es
famoso, o pesticidas derivados del Neem, que usaban nuestras madres y
abuelas.
Rice Tec, una compañía con sede en EU, fue
agraciada con la patente número 5 millones 663 mil 484 por el
basmati y sus granos. El basmati, el neem, la pimienta, el gourd
amargo, el turmeric... todo aspecto de la innovación encarnada
en nuestras comidas indígenas y sistemas medicinales ha sido
ahora pirateado y patentado. El conocimiento de los pobres ha sido
convertido en la propiedad de las corporaciones globales,
creándose una situación donde los pobres tendrán
que pagar por las semillas y las medicinas que han hecho evolucionar y
que han usado para satisfacer sus necesidades de nutrición y
salud.
Tales falsos reclamos de creación son ahora norma
global, con el Trade Related Intellectual Property Right Agreement (el
Acuerdo sobre Derechos de Propiedad Intelectual relacionados al
Comercio) de la OMC, que obliga a los países a introducir
regímenes que permiten el patentado de las formas de la vida y
del conocimiento indígena.
En vez de reconocer que los intereses comerciales se
construyen sobre la naturaleza y la contribución de otras
culturas, la ley global ha elevado a los altares el mito patriarcal de
la creación para crear nuevos derechos de propiedad sobre las
formas de la vida; del mismo modo como el colonialismo usó el
mito del descubrimiento como base para hacerse de las
tierras de otros como colonias.
Los humanos no crean la vida cuando la manipulan. El
reclamo de Rice Tec, en el sentido de que ha "inventado una nueva
variedad de arroz", o la declaración del Instituto Roslin de
que Ian Wilmut "creó" a Dolly niegan la creatividad de
la naturaleza, la capacidad autorganizadora de las formas de la vida,
y las innovaciones anteriores de las comunidades del Tercer
Mundo.
Se supone que las patentes y los derechos de propiedad
intelectual son un preventivo contra la piratería. Pero en vez
de eso han llegado a ser los instrumentos de la piratería del
conocimiento tradicional común de los pobres del Tercer Mundo,
al tornarlo "propiedad" de los científicos occidentales y de
las corporaciones.
Cuando se otorgan patentes sobre las semillas y las
plantas, como en el caso del basmati, el robo se define como
creación, y la salvación y el compartir las semillas se
define como robo de la propiedad intelectual. Las corporaciones que
poseen amplias patentes sobre siembras, como el algodón, el
frijol de soya, la mostaza, persiguen a los campesinos si guardan la
semilla o si la comparten con sus vecinos.
El anuncio reciente de que Monsanto entrega gratis el
genoma del maíz, llama a error, ya que nunca Monsanto se ha
comprometido a que nunca patentará variedades de arroz o
cualquier otro grano.
Compartir e intercambiar bases de nuestra humanidad y de
nuestra sobrevivencia ecológica, han sido definidos como un
crimen. Esto nos empobrece a todos.
La naturaleza nos dio abundancia, y el conocimiento de
las mujeres sobre biodiversidad, agricultura y nutrición
construyó sobre esa abundancia para hacer más de menos,
para crear crecimiento mediante la generosa donación.
Los pobres son empujados hacia una pobreza más
profunda, al hacerlos pagar lo que es de ellos. Los ricos se hacen
más pobres, ya que sus ganancias se basan en el robo y en el
uso de la coerción y de la violencia. Esto no es
creación de riqueza, sino saqueo.
La sustentabilidad requiere de la protección de
todas las especies y de toda la gente y del reconocimiento de que
diversas especies y distintos pueblos juegan un papel esencial en el
mantenimiento de los procesos ecológicos. Los polinizadores son
críticos para la fertilización y generación de
las plantas. La biodiversidad en los campos provee vegetales,
forrajes, medicina y protección del suelo de la erosión
del viento y del agua.
A medida que los humanos avanzan más hacia la no
sustentabilidad, se vuelven más intolerantes con las otras
especies, y ciegos respecto a su papel tan vital para nuestra
sobrevivencia.
En 1992, cuando campesinos de India destruyeron la planta
de semillas de Cargill en Bellary, Karnataka, protestando por el
fracaso de estas semillas, el presidente de la Cargill dijo: "Nosotros
les trajimos a los agricultores de India tecnologías
inteligentes que prevenían que las abejas usurparan el
polen". Cuando participaba en las Negociaciones de Naciones Unidas
para la Salud de la Vida, Monsanto hizo circular literatura para
defender su herbicida resistente Roundup sobre la base de que
prevenía "que las malezas se robaran la luz del sol". Pero lo
que Monsanto llamaba "malezas" eran los campos verdes que
proveían arroz con vitamina A, que prevenía la ceguera
en los niños y la anemia en las mujeres.
Una visión del mundo que define la
polinización como "el robo de las abejas", y que declara que la
biodiversidad "le roba el sol" es una visión del mundo en la
que ella misma tiene como objetivo robar las cosechas de la naturaleza
y remplazarlas abiertamente por variedades polinizadas con
híbridos y semillas estériles, mientras destruye la
flora biodiversa con herbicidas como el mencionado Roundup. La amenaza
proyectada sobre la mariposa monarca por cultivos con
ingeniería genética bt es también un ejemplo de
la pobreza ecológica creada por las nuevas
biotecnologías. Mientras las abejas y las mariposas
desaparecen, la producción es socavada. A medida que desaparece
la biodiversidad, con ella se van las fuentes de la nutrición y
de la comida.
Cuando las grandes corporaciones ven a los
pequeños campesinos y a las abejas como ladrones, y mediante
normas de comercio y nuevas tecnologías buscan el derecho a
exterminarlos, la humanidad ha alcanzado un umbral peligroso. El
imperativo de pisotear hasta al más pequeño insecto, la
más pequeña planta, al más pequeño
campesino, surge de un miedo profundo -el miedo a todo lo que
esté vivo y sea libre. Y este profundo miedo, esta profunda
inseguridad está desencadenando la violencia contra todos los
pueblos y todas las especies.
La economía global de libre mercado ha llegado a
ser una amenaza a la sustentabilidad, y la misma sobrevivencia de los
pobres y de las demás especies está en juego, no como un
efecto lateral o como una excepción, sino de un modo
sistemático a través de la restructuración de
nuestra visión del mundo desde sus bases más
fundamentales. La sustentabilidad, la donación y la
supervivencia han sido puestas fuera de la ley económica en
nombre de la competitividad y de la eficiencia del mercado.
Desearía argumentar que necesitamos hacer
reingresar urgentemente al interior de este cuadro a los pueblos y al
planeta.
El mundo puede ser alimentado solamente alimentando a
todos sus seres, que son los que hacen el mundo.
Al proporcionar alimentos a otros seres y especies
mantenemos a la par las condiciones para nuestra propia seguridad
alimentaria. Al alimentar a las lombrices de la tierra nos estamos
alimentando nosotros. Al alimentar a las vacas, alimentamos al suelo,
y al alimentar al suelo, proveemos de alimentos a los humanos. Esta
visión del mundo en abundancia, se basa en compartir y en una
profunda percepción de los humanos como miembros de la familia
terrestre. Esta percepción de que empobreciendo a otros seres
nos empobrecemos nosotros, y que al alimentar a otros seres, nos
alimentamos nosotros, es la base real de la sustentabilidad.
El reto de la sustentabilidad para el nuevo milenio es si
el hombre económico global puede salir de la visión del
mundo basada en el miedo a la escasez, los monocultivos y los
monopolios, la apropiación y la desposesión, y virar
hacia una visión basada en la abundancia y la donación
generosa, la diversidad y la descentralización, y el respeto y
la dignidad para todos los seres.
La sustentabilidad demanda que nos salgamos fuera de la
trampa económica que no deja espacios para otras especies y
otros pueblos. La globalización económica ha llegado a
ser una guerra contra la naturaleza y contra los pobres. Pero las
reglas de la globalización no fueron dadas por Dios. Pueden ser
cambiadas. Deben cambiarse. Debemos llevar esta guerra hasta el
final.
Desde Seattle, una frase usada muy frecuentemente ha sido
la necesidad de un sistema basado en normas. La globalización
es la norma del comercio y ha elevado a Wall Street a ser la
única fuente de valor. Como resultado, cosas que tienen valores
más altos -como la naturaleza, la cultura y el
futuro-, han sido devaluados y destruidos. Las normas de la
globalización están socavando las normas de la justicia
y de la sustentabilidad, de la compasión y de la
generosidad. Debemos salirnos del totalitarismo del mercado hacia una
democracia de la tierra.
Podremos sobrevivir como especies sólo si vivimos
bajo las normas de la biosfera. La biosfera tiene suficiente para las
necesidades de todos, si la economía global respeta los
límites de la sustentabilidad y de la justicia.
Alguna vez Gandhi nos recordó: "La tierra tiene
bastante para las necesidades de todos, pero no para la avaricia de
algunos".
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(*) Vandana Shiva, doctora, escritora, activista y
conferencista hindú. Directora de la Research Foundation for
Science, Technology and Ecology (Fundación de
Investigación para la Ciencia, Tecnología y
Ecología). El texto es la conferencia pronunciada por la autora
en The Nehru Museum, Delhi, India, el 27 de abril de 2000, en un ciclo
organizado y transmitido por la BBC de Londres.Tomado de la
página electrónica: news.bbc.co.uk