La Jornada Semanal, 10 de septiembre del 2000  
Dos poemas
Jorge Valdés Díaz-Vélez
 
 
 
  Mujer ante el espejo 

La manera de peinarte desnuda 
ante el espejo húmedo del baño, 
de apresar en los dedos tu cabello 
para escurrir el agua y agacharte 
en medio de palabras que no entiendo; 
el acto de secar tu piel, la forma 
de sentir con las yemas una arruga 
que ayer no estaba, o de pasar la toalla 
por la pátina oscura de tu pubis; 
el modo de mirarte a ti contigo 
tan cerca y tan lejana, concentrada 
en una intimidad que a mí me excluye, 
son gestos cotidianos de sorpresa, 
ritos que reconozco al observar 
las mismas ceremonias que renuevas 
al calor de tu cuerpo y que dividen 
un segundo en partículas, espacios 
donde la vida expresa su sentido 
posible y que se afirman al peinarte 
desnuda en las mañanas, como un fruto 
que yo contemplo por primera vez.

   Canción de febrero 
 
Sobre el pecho del cielo, palpitando
Jaime Gil de Biedma
 
Leve y triste la tarde se retira 
contigo hacia el crepúsculo y las horas 
empiezan a doler en los distantes 
repliegues de la sábana. De pronto 
la noche ha regresado y es difícil 
no pensar en tu boca momentánea 
o en las altas comarcas de tu cuerpo 
en lienzos de algodón en alabanza. 
Ahora que no estás, vuelvo a mirar 
el rayo que dividen tus pestañas 
y el estremecimiento de tu espalda 
moldeándome los brazos, la sonrisa 
de tu sexo en los vértigos del labio, 
el instante fluvial de tu alegría. 
A lo lejos respira el mar, asciende 
la blanda superficie su clausura 
bajo un raso de líquidos cristales. 
La noche sin tu piel crece más honda 
por las calles donde asperjas la lluvia. 
En silencio te recuerdo, muchacha, 
con las últimas brasas que se apagan 
contra el pecho del cielo, palpitando.