LUNES 18 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť Astillero Ť

Ť Julio Hernández López Ť

Si sólo hubiera sido un grito, nadie andaría con los oídos destemplados. Pero fueron (son, seguirán siendo) varios y distintos. Y es que, en estos tiempos de tanto ruido, hay quienes creen que un grito dice más que mil discursos.

El primero, el central, debería haber sido el del presidente de la República. Pero en lugar de atenerse a las tradiciones de fin de sexenio, e irse a Dolores Hidalgo como lo habían hecho todos sus antecesores en el sexto y último año de poder, el doctor Zedillo se negó terminantemente a dejarle el espacio político a Rosario Robles en el Zócalo de la capital del país.

La nueva Independencia, el nuevo Hidalgo

Tuvo el presidente Zedillo la satisfacción de ocupar con su presencia el espacio que no deseaba cederle a la creciente figura de la perredista. Pero, a cambio, debió ver cómo un Vicente Fox de chamarra le robaba cámaras y reflectores desde el rancho de San Cristóbal, donde decidió dar su propio y personal grito apenas diez minutos después que lo hubiera hecho quien todavía es Presidente en funciones (aunque hubiera quien no se diera cuenta de ello en casi seis años). El grito foxista estuvo lleno de la soberbia de los ganadores que quieren transformar desde ahora la historia, e investirse (no sería la primera vez, en el caso de Vicente) en padres de la patria. Por eso, pretendieron (aunque el Estado Mayor Presidencial lo impidió) instalar campanas de unicel con la visión reformada de la historia: "Viva la nueva independencia". Por ello Fox tuvo a bien agregar un concepto a la letanía de ensalzamientos heróicos: "šViva Guanajuato!"

Si no lo tumban de la silla...

No puede haber héroes sin villanos, ni hazañas sin obstáculos superados. Y Fox ya deslizó que pudiera haber quienes pretendieran impedirle mantenerse como presidente. Al menos eso señaló a Juan Manuel Venegas, de La Jornada, cuando se le comentó que el próximo grito habrá de ser en Palacio Nacional:

"--šAh bueno! šEso si nos dejan llegar! --ríe discreto y levanta las cejas.

--Y quién se lo va a impedir, hombre, šel próximo año es en el Zócalo!

--Bueno-- sigue sonriendo Fox--, si para entonces no nos han tirado de la silla, sí, ahí estaremos..."

No debería jugarse con tales asuntos, a menos que el presidente electo hubiera detectado signos de fracturas o desgastes en ámbitos delicados como, por ejemplo, el militar, que ha sufrido impactos desequilibrantes como el de las detenciones de los generales acusados de ayudar al narcotráfico. Pero tan fuerte e importante se quiere que sea la figura del secretario de la Defensa Nacional que el presidente Zedillo le dio un insólito destino político para suplir su ausencia del ritual de Dolores Hidalgo. En esa representación envió al general secretario, Enrique Cervantes Aguirre, quien debió padecer el desaire de que el gobernador interino de Guanajuato, Ramón Martín Huerta, prefiriera dar su propio grito en León y dejar al titular de la Sedena a su vez con un representante en la Cuna de la Independencia. Zedillo desairó a Dolores Hidalgo y Martín Huerta al secretario de la Defensa Nacional. El general secretario ya no pudo desairar a nadie sino que, más bien, los asistentes a la ceremonia del grito no parecieron entender bien el sentido de que el militar encabezara el acto y no el presidente Zedillo y, entonces, hasta las respuestas a los vivas jubilosos fueron tibias, reservadas.

Blanco y Madrazo, diálogo de expertos

Hubo también un personaje que dio el grito por omisión. Es decir, su silencio y ausencia resultaron más que ruidosos. El chihua- huense Herminio Blanco no estuvo en el desfile cívico-militar del 16 ni en las posteriores salutaciones. Tal hecho generó diversas especulaciones que de pronto se toparon con una declaración a la que todo mundo quiere encontrarle segundos y terceros mensajes: el procurador Jorge Madrazo citará al secretario de Comercio para que declare en el caso del presuntamente presunto suicidio del subsecretario Raúl Ramos Tercero.

No debería mover a suspicacias el hecho de que un funcionario, por alta que sea su investidura, sea llamado a declarar en un caso judicial que le alcance. Eso debería ser la regla aunque, en este misma administración federal, se han dado casos como el de Oscar Espinosa, quien se ha fugado para no enfrentar acusaciones sino, dice, hasta que existan las condiciones que él desea para que sea procesado y juzgado. Es posible que Blanco acceda a concurrir ante el Ministerio Público del fuero federal debido a que el jefe de esa institución, el procurador Madrazo, forma parte del mismo equipo, del mismo grupo que es encabezado por el presidente Zedillo.

Podría ser también que a Blanco le anime el hecho de que su interrogador, Madrazo, tiene amplia experiencia en el tema, pues él también ha vivido el extraño y poco creíble hecho de que un subordinado de extrema confianza se hubiera suicidado al sentirse enredado en hilos de la alta delincuencia. Los colegios y asociaciones de criminalística deberían pedir al secretario Blanco y al procurador Madrazo que graben sus diálogos y experiencias para que estudiantes de derecho y medicina aprendan cómo acusar y defenderse cuando las dos partes cojean del mismo pie.

Paisanos

Ricardo Miguel Cavallo, por su parte, debe haber gritado no sólo por los riesgos que se podrían derivar en contra suya del interrogatorio que harán a Herminio Blanco, sino por razones de paisanaje. Apenas duró cinco meses en México el argentino Leonardo Sandri, quien llegó a relevar a Justo Mullor como nuncio apostólico. Ahora Sandri ha sido nombrado "sustituto para los asuntos generales" de la Secretaría de Estado vaticana, a cargo del cardenal Angelo Sodano, a quien se considera uno de los miembros más importantes de la curia romana y el virtual poder real de la Iglesia católica, sobre todo a raíz de la declinación física del papa Juan Pablo II. Sandri ha sido nombrado en lugar de Giovanni Baptista Re, quien ha sido enviado como prefecto de la estragégica Congregación de los Obispos. Sandri en sus inicios formó parte de la elite católica argentina que fue solidaria con la dictadura a cuyos servicios criminales de inteligencia y tortura perteneció Cavallo.

Por eso hay que prohibir los talk shows

Asunto menor, sin duda, ese dato de política austral. Como menor habrá de parecerles a los políticos mexicanos el hecho debido al cual pronto dejará el escenario político Alberto Fujimori. Resulta que un canal de la televisión peruana transmitió una videograbación en la que el temible poder oculto de aquella nación, Vladimiro Montesinos, jefe de los servicios de inteligencia y tortura, negociaba que un diputado, Alberto Kouri, dejara su bancada y se pasara a las filas fujimoristas a cambio de unos cuantos miles de dólares (quince mil dólares, es decir, lo que en México cualquier narco de medio pelo le da para sus chescos a cualquier policía federal, ya no se diga a un comandante, o delegado, o coordinador, o subsecretario, u oficial mayor, o procurador, o secretario, o..., o... Hasta allí llega la tinta de la impresora, hasta esa o)

Pues resulta que por ese pequeño detalle (ni siquiera estaban negociando la secretaría de ecología del próximo gabinete, o diputaciones y senadurías para hijos y amigos), se armó allá un lío que ha hecho anunciar a Fujimori que convocará a elecciones presidenciales y él ya no participará. Es un triunfo adjudicable más que al citado video, a las presiones estadunidenses.

Seguramente el presidente electo de México estará contento de que Alejandro Toledo, quien no participó en los anteriores comicios debido a las irregularidades graves que detectó y denunció, esté encaminado ahora a ganar esa presidencia. Toledo, recuérdese, llenó de elogios desmesurados a Fox en reciente visita a México.

Astillas: Quedan asuntos en el tintero: la reunión de Fox y López Obrador, el 10 en conducta de los capitalinos al ser retirada la ley seca, y el gobernador de Coahuila, Enrique Martínez, que por causas desconocidas pero suponibles no presidió el desfile en Saltillo... Y el informe de Rosario Robles...