Ecológica, 25 de septiembre del 2000   


Los bancos de coral de Quintana Roo
 
 

Aurora U. Beltrán Torres y Juan P. Carricart Ganivet

El Colegio de la Frontera Sur. Chetumal, Q. Roo.

Correo electrónico: [email protected]
 
 

Por sus características geomorfológicas y biológicas, el litoral oriente de la península de Yucatán es único en el país. Su rasgo más importante es la presencia de un sistema arrecifal que se extiende frente al mar Caribe, desde el extremo norte de la península hasta la bahía de Chetumal. Este sistema es la parte terminal, hacia el norte, del Sistema Arrecifal del Caribe Mesoamericano, considerado la segunda barrera arrecifal más larga del mundo, y para el que se promueve la creación de una área natural protegida a escala regional, en la cual intervienen los gobiernos de Belice, Guatemala, Honduras y México. La parte mexicana de este sistema se puede dividir en tres grandes sectores con base en la constitución y grado relativo de desarrollo de sus arrecifes: Cozumel, Caribe norte y Caribe sur.

Los arrecifes profundos de Cozumel, decretados Parque Nacional en 1996, forman un parapeto a lo largo de la plataforma sudoeste de Cozumel y presentan un alto grado de desarrollo. Estos arrecifes pueden considerarse como bien conservados; el impacto que reciben proviene fundamentalmente del turismo y los desechos de la isla de Cozumel.

El sector del Caribe norte, desde punta Nizuc hasta Tulum, se encuentra menos desarrollado y en peores condiciones en comparación con los arrecifes del sector sur pues sufre alto impacto proveniente principalmente del turismo masivo. Aquí existen dos áreas protegidas: el Parque Nacional Arrecifes de Puerto Morelos (decretado en 1998) y el Parque Nacional Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc (decretado en 1990).

En el Caribe sur, los arrecifes están en mejores condiciones, son más profundos, y están en pleno proceso de crecimiento pues reciben menores impactos humanos. Desgraciadamente, el desarrollo costero está expandiéndose de manera rápida e irrestricta, sin considerar las regulaciones existentes y el ambiente mismo. Por ello, la integridad y continuidad de estos recursos costeros se encuentra seriamente amenazada.

Por último, frente a la Bahía de Chetumal, a 27 kilómetros de la costa, se localiza el atolón más grande del Caribe: banco Chinchorro, decretado en 1966 como Reserva de la Biosfera. Actualmente, su estado de conservación es relativamente bueno y el único impacto antrópico que recibe es el de las pesquerías. Sin embargo, este efecto ha sido calificado como crónico y se ve reflejado en el evidente agotamiento de las poblaciones de langosta y caracol rosado.

Más de la mitad de los arrecifes del Caribe mexicano se encuentran bajo algún régimen de protección, pero no todos los parques o reservas cuentan con un plan de manejo, y, cuando existe, los presupuestos federales son muy bajos para su cabal implementación.

Por otro lado, la gran diversidad biológica de los ecosistemas de esta región y la alta calidad escénica de sus paisajes han propiciado la formación de enormes complejos turísticos ?como Cancún? los cuales significan ganancias millonarias para sus inversionistas (generalmente de capital extranjero) y para el gobierno. Aunque han demostrado ser poco efectivos para la conservación de los recursos, se les permite funcionar y esparcirse casi sin restricciones. Actualmente se enarbola la bandera del ecoturismo para desarrollar el sector sur del estado, que permanece más o menos inalterado. Sin embargo, es probable que sólo se trate de una fachada para instalar nuevamente los grandes complejos turísticos generadores de contaminación, deforestación, sedimentación y otros muchos efectos nocivos para el ecosistema arrecifal.


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