Ecológica, 25 de septiembre del 2000  


El sistema arrecifal veracruzano
 
 

Guillermo Horta-Puga1 y Juan Manuel Vargas Hernández2

1Invemar, Ubipro. Escuela Nacional de Estudios Profesionales, Iztacala, estado de México, University of Miami, Miami, EUA y Universidad Autónoma de Baja California Sur, La Paz, BCS.

Correo electrónico: [email protected]

2Universidad Veracruzana, Xalapa, Ver.

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Frente a las playas de Chalchihuecan se localizan varios islotes y bajos coralinos de los que los indígenas totonacas extraían peces y mariscos y en los que adoraban a sus dioses. En 1519, Hernán Cortés bautizó el lugar con el nombre de Villa Rica de la Vera Cruz, del cual deriva el actual del puerto de Veracruz. Es frente a esta ciudad y a las poblaciones de Antón Lizardo y Boca del Río, donde se encuentra el sistema arrecifal más extenso del Golfo de México que hoy se conoce con el nombre de Sistema Arrecifal Veracruzano (sav).

El sav está conformado por más de veinte arrecifes de coral originados por la acumulación de los restos esqueléticos de corales y algas calcáreas y que, al igual que los arrecifes del Caribe y el Indo Pacífico, son ecosistemas complejos y con alta biodiversidad. Por su cercanía a Veracruz, uno de los puertos de carga más importantes del país, los arrecifes del sav se han visto seriamente afectados por las actividades humanas, a tal grado que se consideran entre los más amenazados del océano Atlántico.

Durante años se permitió el turismo sin restricciones en estos lugares y en consecuencia hubo un deterioro considerable del ambiente; ante ello, el sav fue declarado Parque Marino y se prohibió desembarcar en los arrecifes. Esto ha contribuido a solucionar sólo parcialmente el problema porque los arrecifes siguen siendo áreas de pesca de pulpo, almeja, caracol y peces. También se extraen corales y moluscos para usarlos como materia artesanal. No hay un control estricto para estas actividades por parte de las autoridades. La merma de estos recursos es clara y cada año su captura es inferior en calidad y cantidad.

El tráfico de buques de carga y pesqueros ha tenido también efectos sobre los arrecifes. Durante las maniobras de limpieza de tanques y carga de combustible se derraman hidrocarburos que ocasionan bajas sensibles o anormalidades citogenéticas en las poblaciones marinas, o que pueden acumularse en los tejidos de organismos para consumo humano y causar intoxicaciones.

La población y la industria de Veracruz están en pleno crecimiento y ello ocasiona la emisión de gran variedad de contaminantes que van a dar al mar. Los ríos Jamapa, La Antigua y Papaloapan acarrean desechos de las industrias azucarera, papelera, textil, tabacalera, agropecuaria (fertilizantes y plaguicidas), química, metalúrgica y de bebidas alcohólicas que contaminan gravemente las aguas del puerto con metales pesados, compuestos organoclorados, aceites, grasas, detergentes y materia orgánica. Las corrientes marinas dispersan esos materiales frente al puerto y pueden quedar atrapados en el sedimento del fondo. Como la entrada se draga periódicamente para permitir el paso de los buques, los contaminantes son resuspendidos y nuevamente transportados por las corrientes.

La ciudad de Veracruz inició su construcción a principios del siglo xvii e inicialmente todos los edificios eran de madera. La necesidad de construcciones que resistieran las inclemencias del tiempo propició el uso de la piedra coralífera o piedra de "múcar", que se obtenía directamente de los arrecifes. Más de mil construcciones -todo el actual centro de la ciudad- fueron edificadas con coral lo que, aunado a la ampliación de los muelles, propició la desaparición del arrecife de La Caleta y los bajos de Hebreos y Gavias. Hoy, los arrecifes de punta Gorda, punta Mocambo y Hornos prácticamente están desapareciendo. Es urgente tomar acciones que puedan frenar el continuo deterioro y revertir este proceso para preservar uno de nuestros ecosistemas más fascinantes.


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