La Jornada Semanal, 8 de octubre del 2000
 

LAS   ARTES  SIN  MUSA 
 
    Patti Smith, 
    gatillera pródiga 

    Patricia Peñaloza

 

Patti Smith dijo en 1997 al New York Times que ella misma se sorprendía de ser capaz aún de asombrarse, de que la condición humana le siguiera perturbando. En Gung Ho (2000), el más reciente disco de la dama que publicó la primera grabación de punk sin saber que se trataba de tal actitud o género (el sencillo "Piss Factory" en 1974), lo que más conmueve es la capacidad de la autora para cruzar el pantano de los noventa y no mancharse, para conservar su idealismo firme, genuino, sin ser pretenciosa ni caer en la hipócrita corrección política.

De vocación mesiánica, y tras dieciséis años de ausencia –salvo por una esporádica y semioculta aparición en 1988 con el disco Dream of Life y una lectura poética en Central Park en 1993–, Patti regresó contundente en 1995 con el vibrante y asolador Gone Again. Para el 2000, la cantante desaliñada que lanzaba puñetazos al aire, obsequia a sus devotos un tercer disco a partir de su retorno pródigo (tras el también semioculto Peace and Noise de 1997). Se trata de un energético acoplado, cuyas líricas son balazos constantes que disparan con tino incierto hacia el corazón, la conciencia, la esperanza perdida, la soledad de quien mira perdidas las causas. Sin embargo, el desencanto de los corazones hacia el rock como hacia las ilusiones, hacen que la puntería de esta tiradora sea imperfecta, como la de un apasionado gung ho (gatillero, temerario, pendenciero, provocador) en plena cacería neoyorkina.

Gung Ho es un disco cuyo poder y llamado de alerta a la juventud americana, junto a su sorna hacia la sociedad estadunidense –instada por un místico y casi infantil amor patrio–, reafirman la posición de Smith como una revolucionaria empedernida: posición admirada por quienes han perdido la fe o luchan por no perderla, y desdeñada por quienes nunca la han conocido.

La creadora del devastador Horses (1975) conserva intacto su empeño mesiánico hacia los jóvenes, aunque ahora confrontada a un gabacho mucho más hostil y mediatizado. En Rolling Stone (abril de 2000), Smith expone los sentimientos que permanecen en ella en Gung Ho: "Aún me siento como Paul Revere, ese héroe que busca despertar y advertir a la población. Veo lo que pasa en nuestra cultura y pienso lo importante que es que la gente dé voz a sus inquietudes. Veo cosas que nunca antes vi: el concepto que tiene la gente de sí misma va en función de lo que posee, de cómo se ve. Nos convertimos en una sociedad en extremo superficial. Los jóvenes son registrados como un eslabón demográfico más; se piensa con mayor énfasis en sus posibilidades de consumo, en cómo dirigir sus movimientos corporales, sus peinados, su ropa, la música que deben oír, y se deposita poca energía en saber cómo se sienten como seres humanos, cuál es su contenido espiritual, cómo darles educación, cultura. Mi sencillo ‘Glitter in their eyes’ (brillo en sus ojos) advierte cómo se usa y explota a los jóvenes."

De igual modo, un aroma patriótico inunda el álbum, viso que antes no se manifestaba tan contundentemente en Smith, comenzando por la portada, donde, en una foto de 1942, aparece el padre de Patti, Grant Smith, quien en la segunda guerra mundial fue portaestandarte de la bandera de las barras y las estrellas; como imagen sobrepuesta, se visualiza una de las estelas patrias. La cantante y poeta, según ella expresa en su página web, busca arrebatar la bandera estadunidense a la burocracia y sus políticas maloras, para hacerla símbolo nomás de su gente.

Entre las piezas que mejor ilustran sus inquietudes está la citada y rítmica "Glitter in their eyes": "Chicos por todas partes vendiendo sus almas por souvenires. A nuestro sagrado escenario le han quitado el rostro, convirtiéndolo en el lugar de la vendimia. ¿Es posible que no veas el brillo en sus ojos?" O la irónica "Persuasion": "¿Qué clase de sistema es el que preside? Recluta corazones fuera de ritmo. Todo es divertido, mas no se sabe por qué. La ecuación aquí es la persuasión, sólo persuasión. ¿Qué cuerpo es ése que nadie tiene? Todos tal y como el viento los lleva. ¿Qué ilusión es ésta sin belleza? No estás preparado para la invasión del corazón, pues sólo el amor puede ser la propia persuasión." Otro buen tema es "New Party", que mediante una melodía asimétrica, libre, esquizoide, propone crear un nuevo partido. Ante la mentira del Estado, dice, que parece ofrecer la Unión, sugiere limpiar la casa y hacer que los problemas globales conciernan no a unos cuantos sino a todos: "El suceso humano debe ser la creación del partido del siglo, todos están invitados, el precio de admisión es el amor entre todos. ¡Amor, hermano!" El propósito sería cursi si fuera una composición melosa, mas es interpretada con la fiereza, histrionismo e impulso lúdico naturales en Smith, lo que cambia la perspectiva: su sello está no sólo en lo que dice sino en cómo lo dice.

Desafortunadamente, pareciera que Patti busca movilizar justo desde una guerra obsoleta, y corre el riesgo de no ser recibida o de parecer desfasada. Por otro lado, las canciones citadas coinciden en ser las mejores piezas musicalmente hablando, ubicadas en ese carácter rocanrolero apenitas de pie, aunque ya tembeleque, el cual, para no caer, requiere ser de veras sorpresivo. Y es que si en Gone Again Patti sobresalió con un disco muy personal, extraído del dolor que le provocaron las muertes de su esposo Fred Smith, su hermano Todd (ambos en 94) y su amigo Robert Mapplethorpe –además de las muertes de sus queridos Jerry García y Kurt Cobain–, donde los temas son folks intensos, actuales por atemporales, originales frente a lo antes abordado por ella misma, en Gung Ho pareciera que la cantautora y sus músicos hubieran retomado los aires que dejaron en Wave (1979). Algunas baladas más son lindas pero hasta ahí: "Gung Ho" habla sobre un soldado en Vietnam y recuerda sus letanías en Horses y Radio Ethiopia (1976). Sin embargo, otra pena en este álbum es que las emisiones vocales de Patti son más uniformes, menos sorprendentes de lo habitual.