DOMINGO 5 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Joel Wilfrido Flores, Premio Nacional en Artes y Tradiciones Populares 


Cede la música oaxaqueña ante ritmos extranjeros y comerciales

Ť Lo que hoy gusta no se cultiva; la juventud ya no aprecia la cultura, lamenta el compositor

Ť Considera insuficientes los proyectos del INAH para destacar el gusto por el ritmo de banda

Claudia Herrera Beltrán Ť Apasionado de "las chilenas", como le dicen en Oaxaca a los sones, de las marchas y de las peteneras, el compositor Joel Wilfrido Flores Villegas, Premio Nacional en Artes y Tradiciones Populares, compara el camino que siguió en la defensa de la música clásica oaxaqueña con la aventura que corrió hace 40 años cuando viajó de su natal Totontepec a Ciudad Nezahualcóyotl, en el estado de México

Sin oportunidad de vivir de lo que más le gustaba hacer desde que aprendió los secretos de la música de banda, en 1960 viajó a México en busca de apoyo. No lo halló, pero sí consiguió un empleo "recibiendo cartas en la oficina postal" que, al cabo de 20 años, le dejaría unos ahorros para fundar la Banda Mixe de Oaxaca.

flores-joel-5-jpgHoy su grupo ha crecido y de estar integrado de cinco amigos que tocaban con instrumentos pagados a crédito, ahora cuenta con más de 30 elementos y 12 discos, 39 casetes y siete discos compactos con boleros, marchas, sones, cumbias y peteneras. Y próximamente el maestro Joel recibirá lo que él llama "justicia": el Premio Nacional en Artes.

También ve en este galardón una buena señal para su música, sobre todo en tiempos en que las obras clásicas compuestas por oaxaqueños siguen cediendo espacio a los ritmos extranjeros o a las bandas de corte comercial.

"Se lo he dicho a mis paisanos de Totontepec. Cada día estamos más invadidos por la música extranjera y la juventud ya no aprecia nuestra cultura. Tenemos obras clásicas compuestas por autores oaxaqueños, como danzones, boleros, y los muchachos optan por tocar música de la banda Machos".

Con casi medio siglo dedicado a las partituras, el maestro Flores sabe que la diferencia entre una composición buena y otra mala está en los compases y en el tiempo de duración de la pieza: "La buena música debe durar 20 minutos y se compone de 30 a 500 compases; en cambio la música comercial es de cinco a seis minutos y de siete y ocho compases".

"Pensé que mi trabajo no importaba"

 
Hace más de una semana que el compositor de 59 años, originario de Villa de Morelos, municipio que colinda con Tehuantepec, recibió la noticia y sigue tan emocionado como el jueves pasado, cuando descolgó el teléfono y le informaron del galardón. "Nunca he recibido un premio ni he pedido apoyos. Muchas veces pensé que mi trabajo no tenía importancia para la gente".

-¿Cómo nace su gusto por la música?

-A los 10 años ya andaba solfeando. Cuando iba a traer mi leña antes de ir a la escuela empezaba a cantar a mi manera. En mi pueblo la banda es lo máximo, sin banda el pueblo no tiene vida, está muerto.

-¿Con qué instrumento se inició?

-Fui platillero, después toqué las percusiones y la tarola porque son los instrumentos que más lucen en una banda.

-Pero las tradiciones musicales se van perdiendo en México.

-En Oaxaca se ha ido perdiendo porque hay mucho divisionismo religioso. En mi pueblo, por ejemplo, muchos desertaron de la banda porque se convirtieron a otra religión y eso ha sucedido en otros lugares. Pero muchas bandas musicales aún se mantienen porque son nuestra identidad cultural. Nosotros acostumbramos a decir que si no hay banda no hay fiesta.

--¿Por qué no se quedó a vivir en Oaxaca para fomentar ese amor a la música?

--Porque tenía mucha necesidad y en Oaxaca no hay trabajo. Cuando llegué a México también tuve que batallar, primero trabajé en una mercería en el Centro Histórico y después en una tienda de telas, hasta que en 1966 ingresé a Correos de México y ahí estuve hasta que me jubilé hace tres años.

--¿Cómo es que crea la Banda Mixe?

--Siempre admiré a la banda del estado de Oaxaca. Me vino la idea de que era necesario crear otra. Así que nos juntamos cuatro músicos y comenzamos a tocar con unos instrumentos que pagamos a crédito.

--¿Entonces se imaginó un premio?

--Por los conciertos que hemos dado en el Castillo de Chapultepec, en el Centro Escultórico de la UNAM, en el Museo Nacional de Antropología vi que nuestra música sí se aprecia. También hay turistas que adquieren los discos, pero nunca pensé que me fueran a dar un premio.

--Más allá del premio, ¿el gobierno respalda el arte popular?

--Hay proyectos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, pero no son suficientes para que la música de banda sobresalga. La música que gusta ahora no es cultivada. Con que se toque la trompeta y medio suene el clarinete, la gente se siente bien.