MARTES 14 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Efectos personales marca su primera incursión en el género ensayístico

Necesito eternidades para tener un santiamén de escritura: Juan Villoro

Ť Abrevar en Borges es determinante para incidir la imaginación contemporánea, indica

Ť El té de tornillo del Profesor Zíper, de reciente edición, es su segunda obra de literatura infantil

César Güemes Ť Los efectos personales son aquellos objetos que, de manera judicial o médica, acompañan a una persona cuando se encuentra en un trance que compromete su vida legal o su salud. A la mesa en que realizamos la plática, Juan Villoro declara dos juegos de llaves, monedas estadunidenses con valor total de dos dólares, identificación oficial, un recibo de pago de tarjeta de crédito, un boleto de avión usado, su pasaporte, un reloj multifuncional y un lápiz de un hotel de Tijuana.

Sostiene Villoro, como en su momento lo hizo Gilbert K. Chesterton, que este tipo de propiedades definen en buena medida el carácter de la persona observada. Por eso su nuevo libro, Efectos personales (Era), contiene 15 de los objetos literarios más preciados por el creador del Profesor Zíper, entre los que se encuentran Lolita, La isla del tesoro, Pedro Páramo o Tirano Banderas. Un libro de ensayos, el primero en su bibliografía, que puede desencadenar al menos otros dos trabajos similares.

Afinidad por Chesterton

--Las referencias a escritores y artistas de distintas áreas es muy nutrida en este trabajo aunque no les dediques un capítulo aparte. Es el caso de Jorge Luis Borges, quien aparece por todo el libro.

--Sobre él nunca he podido escribir de manera obvia pese a que impartí un curso sobre su obra y la de Franz Kafka. De alguna forma nuestra cultura es tan borgiana, el lenguaje que utilizamos le debe tanto y se ha escrito de una manera tan fecunda y tan rica sobre él que existe una biblioteca enorme de referencias a Borges en muchas obras de distintas lenguas. Es un autor que está presente en mis ensayos porque determina de diversos modos la imaginación contemporánea, el repertorio de nuestros gustos y la forma que tenemos de leer.

villoro-juan-jpg--Luego de la popularización del Prozac parece que ya nadie se interesa por leer a Freud, ni siquiera como literatura. Las defenestraciones de su trabajo lo mandaron muy cerca del olvido, pero aparece en Efectos personales.

--Uno de los grandes denostadores de Freud es Harold Bloom, con quien estuve en un seminario sobre la tragedia en Shakespeare, en la Universidad de Yale.

''Bloom dedicaba buena parte del curso a criticar las interpretaciones freudianas de Shakespeare, argumentando que Freud robó muchas de sus ideas del propio dramaturgo y de la tragedia griega. Lo cual de manera interesante lo convierte en un autor literario. Su prosa, en efecto, se puede leer como una novela de las ideas.

''Consideré pertinente contrastarlo con Arthur Schnitzler, porque el propio Freud lo consideraba su doble. De manera intuitiva y narrativa, Schnitzler llegó a conclusiones muy parecidas a las del sicoanalista. Es una suerte de espejo la forma en que la narrativa puede llegar a ciertas revelaciones del inconsciente y, por otra, la manera en que la razón camina por el mismo sendero.''

--Aparece, no como invitado principal, Gilbert K. Chesterton, también con cierta recurrencia.

--Sobre todo lo menciono al inicio del libro por el célebre ensayo que hizo acerca de lo que un buen día llevaba en el bolsillo. Creo que los grandes momentos de la literatura ocurren cuando alguien se ocupa de cosas nimias: lo cotidiano, lo mil veces visto, recupera otra dimensión por obra de este tipo de ensayistas. Entonces, me atrae mucho la paradoja que maneja Chesterton, sus escenarios, sus imágenes; es una literatura llena de sentido del humor y de una enorme capacidad de razonar filosóficamente a partir de escenas cotidianas.

''Esas circunstancias que pueden adquirir una condición casi mítica me inquietan y ojalá ese tono se haya diseminado en este libro.''

--¿A qué se debe la reunión de estos ensayos que son de distintas épocas de tu trabajo y de autores muy disímbolos?

--Quería hacer un libro en torno de literatura del siglo XX, así como he escrito sobre varios del XIX y a futuro tengo un tomo planeado sobre autores de la Ilustración. En el volumen de ahora están los escritores con los que he compartido mucho tiempo y, por supuesto, es una reunión accidental. Hay autores que también me interesan, pero sobre los que no he escrito en parte por deficiencia mía y en parte porque no se ha dado la coyuntura favorable: quienes escribimos ensayo dependemos mucho de almas punitivas y generosas que nos ponen entre la espada y la pared para forzarnos a escribir.

''Es lo que pasa con los jefes de redacción o editores de libros. En mi caso me he beneficiado de estas condenas productivas. Pero sobre todo quería que el libro tuviera cierta unidad. Mucho de lo que he escrito no funcionaba para un trabajo así, por eso básicamente lidié con el género y descarté una buena cantidad de hojarasca perecedera que me ha tocado escribir.''

Apuesta por la intuición y los sueños

--No es común que un autor de novela se dedique al ensayo, al cuento, haga periodismo y todavía se dé el lujo literario de escribir para primeros lectores, como te ha ocurrido ya en dos ocasiones con el Profesor Zíper.

--Ese personaje del profesor tiene que ver con el niño que fui, en los años sesenta, época de crisis de los valores racionales, cuando se apostó por la intuición y los sueños, por la trasgresión de las normas establecidas y se abrieron una serie de caminos utópicos al declarar que la imaginación podía llegar al poder. A partir de esto, el Profesor Zíper tiene muchos rasgos del tiempo que me tocó vivir como niño, y lo que más me interesa dentro de esa escritura es poner en contacto a ese ser que fui con los niños contemporáneos que habitan en una realidad muy distinta.

''Zíper representa a la infancia de los años sesenta, un científico que cree en lo intuitivo más que en la razón, es caprichoso y no ha perdido el contacto con sus primeros años de vida. Creo que todo gran pensador conserva algo de ese talante. Baudelaire decía que tenemos de genios lo que conservamos de niños. La primera aventura que escribí de él tiene que ver deliberadamente con la música de rock, El Profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica. Y el que acaba de aparecer, El té de tornillo del Profesor Zíper está relacionado con el tema de la inmortalidad y los viajes en el tiempo: el profesor prepara un té para conseguir este objetivo. Así que son preocupaciones de distintas épocas las que busco ofrecer al ámbito de los lectores más inteligentes, rigurosos y críticos que son los niños.''

--Al estilo de Manuel Vázquez Montalbán, ¿tienes un ordenador para cada género que tratas?

--No. Soy un escritor muy disperso, me distraigo mucho y necesito pasar de un género a otro aunque no haya terminado un libro. A través del tiempo voy madurando las ideas y los proyectos. Me pasa lo que le ocurrió al dibujante chino aquel que pidió un tiempo muy largo para dibujarle un cangrejo al emperador, hasta que pasado casi el plazo le dijeron: o pintas lo que acordaste o te decapitamos. Lo hizo en un santiamén. Si lo podía hacer tan rápido, ¿por qué no lo dibujó desde el principio del acuerdo? Ah, dijo el dibujante, es que necesitaba todo ese tiempo de no hacer nada en apariencia para llegar a ese santiamén. A mí me pasa que necesito eternidades para tener un santiamén de escritura.