MARTES 21 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Ni discursos ni celebraciones fastuosas; una ofrenda floral y a otra cosa 

Silencioso, sin nostalgia, el acto por la Revolución

Ť Se decidió que fuera muy sobrio, muy republicano, explica el vocero presidencial, Marco Provencio

Ť En Palacio Nacional, el Presidente entregó condecoraciones a miembros de las fuerzas armadas

José Gil Olmos y Alonso Urrutia Ť El silencio fue más que elocuente. No hubo espacio ni para la nostalgia. Ninguna arenga que evocara la gesta revolucionaria. Lejos, muy lejos de aquellas ceremonias fastuosas que más bien celebraban el renacimiento del priísmo.

-¿Este silencio significa un reconocimiento a que ya terminó una época y empezó otra? ?se le preguntó a Marco Provencio, vocero presidencial.

-Más que un reconocimiento a ciclos, lo importante es un reconocimiento a los hechos. No es casual que se haya escogido esta fecha para inaugurar el Centro Nacional de Rehabilitación.

Ultimo presidente del régimen priísta revolucionario, Ernesto Zedillo sólo dejó una nota para la posteridad, un epitafio en el libro de visitantes distinguidos del Monumento a la Revolución:

zedillo-robles-revolucion-jpg''A pocos días de concluir el mandato que me confirió el pueblo de México, afirmo mi confianza de que la gran mayoría de los mexicanos seguiremos siendo fieles a los principios de la Revolución''.

Sólo una ofrenda floral al pie del monumento revolucionario, con el gabinete en pleno como testigo. No más de diez minutos estuvo el Presidente en el lugar. A esas horas de la mañana ?las nueve? aún se predecía que el discurso vendría en Palacio Nacional y, para más señas, lo daría el secretario de Gobernación, Diódoro Carrasco.

No hubo tal. Solamente una ceremonia en la que el presidente Zedillo impuso condecoraciones de Perseverancia a integrantes del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicana y Armada de México.

-Secretario, ¿por qué no hubo oradores el día de hoy? ?se le preguntó a Carrasco.

-Porque se decidió que fuera, como ha sido, una guardia.

-¿No hubo oradores porque es el acto de despedida?

-No, mire, yo creo que los eventos y las ceremonias cívicas tienen un protocolo que no tiene que ser inflexible y en esta ocasión se decidió, dado que por la tarde va a haber un evento en el Partido Revolucionario Institucional y habrá discursos ahí, que aquí va a ser únicamente una guardia, cumplir con el protocolo de ascensos a las fuerzas armadas y Defensa Nacional y celebrar el desfile del 20 de noviembre.

Horas más tarde, en reacción a las primeras inquietudes del silencio oficial, el vocero de Presidencia, Marco Provencio, argumentó que no había intención alguna de dar por terminada una época sino llevar a cabo un acto ''muy sobrio, republicano''.

Abundó: ''El lenguaje de los hechos es más elocuente que el de las palabras'', r  epitió ante las preguntas insistentes, e incluso parafraseó a Enrique Krauze para explicar que se trataba de reconocer ''no sólo las balas y los ejércitos de la Revolución, sino también los maestros y los libros'', en referencia a la ceremonia que encabezó Zedillo en la otrora Biblioteca México, a partir de ayer, Biblioteca José Vasconcelos.

-¿Este hecho no da cabida a que se interprete que el aniversario del inicio de la Revolución era un festejo priísta y no de los mexicanos?

-El objetivo era básicamente asegurar una ceremonia muy sobria, muy republicana y, una vez más, no es el primer acto en esta administración cuyo rito, por usar esta palabra, cambia en función al cual venía siendo la costumbre en años o en administraciones anteriores.

-¿No hubo ninguna intención de remarcar el fin de una época?

-No hay intención alguna, más que poder tener un acto muy sobrio y muy republicano. Sobre el otro aspecto que se ha mencionado, al final de cuentas se ha dicho mucho de la Revolución Mexicana, no solamente en estas fechas cercanas al 20 de noviembre, sino a lo largo de muchos años y de muchas décadas, y creo que nuestra sociedad puede, bien a bien, sacar sus propias conclusiones sobre la importancia para nuestro país de ese movimiento social iniciado hace 90 años.

Los últimos diez días

La última aparición de Zedillo, como presidente, en el balcón central de Palacio Nacional duró 55 minutos. Frente a él, los mensajes en los mosaicos formados en unas improvisadas gradas colocadas en la Plaza de la Constitución no aludieron a ningún héroe revolucionario. Ni Zapata, ni Villa. Tampoco Obregón, Carranza o Plutarco Elías Calles, fundador del PRI.

Se diría que era una ceremonia de despedida, más que el 90 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana. Y en ese tenor los agradecimientos sólo para el mandatario saliente: ''Zedillo, 1994. Gracias. Zedillo Democracia 2000. Gracias''. Nadie pronunció un adiós, pero todo mundo sabía que era una despedida.

Esta vez no hubo bromas con los deportistas. Un discurso del responsable de la Comisión Nacional del Deporte, Ivar Sisniega, en el Salón de Recepciones de Palacio Nacional... y no hubo más.

Algunas explicaciones vinieron por parte del secretario de Salud, José Antonio González Fernández, quien previa ratificación de su retiro político respondió preguntas sobre el significado de la Revolución.

-Vicente Fox dice que se debe terminar con los mitos...

-No hubo ningún mito. Hubo una lucha muy importante en el país; en función de eso esperaría que hubiera respeto a lo que ha pasado en México...

Habló de recordar lo que sucedió hace 90 años. Dijo esperar del nuevo gobierno opositor la ampliación de las garantías constitucionales. Fue de los pocos que aludieron a la Revolución Mexicana.

Y casi al final del régimen priísta, los panistas comenzaron a hablar de la gesta armada de 1910. Copartícipe en la ceremonia, en su calidad de presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Ricardo García Cervantes expresó: ''Es parte de la historia del país y la Revolución que hoy se conmemora explica lo que es hoy México, y ahora estamos en una revolución distinta, en una revolución pacífica, una revolución cultural. Ahí (están) muchos niños y jóvenes que tienen expectativas de un futuro mejor. Los cambios son esos, son revoluciones''.

Concluida la breve ceremonia en Palacio Nacional, que incluyó las condecoraciones a mandos castrenses ?entre los que sobresalían los generales de división diplomados de Estado Mayor, José Domingo Ramírez Garrido Abreu y Mario Delfino Palmerín Cordero, aspirantes a encabezar la Sedena?, Zedillo se dirigió a rebautizar la Biblioteca México y a inaugurar el Centro Nacional de Rehabilitación, que ha implicado ya a dos administraciones. Ayer se inauguró... pero no se ha terminado a pesar de que en los últimos meses, desde su llegada al cargo, el secretario de Salud, José Antonio González Fernández, aseguró que se terminaría antes de finalizar el sexenio.

Por la tarde, mientras el presidente Zedillo acudía al museo El Papalote, sus correligionarios priístas expropiaban para el partido tricolor el rito revolucionario en una magna celebración.

Hijos... de la Revolución

De entre ellos, acaso uno de los más nostálgicos era el cetemista Leonardo Rodríguez Alcaine, quien aludió al futuro de las celebraciones revolucionarias.

-¿Con el gobierno de Fox terminará la celebración de la Revolución?.

-Ni Vicente Fox ni nadie tendrá autoridad para terminar con un acto que la Revolución Mexicana nos ha dado, y sobre todo, el movimiento obrero. Somos hijos de la Revolución.