MARTES 21 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Narra su caso la ganadora del Premio DEMAC penitenciario 1998


En la cárcel, el enemigo a vencer es el ocio: Gladis

Angel Bolaños Sánchez Ť En la cárcel es muy fácil perderse cuando falta fuerza de voluntad, pero sobre todo, sin el apoyo de la familia, asegura Gladis Yamileth, ganadora del Premio DEMAC penitenciario 1998. Para mujeres que se atreven a contar su historia, y cuyo caso se publicó este año en un libro que reúne otros 18 relatos de reclusas.

El enemigo a vencer es el "ocio", dice, pues el sistema penitenciario "está llenó de tentaciones; de muchas cosas que no deberían existir, pero existen".

Gladis, estuvo presa nueve años en el Centro de Readaptación Social Mil Cumbres, del estado de Michoacán, y por su trato amable y frágil figura, es difícil imaginar qué delito grave pudo haber cometido. De hecho, con una ligera mueca que hace pasar por sonrisa, se excusa y prefiere invitar a leer el relato en el que expone su caso.

Una noche, cuando regresaba a su domicilio de la escuela de medicina en la ciudad de Morelia, fue interceptada por un hombre al que conoció días atrás en un curso de inglés y quien pretendía forzarla a sostener una relación sentimental con él, en forma violenta la obligó a subir a su vehículo donde la violó.

Al siguiente día, cuando se dirigía a tomar un autobús para abandonar la ciudad, encontró al hijo de su agresor, de cinco años, y lo llevó con ella hasta un hotel en una localidad próxima. Ahí, narra, "ante el fresco recuerdo de haber sido atacada de la forma más infame, mis impulsos reaccionaron ante Luis y con toda la furia que en ese momento pude haber tenido, tapé su respiración con mi almohada... no hice nada más".

Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, llevó al niño a una clínica, pero ya "traía muerte cerebral" y falleció días después, mientras que ella, fue detenida en el mismo nosocomio y trasladada al Cereso de Morelia. Fue sentenciada a 21 años de cárcel por secuestro y homicidio, que posteriormente una sala de segunda instancia bajó a 18 años.

La mejor lección, refiere, fue la de valorar a su familia y en su caso dijo que siempre contó con el apoyo de sus padres y hermanos, pero hubo momentos en que se sintió abandonada. Recuerda entonces las palabras de la psicóloga del penal: "quien ha delinquido eres tú, la que se encuentra privada de su libertad eres tú. Tus padres y hermanos no tienen por qué estar tras la puerta de este centro para ver qué se te ofrece. No van a dejar sus compromisos y obligaciones nada más porque te sientas sola y quieras verlos tal o cual día".

El Premio DEMAC penitenciario 1998. Para mujeres que se atreven a contar su historia, fue convocado también por la subsecretaría de Seguridad Pública a través de la Dirección General de Prevención y Readaptación Social del gobierno federal, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, además de la misma asociación de la que lleva su nombre, Documentación y Estudios de Mujeres, AC.

Gladis, conoció la convocatoria a través del llamado Buzón Penitenciario, escribir la historia, dice "fue un desahogo que yo encontré, porque te encuentras contigo misma, reflexionas sobre lo que sientes y que no puedes contarle a muchas personas; más que nada es la libertad de expresarte".

En el libro, Libertad en la palabra, editado este año por DEMAC, la Secretaría de Gobernación y Conaculta, se cuentan otras 18 historias, entre ellas la de Gabriela Paulín Cuellar (La Jornada, 16-10-00), interna en el Reclusorio Preventivo Norte, cuya situación depende de lo que resuelva en juicio de amparo el juez segundo de distrito, interpuesta contra la negativa de autoridades capitalinas de concederle los beneficios de la remisión parcial de la pena y el tratamiento preliberacional.