JUEVES 28 DE DICIEMBRE DE 2000

Ť En 3 semanas, programa de autoconstrucción


Prometen viviendas a quienes habitan la zona de mayor riesgo

La Jornada de Oriente y María de los Angeles Velasco, corresponsal Ť Las cerca de 7 mil personas que entre el 15 y el 18 de diciembre desalojaron las 17 comunidades poblanas cercanas al volcán Popocatépetl retornaron ayer a bordo de 105 unidades del transporte público, después de haber permanecido entre 10 y 13 días en los 12 albergues que se ubicaron en San Pedro Cholula, Izúcar de Matamoros y Puebla.

En medio de un fuerte dispositivo de seguridad, unos 2 mil 500 pobladores de Xalitzintla -la comunidad más cercana al cráter- regresaron a sus hogares. Muchos manifestaron que esta experiencia les ha hecho cambiar su actitud frente al volcán: ahora le tienen más respeto y aumentó el miedo a que un día una erupción arrase con ese pequeño poblado.

El secretario de Gobernación estatal, Carlos Alberto Julián y Nácer, dijo que a las 38 familias que viven en la zona de mayor riesgo, la barranca de Huiloac, se les permitió regresar con la promesa de que en dos o tres semanas iniciará un programa de autoconstrucción para cambiar sus viviendas. En tanto, habrá disponibles 40 autobuses para que, en caso de producirse un flujo de lodo, sean los primeros en salir.

El retorno comenzó desde la noche del martes, cuando más de mil 500 personas se trasladaron por sus propios medios a sus hogares.

Desde las 6 horas de ayer, los albergados limpiaron sus refugios y empacaron sus pertenencias para salir, mediante un operativo que duró más de tres horas.

En las rutas de evacuación se pudieron observar convoyes de hasta diez autobuses urbanos de Atlixco, Puebla y Cholula, que trasladaban de regreso a la gente.

Entre los ocho y diez kilómetros que separan a San Pedro Cholula y Xalitzintla fueron colocados cuatro retenes del Ejército y otros tantos de la policía estatal, que anotaban y registraban cada uno de los vehículos que pasaba con dirección al volcán.

Tantas eran las revisiones a las que fueron sometidos los lugareños por policías, soldados, responsables de albergues y trabajadores de la Secretaría de Salud y de Protección Civil, que cuando llegaban a la plaza principal de sus comunidades no se paraban de los asientos hasta que los militares decían: "Ya, señores, deben bajar".

Varios de los afectados expresaron su disposición a regresar a los albergues si de nueva cuenta el Popo hace erupción.

Nadie consideró innecesaria la evacuación. "Sí, debió ser así, el volcán echó lumbre, yo nunca lo había visto así", aseveró Alberta Chalchi.

San Mateo Ozolco: quieren salir

La pequeña plaza cívica de San Mateo Ozolco, junta auxiliar de San Andrés Calpan, fue insuficiente para estacionar los 17 camiones que llevaron a la gente hasta sus hogares.

Aún nerviosos, muchos pobladores aseguraron que saldrán en el momento en que las autoridades les indiquen, pues nunca podrán olvidar "los tronidos del volcán". Aseguraron que sí aceptarán un programa de reubicación e incluso exigirán al gobierno estatal que cumpla la promesa de comprarles terrenos en lugares más seguros.

En esta junta auxiliar la gente no se quejó de que les hubieran robado o saqueado su casa, y hacia las 11 horas la vida parecía que había regresado a la normalidad, con las tiendas abiertas y la plaza casi vacía.

En San Nicolás de los Ranchos sólo un caballo y un borrego murieron mientras sus dueños estuvieron fuera, destacó el presidente municipal, Abel Apango Panohaya, quien desde uno de los balcones del palacio municipal vigilaba la llegada de los pobladores, que bajaban con enormes bultos llenos de ropa, cobijas y colchonetas.

Lo primero que hicieron muchos pobladores de San Nicolás de los Ranchos a su regreso fue acudir a la iglesia de su pueblo para agradecer a Dios y a su santo patrono por calmar la actividad amenazante de Don Goyo y haberles permitido volver sin daño físico.

"Teníamos fe en que no iba a pasar nada; fe en que el gobierno hacía lo mejor para nosotros y que no quería nuestro mal; fe en la virgen y San Nicolás de Bari de que íbamos a regresar con bien", dijo Nicolás Filomeno Hernández Tolentino, de los primeros en ingresar al templo.

Desde las primeras horas del día, los comercios del primer cuadro de la cabecera municipal estaban abiertos: carnicerías, tiendas de abarrotes, pollerías, verdulerías, tortillerías, talleres de bicicletas y neverías.

No obstante que la Secretaría de Salud anunció que supervisaría cada expendio para verificar la calidad de los alimentos, hasta el medio día de ayer, cuando ya muchos en San Nicolás habían adquirido víveres, la revisión era nula.

A las 12:30 horas había ya filas para comprar tortillas y gente comerciando. Otros daban de comer a las bestias. La vida en San Nicolás de los Ranchos iba recobrando su curso normal.