JUEVES 28 DE DICIEMBRE DE 2000

 


Ť Jean Meyer Ť

ƑBiofascismo?

En este año que termina hemos asistido a "premieres" impresionantes: Inglaterra autorizó el clonaje humano terapéutico, es decir, la fabricación de embriones humanos destinados no a desarrollarse, sino a abastecernos con células u órganos para injerto. Hay que buscar la manera, si es que la hay, de hacer compatibles ciencia, ética, derecho y... sentido común. Luego Estados Unidos decidió autorizar el uso de fondos públicos para la investigación y manipulación de las llamadas células madre. Inmediatamente surgieron reacciones enfrentadas; el parlamento europeo pidió a Londres retirar su apoyo a la clonación de embriones, mientras que la Comisión Europea defendía las investigaciones. De todos modos, olvídense de leyes y decretos, el sector privado hace tiempo que juega, para bien o para mal, de manera totalmente opaca y desregulada a Frankestein. Y no sólo él.

Curiosamente la línea de fractura entre partidarios y adversarios de esas posturas coincide, en buena parte, con la división entre derecha e izquierda. Uno puede leer hermosas piezas retóricas como: "Los que se oponen ahora a los avances de la biología son los mismos que condenaron a Copérnico, quemaron a Bruno, encarcelaron a Galileo y trataron de desterrar la teoría de Darwin de las escuelas (...) Cantemos la gloria de las células madre y bendigamos sus futuribles beneficios. šAleluya!". O, enfrente: "La decisión es ilegal, amoral e innecesaria. Es inaceptable justificar la muerte de un ser humano inocente para salvar otra vida".

Lo único cierto es lo de los "futuribles beneficios". La presión de los laboratorios y de la industria sobre los gobiernos es poderosísima y nos encontramos, en cuanto a esto, exactamente en la misma situación que frente a los organismos genéticamente modificados y el lobby agroindustrial.

Con o sin ley, con o sin permiso, eso se hace, eso se está haciendo, y un gran y serio debate se impone. Nadie pone en duda el interés de la llamada "medicina regenerativa" y el carácter irreversible de lo que estamos viviendo, pero quizá valdría la pena reflexionar un poco sobre el problema de la legitimidad de crear embriones humanos para fines sin relación con la reproducción de la especie. Realmente Ƒserán nulos los riesgos éticos? ƑQuedaremos tan lejos del siniestro darwinismo social y de los experimentos de los médicos nazis y japoneses, del "eugenismo"? ƑEscaparemos a la clonación humana a fin de reproducción? No veo cómo y no soy capaz de abrazar su significado y todas sus consecuencias. No puedo olvidar la novela de ciencia-ficción de Aldous Huxley que leí cuando tenía 16 años; jamás pensé que se trataba de una profecía ahora en vía de realización: el hombre nuevo.

"La naturaleza es cruel", dice Hitler en Mi lucha; mediante su "política biológica" él llevó a la práctica un proyecto con el que se había soñado a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX; con él existe el antecedente de las biociencias convertidas en tentación política; ahora son una tentación industrial y financiera, pero muy pronto podrían volver a servir al sueño del hombre-dios, limpio de todas las "impu- rezas", "deficiencias", "defectos", "debilidades". Bio-fascismo es "el trabajo con el material humano bajo la perspectiva de lo que puede hacerse o manipularse sin límites". El eugenismo y la destrucción de la vida que "no merece vivir" pueden convertirse, de nuevo, en un tema actual. Hitler dijo: "Estamos ante una tremenda transfor- mación de los conceptos morales y de la orientación espiritual del hombre. Terminamos con un periodo erróneo de la humanidad. Las tablas del Sinai han perdido su validez". Frente a esa amenaza el pleito izquierda/derecha es el que pierde validez.