La Jornada Semanal, 7 de enero del 2001 
 
Leo Mendoza
 
Entrevista con Juan Villoro
 
Efectos personales
 
“La única actividad verdaderamente creativa de la que podemos estar orgullosos es la de lectores.” Así define Juan Villoro su posición frente al fenómeno literario, cuyo abordaje implica por fuerza una bipolaridad: la enunciación del discurso y su re-creación a través de la lectura. Y es Efectos personales, “el primero de mis libros que tiene un índice de nombres”, donde mejor se aprecia al Villoro-lector: Burroughs, Mann, Goethe, Rossi, Pitol, Nabokov, Valle-Inclán... son para Juan los equivalentes del equipaje que todos llevamos en el bolsillo, “y lo que llevas contigo se puede convertir en una radiografía de lo que eres”

Efectos personales, el primer libro de ensayos de Juan Villoro, le debe mucho a los jefes de redacción, que muchas ocasiones fueron sus musas furibundas y con sus peticiones de textos hicieron posible un libro que es un tablero de orientaciones, un mapa de las empatías del escritor y, sobre todo, de aquellos autores que, por una u otra razón, le interesaron. Tal es el caso de William Burroughs, cuya figura contracultural le resultó mucho más atractiva que su escritura.

Los ensayos recogidos en el libro son el fruto de los últimos seis años de trabajo de un escritor que se califica a sí mismo como “disperso”. Fueron reescritos y revisados para su inclusión en este volumen con el que Villoro paga una deuda con sus lecturas
y con otros autores, aun cuando ha escrito infinidad de notas de contingencia para periódicos y “he participado en ?quizá? demasiadas presentaciones de libros”.

En estos textos el escritor y necaxista trata de reflexiones un poco más a fondo acerca de algunos autores que para él fueron significativos.

o creo que el hecho literario solamente se completa con la lectura. Es decir que la única actividad verdaderamente creativa de la que podemos estar orgullosos es la de lectores. Solamente mientras se lee un libro está auténticamente vivo ya que requiere del complemento del lector. Quizá por eso sentía un hueco en lo que había hecho, pues no había logrado organizar ciertas pasiones y presentarlas a través de ensayos literarios. No soy un académico ni un erudito. Me gustan mucho los ensayos escritos por novelistas o por cuentistas que de alguna manera se ocupan de los trucos del oficio pero que también divagan sobre aspectos memoriosos de cierto autor o tratan de construir un personaje literario a partir de un escritor y su época. Por eso quise escribir ensayos de este tipo, que tanto he disfrutado en otros autores, un poco quizá para continuar la discusión literaria a través de los libros, que es una de las cosas que a mí más me interesan.

-En Los once de la tribu, Juan Villoro retrató al futbol desde diversas perspectivas. Se trata de un libro de crónicas donde también tenía cabida el ensayo y algunas reflexiones sobre la cultura popular. Al igual que Javier Marías, Villoro es un escritor que no se avergüenza de su fidelidad al deporte y muy especialmente al equipo de futbol Necaxa. Sin embargo, en Efectos personales la literatura del siglo xx y, específicamente, un puñado de autores, son los protagonistas. Ello con el fin de darle cierta unidad al libro, lo que lo obligó a dejar fuera algunos ensayos sobre autores del siglo XVIII.

-También a mí me interesan mucho otros temas como el futbol. Y estoy pensando en concluir un libro que será exclusivo sobre futbol. Para tratar de organizar un poco mis pasiones, si es que esto es posible.

-Georges Steiner, uno de los más importantes y arrogantes críticos de nuestro tiempo, aparece citado dos veces en el volumen. Su afirmación lapidaria de que vivimos una cultura del comentario parece condenar toda tentativa ensayística e interpretativa. Aun así, Villoro sí se arriesga a ocuparse de voces ajenas y delega “las emociones y los méritos en el trabajo de otros”.

-La opinión de Georges Steiner es muy certera porque él habla de una sociedad secundaria donde en vez de leer libros, en vez de ir a las fuentes primarias, solamente leemos comentarios. Sobre todo se refiere a las sociedades académicas que son sociedades progresivamente cerradas y especializadas que pierden el contacto con otras áreas del conocimiento. Creo que una de las funciones del ensayo literario -hecho por narradores- es justamente el de establecer conexiones inesperadas entre distintas zonas de la cultura. Por decir algo, la repercusión que en el cine puede tener una determinada obra, la repercusión política que puede tener un determinado tiempo, algún recuerdo del autor, alguna posibilidad de la ficción no explorada por ese autor pero evocada o inducida por otro autor. Creo que justamente para romper estos guettos en donde la gente se vuelve especialista en un solo tema e ignorante en la mayoría de los asuntos del mundo, es importante el ensayo literario. Para poder hacer que ahí dialoguen desde un erudito en filología hasta un cronista contemporáneo. Creo que es importante que el escritor tienda puentes entre estas distintas formas de abordar una obra literaria.

-Juan Villoro se acerca a Juan Rulfo ?un paso siempre riesgoso puesto que del autor jalisciense se ha escrito a pasto? con una visión ciertamente poco socorrida: la de ver a los personajes nacidos en La Media Luna como partícipes de una novela fantástica.

-Creo que sería irresponsable pensar que uno puede aportar grandes novedades sobre un autor tan trabajado como Juan Rulfo. En el ensayo que escribí sobre él me interesaba, por un lado, una recuperación más a modo de cronista cultural que de intérprete, de las distintas opiniones que se han vertido sobre él. Un poco procediendo al modo de Pedro Páramo quería hacer una galería de voces independientes que comentaran la obra desde el más allá del autor. Y hacer una suerte de resumen que le ayude al lector de a pie. Y por otra parte quería ocuparme de una visión no tan transitada ?aunque ya Augusto Monterroso y otros habían apuntado en esa dirección? de Rulfo como autor de literatura fantástica. Creo que en aras de ensalzar su obra muchas veces se comete el error de pensar que sus logros no son los de un artífice consumado sino que provienen de una cultura muy asentada. Esto conviene a la interpretación nacionalista, telúrica, patriotera, de las obras literarias en donde un autor da testimonio de un acervo cultural riquísimo, tan rico que abrumadoramente se le impone. Obviamente Rulfo es un artista singular; sin embargo, muchas veces perdemos la novedad de Rulfo. Estamos tan acostumbrados a la grandeza de su obra, repetimos rutinariamente que se trata de una obra que recupera esencias de la cultura mexicana y nos olvidamos
de cuál fue la inventiva excepcional que dio lugar a esta obra. Por eso me interesó mucho recuperarlo de esta manera.

-Es evidente que Efectos personales ?editado por era? es un viaje por los gustos literarios y aun personales de Juan Villoro: los autores a quienes escoge para trabajar en su primer libro de ensayos forman parte de su propia agenda de lecturas y de su experiencia vital. Tal es el caso de Alejandro Rossi.

-En estos ensayos a veces gana la voz del cronista. En el caso de Rossi es un retrato del personaje en movimiento. Curiosamente, a otro escritor que he tratado mucho, Sergio Pitol, lo trato de una manera distanciada porque simultáneamente estaba escribiendo una larga crónica de los años de Sergio Pitol en la diplomacia que abarca casi treinta años de su vida. Como ahí era un texto muy cercano a su persona, al escribir sobre su obra fui un poco más distante. Efectivamente, se alternan estos procedimientos, incluso en autores que no conocí. Por ejemplo William Burroughs. Me parece más importante como personaje que ha influido en la contracultura que como escritor propiamente dicho y me interesaba mucho -siguiendo el libro de Jorge García Robles, La bala perdida- la importancia que México tuvo para Burroughs. De alguna manera en todos los ensayos hay estas referencias a la cultura mexicana. De Valle-Inclán me ocupo de Tirano Banderas que es su novela mexicana, en Nabokov está el hecho de que Lolita haya sido concebida en México, en Calvino el hecho de que haya muerto el día del terremoto. Hay como claves que establecen el mirador en el cual estoy parado, que es el de la literatura mexicana, incluso hablando de otras literaturas.

-Efectos personales es un término legista: son cosas que hacen reconocible a la víctima de un accidente o al detenido en una delegación policiaca. Pertenece a esa jerga legal con la que vanamente se pretende lograr la objetividad tanto policiaca como sanitaria. El término fue elegido por Villoro porque los efectos personales son como talismanes que unen al detenido o a la víctima con el mundo equívoco de la cotidianidad. Los Efectos personales que ha recogido el escritor son un retrato repentino y accidental de lo que ha sido su vida como lector.

-En algún momento alguien te obliga a vaciar tus bolsillos y lo que llevas contigo en una situación significativa se puede convertir en una radiografía de lo que eres. En otro momento es posible que hubiera dejado otros efectos personales, hay un elemento de azar en esto. No se trata de un canon ni de una enciclopedia de gustos. Hay muchos autores que me interesan mucho y que no he tratado ?es el caso de Borges. Es un autor que ha transformado tanto la imaginación y el lenguaje que utilizamos que es difícil escapar a su influjo y acercarte a él con una mirada fresca. Este es el primero de mis libros que tiene un índice de nombres y de repente ves una serie de constancias inadvertidas. El nombre de Goethe aparece siete veces y si me hubieran preguntado, probablemente hubiera dicho que sólo estaba una vez. Hay como personajes secundarios que están orbitando el libro. Hay otros autores que me han interesado mucho y de los que nunca he podido escribir, por ejemplo Julio Cortázar, que es un autor que yo idolatré de tal forma que leí sus libros como si fueran de autoayuda y nunca he podido escribir de manera razonada sobre este autor que fue para mí como un Salgari de la contracultura y de la adolescencia, una aventura por todos los ritos de paso a la juventud, y si yo escribiera de una manera sensata sobre él mataría esa pasión de juventud. Y hay otros autores de los que no he escrito por incapacidad.

-Al hablar en términos legales uno puede llegar a considerarse víctima. Pero ¿se considera Juan Villoro una víctima de la literatura?

-No, me parecería una idea demasiado dramática. Una de las palabras más raras del lenguaje es el “letraherido”, que de alguna manera me hace pensar en La colonia penitenciaria de Franz Kafka y esa máquina de tortura que escribía la condena en el cuerpo de la víctima. No creo que la literatura deba ser otra cosa que un placer y una forma de la felicidad. Por eso también siento el deseo de compartir estas lecturas compulsivas y tratar de contagiarlas a los lectores. El principal cometido sería que a partir de algunos de estos ensayos la gente leyera a Valle-Inclán o a Roberto Arlt. Yo he leído algunos autores muy importantes para mí gracias a ensayos que me los han descubierto. En Juan García Ponce descubrí a Herman Broch y a Henry Miller, que son autores fundamentales para mí.

-En Efectos personales la figura del escritor iconoclasta, rebelde, inclasificable, está siempre presente. Villoro nos describe a Tito Monterroso como un subversivo de los géneros y Lo demás es silencio sería precisamente una obra antípoda de La montaña mágica.

-Hay un interés en todos estos autores ante la realidad que les ha tocado en suerte. Creo que alguien escribe porque está en desacuerdo con su entorno y necesita agregarle una realidad alterna. Todos los autores de este libro tienen esta radicalidad. En algunos casos me interesan ciertos rasgos disruptivos de los escritores que no han sido tan tratados. En el caso de Carlos Fuentes, el énfasis que se ha puesto en la interpretación de su obra es la del muralista, el hombre que ha trazado grandes frescos de nuestra historia y se ha ocupado de interpretar la relación de México con el mundo de muy diversas maneras. A mí me interesa una zona menos explorada, para mí más seductora de su obra, un tanto minoritaria, que identifico con la época negra de Goya. Que es una parte irracional, casi de misa negra, en donde lo real sólo se puede explicar a través de lo fantástico y en donde hay una mirada que no tiene que ver con la interpretación racional o con la literatura de tesis que muchas veces escribe Carlos Fuentes, sino con una visión distorsionada, fantasmagórica, esperpéntica de lo real. Una de sus novelas menos leídas por mi generación es Terra nostra porque llegó un momento en que había como una sobreabundancia de Carlos Fuentes, pero me parece uno de sus libros más sugerentes. Por eso traté de meterme con un autor que tiene esa zona disruptiva dentro de esta obra proteica que es su obra en conjunto. Entonces me interesa mucho el criterio de inconformidad en todos los personajes, sus distintas manera de oponerse a lo real.

-Pero un libro también puede definirse por las ausencias. Y en el caso de Efectos personales uno extraña a Bioy Casares, autor a quien Villoro admira y que ha influido de manera determinante en su obra.

-He escrito sobre Bioy Casares. He escrito notas sobre varios de sus libros y una de las tristezas al escribir Efectos personales fue que releí miles de cuartillas que he publicado como notas de circunstancia para suplementos y revistas o bien para presentaciones de libros participé en un homenaje a Bioy cuando estuvo en México y, desgraciadamente, de todo eso me quedó una sensación de que fueron textos hechos en el tiempo y que habían caducado, que tenían una misión exclusivamente contingente. Escribir sobre Bioy es una asignatura pendiente porque en efecto es uno de los autores que más me gusta. Es el caso también de Juan Carlos Onetti, aunque afortunadamente quedan otros autores para el futuro, pero de Bioy me gustaría mucho escribir.