Lunes en la Ciencia, 8 de enero del 2001



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Frédéric Thalasso

Sistemas biológicos anticontaminantes

"Desde hace un siglo se buscan técnicas para aminorar el daño que la actividad humana ha producido inevitablemente en el medio ambiente. Desde entonces se estableció que hay microrganismos que son capaces de consumir esos contaminantes"

thalasao-frederic.jpg-ok Eliminar los contaminantes del aire con un sistema completamente biológico, es decir, utilizando microrganismos vivos, sin reacciones químicas y sin generar otros desechos dañinos, se vislumbra como una de las mejores opciones en los países -que como México- registran los índices más altos de contaminación ambiental en el mundo.

Para lograrlo hace falta el diseño de sistemas de biofiltración que consisten básicamente en tanques que contienen un lecho de material orgánico que sirve como fuente de nutrientes para una población de microrganismos que a través de su actividad biológica depuran el aire contaminado que pasa a través del lecho.

El problema es encontrar el material orgánico ideal -o biofiltros- para que estos sistemas funcionen adecuadamente y a bajo costo. Por ello, el doctor Frédéric Thalasso (Bruselas, Bélgica, 1962), jefe del Departamento de Biotecnología del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), del IPN, ha trabajado en la utilización de residuos agrícolas disponibles en México, en grandes cantidades y a bajo costo.

"Desde hace un siglo se buscan técnicas para aminorar el daño que la actividad humana ha producido inevitablemente en el medio ambiente. Desde entonces se estableció que hay microrganismos que son capaces de consumir esos contaminantes. Este tipo de biotecnología ambiental se ha utilizado mucho en la depuración del agua, pero hasta hace 30 años aproximadamente se empieza a utilizar para el tratamiento de afluentes gaseosos y depuración de aire".

Desde que Frédéric Thalasso, ingeniero industrial del Instituto Superior Industrial de Huy, en Bélgica, y con el grado de maestro y doctor en biotecnología por la Universidad Católica de Louvain, del mismo país, llegó a México -hace cinco años- se dio cuenta que uno de los principales aspectos a desarrollar aquí, era el relacionado con la transferencia de masa, es decir, transportar los contaminantes hacia los microrganismos que los van a depurar, o sea, el diseño de procesos por el cual la filtración se lleva a cabo.

"En el tratamiento biológico de aire necesitamos compuestos para que el microrganismo pueda vivir, por ejemplo, si hay vapores de gasolina, los cuales contienen carbono, hidrógeno y oxígeno, faltaría adicionar el nitrógeno. Entonces tenemos que poner al microrganismo en contacto con una fuente de nitrógeno. Eso tradicionalmente se hace utilizando un soporte, es decir, un filtro orgánico, en el cual el microrganismo va a crecer y a encontrar lo que le haga falta".

thalaso-frederic-1.jpg-ok El investigador explica que la estrategia es confinar dichos microrganismos en sistemas con un ambiente que les sea lo más favorable posible. Para ello, el doctor Thalasso y su equipo de trabajo han utilizado como soportes orgánicos, residuos agrícolas como la cascarilla de arroz, la fibra de coco, el bagazo de la caña de azúcar, el rastrojo de maíz y la cáscara de cacahuate, resultando esta última la más eficaz.

"En otros países, por ejemplo, se utiliza turba, materia vegetal en descomposición que se encuentra en ecosistemas susceptibles de sufrir daños al menor cambio en sus condiciones. Sin embargo, con el uso de desechos agrícolas no dañamos otro ecosistema. En la actualidad se desarrolla una iniciativa en una industria mexicana con base en esta tecnología".

El método con base en cáscara de cacahuate permite tratar principalmente compuestos orgánicos volátiles, como los vapores de solventes. Estos compuestos se encuentran en la industria química o en algunas imprentas. También permite eliminar los malos olores producidos por numerosas industrias alimenticias y de desechos.

El doctor Thalasso advierte que la casi inexistente vinculación con la industria para implantar este tipo de biotecnología proviene de la falta de legislación y normatividad en cuestiones de medio ambiente. Por esta razón, "participamos como departamento en la elaboración de la nueva normatividad en cuestión de contaminación de agua y ahora trabajamos con el estado de Hidalgo, en materia de contaminación atmosférica".

Por otra parte, señala, tampoco el público en general tiene una visión muy clara de lo que es la biotecnología y "se piensa sólo en los alimentos transgénicos, en los clones y no en todas las posibilidades que en materia de alimentación, salud, control de plagas, y el cuidado del ambiente, puede representar".

Como departamento, agrega el investigador, "trabajamos de manera pluridisciplinaria en las principales líneas de la biotecnología moderna; biotecnología de plantas, biotecnología ambiental, biotecnología de alimentos, biocatálisis y control biológico de plagas. Sin embargo, tampoco se debe creer que la biotecnología lo va a solucionar todo". (Mirna Servín) (Fotos: Tomás Bravo)

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