LUNES Ť 19 Ť FEBRERO Ť 2001

ƑLA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

EL ANTI CHOU

UNA VEZ QUE el empresario de la México dio a conocer su definición de lo que entiende por espectáculo taurino -"un chou en el que tienes que darle gusto a la mayoría" (sic que llegó hasta la plaza de Ronda y por poco la tira)- los sencillos, como siempre, seguimos en las mismas.

ƑPOR MAYORÍA debemos entender 4 mil espectadores en una plaza para 45 mil? ƑPor darle gusto aceptar lo que al empresario se le antoje hacer? ƑY por chou depender de dos figuras españolas a las que se les sirven novillos e improvisar infames carteles de cuatro toreros con encierros mansos de solemnidad?

HABERLO SABIDO ANTES, no que ái andamos cuatro amargados exigiendo toros con edad y trapío, combinaciones imaginativas y equilibradas, y autoridades comprometidas con la aplicación del reglamento, cuando ya la extemporánea, sanguinolenta, decadente y premoderna fiesta brava no es más que un chou.

ESO NOS PASA por no ser profesionales y por andar hablando sin saber, nomás por puro afán de notoriedad, mientras los que sí saben y entienden, aplauden como focas cuanto dice y hace el dueño del chou que procura, sin lograrlo, darle gusto a la mayoría.

EN LA PASARELA taurina del decimonoveno chou de la temporada 2000-2001, los que no entendemos nada sólo vimos desfilar nueve toros bien presentados pero mansos y débiles. Mandar a la plaza presencia o bravura, ha de haber sido la disyuntiva del ganadero Juan Diego Gutiérrez Cortina, propietario de la descreída -por lo menos en cuanto a acometividad- ganadería de Santa Fe del Campo.

LO BUENO de esta enésima mansada del serial es que los asistentes no enterados ahora sí pudimos comprobar la diferencia entre un toro con edad y trapío y el novillote sin presencia pero repetidor que aquí se le sirve a los que figuran. Ahora, que a la postre la corrida, con 506 kilos en promedio, no haya podido con su peso, seguramente es problema de empadres, de crianza y de falta de ejercicio.

EN SU CUARTA actuación como torero comodín -para donde lo hacen se hace-, el pundonoroso tlaxcalteca Rafael Ortega volvió a estar igual que siempre: fácil, decidido, cubriendo los tres tercios y desquitando en serio lo que le paguen, pero sin imprimir sello alguno a lo que realiza. Se llevó una meritoria oreja cuando lo que debería llevarse es su espuerta a España y contagiarse de un ambiente más intenso.

PACO GONZALEZ, con dos años de alternativa y menos de 15 festejos toreados, no obstante haber intentado toda la tarde el lucimiento, apunta en la misma dirección de Ortega: afán sin expresión, tauromaquia sin exigencia de interioridad, siendo que el arte del toreo es, como decía El Gallo, "tener un misterio que decir y decirlo", incluso ante mansos.

EL FRANCÉS Sebastián Castella, que tan buen sabor de boca dejara el año pasado en la México, durante el Encuentro Mundial de Novilleros, no se merecía tan mezquina oportunidad, y del mediocre aragonés Raúl Gracia El Tato, los que no sabemos sospechamos que venía incluido en el paquete monstruo impuesto anulamente por Enrique Ponce al del chou.