DOMINGO Ť 25 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť Sus fans corearon Eternamente bella y lloraron con ella en Flor de papel

Sin disco nuevo, Ale Guzmán llenó La Boom

ARTURO CRUZ BARCENAS

Una lluvia de hielo cruzó el cálido ambiente. "¡Siéntate, cabrón!". La frase, exclamada a la enésima potencia, en clandestino tumultuario, surgida desde la masa femenina ignota, tenía como destinatario una columna de hombres de edad diversa, maduros, altos, propios de disco-bares como La Boom, en el límite del DF con el estado de México, la noche del jueves. El antro hasta el tope, saturado; un negocio redondo. En el imán, la cantante Alejandra Guzmán.
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A las 10 de la noche ya el espacio está lleno. Más del 90 por ciento de la concurrencia es de jóvenes, algunas muy bellas; algunas acompañadas de raboverdes ejecutivos. Eso se nota. Les tocan las piernas, les besan el cuello; las miran clavándoles la vista en esa piel fresca. Los chavos de su edad, salvo uno que otro hijo de papá, aún estudian y no tienen la lana suficiente para pasearlas como a muchas de ellas les gusta.

Al centro de las mesas están dispuestos botellas, refrescos, limones y sal; está de moda tomar tequila. Para comenzar unas chelas, que en este sitio son puras ampolletas. Eso es ya un horno. Que pongan el aire acondicionado. Un refresco, pero con mucho hielo, porfa. No hay más mesas, dice el mesero. Yo soy amigo del dueño, ahorita verás que sí nos acomodan.

No cabe un alfiler. Cunde el síndrome Lobohombo. Si esto se quema, ¿por dónde salimos? Que todo es seguridad. Oye, qué no está más lleno de lo normal. No vamos a ver ni madres.

Cual jugadores de futbol americano, unos cábulas pequebú se dan a la tarea de romper las líneas enemigas. Empujan y les vale lo que les digan. Yo voy a desquitar mis 220 pesos que me costó el boleto.

A las 11 la chifladera para exigir que aparezca Ale. Ya algunos tienen los ojos de semáforo en alto. Dicen pendejadas. Suena una música que los une; bailan, cantan, no les importa la incomodidad; es más, les gusta el ambiente gregario, hacerse masa, colectividad, bola. Se para una con pantalón que semeja una piel de vaca. Baila algunas de Ricky Martin, otra de Luismi.

Música pop, el preámbulo

Total, todo se vale, y a reventarse un popurrí de Timbiriche. Pura música pop, el preámbulo de lo que vendrá con Ale. Oye, ya casi son las 12. Pues a qué hora. Nenas popis de Sate, Teca, Tacu, Huiza, y hasta del Molis Texas, San Esteban y Anexas (¿qué, mi peso no tiene águila?), y de Presa Salinillas, algunas provenientes de San Angel, ¿ves?, son un crisol de energía y ganas de echar desmadre. Se mueven sensualmente; se yerguen aventando el pecho y los turgentes senos hacia delante. Cuánta piel estirada junta.

A las 12:15 aparece Ale y el desmoche no tiene troche. Sus pantalones ajustados y esa apariencia de desvelada permanente. Canta y le hacen coro con Eternamente bella, lloran con ella en Flor de papel, se pone cursis, corren, vuelan y se aceleran. Responde su público. Tuvo éxito de taquilla.

Ya no canta Ale como en sus años mozos. Siempre ronca, ahora no alcanza ciertos tonos. Normal. Pero el público todo lo perdona y en las discos-bares más. No es una sala de conciertos y la exigencia tampoco es mucha. Ya sea en un antro de Polanco, Satélite o cercano al Toreo de Cuatro Caminos, Alejandra ha hallado en las discos un ámbito adecuado. No tiene cd nuevo y casi sin promoción ha logrado llenar La Boom.