lunes Ť 12 Ť marzo Ť 2001

Samuel Schmidt

Bono democrático y EZLN

Sorprendió mucho el ataque que el sub Marcos monto en contra de Jorge Castañeda, porque hubiera parecido lógico que buscara un acercamiento al segmento de centro-izquierda o socialdemócrata del gabinete de Vicente Fox, que no es muy grande por cierto. Tal encuentro de posiciones políticas podría producirle una ganancia a Castañeda y a Aguilar Zinser y, eventualmente, una pérdida al EZLN, porque tal vez legitimaría el argumento de que lo más importante era derrotar al PRI, aun a costa de la derechización del país.

Hasta ahora la influencia de la socialdemocracia en el gobierno ha facilitado un relajamiento en la postura bélica en Chiapas, pero ha sido incapaz de corregir las políticas derechistas en materia económica, educativa y de desarrollo social, y no puede asegurar que se establezcan las condiciones para firmar la paz.

Marcos podría buscar debilitar la centro-izquierda gubernamental para reforzar la extrema derecha, con lo cual las posturas fundamentalistas en el gobierno lo volverían más intolerante alejando las posibilidades de diálogo, y lo pondrían en un curso de confrontación con el EZLN, y a éste podría ponerlo a la cabeza del descontento generalizado que hay en el país.

La gran atención que despertó la marcha es un termómetro sobre el estado de ánimo que hay en el país. Es cierto que puede ser una mezcla de curiosidad por ver al sub Marcos, pero también puede mostrar que la sociedad está buscando un liderazgo comprometido con las causas populares y no la mera conquista del poder.

El alargamiento de la solución al conflicto chiapaneco puede abrir la puerta a una generalización del conflicto en el país. Mientras más se alargue, más se pueden ampliar las demandas y más fuerza tendrá ese movimiento, porque empezarán a estallar las bombas de tiempo que nos legó Ernesto Zedillo, lo que debilitará al gobierno. Es por eso que mientras a Fox le urge, Marcos no está interesado en firmar la paz en este momento; el subcomandante todavía tiene mucho más por ganar políticamente, mientras que los quince minutos de Fox se han desvanecido. Dicho sea de paso, por este tipo de circunstancia el gobierno le concedió al PRD la primicia de presentar como logro propio el congelamiento al precio del gas; piensan que así le quitan banderas a Marcos. Lástima que la política no sea un juego de suma y resta.

Para el sector de la izquierda mexicana, que suponía que cayendo el PRI se rompían los diques de la democratización plena, y que el país podría adquirir una agenda socialdemócrata --por lo menos-- en el mediano plazo, el dominio de la derecha les ha puesto obstáculos aún más pesados. El nivel de descontento que se genera puede abrirle posibilidades al PRD, que podría aprovechar si logra vencer sus grandes divisiones internas, pero también se le abren a grupos marginales como el EZLN.

Por esto es relevante para Marcos romper el equilibrio que frena el giro a la ultraderecha del gobierno y que aleja las posibilidades de generar una agenda social avanzada. Apostar a que se generen serias tensiones, que podrían llegar a explosiones sociales de diversa intensidad, le presenta al EZLN la posibilidad de ponerse a la cabeza de éstas. Es por eso que la marcha es doblemente útil. Si en 1994 falló el levantamiento simultáneo en todo el país, ahora, con una política económica que agrava el sufrimiento societario, la rebelión social sin armas podría presentarse en varias partes.

No se puede descartar que los casi 100 grupos guerrilleros que operan en 22 estados de la República (según informa el gobierno) pueden aprovechar las circunstancias de agravamiento de las condiciones nacionales y acercarse entre sí para elaborar una postura política unificada, lo que les daría más capacidad de liderazgo. Qué haría entonces el segmento socialdemócrata del gobierno: se derechizaría, abandonaría al gobierno, o se sometería a la razón de Estado y lucharía para defender el triunfo democrático foxista, con la consiguiente participación en una guerra antiguerrillera, que podría llevarnos a la versión mexicana del Plan Colombia.

Hay muchas señales de las tensiones que está produciendo la derechización del gobierno. Hay un clima de intolerancia traducido en posturas recalcitrantes de la Iglesia --la amenaza de quema de pokemones no se puede tomar a la ligera--, que han sido adoptadas por autoridades municipales y estatales; los grupos de ultraderecha, como el DHIAC, los tecos, el MURO y el Yunque, sienten tener un espacio abierto y tolerado; las políticas antiaborto y homofóbicas empiezan a expandirse bajo el manto tolerante del Estado y las posturas radicales del panismo no dudan en enfrentarse abiertamente al Presidente. El choque del líder panista en el Senado, Fernández de Cevallos, con Fox, no es un enfrentamiento de personalidades, es de proyectos, de visión de nación y de concepción sobre el futuro nacional. Las balandronadas del gobernador de Querétaro y las amenazas de un diputado panista en Morelos muestran qué tan abiertas están las puertas para los que creen que los "nuevos valores" se deben imponer hasta con las armas si es necesario.

Si el escenario del agravamiento de las condiciones de vida se materializa, y para esto el secretario de Hacienda está trabajando con creces, el bono democrático puede convertirse en una frase afortunada y nada más, porque hasta la funcionalidad de Castañeda y Aguilar en el gabinete puede perderse.

Los ataques de Marcos han enviado el mensaje de que los ve a todos como parte de un mismo proyecto y que no diferencia entre ambos, buscaron romper los puentes con la socialdemocracia en el gabinete, restablecerlos sería, al parecer, bajo sus condiciones, cosa que puede ser difícil de aceptar para Castañeda y Aguilar, pero además puede ser de baja utilidad política para ambos lados.

La disyuntiva es muy complicada. No hay duda que es más fácil la salida del gabinete de Castañeda y Aguilar que la de Abascal y Vázquez --por mencionar solamente a dos. De hecho, ya hay señales de que se enfilará una batida ideológica contra "el canciller comunistoide", como se le menciona en el campo del secretario del Trabajo. Si esto sucede, Fox perderá terreno internacional y credibilidad entre la izquierda internacional, pero puede prescindir de estos apoyos y en cambio lanzarse en manos de la extrema derecha internacional. Recuerde usted que los tecos le dieron un doctorado honoris causa al dictador paraguayo Stroessner y pueden ofrecerle a Fox el apoyo de esa red política mundial. Las consecuencias serían nefastas.

En el fondo, la lucha es entre la extrema derecha, que está más fuerte que nunca y que tiene espacios políticos importantes desde donde intentan imponer la "revaloración" del país, y una izquierda dividida y en momentos sin rumbo aparente. El EZLN podría ser el factor de unidad que reformule los términos del enfrentamiento.

El problema no es sencillo ni la disyuntiva es trivial. Lo que está en juego es la construcción de la nación y el régimen de libertades.

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