LUNES Ť 12 Ť MARZO Ť 2001

Ť Miles abarrotaron la plancha del Zócalo en espera de la caravana zapatista

Marcos en el corazón de la selva de concreto; 4 visiones; un mismo punto

Ť En Catedral hubo misa, como Dios manda, aunque se impidió el acceso a encapuchados

Ť El gobierno capitalino estuvo atento cada hora del desarrollo de los acontecimientos

ezln-zocalo-multitud De espalda al símbolo tradicional del poder presidencial, Palacio Nacional, los ojos del subcomandante Marcos y de los comandantes del EZLN tuvieron frente a sí una gran suma de ciudadanos que ayer colmaron la plancha del Zócalo, empujando con la mano izquierda en alto y gritándoles: "šno están solos-no están solos!".

La dirigencia zapatista encontró balcones, ventanas y terrazas abiertas en los principales inmuebles que sirven de mirador hacia la Plaza de la Constitución, desde donde centenas presenciaron la concentración, dispuestos con cámaras y binoculares.

Aquello era un perfil demográfico de la ciudad de México por su asistencia heterogénea y mayoría de jóvenes, entre quienes siempre resultan más rebeldes los rostros morenos con tatuajes, estoperoles o anillos en nariz y cejas; también hay mujeres, amas de casa, familias numerosas y no tanto, las más provenientes de colonias populares y otras del sur del DF.

Desde el sur

De los primeros en darles la bienvenida por 20 de noviembre los indígenas mixtecos de Guerrero que llegaron el 3 de marzo al Zócalo tras una marcha paralela, iniciaron las gestiones para entrevistarse con Marcos.

"šYa vienen, ya vienen!", gritaban unas jóvenes que sobre los hombros de sus parejas, ondeaban banderines rojo y blanco con las siglas del EZLN. A las 14:14 horas la gente se agita, los gritos de "no están solos, no están solos", corren entre la muchedumbre convertida en marea. La respiración se acelera, crece la expectación, todos quieren colarse a la primera línea, no importa desde dónde, muchos jóvenes se paran de puntas, estiran la cabeza, la piel se les pone chinita, preparan cámaras y están listos para dispararlas sobre la comandancia que lentamente avanza sobre la plataforma de un tráiler.

A un costado, afuera del edificio de Gobierno del DF, indígenas mixtecos, tlapanecos y náhuatl de Guerrero respaldan las demandas del EZLN. Los cerca de 600 indígenas campesinos provenientes de las comunidades El Salto, Plan de Gatica, Ciénaga del Sauce, Timbre, El Limón y Chacalinitla, se ubican a un lado de su campamento, instalado con cobijas y cartones en los portales de esa sede de gobierno. Ahí, Miguel Castro, indio mixteco, dijo que son tres sus demandas fundamentales, energía eléctrica, agua y precio justo a sus productos agrícolas, que son principalmente frijol, maíz y jamaica.

Castro comentó que al llegar al DF se dirigieron al mercado de La Merced, en donde constataron que la jamaica que ellos producen se les compra a cinco pesos el kilo y tiene un precio al público de 48 pesos.

También su compañero Gaudencio Morales se incomoda con la situación que viven: "mucho Ejército ha subido a la montaña por el lado de Ayutla. Entran a nuestros huertos y se roban nuestra cañita, plátano, naranja; los cortan y se los llevan".

De espalda y de pie

Las clases sociales, enumeradas en los discursos zapatistas --oficinistas, maestros, universitarios, torneros, jornaleros-- también se mezclaron y se dieron gusto con la compra de camisetas de a 60 pesos o bien, para escoger algo más barato, mascadas, banderines, carteles, encendedores de a quince pesos y los infaltables pasamontañas.

Pocos, pero no faltaron niños y tampoco personas solas como don Caritino quien, a sus 76 años, llegó de la colonia Avante. La masa no lo inmutó. "Cómo no me iba enterar que venían, aunque no sabía la hora, pero por eso me vine temprano", dijo desde una zona muy cerca al templete ubicado justo para dar la espalda al Palacio Nacional.

Jaime Campos, El Cienfuegos de Neza, exhibió en el piso su arte: una manta de 14 rostros de los comandantes del EZLN. La mitad de su obra se le perdió en Nurio, Michoacán. Tiene la meta de dar a cada uno de los líderes rebeldes su respectiva imagen.

Iconos del poniente

Por el ala poniente, desde la estación Bellas Artes del Metro, miles de personas ingresaron al Zócalo convertidas en mensajes ambulantes, llevando en las manos libros de los escritores José Saramago, Eduardo Galeano, Mario Benedetti; en sus ropas, playeras con iconos del Che Guevara, una paloma de la paz o de Marcos.

Algunos jóvenes con los torsos desnudos, ad hoc con el clima soleado, llevaban escritas frases en la piel que semejaban tatuajes que los proclamaban "rebeldes" y "revolucionarios".

La caravana había llegado desde el sur por 20 de Noviembre y al final marcharon por Pino Suárez, en un acto al que la mayoría de los miles de asistentes entraron por Madero y Cinco de Mayo.

Organizaciones y partidos políticos terminaban de colocar sus mantas en las fachadas mientras personal del gobierno capitalino incrementaba el ritmo de distribución de agua y comida, alrededor de las 14;00 horas, en una lucha contra el tiempo pues la caravana zapatista anticipó casi dos horas su arribo.

La Iglesia al norte y el gobierno en calma

El poder eclesiástico, en el lado norte, se apresuró a las 11:30 a cerrar las puertas centrales de la Catedral al saber que la caravana zapatista había salido de Xochimilco mientras el personal de seguridad impedía el acceso al templo a encapuchados. Los más fervientes accedieron, otros preferían darse la vuelta. No obstante hubo misa, como cada domingo, como Dios manda.

En tanto el jefe de Gobierno, apegándose a su compromiso de los últimos días, permaneció al margen del arribo de la caravana zapatista. Cada hora estuvo recibiendo detalles del desarrollo de dicho acto por parte de la contralora Bertha Luján, quien encabezó a la red de mil mujeres en apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

La única declaración que al respecto hizo el mandatario local fue al llegar a su oficina para la tradicional reunión del comité de seguridad y gobierno, en donde expresó que durante los días que han permanecido en el Distrito Federal los zapatista se han conducido con responsabilidad, por lo que no había motivos para preocuparse porque el domingo ocurrieran situaciones imprevistas en el Zócalo.

MARIA ESTHER IBARRA, BERTHA TERESA RAMIREZ, RICARDO OLAYO GUADARRAMA, GABRIELA ROMERO SANCHEZ Y RAUL LLANOS SAMANIEGO