LUNES Ť 12 Ť MARZO Ť 2001

Ť La puesta interpretada por niños franceses produjo incomodidad en la embajada mexicana

Zorro, el zapato causó polémica en París

Ť Además de divertida, refleja la situación de injusticia en Chiapas, dijo un editor de Le Monde

MONICA MATEOS-VEGA

Ťzorro-el-zapato El 15 de noviembre de 1999, La Jornada había dio cuenta de la presentación de Zorro, el zapato en París. Ahora que viene a México, reproducimos algunas partes de aquella crónica de nuestra enviada:

La obra de teatro Zorro, el zapato, de la compañía Tamèrantong!, ha causado entusiasmo y polémica en París, porque es representada exclusivamente por niños franceses de entre 6 y 11 años, quienes explican de una manera divertida esa historia:

''El primero de enero de 1994, en México y el resto del mundo conocimos a unos guerrilleros 'salidos de la nada' que ocuparon muchos pueblos de Chiapas, un estado donde habita un gran número de indígenas y también uno de los más pobres de ese país, debido a la desigualdad en la repartición de sus riquezas naturales. Los guerrilleros se nombraron 'zapatistas', en memoria del ilustre Emiliano Zapata, y designaron como su vocero al subcomandante Marcos. Se sublevaron contra la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (en francés Accord de Libre Echange Nord-Américain, Alena).

''La guerrilla llamó la atención a la sociedad civil y atrajo la innegable solidaridad internacional. Después de siglos de humillaciones y explotación, los indígenas luchan simplemente por mejores condiciones de vida, por el reconocimiento de sus derechos políticos y sociales, y por el respeto a su cultura y tradiciones.

''Los zapatistas no exigen el poder, pero sí el derecho y la razón de todo ser: libertad, justicia, democracia... Todo para todos, nada para nosotros''.

Con esas palabras da inicio el espectáculo que inquietó a la embajada mexicana en París. Luego de que el periódico Le Monde anunció la presentación de Zorro, el zapato con una amplia reseña. La redacción de ese medio recibió una llamada de la representación mexicana que pedía los datos para localizar a la compañía.

''Sobre todo querían saber por qué publicamos que los soldados tenían invadido Chiapas y que el espectáculo presentaba la historia de un gobierno opresor de los indígenas, la cual había tocado el corazón de los niños actores. Les respondimos sencillamente que porque era verdad. No dijeron nada más'', comentó el periodista Stéphan Moran, redactor en jefe del suplemento Aden, de Le Monde, donde apareció a principios de octubre la foto de un niño vestido de charro que alegre anuncia: "Además de una divertida aventura, la obra es un trabajo sobre la injusticia, la libertad y Chiapas. Una pequeña revolución''.

Un día antes de la presentación en la carpa ubicada en el parque de las Cormailles, en la zona de Ivry, Tamèrantong! recibió la llamada telefónica de la embajada mexicana, ''pero sólo para pedirnos los datos exactos de nuestro calendario de presentaciones. Con todo gusto los invitamos para que vinieran a vernos, pero no llegaron a la función, o al menos no nos avisaron de su presencia hoy''.

Después de un año de ensayos y de sensibilizar a los pequeños intérpretes acerca del tema, la compañía Tamèrantong! estrenó a mediados del mes pasado Zorro, el zapato. El proyecto surgió luego de que los coordinadores del grupo leyeron en la Internet algunos de los comunicados del subcomandante Marcos. Todos sus integrantes son franceses, profesores y actores profesionales, no pertenecen a ningún comité de apoyo al EZLN, aunque invitaron a un grupo de mexicanos pertenecientes al Frente Zapatista para que diera informes durante sus funciones, en el marco del otoñal Festival de Marne.

Por la justicia

"šCucarachita, mi amor!", le dice en perfecto español el pequeño Durito francés a su novia. Luego mantendrá al público atento al explicar a su hermana Tequila que la tierra es de los campesinos, pero que a cambio de dinero el gobernador Alena va a dársela a los gringos para que pongan sus macdollars.

Advertidos siempre de que la historia que están presenciando ocurre "en algún lugar del mundo, en un país llamado México", los pequeños espectadores se conmueven hasta las lágrimas cuando los soldados (que son torpes, tontos y siempre andan en grupo por miedosos) matan a Zapatito, de tan sólo seis años, y que trabajaba como bolero.

En la iglesia de San Toto se fragua la guerra zapatista, en una noche de muertos, cuando Durito les revela a sus amigos Tacho, Ramona y Ana María que él es Zorro, el zapato, y "que la matanza de zapatito es una trampa, una provocación del gobernador que nos quiere atrapar. Tenemos que actuar con cuidado y no buscar la venganza, sino luchar por lo que nos corresponde a todos".

Al final, luego de batallas llenas de música donde finalmente se derrota a los soldados y al gobernador (siempre vestido como Porfirio Díaz), los niños actores forman un gran coro con el público para dejar claro que "los ejércitos son para dar paz y no para hacer la guerra. Por la justicia... štodos somos Zorro!".

Los niños que actúan provienen de barrios marginados de inmigrantes, donde las historias de injusticia les son particularmente significativas, señaló una de las profesoras de Tamérantong. Además de recibir lecciones de canto, improvisación teatral, danza y capoeira, cada temporada se elige para llevar a escena un tema o una historia que narre un conflicto social.

Tamérantong ha montado, entre otras piezas, Ali Baba, para hablar de la libertad de expresión, y La isla del Kra-poh, en la que se expuso la situación de los inmigrantes que abandonan sus países lanzándose en botes al mar. Las funciones son dirigidas a alumnos de escuelas tanto públicas como privadas, aunque siempre se prefiere que asistan también los padres para que compartan con sus hijos los mensajes.

Zorro, el zapato se presentará durante los próximos 12 meses en el área metropolitana de París. Sus creadores no descartan la posibilidad de conocer algún día Chiapas y trabajar con niños indígenas para montar una obra de teatro que cree conciencia acerca de la violación de los derechos humanos que se padece "en algún lugar de la selva Lacandona".