LUNES Ť 12 Ť MARZO Ť 2001

Ť La muestra de 35 obras del noruego Finn Egil Eide se exhibe en la Reyes Heroles

Más allá del color, pintura ajena a la preconcepción

finn egilMERRY MAC MASTERS

La pintura del norguego Finn Egil Eide es más emotiva que intelectual. El nativo de Sadnes es un digno continuador de la tradición de su paisano Eduard Munch (1863-1944), uno de los precursores del expresionismo. También el color le es todo. Finn ha dicho que una pintura que es definida de antemano nunca "tocará" al verdadero artista: el espectador. Unas manchas blancas pueden parecer o no unas pequeñas casas embestidas por una lluvia rosada.

No es extraño, entonces, que su primera exposición en México lleva por título Más allá del color... Con la muestra de 35 obras, efectuada en la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles, Finn pretende iniciar una itinerancia por varios países latinoamericanos aún por definir. El artista nacido en 1940 se dice impresionado con México y le gustaría trabajar una temporada aquí. Recuerda que Picasso tuvo que dirigir su mirada hace Africa para encontrar lo suyo. Aunque Finn tiene un estilo muy definido, reconoce que su pintura cambia todo el tiempo.

A pesar de la distancia, México nunca ha estado tan lejos de los pensamientos del expositor. En sus inicios, Finn leyó muchos libros acerca de diversos pintores de diferentes países. No podrían faltar los mexicanos Diego Rivera y Frida Kahlo. Pintor desde los 15 años, "paso a paso", no obstante, forjó su propia manera de pintar. Se refiere a su juventud como una época en que hizo estudios de muchos temas, al mismo tiempo que publicaba sus poemas en el periódico local.

El rostro humano, que ve como una especie de paisaje, también es motivo de su obra. Por ejemplo, si ve un hombre o una mujer de edad sentada durante mucho tiempo en la calle vendiendo algo, siente percebir esa belleza vivencial en su cara. Dice, "aunque usemos la realidad, estamos fuera de ella". Asegura: "Uno puede mirarse en el espejo o en el agua o en una fotografía, pero nunca verá su propia cara. El ser humano nunca en toda su vida verá su  propio rostro". Un florero, agrega, de romperse en 20 pedazos, y aunque sólo desaparezca uno. Es el pedazo que determina la forma.