DOMINGO 18 DE MARZO DE 2001


Entrevista con Naomi Klein

Globalifóbicosese término tan feo

Muchos la consideran una especie de gurú de los globalifóbicos. Tras la publicación de su libro No Logo, Naomi Klein se ha convertido en referencia obligada para la amplia red ?diversa, dispersa, incluso contradictoria? que da la batalla mundial contra el modelo de globalización a toda costa. En México para ser testigo de la marcha del EZLN ?como ha estado en todas las protestas recientes?, Klein juzga que los activistas de otras partes del mundo se dieron cuenta aquí de que lo "realmente radical es llegarle a la gente donde trabaja, donde vive, y creo que muchos vieron esto por primera vez, y se dieron cuenta de lo poco radicales que son"

Tania MOLINA RAMIREZ

"Nunca había visto algo como la marcha zapatista el domingo 11 de marzo", dice Naomi Klein, quien ha estado presente en las grandes manifestaciones contra el neoliberalismo: desde Seattle hasta Porto Alegre.

BRYCE DUFFYAún fresca la experiencia en el Zócalo capitalino, Naomi dice que es "muy emocionante" lo que está viviendo México, pero que también asusta porque "parece que el día de ayer ya quedó tan lejos, y decimos: '¡Dios mío!, ¡estamos inventándonos el camino!'".

A la canadiense Naomi Klein, de 31 años, la llaman "la gurú de los globalifóbicos". Y es que, tras cuatro años de investigar el tema de las marcas y las trasnacionales, su libro No Logo (No a la marca) fue publicado el año pasado, en pleno furor Seattle-Washington-Praga, y se convirtió en lectura de cabecera de los angloparlantes opuestos al neoliberalismo.

Paradójicamente, No Logo ?el cual pronto se podrá conseguir en español? también ha sido un best-seller entre los empresarios. ¿Por qué?

Recientemente, Klein, colaboradora en la publicación semanal estadunidense The Nation, y en el diario inglés The Guardian, dio una conferencia en Londres donde 75% de los presentes trabajaba en mercadotecnia. Además, ha rechazado muchas ofertas de asesorar a compañías.

Naomi envió su primer sueldo donde lo ganó a un centro de asesoría a trabajadores en Filipinas. Es una comprometida activista y, como tal, también es una de las más críticas de "el movimiento de movimientos", como ella llama a la red contra el neoliberalismo. Ha denunciado, por ejemplo, la falta de democracia dentro de las organizaciones civiles:

"No creo que le haría nada de bien al movimiento si perdiera mi capacidad crítica y me volviera una porrista", dice.

A la periodista-activista ?quien, en el último año, ha viajado por el mundo de protesta en protesta, "como fan de grupo de rock"? le gustaría, más adelante, investigar sobre "experiencias de democracia radical, local y participativa que hacen frente a la decadencia de la democracia representativa", como el gobierno de Porto Alegre en Brasil y el EZLN en Chiapas.

*La guerra de las marcas

"Una de las críticas que con más frecuencia he leído sobre Marcos es por la llamada 'industria Marcos:' (playeras, llaveros, pasamontañas, de todo). Sus críticos tratan de mostrar la imagen de un Marcos que se autopromueve, como Vicente Fox. Intentan exhibir la guerra de dos enormes egos que luchan por tiempo al aire", explica Klein.

"Pero cuando miras el zapatismo de cerca, no parece branding (una cuestión de marcas), parece folclor", dice Naomi.

La periodista explica:

"El branding consiste en darle a un símbolo un significado, eso es lo que hacen Nike, McDonalds. Lo que ahora estoy presenciando con el zapatismo es folclor vivo, donde a los símbolos se les da un significado real y las historias son contadas y vueltas a contar, y esto se enfrenta a la política Coca Cola de Fox.

"El poder de los zapatistas es que ellos han usado las imágenes muy bien. Lo curioso es que se suponía que esto no debería suceder en la globalización. Habíamos aprendido que cuando entran McDonalds, Coca Cola, y su política mercadotécnica, las culturas tradicionales pierden su poder. Aquí no ha sido el caso.

"Me impresionó ver a trabajadores de expendios de comida rápida, como a los de Kentucky Fried Chicken, en sus uniformes, salir del restaurante a la calle a saludar y mostrar su apoyo a los zapatistas. Sentí que era un triunfo enorme de la humanidad frente a la falsa cultura. Es maravilloso saber que no siempre ganan (las trasnacionales).

"El hecho de que familias enteras salgan a vitorear a un rebelde fue muy inspirador para muchos de los activistas extranjeros. Es un antídoto contra el vanguardismo, porque a veces los movimientos se traban en quién es más radical, quién tiene el discurso más correcto, y terminan dirigiéndose a cada vez menos gente y en un tono cada vez más radical.

"Pero lo que es realmente radical es llegarle a la gente donde trabaja, donde vive, y creo que muchos activistas vieron esto por primera vez, y se dieron cuenta de lo poco radicales que son, lo cual es buenísimo.

"En parte (el hecho de que diversos sectores apoyen al EZLN) creo que tiene que ver con el lenguaje incluyente de los zapatistas: son muy generosos, abren la lucha al mundo. Es asombroso ver que suceda esto con una comunidad en guerra; cuando la gente está en guerra, suele sólo pensar en defenderse, no tiene tiempo para compartir.

"Para mucha gente, el zapatismo ha llegado a representar otra manera de hacer política, que no es dogmática ni tan ideológica. Las personas quieren ser tratadas como seres humanos, no sólo como trabajadores o consumidores. Desean ser humanos integrales; tener integración entre cultura y política, construir comunidades que representen una genuina alternativa".

*La bufanda subversiva

"Las protestas en Cancún (contra el Foro Mundial Económico) casi no se dieron a conocer fuera de México, poca gente sabe qué fue lo que sucedió. Yo estoy tratando de entender qué pasó".

Lo que Naomi Klein tiene claro es que "hay una pauta de violencia creciente contra las protestas".

A este hecho se sumaría lo que el ex presidente Ernesto Zedillo llamó la necesaria cruzada contra los globalifóbicos. "Muchas personas saben en carne propia que ya existe una cruzada contra los globalifóbicos. Es una guerra. Lo vimos en Cancún... una increíble brutalidad. En Quebec, los organizadores de la reunión sobre el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas están construyendo una cerca de tres metros de alto alrededor de la ciudad, vaciaron una cárcel y trataron de desaparecer las bufandas", para que no se tapen la cara.

* * *

Ernesto Zedillo, tras acuñar el término globalifóbico en la reunión en Davos el año pasado ("¿Por qué se llaman a sí mismos los que luchan contra la globalización neoliberal globalifóbicos, si es un término tan feo?", pregunta, extrañada, Naomi), ahora vuelve al ataque:

"Estos opositores a la globalización parecen no entender que la alternativa para los trabajadores en muchos países en desarrollo, con trabajos recién adquiridos en actividades relacionadas al comercio, es la extrema pobreza".

Naomi Klein aclara:

"Sí queremos los empleos, sólo que queremos que sean mejores, y queremos servicios de salud, educación, queremos que las trasnacionales no se salven de pagar impuestos... Lo que queremos es democracia".

Naomi opina que lo que tiene que cambiar es la visión de "una u otra": o empleos en malas condiciones o cero empleos; inversión a cambio de presas del Banco Mundial que desplazan a un millón de personas sin que éstas sean consultadas o cero inversión.

"Tenemos que cambiar la visión de que para tener desarrollo no nos queda de otra mas que aceptar sus términos", concluye Naomi Klein.*