Jornada Semanal, 18 de marzo del 2001 

(h)ojeadas


El fruto de la pasión

Pedro Ángel Palou García


Elena Poniatowska,
Juan Soriano, niño de mil años,
Plaza & Janés,
Mexico, 2000.


Normalmente las biografías son trabajos fríos, asépticos, escritos por el investigador, el académico, el biógrafo, en la distancia del tiempo y del espacio, desde la seguridad de los archivos, las hemerotecas, las bibliotecas, y el biografiado es alguien que murió hace muchos años.

Creo que nada resulta más difícil que escribir la biografía de alguien a quien se conoce, es decir, que todavía vive, y a quien encima se le admira y se le ama. ¿Dónde poner la objetividad, la imparcialidad, el compromiso con la verdad, la responsabilidad ante el lector?

Escribir la biografía de un hombre vivo, autorizada o no, expone al biógrafo a riesgos mil, de los cuales el más grande es el de la reclamación del biografiado por lo que se develó o por lo que se ocultó. En estas circunstancias es casi imposible quedar bien con los lectores y con el biografiado.

Pero escribir la biografía de alguien vivo, querido, admirado, reconocido, de vida y trayectoria intachables, de obra luminosa y, todavía peor, amigo de quien la escribe, es simplemente una tarea que muy pocos pueden emprender.

Sólo alguien como Elena Poniatowska pudo arrostrar los riesgos con su pluma valiente, certera, amorosa, pero sobre todo y ante todo, apasionada, la biografía del artista Juan Soriano, Niño de mil años, que más que un trabajo periodístico, literario, de investigación o académico, es un largo y puro acto de amor, de amor por Juan Soriano y su obra, y por nosotros sus lectores.

Niño de mil años fue sin duda escrito a la luz del amor por la vida, la persona y la obra de Juan Soriano, uno de los grandes artistas plásticos mexicanos del siglo: ¿se puede escribir bajo mejores augurios un libro?

Vale la pena resaltar que Niño de mil años es una biografía-autobiografía en la cual por momentos Juan habla y Elena escribe (y no hay que olvidar lo que decía Chéjov, que quien escribe una autobiografía prepara su juicio ante el último tribunal), en otros Elena pregunta y Juan contesta, y en otros más ella cuenta y todos leemos, además de que encontramos en el libro breves reseñas críticas sobre la obra del maestro Soriano escritas por intelectuales como Octavio Paz, Carlos Fuentes, Juan García Ponce, Sergio Pitol, Carlos Monsiváis y Teresa del Conde, entrevistas aparecidas en diarios nacionales hechas por la misma Elena, y, para completar el cuadro, algunas docenas de apuntes, dibujos, fotografías, reproducciones de cuadros y la portada de algunos catálogos dedicados a la escritora.

Alguien afirmó en alguna ocasión que infancia es destino; en el caso de Juan Soriano la afirmación es rotundamente exacta. Sin duda el maestro nació para ser artista plástico, nació artista, su nacimiento y su vida así nos lo señalan y es lo que le lleva a afirmar en algún pasaje del libro que “en mi niñez está mi fuerza”. Proust decía que en toda existencia sólo importa lo que se vivió entre los cuatro y los ocho años.

Juan Soriano nació artista y ha vivido como artista y, para ser cada día más artista, a lo largo de las páginas del libro vemos transcurrir sus días, familia, amigos, amores, viajes, enfermedades, experiencias, parrandas que dejan a las canciones de José Alfredo Jiménez en simples travesuras infantiles, trabajos, aprendizajes, personajes inolvidables en la vida del artista, en fin, la sustancia de la que está hecha la existencia del artista plástico y que inevitablemente se refleja en su obra.

Además de la vida del artista, inseparable de su obra, por supuesto, el libro nos permite conocer algunas de las ideas que acerca de su trabajo plástico tiene el maestro, como cuando establece un paralelismo entre el trabajo de Elena y el suyo mismo: “Cuando pinto tengo encima una responsabilidad muy grande, porque las imágenes sí se pueden leer, sí dicen algo concreto, nada de que la gente las interpreta como le da su gana. Esta cosa que yo hago es como hablar. Pintando expreso lo que siento, como otros lo hacen escribiendo.”

Particularmente interesante resulta la descripción que el maestro hace de su relación con los artistas e intelectuales mexicanos que a partir de la Revolución Mexicana transformaron violentamente el arte y la cultura nacionales con su pensamiento y obra. Por los recuerdos de Juan Soriano desfilan, entre otros, Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer, Salvador Novo, Santos Balmori, Rufino Tamayo, Lupe Marín, María Asúnsolo, Nelli Campobello, Octavio Paz, Frida Kahlo, Jorge Cuesta, Sergio Pitol, Carlos Fuentes, José Gorostiza, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, Juan Rejano y María Zambrano, que lo describió atinadamente como “artista auroral”. “Es una serie de recuerdos especialmente preciosos para mí, que escribí mi primera novela sobre Villaurrutia y luego dediqué diez años al estudio del grupo de los Contemporáneos y su contexto histórico.”

Historia de un artista, pero también de un país que construye su modernidad, construcción en la que, como es lógico, los artistas e intelectuales juegan un papel determinante, sobre todo cuando leemos que los arriba mencionados son los primeros artistas mexicanos que sienten una violenta atracción por el mundo que palpita fuera de las fronteras nacionales y se dan a la tarea de viajar y vivir en el extranjero, no sólo para absorber lo mejor de las otras culturas, sino para estudiar desde la perspectiva que da la distancia a nuestro país y poder hacer un arte universal a partir de las raíces propias. En un curioso opúsculo, Mircea Eliade afirma que el escritor catalán Eugenio D’Ors, convencido de que el sacrificio es la ley de la expresión, quemaba cada noche vieja una página recién escrita. Una página bien llena, escrita con atención y mucho esfuerzo era inmolada en holocausto. Sobre el montón de papeles de un manuscrito, una cerilla ha encendido el fuego.

Se trata de una confesión que conmueve por la grave melancolía del sacrificio. ¿Cuántos sacrificios absurdos no hacemos todos al inmolar a la nada y al sueño tantas intenciones, tantos pensamientos, tanta generosidad? Ciertas ideas que no desarrollamos, ciertos poemas que no escribimos, ciertos cuadros que no pintamos, ciertas esculturas que no realizamos.

¿Cuántos pintores del mundo han trabajado realmente en sus horas de gracia y no como vampiros robándole horas a la vida?

No creo en la inspiración, sino en la calma necesaria para comprender; por eso creo que el artista debe confiar una parte a la espontaneidad, pero a la espontaneidad esforzada. El puro esfuerzo es terrible y su producto necesariamente infumable, la pura espontaneidad sin sentido se pierde en el juego vano. Hay que buscar ese estado de gracia en el que ningún esfuerzo se nota. Precisamente porque la formación nos ha enseñado a aceptar el esfuerzo. Creo también en el arte como terapia. La vida te agrede de tal forma que en realidad pasas la mitad de tu existencia consiguiendo un ego fuerte, una personalidad autónoma, y ocupas la otra mitad para deshacerte de él.

Más que una biografía, más que un trabajo literario, más que un ejercicio periodístico, Niño de mil años, repito, es un acto de amor, un acto de amor que debemos agradecer a Juan Soriano y a Elena Poniatowska. Al maestro por su obra y a Elena por sus libros, frutos de su amor, de su libertad, de su valentía, pero sobre todo de su pasión •
 


Fichero
LOS LIBROS QUE LLEGAN A NUESTRA REDACCION


antología

• La Babilonia de Hierro. Crónicas neoyorkinas de José Juan Tablada, edición de Esther Hernández Palacios, Col. Biblioteca, Universidad Veracruzana/unam, México, 2000, 438 pp.

ensayo

• Hombres del extranjero. Walter Benjamin y el Parnaso judeoalemán, Irving Wohlfarth, traducción de Esther Cohen y Patricia Villaseñor, Col. La huella del otro, Editorial Taurus, México, 1999, 173 pp.

• La ciudad que perdimos, Fernando Benítez, Biblioteca Era, México, 2000, 127 pp.

• Las siete cabritas, Elena Poniatowska, Biblioteca Era, México, 2000, 177 pp.

• Sentimientos de la nación, Luis H. Álvarez, Alberto Athié, Tomas Calvillo, et al., Editorial Jus, México, 2000, 184 pp.

ensayo (literario)

• Cuestiones quevedescas. Cinco lecciones, José Joaquín Blanco, Col. Asteriscos, Universidad Autónoma de Puebla/Dirección de Fomento Editorial, México, 2000, 101 pp.

• Salvador Novo. Lo marginal en el centro, Carlos Monsiváis, Biblioteca Era, México, 2000, 195 pp.

filosofía

• Hannah Arendt: El orgullo de pensar, Fina Birulés (compiladora), traducción de Xavier Calvo, Martha Hernández, Juan Vivanco y Ángela Ackermann, Serie Cla-De-Ma, Filosfía, Gedisa Editorial, España, 2000, 287 pp.

memorias

• México por Tacuba. Pasajes autobiográficos, Federico Silva, Col. Memorias mexicanas, Conaculta, México, 2000, 187 pp.

narrativa

• El libro de las pesadillas, Galway Kinnell, traducción de Jorge Brash, Col. Ficción breve, Universidad Veracruzana, México, 2000, 146 pp.

• Diario de un amor intenso, Marco Aurelio Carballo, Ed. Nueva Imagen, México, 2000, 141 pp.

• Memorias de Maurice Delzé Spruch. Ayuda de cámara del emperador Maximiliano de Hasburgo (1864-1868), Raúl Moncada Galán, Col. Novela, Amate/Instituto de Cultura de Morelos/Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Morelos, México, 2000, 254 pp.

• Sanar tu piel amarga, Jorge Volpi, Nueva Imagen, México, 2000, 154 pp.

revistas

• Crítica, núm. 84, noviembre-diciembre de 2000, nueva época, textos de Margarita Mateo, Víctor Sosa, Claudio Daniel, entre otros, Universidad Autónoma de Puebla, México, 119 pp.

• El poeta y su trabajo, núm. 1, otoño de 2000, textos de Osip Mandelstam, Eduardo Milán, Pedro Guzmán, entre otros, edición independiente, México, 96 pp.

• El Zahir, núm. 22, diciembre de 2000, textos de Vizania Amezcua, Silvia Eugenia Castillero, Teresa González Arce, entre otros, Asociación Civil Los Conjurados, México, 80 pp.

• La ciencia y el hombre, núm. 2, mayo-agosto de 2000, volumen XIII, textos de Manuel Escamilla Báez, Lorena López Lozada, Eloy Camacho Díaz, entre otros, Universidad Veracruzana, Veracruz, México, 84 pp.

• Lunazeta, núm. 6, invierno de 2000, textos de Guadalupe Ángela, Gerardo Escalante, Ariadna Lartigue, entre otros, Colectivo Luna Zeta/Conaculta, México, 48 pp.

• Psicología y salud, núm. 1, enero-junio de 2000, volumen 10, texos de Ana Lilia García Velásquez, Martha Frías Armenta, Jorge Borja, entre otros, Universidad Veracruzana, Veracruz, México, 142 pp.

teatro

• Stella con guantes rojos (teatro escogido), Yákovos Kampanelis, Universidad Veracruzana, México, 2000, 235 pp.