JUEVES Ť 29 Ť MARZO Ť 2001

Ť šNos vamos! šYa acabamos!, expresó el subcomandante Marcos fuera del recinto

En histórica sesión, el Congreso escuchó y habló con los zapatistas

Ť Beneplácito del presidente Vicente Fox Quesada Ť El PAN cumplió su advertencia

DE LA REDACCION

Ayer, 28 de marzo de 2001, 23 comandantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional entraron por la puerta grande del Congreso de la Unión para, en palabras de la comandanta Es-ther, aclarar que los zapatistas no llegaban con la intención de humillar a nadie, ni vencer a nadie, ni suplantar a nadie, mucho menos a legislar: ''Venimos a que nos escuchen, a escucharlos. Venimos a dialogar''.

Lejos pareció quedar el primero de enero de 1994, cuando México se cimbró con el estruendo del levantamiento armado indígena en Chiapas. Siete años y tres meses después, una tzotzil de los Altos estremeció las paredes de San Lázaro con su tono claro y firme: ''Al sub y a quien comparte con él esperanzas y anhelos, les dimos la misión de traernos a esta tribuna. Ellos, nuestros guerreros y guerreras, han cumplido gracias al apoyo de la movilización popular en México y en el mundo. Ahora es nuestra hora, el respeto que ofrecemos al Congreso de la Unión es de fondo, pero también de forma''.

Día histórico, nadie lo duda. Tanto que hasta las televisoras, al contrario del ninguneo que hicieron el día en que los zapatistas culminaron su marcha en el Zócalo capitalino, se volcaron con hombres y cámaras para transmitir en directo los pormenores de la jornada.

''Mi nombre es Esther, pero eso no importa ahora. Soy zapatista, pero tampoco importa en este momento. Soy indígena y soy mujer y eso es lo único que importa ahora'', dijo la comandanta del EZLN a poco de iniciar su discurso ante los legisladores y en presencia de una nutrida legión de invitados.

La decepción, para no pocos, fue la ausencia de Marcos: ''Algunos habrán pensado que esta tribuna sería ocupada por el sub Marcos, y que sería él quien daría el mensaje central de los zapatistas... ya ven que no es así. El subcomandante insurgente Marcos es eso, un subcomandante. Nosotros somos los comandantes, los que mandamos en común, los que mandamos obedeciendo a nuestros pueblos", explicó Esther.

Sí llegó Marcos, pero cuando ya la sesión en San Lázaro había terminado. Y no entró a la Cámara. Esperó a que sus comandantes, sus jefes, salieran y al rato, ante varios miles de personas, se despidió luchando contra las lágrimas que ya asomaban implacables. ''šNos vamos!... šYa acabamos!'', dijo el ausente.

A pocos kilómetros, en Los Pinos, el presidente Vicente Fox no escondió su ánimo: ''šEsto habla de la humildad y altura con la que se ha conducido Marcos''! Para Fox, la aceptación del EZLN a dialogar con el gobierno ''es un triunfo para México... es un triunfo de todos los mexicanos''. Cerca de él, el general secretario de la Defensa, Ricardo Clemente Vega García, asentía con un movimiento de cabeza, mientras Santiago Creel, titular de Gobernación, afirmaba que el mensaje del zapatismo en la tribuna de San Lázaro es ''un buen paso''.

Poco después, Luis H. Alvarez, comisionado gubernamental para la paz, y Fernando Yáñez, correo oficial del EZLN, se reunían para ir más allá de las palabras.

Unas cinco horas duró la sesión en la Cámara. Los fuegos reales fueron iniciados por la comandanta Esther a las 11:23 de la mañana. Ahí estaban ellas y ellos, figuras menudas con pasamontañas, en un recinto que, se supone, es la casa del pueblo.

En la tribuna, María de Jesús Patricio y Adelfo Regino Montes, del Congreso Nacional Indígena, sostuvieron que la autonomía que reclaman los pueblos indios de México, lejos de lesionar a los municipios los fortalece, porque ''es una forma de reconciliarnos, de que las comunidades vuelvan a encontrarse, porque los indígenas no queremos más división''. Y negaron pretender dividir a México, o que conspiren para adueñarse del petróleo y de las riquezas naturales ubicadas en los territorios indios, pero a cambio se preguntaron por qué si de sus pueblos se extrae tanto recurso natural ni luz eléctrica tienen, ni caminos pavimentados, ni sillas para los niños en escuelas que ni lo parecen.

Sólo dos senadores del PAN, Luisa María Calderón y Felipe de Jesús Vicencio Alvarez, desafiaron la orden de Diego Fernández de Cevallos de no presentarse. Con ellos estaba una veintena de diputados blanquiazules. Fueron la expresión de un partido, al menos en este tema, totalmente desorientado.

Invitado en San Lázaro, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano estimó que el presidente Fox tiene que trabajar con los diputados y senadores panistas ''que mantienen posiciones racistas, discriminatorias y elitistas'' sobre el debate alrededor de la ley de derechos y cultura indígenas. ''Espero que esto (el encuentro en la Cámara de Diputados) se traduzca en los acuerdos de paz y en los compromisos del Estado para instrumentar políticas públicas que tiendan a superar marginaciones, que reconozcan la diversidad del país, los derechos que surgen de esta diversidad y que estos derechos puedan ejercitarse cabalmente'', remató.

Pasada la medianoche, los mariachis llegaron al campamento zapatista en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Y así comenzó otra etapa que culminará felizmente si el Honorable Congreso de la Unión, la casa del pueblo, da luz verde a la ley Cocopa. Ellos y ellas, sus señorías, tienen ahora la palabra.