Lunes en la Ciencia, 2 de abril del 2001



 

Los peligros de un mal diagnóstico sobre el Síndrome por Déficit de Atención


Niños Ritalín

Juan Soto Ramírez

La prescripción del Ritalín (nombre comercial del metilfenidato) a niñas y niños que presentan síntomas de hiperactividad y déficit en la atención provoca desde hace años ácidas polémicas que ahora se insertan en el debate en torno a las llamadas causas "biológicas" de la conducta, en la búsqueda de una explicación de cómo el cerebro genera procesos como las emociones o explicar cómo se toman las decisiones. El meollo del asunto permanece en la elaboración profesional de un diagnóstico correcto: es posible que anomalías fisiológicas causen la hiperactividad y/o el déficit en la atención, en estos casos el uso del medicamento ha resultado positivo; pero también es probable que dichos síntomas sean signo del ambiente psicosocial que rodea al infante, es cuando la prescripción del Ritalín ha resultado cuestionable, pues hubiese bastado la modificación de las condiciones de vida del infante para lograr una mejoría en su conducta. Ahora la polémica llega a México, con el antecedente de que se ha llegado a acusar al laboratorio farmacéutico de crear, desarrollar y promover el diagnóstico mencionado en un esfuerzo por aumentar las ventas de su producto. Sobre este mismo tema se puede consultar el artículo de Benjamín Domínguez Trejo Ƒ"Causas" biológicas de la conducta? aparecido en Lunes en la ciencia el 15 de mayo del 2000 (Patricia Vega).  

En algunos colegios de la ciudad de México, los alumnos a los que sin ningún argumento sólido o específico se les diagnostica el llamado Síndrome por Déficit de Atención, el cual ha sido multicuestionado por organismos sociales en los países desarrollados, se les administra indiscriminada y absurdamente Ritalín e Imipramina, entre otros fármacos de nociva procedencia. Lo cual demuestra que para cualquier psicólogo o psiquiatra sin una formación reflexiva, es más fácil prescribir una droga y categorizar un "desorden" que atacar el "problema".

Más que el análisis de la interacción creativa entre profesor y alumno, tal cual se ha desarrollado en países como Inglaterra y Alemania, haciendo uso de la teoría del caos y el análisis del discurso, nuestros "profesionales" de la conducta (de tercer mundo), suministran sustancias a nuestros niños que, en vez de favorecer su aprendizaje y creatividad, los condenan a la quietud y lentitud, actitudes que la psicología moderna creía lejanas desde hace mucho tiempo.

La historia de las escuelas activas en nuestro país generó expectativas seductoras para muchos sectores de la población, entre ellos grupos de izquierda "acomodada" y de derecha ilustrada. Los mitos de la apertura democrática desde 1968 generaron imágenes radicales que sólo con un sueño se podían alcanzar: niños participativos y cuestionadores de una infinidad de aspectos que no sólo los padres sino la cultura pretendían dibujar en un anhelo civilizatorio.

Lamentablemente, la ciencia médica, en correspondencia con la ciencia mental, ha avanzado muy poco. Requiere hoy niños "pasivos", "atentos", "quietos" y "sentados" formados en la industria Ritalín.

Sabemos que la multiplicidad de voces que construyen el conocimiento, siempre colectivo, no requiere de ese tipo de niños. Sobre todo, cuando la administración de este medicamento aumenta los riesgos de daño físico y mental en los pacientes. Las reacciones adversas, sorpréndase usted, pueden ser: nerviosismo, insomnio, urticaria, fiebre, dermatitis, eritema multiforme con hallazgos histopatológicos, anorexia, náuseas, vértigo, palpitaciones, dolor de cabeza, taquicardias, arritmia cardiaca, dolor abdominal e incluso han sido reportados (raramente), casos de síndrome de Tourette y psicosis tóxica.

Pero eso quizás no sea lo más grave. Ante una sociedad veloz, niños pasivos, no parecen ser la exigencia de un mundo gris. Frente a la psiquiatría y todas las psicologías simplificadoras del estímulo-respuesta, en las que no caben los infantes creativos e innovadores, la solución más común ha sido la sanción tipificadora de la anormalidad que se mitiga no sólo con un diagnóstico clínico sino con la administración de un fármaco prescrito médicamente.

Tendríamos que preguntar si queremos un mundo con niños Ritalín asesinos y tranquilos, como los requiere el mundo globalizado, según nos lo han mostrado las escuelas estadunidenses recientemente, o niños inquietos, inquisitivos, creativos y observadores como los requiere el mundo inmediato, exigente de respuestas y soluciones locales.

La duda, la sospecha y la incertidumbre son cualidades infantiles de nuestro tiempo. A estas alturas sabemos que la mente, el cuerpo y el cerebro son una tríada, no actúan de manera separada, pero a cantidades incalculables de psiquiatras y psicólogos aún se les olvida.

Ojo, el estudio de la mente no puede reducirse al del cerebro, pero esto no quiere decir que las actividades mentales y cerebrales no estén relacionadas. Lo preocupante es que los médicos atacan los síntomas (que están en el cerebro) y se olvidan del "síndrome". No se dan cuenta que ellos han construido un objeto psicológico que quieren extirpar con bisturí y eso es muy difícil.

El autor es profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.

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Sindrome por Deficit de Atencion

El Síndrome por Déficit de Atención es un trastorno neurobiológico que afecta principalmente la capacidad de atención del individuo. Se reconoce a la herencia como un factor importante para su presencia, sin embargo, aún no se conoce exactamente su origen. Este requiere de un diagnóstico especializado, ya que por tratarse de un conjunto de síntomas, puede confundirse con otros trastornos. Sin embargo, se destacan problemas de atención como el que el niño no atienda a detalles o errores, tenga dificultad para concentrarse y se distraiga fácilmente por estímulos externos, parece no escuchar a los demás, no sigue las instrucciones y no finaliza las tareas escolares, juegos u otras actividades, tiene dificultad para organizar, evita involucrarse en tareas que requieren sostenido esfuerzo mental, pierde constantemente sus cosas o se olvida de las actividades diarias. De igual manera se presentan problemas de hiperactividad como que el menor mueve constantemente sus manos o pies, se sienta donde no le corresponde o no dura sentado lo suficiente, se da vueltas constantemente, tiene dificultades para jugar o participar en actividades en forma tranquila, actúa como impulsado por un motor, sufre de verborrea, responde una pregunta antes de que ésta termine de formularse, tiene dificultad para esperar su turno e interrumpe a los demás. Algunos de estos síntomas por si solos no quieren decir necesariamente, que el niño o niña padezcan el síndrome, ya que a veces se debe a otro tipo de problemas emocionales. Este síndrome puede ocasionar algunas veces trastornos de atención, otras veces de hiperactividad o una combinación de ambos.

Ritalín

Ritalín, nombre comercial del metilfenidato, es un medicamento que se receta a los niños con un nivel de actividad anormalmente alto o que padecen hiperactividad y/o falta de atención. El Ritalín actúa sobre el sistema nervioso central. Se estableció que actuaba sobre los niveles cerebrales de dopamina y noradrenalina, y posteriormente se descubrió que producía aumento de niveles de serotonina.


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