Lunes en la Ciencia, 2 de abril del 2001



 

Cinco propuestas para lograr un México más competitivo

Plan sexenal para la ciencia

Sergio I. Salazar Vallejo

Es necesario aclarar que para fines de esta propuesta, ciencia comprende los aspectos elementales y los aplicados, es decir, lo que algunos separan en ciencia y tecnología. Constatamos con pena que la matrícula en ciencia en nuestros centros educativos ha disminuido y las razones pueden ser muchas. Sin embargo, ya que reconocemos a la ciencia como una prioridad nacional que está en problemas, y dado que estamos urgidos de un cambio genuino en las acciones del gobierno en muchos rubros, debemos tener una iniciativa agresiva y generosa para resolver la situación actual. Nuestro plan sexenal para el desarrollo de la ciencia debería incluir, en mi opinión, estos aspectos:

sexenal-2 Mejoría significativa de los salarios. Según un documento del Banco Mundial, el poder adquisitivo de los salarios cayó 41 por ciento durante los últimos seis años y, por desgracia, los estímulos con todo lo generoso que pudieran llegar a ser, no son generalizados y han promovido más el eficientismo y la búsqueda desesperada de comprobantes y demás, para subir nuestro ingreso, que la satisfacción de realizar actividades completas e investigaciones integrales (no fraccionadas). Por lo tanto, dado que seguiremos siendo y haciendo nuestras tareas con distinta intensidad y calidad, no deben desaparecer los estímulos ni el Sistema Nacional de Investigadores, pero la relevancia relativa de la proporción de los estímulos institucionales debe reducirse y no sobrepasar un 15 o 25 por ciento del ingreso mensual. Esto implicaría una conversión de la bolsa de estímulos a la de salarios, para lo que quizá no haga falta gran dinero adicional, y luego una homologación con aquellas instancias con mejores niveles salariales, tales como el Cinvestav, en cuyo caso sí se requiere de un incremento sustancial en los salarios, ya que en la actualidad, los correspondientes a los centros SEP-Conacyt son de alrededor de la mitad de los de aquella institución.

Incremento sostenido de la inversión. Esto seguiría lo recomendado por UNESCO e implicaría, además de lo inherente en el rubro previo, la consolidación de las universidades y centros de investigación para mejorar su infraestructura y plantilla de personal, mediante la actualización de sus equipos y el incremento de las plazas para investigadores y técnicos, digamos a razón de 5 por ciento del total por año. Al mismo tiempo, es necesario promover el establecimiento y desarrollo de más centros de investigación enfocados a cuestiones regionales o a problemas específicos, de manera que mejoremos la descentralización de estas acciones, por ejemplo, el establecer centros regionales para el estudio de la biodiversidad, con suficiente respaldo para plazas y para construir edificios, así como establecer fideicomisos generosos para mantener indefinidamente las colecciones biológicas.

Monitoreo de la interacción con la industria. En EU e Inglaterra se ha notado que el conflicto de intereses genera muchos problemas, no sólo para los consumidores potenciales de los fármacos sino que también afecta la calidad de la investigación. Por lo tanto, aunque es necesario incrementar la participación de los grupos industriales nacionales y extranjeros en el desarrollo de la ciencia, debemos proceder con cautela y con una evaluación cuidadosa de las repercusiones de dicha interacción. Mientras los salarios sigan siendo bajos, los investigadores seguirán siendo presa fácil de cualquier oferta para mejorar su salario o equipamiento, y las compensaciones oscurecen nuestra actividad crítica, que es imprescindible para el desarrollo de la ciencia.

Fortalecimiento de la cultura. La comprensión del valor de la naturaleza y la preocupación por el avance de la ciencia deben integrarse a la cultura nacional. No se trata de realizar avances sueltos como el incremento de la proporción del país sujeta a cualquier tipo de conservación o de realizar programas aislados en la televisión o en los libros de texto. Positivas y todo, estas acciones no son suficientes. El gobierno y los inversionistas deben actuar como si el uso de la naturaleza y el fortalecimiento de la ciencia fueran objetivos de largo plazo y como si la responsabilidad de preservar el entorno y fortalecer la ciencia nacional fueran tareas genuinamente colectivas. De la misma manera, debemos comprender que la mayor parte de la situación nacional en salud, alimentación y educación no es responsabilidad de los investigadores o centros de investigación, sino consecuencia desafortunada de malas decisiones acumuladas o soslayadas que debemos corregir. Dicho de otra manera, no son problemas académicos sino políticos.

Reconocimiento político. El reconocimiento político de la importancia de la ciencia no puede lograrse poniendo a la ciencia en una oficina anexa a la presidencia, sencillamente porque la calidad del empeño y respaldo dependerá de la percepción del presidente en turno. Más bien, debe establecerse una secretaría para la ciencia y su estructura debe responder más a la necesidad de simplificar los trámites que a mantenernos cautivos en la Secretaría de Hacienda. Por cierto, como inercia del gobierno de Miguel de la Madrid, el escrupuloso seguimiento de nuestros gastos en viáticos y demás, visto en retrospectiva como herramienta para atenuar la corrupción nacional, ha servido de poco en comparación con la penosa falta de vigilancia en los escándalos del rescate bancario o carretero. Sería muy grato, por tanto, que el Estado mexicano dejara de considerarnos ladrones potenciales, o atendiera nuestras solicitudes como si nos estuviera haciendo algún favor. Es deseable que percibamos que disfruta nuestra inversión sostenida en tiempo y entusiasmo, durante muchos años y en medianía económica (dado el nivel de instrucción y de educación), para mejorar las condiciones actuales de educación y conocimiento científico de la población y de la nación. Es cierto que la pobreza lacera a buena parte de los mexicanos, pero la esperanza de un cambio positivo no debe limitarse a los que hemos tenido la fortuna de ir más allá del nivel universitario. Así, estos cambios deberían ligarse con similares en otras esferas del quehacer nacional, lo merecemos y lo esperamos.

El autor es investigador de El Colegio de la Frontera Sur, unidad Chetumal

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