Lunes en la Ciencia, 30 de abril del 2001



 

Compañero del desarrollo humano, hoy necesita de un uso eficaz y administrado

Nuestro mundo de papel

Enrique Serrano Gálvez

El papel ha desempeñado una función fundamental en la sociedad a lo largo de su historia. En la actualidad no sólo constituye un componente social común sino también es parte esencial de la vida cotidiana. Se utiliza para almacenar y comunicar información (impresión de libros, revistas, documentos, cartas, oficios, comunicados), para envolver y proteger prácticamente a todos los alimentos que consumimos (empaque), para cuidado e higiene personal (papel higiénico, pañuelos y toallas desechables, pañales) y en medicina (hisopos, usos médicos), entre otros muchos usos.

No obstante al avance científico y tecnológico, mediante el cual se han desarrollado productos sustitutos como el plástico (especialmente para empaque) y los medios electrónicos (telecomunicaciones y dispositivos de almacenamiento digital, como el CD-Rom), desde 1950 el uso de papel a nivel mundial se ha incrementado. De acuerdo con estudio publicado recientemente por Abramovitz y Matoon (1999), del Worldwatch Institute,"un quinto de toda la madera cosechada en el mundo se transforma finalmente en papel. La de la pulpa y el papel es la quinta industria que más consume energía en el mundo, utilizando tanta energía para producir una tonelada de producto como la propia industria del hierro y el acero. En Estados Unidos la industria del papel contribuye con aproximadamente 40 por ciento de los desechos sólidos municipales. El proceso de fabricación de papel utiliza más agua por tonelada que cualquier otro producto en el mundo. Este también produce altos niveles de contaminación del agua y del aire para hacer un producto que una vez que es usualmente utilizado es nuevamente desechado".

En cuanto al acceso al papel, existen enormes desigualdades a nivel mundial. Así, Estados Unidos con menos de 5 por ciento de la población mundial consume 30 por ciento del papel del mundo. Cada año los países industrializados utilizan en promedio 164 kg/persona (Estados Unidos 335 kg/persona/año, Japón 249, Alemania 192, Brasil 39, China 27 y la India 4). Sin embargo, el consumo esta creciendo rápidamente en algunos países emergentes: entre 1980 y 1997 el consumo en Indonesia aumento más de 7 veces, en China más de cinco y más de cuatro en Corea del Sur y Tailandia.

En la actualidad 80 por ciento de la gente en el mundo consume menos de 30-40 kg/persona/año, cantidad que de acuerdo con un reporte del Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas se sugiere como esencial para satisfacer las necesidades básicas de lectura, escritura y comunicación (aproximadamente un kilogramo de papel es igual a dos periódicos de The New York Times).

Disminuir el consumo

De acuerdo con Abramovitz y Matoon no se han materializado las predicciones de tener oficinas menos consumidoras de papel al inicio de la edad de la computadora en la década de los años 70. No obstante se mantienen aún diversas posibilidades para lograrlo. Por ejemplo, el Banco de América, el más grande de Estados Unidos, ha reducido su consumo de papel en 25 por ciento en dos años utilizando reportes y formas en línea, e-mail y fotocopias de los dos lados. También recicla 61 por ciento de su papel y ahorra cerca de medio millón de dólares al año por gratificaciones en manejo de desechos. Las compañías que utilizan internet en lugar de papel para ordenes de compra y facturas pueden ahorrar de 1 a 5 dólares por página al eliminar el papel y reducir costos de mano de obra y tiempo.

De esta manera, de acuerdo con los resultados del estudio de estos dos autores denominado Paper Cuts: recovering the paper landscape el consumo global de fibra de madera para fabricar papel se puede reducir en más de 50 por ciento a través de la combinación de un ajuste de consumo de papel en los países industrializados, un mejoramiento de la eficiencia para hacer papel y una expansión del uso de materiales no maderables reciclados. Sin duda, uno de los grandes retos de un mundo fuertemente dependiente del consumo es echar mano de una serie de herramientas para reducir el impacto del papel sobre los bosques del mundo así como reducir el uso de energía, la contaminación del agua, del aire y desechos sólidos, concluye el estudio.

En el contexto anterior, los habitantes de nuestro país estamos llamados a jugar un papel cada vez más activo empezando por cambiar muchas de nuestras formas actuales de comportamiento en el uso del papel. Obviamente también tendrá que hacerlo la industria a través de aplicar mejores prácticas de transformación de la materia prima, constituida principalmente por árboles. Es decir adoptar el principio de cuidado responsable (responsible care) presentada por la industria química.

Tampoco se debe perder de vista que el papel se fabrica a partir de diversos materiales, incluyendo fibras no derivadas de la madera tales como los cultivos especiales (pasto, cáñamo y sus variedades) y desechos agrícolas (el residuo del algodón, paja y caña de azúcar, conocido como bagazo). Estas fibras constituyen más de la mitad de la producción de celulosa virgen en algunos países como China e India. Sin embargo, en estos países las fibras no derivadas de la madera sólo pueden adquirirse en ciertas épocas del año, no se almacenan fácilmente y en general su manejo es más complicado. Mas, existe poca demanda de papel hecha de este tipo de fibras.

El gobierno federal deberá asumir un papel regulador y de aplicación de las normas ambientales que establece el marco jurídico actual en materia de niveles permisibles de impacto ambiental.

En resumen, por un lado orientar los esfuerzos todos los sectores relacionados con el consumo del papel para crear, fomentar y ampliar de manera responsable una cultura de uso racional de este producto que implique entre otras acciones procurar reciclarlo. Por el otro, hacer la producción amigable con el ambiente. Este es sin duda, uno de los grandes retos que enfrenta nuestro mundo de papel.

El autor es profesor investigador de la División de Ciencias Forestales de la Universidad Autónoma de Chapingo

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