LUNES Ť 4 Ť MAYO Ť 2001

REPORTAJE

El plagio exprés, modalidad más socorrida

El secuestro, en aumento; crece el número de bandas

GUSTAVO CASTILLO Y JUAN ANTONIO ZUÑIGA /II Y ULTIMA

La táctica era pedir millones de pesos o dólares por la liberación de un secuestrado. Eso sigue siendo igual, pero tras la captura de los peces gordos como Andrés Caletri o Los Mochaorejas Daniel y Aurelio Arizmendi, hoy en día sus cachorros pactan sumas que van de 6 a 10 por ciento de lo solicitado.

Los empresarios no son ya "los únicos secuestrables. El negocio abarca ahora al ama de casa, al estudiante, al taxista, al conductor de un camión repartidor de gas. šClaro que las sumas son muy disímbolas!", dice un alto funcionario de la Policía Federal Preventiva (PFP) dedicado a actividades de inteligencia.

A la aparición de negociadores, similares a los existentes en otras latitudes del mundo, las sumas del rescate se fueron reduciendo. Se volvió igualmente productivo el llamado secuestro exprés.

El combate a las organizaciones produjo el debilitamiento de sus estructuras y de manera simultánea el crecimiento del número de bandas.

Aun cuando en varias entidades de la República como Sinaloa, estado de México y Morelos se han creado grupos especiales antisecuestros, el número de estos actos ilícitos sigue en aumento.

Las autoridades federales han tomado medidas: la PGR creó el Grupo Yaqui; la PFP cuenta también con un número de agentes que desarrolla actividades de inteligencia y reacción inmediata.

Sin embargo, el número de denuncias no representa "ni 30 por ciento" de la cifra real.

Universidades del crimen

Las cárceles de la ciudad de México fueron el semillero. Secuestradores como Andrés Caletri, Modesto Vivas Urzúa La Víbora y Marcos Tinoco Gancedo El Coronel se convirtieron en los maestros.

En las cárceles del Distrito Federal conocieron a sus lugartenientes, se entrenaron, recibieron apoyo del exterior, crearon e impusieron sus reglas, planearon fugas y dieron origen a organizaciones criminales que, en principio, se dedicaron al asalto de bancos y luego al plagio.

Así, el penal de Santa Martha Acatitla, los reclusorios preventivos varoniles Oriente, Sur y Norte se convirtieron en las universidades del crimen.

Las entidades más asoladas por esta actividad desde 1992 son: estado de México, Morelos, Puebla, Guerrero, Michoacán y el Distrito Federal, según informes confidenciales de la Policía Federal Preventiva (PFP) en poder de La Jornada que reconstruyen, paso a paso desde 1981, el embrión, nacimiento y desenlace de las "principales bandas de secuestradores en México".

Cada nombre en ese documento es una hebra con una historia delictiva que se entreteje con otras en diversos penales, que se convirtieron en facultades del delito con un tronco común y diversas especialidades.

La industria del secuestro llamó la atención de las autoridades hasta 1994, cuando el plagio de personas había tomado auge en Morelos, Guerrero, Michoacán, Puebla, Distrito Federal y estado de México.

Esto es, seis años después de que Caletri y Ríos Galeana unieran sus bandas; y a cuatro de distancia de que Daniel Arizmendi iniciara su carrera.

Las cifras oficiales del Sistema Nacional de Seguridad Pública registraron, entre 1995 y 1997, más de mil secuestros denunciados. Para entonces la banda de Modesto Vivas Urzúa La Víbora ya teníaŤsecuestradores-pgjdf-1 en su haber más de 30 plagios y operaba en la zona centro del país.

En 1996, las organizaciones que se conocían eran la de La Víbora, la de Caletri, la de Luis Canchola Sánchez y una más encabezada por Liborio Colín Zúñiga. Todas ellas tenían como centro de operaciones el estado de Morelos, donde las autoridades parecían no darse cuenta del fenómeno.

Para 1997, la PGR calculó que estas bandas habían obtenido más de 30 millones de dólares en ganancias. Había surgido una nueva organización, ésta operaba en los estados del norte del país y era dirigida por Alonso Avila Palafox, El Loncho, responsable, entre otros plagios, del de Vicente Fernández hijo.

Los montos solicitados por los rescates eran en millones de dólares. Por Vicente Fernández hijo se pagaron 2.5 millones de dólares y por el empresario de origen chino Chun Yin Gun se entregó un millón de dólares, por ejemplo.

El 10 de diciembre de 1997, la PGR ofreció 5 millones de pesos por la captura de los hermanos Arizmendi, cuando la sociedad se cimbraba por la sucesión de secuestros ocurridos a cargo de esa banda.

Para 1998, cuando Daniel Arizmendi López fue detenido, junto con 33 integrantes de su banda, se le aseguraron 48 millones de pesos, un millón 328 mil 399 dólares y mil 821 centenarios. Conformó una de las organizaciones más sádicas y peligrosas. A la mayoría de sus víctimas les cercenaban el pabellón auricular y lo hacían llegar a los familiares para obligarlos al pago del rescate.

A la organización de Los Mochaorejas se le atribuyen 21 secuestros. Pero los secuaces que no fueron capturados continuaron operando, a grado tal que Carlos Arizmendi Suárez, de 10 años y sobrino de Daniel Arizmendi, fue secuestrado por quienes fueron sus cómplices.

El director del Grupo Antisecuestros, Armando Martínez Salgado, quien fue detenido en febrero de 1998 por haber ordenado que sus subalternos mataran a golpes a un presunto secuestrador, fue investigado y se encontró que protegía a las bandas de Caletri y los hermanos Arizmendi.

El 21 de febrero del año pasado cayó Andrés Caletri López. Las autoridades no han podido cuantificar el número de plagios que realizó.

En ese mismo mes, en una operación coordinada de la PGR y la Procuraduría del Distrito Federal, se logró la aprehensión de Marcos Tinoco Gancedo El Coronel. Su organización se distinguía porque los miembros de esta banda utilizaban uniformes semejantes a los de la Policía Judicial Federal y amedrentaban a sus víctimas con enviarlas a prisión por estar vinculadas con el narcotráfico y realizar operaciones de lavado de dinero.

Cuando el pago del rescate se prolongaba, cercenaban el dedo meñique de sus víctimas y lo hacían llegar a los familiares. Los rescates que exigían oscilaban entre 350 mil y 6 millones de pesos.

Para entonces, igual que en el Distrito Federal, en otras ciudades importantes del país el secuestro exprés, definido "como aquel que llevan a cabo integrantes de organizaciones criminales de una manera extraordinariamente rápida, tanto en la negociación de la liberación de la víctima como en el pago del rescate", había tomado auge. Las cantidades exigidas se estiman "moderadas para que se concrete con rapidez".

En la ciudad de México, la mayor banda era encabezada por Juan José Balbontín Bolaños, un ex agente de la Policía Judicial Federal. Esta organización criminal perpetró más de 50 secuestros exprés.

Uno de los plagios más sonados fue el que concluyó con la muerte de Juan Carlos Sánchez y Sergio Camposterga Cruz, familiares del ex subprocurador A de la PGR, Everardo Moreno Cruz.

La banda de Bolbontín Bolaños se distinguió por la violencia que ejercía al detener a sus víctimas mediante un cerrón al vehículo en que viajaban e inmediatamente los amedrentaban y los despojaban de sus pertenencias. Si detectaban tarjetas de crédito, acudían a los cajeros automáticos para disponer de dinero en efectivo. En ocasiones retenían por más tiempo a sus víctimas y exigían rescate para dejarlas en libertad. Si los familiares de éstas no aceptaban sus pretensiones, asesinaban al plagiado.

Aunque algunos de los principales dirigentes de bandas de secuestradores purgan condenas en el penal federal de La Palma por más de cien años, como es el caso de Daniel y Aurelio Arizmendi López, en realidad estos delincuentes tienen una deuda social impagable.

Mercancía humana

Las cantidades pagadas por la liberación de las personas plagiadas, aunque no en todos los casos, han disminuido, pero la violencia sobre las víctimas no. El desmembramiento de las principales organizaciones de secuestradores ha dado origen a múltiples bandas, las cuales han incluido en su modo de operar el cobro en especie como automóviles, joyas e incluso vales de despensa.

Informes oficiales de la Policía Federal Preventiva indican, por ejemplo, que el 14 de enero del año pasado fue secuestrado un individuo en la ciudad de México por quien exigían un millón de pesos. Fue liberado el mismo día, previo un pago de 300 mil pesos, más la factura de automóvil modelo Golf, en el cual fue interceptada la víctima.

El 7 de febrero fue plagiado en la ciudad de México un estudiante por quien los secuestradores exigían 4 millones de dólares. Después de 52 días de cautiverio se pagaron 688 mil pesos por su rescate, más mil 500 pesos en vales de despensa, tres centenarios y dos relojes.

El sadismo como práctica de amedrentamiento y presión sicológica a víctimas y familiares tampoco ha sido eliminado por los secuestradores. Para los plagiarios, el secuestrado es una mercancía y es tratada como tal.

El 14 de febrero de 2000, un empresario capitalino fue plagiado. Los captores exigían por su liberación 10 millones de dólares. Tres días después los secuestradores aceptaron 3 millones de pesos más joyas. Pero él regresó a su casa sin el dedo meñique de una de las manos.

Las cantidades pagadas por la liberación de las víctimas tampoco, en todos los casos, han disminuido, aunque siempre son menores a lo exigido. El 16 de marzo del año pasado fue plagiado otro empresario por quien exigieron 5 millones de dólares. Fue liberado el primero de abril después de que se pagaron 6 millones 900 mil pesos.

Cuando ocurre un secuestro, la actividad diaria y la vida familiar se resquebraja. Aparecen dificultades para dormir, para concentrarse, para comer. Generalmente la memoria y la concepción del tiempo se alteran y hasta los detalles más obvios se olvidan.

La normalidad, la tranquilidad y el equilibrio de la familia desaparecen. Los parientes del secuestrado no saben cómo asumir su nuevo papel familiar, laboral y social.

El secuestro trae consecuencias de todo tipo: la pérdida de la vida cuando no se llega a un arreglo con los plagiarios, o de la vivienda, del desempeño laboral, profesional, del protagonismo familiar, e incluso, el cambio de ciudad o país, cuando han sido liberados.