VIERNES Ť 8 Ť JUNIO Ť 2001

ENTREVISTA

Martha Ofelia Galindo, actriz de teatro y televisión

"Me deprime el trato que se da a la gente mayor de 60 años"

Lo mismo en la vida teatral de las puestas memorables de Clementina Otero en Bellas Artes y de Héctor Azar en el Foro Isabelino; en el teatro político de los 70; en las célebres tandas de Enrique Alonso; en la comedia y en la telenovela, Martha Ofelia es amor al oficio y oficio de amar

ROSA ELVIRA VARGAS

Si todas las vidas caben en la vida de un actor, Martha Ofelia Galindo lo patentiza en las variadas facetas de su trayectoria escénica y que pueden medirse entre el extremo teatral de una sin par Inmaculada, de Héctor Azar, hasta el televisivo, aquél que busca sólo risas, en una maestra despistada, gritona y pegalona como Canuta, en la serie semanal Cero en conducta.

Inmaculada1Con ella no hay capas sobrepuestas que ir quitando para descubrirla, está ahí con su fuerza histriónica, su dominio escénico y la potente voz que llena cualquier espacio fuera y dentro del escenario, con la que igual regaña que acaricia y eleva juicios rotundos. Historia y presente.

Porque lo mismo en la vida teatral de las puestas memorables de Clementina Otero en Bellas Artes y de Héctor Azar en el Foro Isabelino; en el teatro político de los 70; en las célebres tandas de Enrique Alonso; en la comedia y en la telenovela, Martha Ofelia Galindo es amor al oficio y oficio de amar.

Con La Jornada abre sus recuerdos en la actuación. Los (y nos) toma de la mano con la misma vehemencia que reivindica su militancia en la izquierda y descree del gobierno de Vicente Fox como antes lo hizo de los regímenes priístas. "Estoy totalmente deprimida; siento que vamos para atrás. Estos conflictos que hay, las declaraciones de (Carlos) Abascal, la ley indígena, la cosa fiscal...''.

Por esas va cuando de pronto suelta una, podría decirse, dolorida carcajada y expresa fuerte: "Lo que más me pesó es que vendieron mi banco. ¡Fíjate! Yo me quedaba en Banamex porque con aquel orgullo que decía 'es el único banco mexicano' y ¡sopas de perico! Que en la noche veo el noticiero que ya lo vendieron. Siento que la situación está muy mal''.

" Y lo que me aterra más es que vienen sexenios, prometen cosas y los pobres siguen más pobres, los niños no comen, no hay educación, no hay una vivienda digna. Todo eso me deprime mucho''.

El teatro de antes

No se dio con Martha Ofelia Galindo una charla de cronología precisa, aunque sí muy rica en remembranzas, en saberes y convicciones.

-¿Cuál era el estilo de teatro político que ustedes hacían? ¿A qué necesidades obedecía?

-Se componía de parodias, de canciones, de situaciones, de lo que sucedía en México en el día a día, porque trabajábamos de lunes a sábado. Era un estilo de teatro-bar que comencé a hacer en La Edad de Oro con Oscar Chávez.

-¿En qué años fue esto?

Estamos hablando de los 70. Después inauguramos el Bar Guau, también un show político-musical muy fuerte.

-¿Quiénes lo hacían?

-Habíamos muchos. En La Edad de Oro encabezaba Oscar Chávez; estaba Gilberto Pérez Gallardo, Lupe Vázquez, Mario Ardila, Armando Pascual. Luego estuvo también María Luisa Alcalá y un actor muy importante, Ernesto Gómez Cruz. Se rolaban huéspedes y yo era de base.

Y en el Guau tuvimos actores como Fernando Luján, a Jesusa, a Isabel Benett, a Mauricio Herrera. Ahí nos conocimos Ernesto (su compañero) y yo. El entró de pianista mucho después. Ahí duré como cuatro años.

-¿Cuánto tiempo hiciste este género teatral?

-22 años.

-¿Venías de hacer teatro universitario?

-Totalmente. (Y se ríe con malicia).

-¿Con el maestro Héctor Azar?

inmaculada2-Sí, sí, sí. Mi carrera... mi maestro Azar es costal aparte. Lo considero la persona que me formó como actriz y como ser humano. Aunque también hay una parte muy importante de Clementina Otero sobre mi niñez. Debuté en Bellas Artes a los seis años con la compañía de ella y de Fernando Wagner. En ese tiempo los actores que encabezaban, los grandes pues, eran Amparo Villegas, Francisco Jambrina, José Luis Moreno padre, Maruja Grifel, Paco Astol, Fernando Torre Laphame y Patricia Morán, que era una de las damas jóvenes. Y los niños éramos: Miguel Angel López, Jorge Landeta, Héctor Gómez, Las Pipas, que son Alicia Rodríguez, Azucena y Gloria.

Cuando empiezo, obviamente mi aprendizaje es sobre las tablas; ese fue el trabajo muy arduo de Clementina. Después me desligo totalmente del teatro por 15 años, a la muerte de mi madre. Me voy a Mazatlán con mi madrina Lupita Castro. Ella tenía una academia de baile, pero de repente se le ocurre irse a Estados Unidos a poner un estudio allá y me voy con ella".

-¿Y qué pasó?

-Había un grupo de mexicanos que el 15 y 16 de septiembre nos vestíamos de chinas poblanas y gritábamos "Viva México'' y que esto y que lo otro. A un inquieto le gustaba el teatro, pero yo nunca abrí la boca de que había sido actriz ¡jamás! Me había quedado un sabor amargo y de esas cosas que le tomas rechazo al escenario.

Por entonces -hablo de fines de los 50, principios de los 60? Bellas Artes hacía un concurso de teatro y el premio mayor era venirse a estudiar al Avituario, unos cuartos como de ghetto que todavía existen y hoy son oficinas, arriba del Auditorio Nacional.

Te daban 400 pesos de beca y vivías en unos cuartos con litera. Asistías a la escuela de Arte Teatral de las cuatro a las diez de la noche y si reprobabas una materia te quitaban todo''.

-¿Y ganas el premio?

-Espérame tantito. Para entonces ya estaba divorciada, tenía una hija (Nina Galindo, la cantante de blues) y trabajaba en Los Angeles en una fábrica. Participaba con ellos porque realmente lo mexicano nunca se me quitó. No me nacionalicé estadunidense a pesar de tener la oportunidad pues siempre había una leve esperanza de volver a México.

A este señor, que no me acuerdo cómo se llamaba, se le ocurre hacer una obra de teatro para representar a los mexicanos de Los Angeles y empiezan a ensayar una obra llamada La hermana de su mujer. Yo era ayudante de 'tráeme el café', esto y lo otro, porque nos cooperábamos para hacerla.

Total que como tres semanas antes, la dama joven hace un berrinche y nosotros ¡con el heroico compromiso de representar a México! Nadie había en la compañía de la edad para el papel más que yo. Y él me dice: Oye Martha Ofelia, pues tú. Y respondí: no, no, yo paso; verdaderamente yo paso, yo no. Pero la verdad es que me remordía la conciencia porque yo sabía actuar. Y pues que me endilgan el papel.

Estrenamos en Los Angeles y fue muy bueno. Pero entonces éste se movilizó y dijo: Quiero entrar al concurso nacional de teatro. Nos pusieron a competir en Mexicali. ¡Y que ganamos la plaza! ¡Y que gano el premio nacional! Entonces me vine, regresé aquí en 1963.

-¿Qué te removió volver?

-Muchas cosas. Me daba un pánico tremendo pisar un escenario. En clase estuve muy tímida hasta que me exigieron los maestros que me subiera. Era un cambio total. No es igual actuar divirtiéndote cuando eres niña a cuando ya tienes responsabilidad. Y además, totalmente impreparada. Me rencuentro con Clementina Otero que era la directora de Arte Teatral en Bellas Artes. Yo era una piedra y le dije: me voy a regresar; no sirvo para esto... Ella me mandó a la biblioteca, me puso tarea y me fue abriendo los ojos. Pasé ahí cuatro años. Tengo licenciatura de teatro de Bellas Artes.

Del 68, recuerdos amargos

-¿Llega entonces el encuentro con Azar?

-Entré con el maestro Azar en el 68, cuando inaugura el Foro Isabelino que estaba en Sullivan y que hoy lo tienen hecho una verdadera desgracia. Hubo un pleito terrible con los de CLETA tiempo atrás y se lo quitaron al maestro ¡Para tenerlo como lo tienen! Ahí hice cosas muy importantes: La higiene de los placeres y Dolores, Zusanca, Juegos de escarnio, Juegos de masacre...

-¿Cómo vives el 68 artística y políticamente?

-Políticamente, pues muy activa, muy, muy activa. Hay una compañera, Selma Beraud, que estaba mucho más comprometida, pero a mi nadie me puede contar nada del 68. Nada. De las marchas y de la matanza del 2 de octubre. Yo lo vi, yo estaba.

-¿En Tlatelolco?

-No, fuimos a Tlatelolco después, a buscar a una compañera al salir de la función de Juegos de masacre... No sé si te podré contar esta anécdota. Ibamos una compañera de apellido Morales, que tenía carro, a buscar a otra que sí había ido a la marcha. Cuando llegamos eran como las 23:30. No nos dejaron pasar y nos fuimos por las orillas, por las calles de Tepito. Veías los camiones volteados, el Ejército, todo el tiradero de zapatos, de ropa y la sangre chorreando del Chihuahua. Eso yo lo vi.

Veníamos por la lateral y vimos a un muchacho que nos hacía señas. Fíjate cómo seríamos de inconscientes que lo subimos al carro. Se metió y yo me senté encima de él que iba agachado. Creo que estaba golpeado, porque yo sentía algo húmedo. Nos detiene un soldado y ahí si ¡yo sentí que me moría! Y, exactamente, me oriné encima del pobre cuate.

Salimos y ya no nos paramos nunca. A él le dejamos, calculo que más allá de Mixcalco, porque perdimos el rumbo. Estábamos muy asustadas. Nunca supe quién era, porque cuando vimos que podía salir, ¡Pélate!. Ni él supo quienes éramos. Fue una experiencia muy dura; todavía me trae recuerdos muy amargos.

Y cuando a mí me salen con que se murieron 30, pues dices ¡no! Tengo la impresión que todos los presidentes que me han tocado, viven en Dinamarca. Dicen que todo está bien y tú ves el caos. A mí no me pueden contar. Tuvimos represiones con el teatro universitario que hacía el maestro Azar'.

-¿Qué tipo de represiones, con qué tipo de obras?

-Con las obras sí debíamos tener cuidado. Recuerdo que estábamos en el Foro Isabelino y junto había un hotel que todavía se llama Compostela. Yo no sé cómo corrió el rumor de que ahí había líderes del 68 cuando la cosa estaba en su apogeo. Había una tienda de abarrotes, pegada al teatro y de ahí venían Lilia Aragón, con esta niña Morales, que eran altas y unos cueros, y otros compañeros, entre ellos César Arias.

Unos tipos que estaban en un camión y que luego supimos eran guaruras, les dicen adiós mamacitas. Uno de los muchachos les reclamó: no le digas así; piensa en tu mamá, en tu hermana. ¡Y se ha armado una bronca! Me acuerdo que estaban agarrando a César dos de ellos. Yo llegué y me le colgué a César. No sé como lo hice. Fue la rabia. Me le colgué a César. Entonces, chas, chas ahí en dónde te platique a los dos tipos.

En ese momento apareció el maestro Azar hecho una furia. Y dijo: ¡Atrás todo el mundo; vámonos adentro!.

Cerró las puertas del Foro Isabelino. Resulta que el que mandaba todo eso había sido alumno del maestro pero ya habían golpeado a los muchachos. Sacaron a Eduardo Ruiz, hoy director de teatro, al que le habían abierto la cabeza. Azar lo sacó con un valor increíble él solito, solito.

"Héctor Azar, un señor muy valiente"

galindo_ofelia1A todo el viejerío y a todos los hombres nos metieron y cerraron las puertas del teatro. Eran como las 11 de la noche y el maestro no regresaba. Nadie podía salir, porque ya estaba afuera el Ejército. El fue y habló, lo que tu quieras. Salimos pasada la medianoche con todos los soldados enfrente. Yo nunca he visto un señor que actúe de esta manera; era muy valiente.

Yo duré con Azar como 12 años. Del Foro Universitario nos fuimos al teatro Caracol, que ya no existe y luego al Cadac. De ahí salto, relativamente, a lo comercial, al teatro Hidalgo y Gilberto Pérez Gallardo me convidó al teatro-bar que estaban haciendo en La Edad de Oro.

Era muy chistoso porque cuando empiezo ahí, encuentro a mucha gente que había visto Inmaculada y ahora me veía aparecer con un par de maracas. De ahí seguí ya con teatro comercial y teatro bar.

En cierta parte fue también una necesidad económica; tenía que trabajar tarde, día y noche para sostener a mis hijas. Se viene el movimiento del SAI (Sindicato de Actores Independientes). Había hecho cuentos con Enrique Alonso y ahí nos conocimos realmente.

También hacía tele, de extra; de las que decía: 'la cena está servida'. En lo que podía me metía. Empecé en la televisión en Televisa Chapultepec, desde los 60 cuando estaba todavía estudiando, iba a extrear.

Estoy muy agradecida con Televisa, eso si te lo puedo decir. A pesar de que entré de extra, esa empresa siempre me brindó apoyo, hasta la fecha. Reconocen mi trabajo. Podrán decir de Televisa lo que quieran pero yo le estoy muy agradecida. Eso que ni qué".

-¿Y cuándo llegaron las tandas?

Cuando estaba en el Guau a Alonso se le puso la idea de hacer Dos tandas por un boleto. Ahí estuve cuatro años. Nunca me he estacionado en una sola cosa, una telenovela y una obrita de teatro y obviamente... las pastorelas de Sabido que hago hace 37 años.

-Visto desde fuera en realidad has hecho lo que has querido, como has querido. ¿Te faltaría algo, querrías más teatro?

-Quisiera hacer más teatro. Añoro la época universitaria, pero desde que el maestro Azar se separó de la universidad... desgraciadamente en mi país todo funciona con clanes. Azar estaba peleado con fulano, con perengano, con sutano y yo era actriz azariana. Entonces estaba fichada, nadie me llama de teatro universitario. Cuando volvimos a hacerlo fue porque la UNAM presentó una temporada de directores exitosos desde los 60. Estaba Mendoza, Margules, Azar y volvimos a hacer Inmaculada, después de 20 años.

-¿En que año fue esto?

Creo que en el 94, en el Ruiz de Alarcón. Me acuerdo que nos decían los dinos. Y fue uno de los estrenos más exitosos que he tenido. Es un teatro muy grande y había gente sentada delante de las butacas. Pienso también que era por el morbo de ver si podía decir el parlamento como hacía 22 años.

"El país no tiene memoria"

"Y lo que me di cuenta es que cuando la hice por primera vez, no estaba ni siquiera en edad. Claro, cuando ves las cosas dices: '¡Uh, que estúpida! Debí dar este matiz... Fue muy gratificante, muy emocionante. Como ves, Azar siempre viene a mi mente y a mi corazón, porque esa época de teatro ya se cerró.

-¿Hoy no te buscan, no te llaman para hacer teatro?

-Cuando me preguntan "¿por qué no hace cine?" ¡Pues porque no me llaman! No, ni siquiera a audición. No soy de las actrices que por tener una carrera hecha diga ¿Yo? ¡¿Hacer una audición? Estoy dispuesta, pero no me llama nadie. Me ofrecen teatro comercial, pero he hecho demasiada televisión y como que te ubican en cierta cosa. El país no tiene memoria, pero yo me considero privilegiada, aunque suene petulante, porque la gente me reconoce por teatro universitario, por pastorelas, por televisión...

Además, me deprime el trato que se da a la gente que llega a los 60 años. A los que no tienen techo ni trabajo, el gobierno debería poner paredones y matarlos a todos. Ve, a una persona de esa edad ya no le dan trabajo, no le dan crédito, no puede comprar un seguro médico. Es angustiante. En México, desgraciadamente ya a los 35 años no sirves para nada.

-¿Además de mucha popularidad, qué te deja la televisión?

-Muchas satisfacciones. Cuando haces un buen trabajo, estés donde estés la gente lo reconoce. Y eso me ha pasado con Canuta. Si analizas el personaje pues es un sketch. Canuta ha ido creciendo con la ayuda de Jorge (Ortiz de Pinedo). Lo que más valoro es que la gente se tome la molestia de pararte en la calle para decirte cosas que hasta te ruborizan. Eso es lo que te deja un buen trabajo y me pasó también con telenovelas. La gente no es tonta, sabe cuando hay actores, cuando se entregan a una profesión, cuando le tienes mucho respeto y te lo agradece.

Cuando Jorge me invitó a hacer el papel me dijo: vístete como quieras. Entonces me le vestí como yo vi a la maestra. Cuando él me vio, exclamó: "¡Ay, es maestra rural!''. Y de ahí creció Canuta. La pensé como una maestra regañona.

Ahora, Jorge es excelente compañero; hace perfectamente el papel de niño maldoso y travieso. Yo le pico los ojos, le jalo el pelo, le hago cosquillas, le jalo el cachete. Jamás protesta, coopera. Empieza una improvisación y yo la sigo realmente, porque yo soy su patiño. Ese es el papel de la maestra, aparte de ser víctima ahí, de todo. Se ha hecho un buen equipo para tener éxito; el programa es únicamente para divertir.

-¿En una actriz con tu trayectoria teatral hacer este tipo de televisión no va en desdoro de aquella?

-A la televisión la veo con un respeto y una entrega igual a la que puedo tener en Bellas Artes o en un Granero. Para mi es lo mismo, es un trabajo que me dignifica. Es otra línea, otro estilo, otro género, pero soy yo la que está haciendo el trabajo. Le tengo respeto y agradecimiento a la televisión. ¡Totalmente! Y no desmerece del teatro porque no puedes comparar Inmaculada con Canuta. Son dos géneros, dos escenarios diferentes, pero igual de válidos y de importantes para mi.

-Pero tú no has ubicado a Canuta como un personaje que se va a quedar para siempre...

-No, no, no. Tampoco pienso en eso. Canuta es muy exitosa, pero algún día acabará como pasa con todos los personajes. No puedo quedarme en un personaje porque soy una actriz que maneja los géneros, el que quieras, además canto y medio bailo. Hay personajes o hay actores que son tipos, yo no; soy actriz en general. Yo no sé si eso marque alguna diferencia porque hay actores de tipo muy exitosos, Cantinflas, por ejemplo y también les tengo mucho respeto.

"Ningún cambio"

-Tú no votaste por Fox y tampoco le tienes confianza ¿Cómo ves las cosas en su gobierno?

-Hasta ahorita no he visto nada. Que digas tú pues bueno, creo que sí va a cambiar algo. No, no veo.

-¿Y eso refuerza tu convicción política hacia la izquierda?

-Pues sí. Ahora, también te digo, el partido al que pertenezco (el PRD, aunque no lo cita por su nombre) veo que tiene muchas fallas. Siento que en lugar de estar peleando en los cimientos, porque yo estuve desde con Heberto Castillo (simpatizante del PMT) hoy como que pelean más la gloria, el hueso, que preocuparse realmente por los problemas. Siento que hay muchas fallas pero de todas maneras sigo siendo del partido ¿me entiendes?

-Has dicho otras veces que en Bellas Artes ya no se hace teatro...

-Absolutamente. Ni saben que lo tienen. Aquí todo es por sexenios. Bellas Artes no hace teatro, y se llama Teatro de Bellas Artes. Se hace ópera, ballet, conciertos, conferencias, lo que quieras, pero no hay una temporada de teatro. Ahora, yo sé, los actores siempre estamos algo relegados, pero yo trabajé siete años de mi niñez en teatro infantil y cuando regresé a estudiar me eché ahí otros tres años con el teatro escolar.

Todos los homenajes que quieras me los he echado en Bellas Artes, pero nada más. Una temporada de teatro, no sé hace cuántos años, no se ha hecho ahí.