MIERCOLES Ť 13 Ť JUNIO Ť 2001

Ť Entrevista con el director de la Filarmónica de NY en exclusiva para La Jornada

Materializar los sentimientos, ése es el instante de la poesía en la música, expresa Kurt Masur

Ť Leyenda viviente del arte sonoro que hoy se despide del público mexicano

Ť El próximo año asumirá la titularidad de la Orchestre National de France

PABLO ESPINOSA

Una de las mejores orquestas del mundo, la Filarmónica de Nueva York, se presentará esta noche en la mejor sala de conciertos de América Latina, la Sala Nezahualcóyotl. La celebración es múltiple: será el primer punto de la gira latinoamericana del conjunto neoyorquino, al mismo tiempo que formará parte de los festejos por el 25 aniversario de ese recinto universitario.

El máximo acontecimiento cultural de este año en México lleva el signo de la despedida, pues será la última vez que el público mexicano vea a esta leyenda viviente que es Kurt Masur empuñando la batuta neoyorquina, ya que concluirá su contrato al término del siguiente año, cuando volará a París para tomar la titularidad de la Orchestre National de France y también para convertirse, según él mismo anuncia, en ''director free lance".

La Filarmónica, como es conocida por su público en el mundo, se presentó por vez primera en México el 15 de junio de hace 43 años, con dos leyendas a la batuta: el entonces joven maestro Leonard Bernstein y el insigne patriarca musical Dimitri Mitropoulos. La orquesta que dirigió durante años gloriosos Gustav Mahler a principios del siglo XX, estuvo por última vez en nuestro país hace exactamente cuatro junios, con Masur en el podio. En este nuevo junio, el maestro alemán conducirá la maestría de sus músicos hacia el instante poético con partituras de Schumann y de Bruckner. En su retorno y despedida, el maestro Kurt Masur concedió una nueva entrevista a La Jornada:

-ƑCuál es la verdadera causa de su separación de la Filarmónica?

-Se debe a que algunos miembros de su directiva así lo han decidido. La disposición establece que un músico no debe durar más de diez años en ella. Es un lapso corto, pero no hay alternativa. Lo que voy a hacer ahora es ir a orquestas con las que pueda experimentar el mismo espíritu de ésta. Desde luego que ninguna de ellas posee la maestría de la Filarmónica, pero tienen la misma calidad interpretativa, el espíritu vivo. Si de mí dependiera, jamás dejaría la Filarmónica de Nueva Yok. Esta orquesta me ha hecho inmensamente feliz.

Restaurar la confianza de los músicos

''Recuerdo -prosigue Masur- cuando llegué, hace diez años, no faltaban los problemas; mi reputación ante los músicos era la de un director feroz (killing conductor, dice Masur), que iba a causar renuncias, el temor de no tener noción de la responsabilidad ante el público. Nada de eso era cierto. Lo que sucedía era que la orquesta abrigaba un cierto sentido de frustración, pues eran conscientes de que habían construido su belleza, pero que ésta no era suficientemente honrada, reconocida. Y es normal si como integrante de una orquesta cada vez que tocas un programa te dicen: muy bonito, pero no es suficientemente bueno y además llegaban orquestas de otros lugares a Nueva York y la gente decía qué bien tocan, lo hacen mejor que la Filarmónica. Era frustrante. Cuando advertí que eso sucedía en la orquesta cuando llegué a ella, me propuse como meta principal restablecer el orgullo de ser miembro de la Filarmónica, de unir a los individuos, de hacer contacto estrecho con el público, que la gente viera a sus integrantes no como un grupo sino como individuos. Eso fue lo más crucial del trabajo que emprendí, me esforcé por acercarla al público. Lo más apasionante fue convencerlos a todos del gran solista que estaba sentado en su silla, de que el último de la fila podía tocar tan bien como el primero, que nadie necesitaba ser la estrella.

''El principio del cual partí es muy sencillo: para hacer música, sea cual fuere, rock, música de entretenimiento, clásica, debes estar convencido plenamente de su valor. Porque, por otro lado, el público que va a nuestros conciertos ya de por sí estaba acostumbrado a distinguir la excelencia, por igual que la mediocridad, porque la gente tiene cosas más importantes que hacer que ir a un concierto si éste no tiene el nivel de lo fuera de serie. Y esto es lo principal de lo que he logrado: restaurar la confianza en sí mismos de los músicos, lograr que se sientan orgullosos de pertenecer a la Filarmónica, y hacer crecer, en consecuencia, su público. El reconocimiento mutuo.

-Usted va a dirigir en breve a la Filarmónica de Israel, Ƒharía usted algo similar a lo que intentó Barenboim, es decir dirigiría usted Wagner con esa orquesta?

-No debemos olvidar lo que significó Wagner en la segunda guerra y el Holocausto. Mientras haya sobrevivientes o descendientes de las víctimas del Holocausto a quienes Wagner les recuerde ese crimen, debemos tener mucho cuidado al respecto. Como alemán no lo haría. Como judío, Barenboim trató de convencer a su gente de que Wagner es un gran compositor, pero recibió cuestionamientos. Me parece que esta situación aún durará mucho tiempo.

-Usted dirigirá en Sao Paulo una partitura de Tan Dun, un compositor cada vez másmasur_kurt4 reconocido. Atendiendo la crisis de la cultura de Occidente y el creciente número de músicos y autores de Asia, Ƒapuntaría hacia allá el futuro de la música de concierto?

-Puede ser. Basta ver el nivel asombroso de educación en los niños. En las escuelas primarias de Japón hacen música, pero sobre todo la disfrutan. La inspiración hace tiempo que viene de China, de Asia. En las obras de Tan Dun se escuchan siempre sonidos inéditos. La idea básica de Tan Dun, así como en general el sentido que la música tiene en Oriente, es la de materializar el espíritu de la música, hacerlo tan vivo y tan presente que la gente no sólo resulte sorprendida de esa epifanía, sino que ella misma ingrese a la luz, que es el máximo instante poético de la música. Esa es la máxima aspiración de un músico, la del instante poético de la música. Y es mi caso.

Bruckner, autor de la máxima simplicidad

-ƑEn qué momento ocurre el instante poético de la música?

-Si pensamos en Bruckner, por ejemplo, está la apariencia de lo simple. Bruckner es el autor de la máxima simplicidad. Pero si se sigue con atención, se notará que esa simpleza está llena de colores, de significados muy variados. Y todo el tiempo parece estar repitiendo lo mismo, pero todo el tiempo dice cosas diferentes. Alguna vez parecerá escuchar un ave canora, otra el canto del trombón, el color del sonido de una trompeta, o bien el color que dan los cornos. Te materializa, en ese instante, el más alto linaje de los sentimientos que tienes dentro. Ese es el instante de la poesía en la música. Puede suceder también en un adagio de Mahler. O en Schumann, cuyo Concierto para cuatro cornos interpretaremos en México. Al escuchar a Schumann uno distingue la herida de inmediato, el corazón atormentado, la pasión ardiendo. Muchos directores de orquesta toman demasiado a la ligera la música romántica. Para mí el espíritu de la música romántica no vive en el lirismo, sino en las emociones. Ahí anida también ese instante en el que ocurre la poesía.