La Jornada Semanal, 1 de julio del 2001
 
(h)ojeadas

Para una memoria literaria

Armando González Torres


 

Javier Perucho,
Hijos del desastre. Migrantes, 
pachucos y chicanos en la 
literatura mexicana

Verdehalago,

México, 2001.

Javier Perucho,
Hijos de la patria perdida. Pachucos, 
chicanos e inmigrantes en la 
narrativa mexicana del siglo XX
,

Verdehalago,
México, 2001.

Hijos de la patria perdida e Hijos del desastre son dos libros filiales –un ensayo y una antología– que estudian e ilustran la percepción del fenómeno de los migrantes hacia Estados Unidos en la literatura mexicana. En dichos libros, Javier Perucho no ha elegido un tema cómodo, ya establecido en la respetabilidad académica o en el gusto del público, sino que ha escogido una materia elusiva y polémica, dispersa en los suburbios de la tradición literaria mexicana. Pese a la importancia social y política de la migración, la literatura chicana sólo es estudiada en algunos espacios académicos, mientras que los temas de los chicanos y la migración ocupan un lugar secundario en la literatura mexicana. De ahí la importancia de estos dos libros de Javier Perucho, en los que el lector se encuentra simultáneamente con un cuerpo argumentativo y con una ilustración literaria sobre la experiencia de los connacionales en Estados Unidos, vista por los escritores mexicanos. Mediante su ensayo y su antología, Javier Perucho practica una inmersión en las realidades del nomadismo y la transfiguración cultural y hurga en –como las llamaría el historiador norteamericano Richard Morse– las "tercas matrices" de civilización que perviven en las experiencias de los transterrados. Los libros de Perucho constituyen, en este sentido, un análisis crítico, un testimonio literario y, sobre todo, un homenaje personal a una estirpe de hombres y mujeres que, privados de su ambiente y su cultura originarias, han podido erigir un conjunto de símbolos y representaciones híbridas para resistir el avasallamiento cultural y para reivindicar sus raíces. 

En su ensayo, Perucho estudia el origen del gentilicio chicano, rastrea la presencia de los chicanos en la narrativa mexicana y elabora un conjunto de comentarios sobre los autores reunidos en su antología, que constituyen la restitución crítica de una vertiente literaria subterránea. Octavio Paz y José Revueltas son dos presencias fundamentales en este ensayo: Paz por su capacidad para identificar y desarrollar el tema de la identidad nacional en el fenómeno chicano; Revueltas por ser el fundador de una narrativa que, en Los motivos de Caín o en cuentos como "Los hombres en el pantano", incorpora al chicano como personaje y aborda la naturaleza y dilemas de lo que se reconoce como la identidad chicana. 

Por su parte, la antología hace una selección heterogénea que toca numerosos registros, desde el testimonio áspero de Ignacio Ramírez hasta la tierna humorada de Daniel Venegas, pasando por la visión panorámica del fenómeno cultural chicano de Octavio Paz, por la maestría narrativa de José Revueltas, o por las crónicas antisolemnes de Francisco Hinojosa y Gabriel Mendoza. A lo largo de este recorrido por diversos géneros y tonos, se hacen evidentes las cosmovisiones y sensibilidades opuestas entre la cultura de origen mexicano y la sajona, desde el gusto culinario hasta la concepción de la muerte, pasando por los vínculos familiares o la relación con el dinero. Igualmente, la antología refleja los diferentes matices de la visión crítica hacia el tema del migrante y el chicano: aunque en general, de Guillermo Prieto a Francisco Hinojosa, la perspectiva en torno al chicano evoluciona y se vuelve más realista, politizada e informada, se trata de un tema inflamable que convoca lo mismo al compromiso social y la denuncia que a la expresión de prejuicios y resentimientos o a la adopción de estereotipos. Así, concebir al chicano como víctima permanente de las afrentas históricas y culturales, o bien como paladín de batallas por el reconocimiento cultural y las libertades, son estereotipos político-literarios de gran rentabilidad, pero que esconden la ambigüedad y complejidad del fenómeno de la migración y la cultura de origen mexicano en Estados Unidos. En este sentido, sin olvidar que la literatura chicana es un arte de la resistencia y la afirmación que responde a condiciones reales de dominación, es necesario recordar que el otro rostro del racismo y la intolerancia de la sociedad norteamericana es la adopción sin matices del los extremos del discurso multiculturalista. Por eso, los textos más reveladores de esta antología no son aquellos que a veces parecen tocar el tema solamente para enarbolar una posición pública prestigiosa, sino los de aquellos escritores que, más allá de los clichés políticamente correctos, hacen de la experiencia de la migración, de la imagen de la frontera o de la conciencia del desarraigo una auténtico motivo literario y una vivencia íntima de sus personajes.

En suma, el ensayo y la antología de Javier Perucho tienen el mérito de reunir y analizar una materia temática que ha permanecido dispersa y casi inadvertida en el cuerpo de la literatura mexicana. Estos libros no señalan un registro definitivo, más bien denuncian una carencia en la academia y en la creación literaria mexicanas. ¿Por qué esta reticencia a documentar literariamente las experiencias desgarradoras de la migración y el desarraigo cultural? Tal vez porque la situación de los migrantes o de los ciudadanos de origen mexicano en Estados Unidos resulta un espejo de nuestra propia ambigüedad social y espiritual y nos remite a un capítulo inconcluso de la larga disquisición sobre la identidad nacional, que nos resulta especialmente incómodo. En todo caso, existe un débito enorme en torno al conocimiento de la experiencia mexicana en Estados Unidos y es una deuda que resulta importante saldar, pues la identidad se construye con el diálogo interior y colectivo, no con el silenciamiento o la indiferencia hacia los temas más perturbadores. En estos dos libros, Javier Perucho establece un precedente riguroso para realizar este diálogo, pues, al establecer una memoria literaria de la migración y la aculturación, colabora en la causa política de la tolerancia, la pluralidad y la reivindicación de una minoría, pero sobre todo, contribuye a incorporar un legado vital ineludible en el territorio del lenguaje, la imaginación y los valores.
 

c u e n t o

Y luché contra el mar 
toda la noche

Roxana Elvridge-Thomas


 

 
 
 
 

Will Rodríguez,
La línea perfecta del horizonte,
Fondo Editorial Tierra Adentro,
México, 2000.
 

“Y luché contra el mar toda la noche”, dice un maravilloso endecasílabo de Gilberto Owen en su Simbad el varado. Hay una visión del mar y del ángel muy similar en La línea perfecta del horizonte, de Will Rodríguez. Owen toma a Jacob como máscara poética y su ángel toma las vestiduras del mar. Los cuentos de Will Rodríguez vibran en el mismo espíritu, donde siempre quedan marcas que denotan el encuentro con el ángel, donde la pasión, la sangre y la perversidad son móviles bajo los cuales se mueven los personajes.

Esa indisoluble semejanza entre el ángel y el mar es patente en los principales personajes de Rodríguez en La línea perfecta del horizonte. El mar está presente en muchos de estos cuentos, que son invadidos por su presencia turbadora. El mar es también un ser agorero y comparte características con los ángeles: es un ente superior, transformador. Es un medio para la muerte, la pasión, la alquimia de la sangre, como los ángeles, que no son sólo mensajeros, tienen como una de sus principales características la belleza, lo que nos lleva a recordar que “lo bello no es sino el comienzo de lo terrible, de lo que todavía soportamos... Todo ángel es terrible”. Lo extremadamente bello, lo extremadamente grande, es naturalmente despiadado, por no conocer los límites, es demoledor para quien se acerca a él, como sucede con los ángeles y el mar: sublimes, absolutamente bellos, perfectos y atroces.

Los ángeles de Will Rodríguez son provocativos, sensuales, fácilmente corrompibles, perfectos en todo –incluso, cuando sucede, en la perversión. En este mundo angélico creado a lo largo de La línea perfecta del horizonte, hay ángeles que son una verdadera bendición, pero también los hay bestiales: crueles, pasionales, fríos como un cirujano.

En la línea perfecta del horizonte, la natural, pueden aparecer seres fantásticos, u otros alados, porque en ella se funden los dos abismos:; mar y cielo, los dos temas de Will Rodríguez en este libro. Es también esa línea perfecta del horizonte la que separa la vida de la muerte, lo real de lo irreal, el sueño de la vigilia. Es donde el sol sangra largamente todas las tardes antes de morir y es también donde se instala Will Rodríguez para escribir.


p o e s í a

Guerra en el país del drin

Siddharta Camargo


 
 
 
 
 

Xhevdet Bajraj,
Ruego albanés
Ácrono, Casa Refugio Citlaltépetl,
México, 2000.

La historia de los albano-kosovares es una historia de guerras y persecuciones; de matanzas (que ahora se llaman etnocidio) y exilios; pero también es una historia de resistencias y de una casi increíble capacidad de conservar una lengua y una tradición literaria aún en las peores circunstancias. Hablando de la tradición literaria albanesa, antecedente cultural de la albano-kosovar, Ramón Sánchez Lizarralde ha escrito que se trata de “una lengua cuyo primer vestigio escrito conocido data de 1462, pero a la que se adjudica una prehistoria mucho más larga, en torno a dos mil años”. 

El escritor albanés más traducido a nuestra lengua es, por supuesto, Ismaíl Kadaré, cuyas novelas en versiones de Sánchez Lizarralde se pueden conseguir en México. Sánchez Lizarralde nos presenta ahora su primera incursión a la poesía con una obra de Xhevdet Bajraj, Ruego albanés.

El libro, se nos dice en una de las solapas, fue escrito durante la guerra y las persecuciones de “limpieza étnica” que el régimen de Milosevic efectuó en contra de todo lo que se pudiera pensar como no serbio. 

Testimonio fehaciente de dicha guerra, conviene aclarar que este “es un libro de poesía, antes que nada”, como afirma en el prólogo el poeta David Huerta. También aquí cabe recordar que de Ruego albanés ya han sido publicados tres poemas en este espacio (véase La Jornada Semanal del domingo 19 de marzo de 2000). 

Se trata, pues, de un libro de poesía, poesía desgarrada por la muerte y la persecución demente que no se deja caer ni en lo patético, ni en el recurso fácil de lo sentimental y lo cursi. El poeta Bajraj opone a las imágenes de la guerra y la demencia, otras que son las de la vida cotidiana, del erotismo y del reclamo, por momentos amargo, por momentos hastiado ante la enormidad de la estupidez humana. De esa manera, Ruego albanés se presenta ante el lector como un tránsito de la muerte a la vida y la esperanza; del dolor y la tristeza a la búsqueda ansiosa de respuestas y, finalmente, a la afirmación de la vida por encima de la guerra-muerte:

Guerra es 
no la que se transmite en directo 
   desde el Golfo Pérsico
sino el Apocalipsis descendido sobre los
   campos de la demencia
que ahora hiede a exterminio...
Y más adelante: 
 
El dolor sembró lágrimas en mí
corro a tu lado querida
para ofrecerte las flores cortadas en la 
   infancia
fundidas en versos que guardé para ti...


En Ruego albanés Bajraj nos propone un testimonio que es por un lado la desobediencia ante el fatalismo del olvido y por el otro la desesperada, terca necesidad de seguir viviendo a pesar de todo, y eso quiere decir –antes que otra cosa– a pesar de la muerte de los otros en la que debemos identificar necesariamente nuestra propia muerte, como en el poema “Sueño o vigilia” contenido en la segunda parte del libro, titulada “La encrucijada de la vida”.

Ruego albanés de Xhevdet Bajraj (quien por cierto ha recibido cobijo en la Ciudad de México), es un libro que abre la puerta a una realidad incalificable: la de la guerra etnocida, pero también a una tradición literaria rica y plena, que está ahí y espera a ser descubierta por los lectores ávidos. Ruego albanés termina más que en un ruego en la afirmación rotunda de un derecho:
 

Olvida aviones policías muertos apaleados
tú aún no has cumplido cinco años 
   pequeño mío
tú tienes derecho a soñar
tú tienes pleno derecho a soñar
soñar
soñar
soñar
maldita sea.
 

FICHERO
LOS LIBROS QUE LLEGAN A NUESTRA REDACCION
artes plásticas

• Diversidad en el arte del siglo XX. Para recordar lo recordado, Raquel Tibol, Col. Presencias, Galileo Ediciones/Universidad Autónoma de Sinaloa, México, 2001, 245 pp.

ciencia

•Pormenores terrestres, René Garduño, Col. La ciencia para todos, 183, Fondo de Cultura Económica/sep/Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, México, 2001, 119 pp.

ensayo (literario)

• Nocturno en que todo se oye. José Revueltas ante la crítica, selección y prólogo de Edith Negrín, difusión Cultural unam/Ediciones Era, México, 1999, 330 pp.

ensayo (político)

• De la libertad a la comunidad. Cuadernos de la Cátedra Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey, Luis Villoro, Tec de Monterrey/Ariel, México, 2001, 127 pp.

ensayo (sociológico)

• Puerto Vallarta y sus tradiciones. Tres fiestas patronales. Pasado y presente, Gabriela Scartascini Spadaro, El Colegio de México, México, 2001, 111 pp.

historia

• Cincuenta años de investigación histórica en México, Gisela Von Wobeser (coordinadora), Serie Historia moderna y contemporánea 29, Universidad Nacional Autónoma de México/Universidad de Guanajuato, México, 1998, 347 pp.

lingüística

• Introducción al Maya Itzá, Otto Schumann Gálvez, Universidad Nacional Autónoma de México/Instituto de Investigaciones Antropológicas, México, 2000, 195 pp.

narrativa

• Albedrío, Daniel Sada, Col. Andanzas, Tusquets Editores, México, 2001, 218 pp.

• Ausenciario, Louis Jolicoeur, traducción y prólogo de Silvia Pratt, Col. Torre abolida: 2000, Conaculta, México, 2000, 99 pp.

• La sed, Adriana Díaz Enciso, Secretaría de Cultura Puebla/Colibrí, México, 2001, 320 pp.

• Locura de Juan Ciudad, Héctor Azar, Serie Rayuela, Coordinación de Difusión Cultural/Dirección de Literatura/unam, México, 2000, 175 pp.

poesía

• Concierto para un hombre solo, Jaime Augusto Shelley, Col. La mosca muerta 5, La Mosca Muerta/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2001, 76 pp.

• El contracielo, René Daumal, traducción de Mónica Mansour, Col. La edad del hombre, Editorial Aldus, México, 2000, 165 pp.

• El río al hacerse se imaginó infinito, J. Santos Guadalupe Celis Delgado, Serie José Yurrieta Valdés, Universidad Autónoma del Estado de México/Editorial La Tinta del Alcatraz, México, 2000, 52 pp.

• Muñones, Miguel Ángel Esquivel, Ediciones Casa Juan Pablos/Taller de Arte e Ideología, México, 2000, 174 pp.

psicología

• El origen de los sueños, Francesco Alberoni, traducción de Carlos Gentile, Col. Psicología, Gedisa Editores, Barcelona, España, 2001, 220 pp.

• Ética para errantes. La parábola del hijo pródigo, Ricardo Peter, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, 2000, 108 pp.

• Sigmund Freud. Partes de guerra. El psicoanálisis y sus pasiones, John Forrester, traducción de Mireya Reilly de Fayard, Col. Documentos, Gedisa Editores, Barcelona, España, 2001, 317 pp.

revistas

• Metapolítica, núm. 17, enero/marzo 2001, volumen 5, textos de Esteban Molina, Claudio López Guerra, César Cansino, entre otros, Centro de Estudios de Política Comparada, México, 184 pp.

• R, serie Reencuentros 28, septiembre 2000, textos de Fernando Sancen Contreras, Ma. del Consuelo Chapela Mendoza, Edgar Carlos Jarillo Soto, entre otros, Universidad Autónoma Metropolitana, México, 60 pp.

• R, serie Reencuentros 29, diciembre 2000, textos de Ernesto Rangel, Caridad García Hernández, Martha Zanabria Salcedo, entre otros, Universidad Autónoma Metropolitana, México, 68 pp.


Albricias

El equipo de La Jornada Semanal felicita calurosamente a su colaborador
Barry Domínguez por haber 

obtenido el primer lugar en la categoría de cultura de la IV Bienal de Fotoperiodismo. 

Enhorabuena.

p o e s í a

El alma de las cantáridas

León Guillermo Gutiérrez


 
Alejandro Tarrab, 
Siete cantáridas
Ediciones Sin Nombre, 
México, 2001.
Alejandro Tarrab escribe su primer libro de poesía bajo el título Siete cantáridas, que a la vez es el número de los apartados que lo integran. La característica emblemática del adjetivo es eje del mismo poema. Siete corresponde a los siete días de la semana, a los siete planetas, a los siete grados de perfección, a las siete esferas o niveles celestes. Entre los egipcios era símbolo de vida eterna. Simboliza un ciclo completo, una perfección dinámica de término y renovación. Una vez que fue creado el mundo en seis días, Dios descansó el séptimo, e hizo de éste un día santo. Siete se utiliza setenta y siete veces en el Antiguo Testamento. Es la clave del Apocalipsis donde aparece cuarenta veces (siete iglesias, siete estrellas, siete espíritus de Dios, siete sellos, siete trompetas, siete truenos, siete cabezas, siete plagas, siete copas, siete reyes...) También es la cifra de Satán, la bestia infernal del Apocalipsis tiene siete cabezas. Sin embargo, siete implica una ansiedad por el hecho que indica el paso de lo conocido a lo desconocido.

Por su parte, los atributos afrodisíacos de las cantáridas son mencionados desde Aristóteles. En Europa y en especial en España se propagaron sus efectos medicinales utilizándolas como vejigatorios y estimulantes sexuales. Se sabe que en 1772 el Marqués de Sade tuvo un altercado con la justicia por haber agasajado a unas prostitutas de Marsella con unos bombones que contenían cantáridas, muriendo todas ellas. Las cantáridas van a ser también uno de los símbolos de los poetas modernistas; Rubén Darío escribe:
 

Tanta blancura, que al cisne injuria,
abre los ojos de la lujuria:
sobre las márgenes y rocas áridas
vuela el enjambre de las cantáridas
con su bruñido verde metálico,
siempre propicias al culto fálico.


A su vez, Julio Herrera y Reissig, en el poema “Octubre” dice:
 

Un crimen de cantáridas palpita
cabe el polen. Floridos celibatos
perecen de pasión bajo los gratos
azahares perversos de Afrodita.


Las cantáridas también están presentes en poemas de Leopoldo Lugones, Luis Palés Matos, Gregorio Reynolds, y en 1981 se publicó en Brasil el libro Cantáridas y otros sonetos, que recopila poemas pornográficos de poetas modernistas.

El poema de Alejandro Tarrab es un recorrido inquietante y angustioso frente a la devastación que sobreviene de un itinerario donde poesía y dolor tienen el efecto de catarsis a través del rito de pasaje al que nos sumerge atravesando por el prodigio, el fuego, el sueño, la pasión, el frío, el cántico, para finalmente terminar con un hermoso miserere.

A lo largo del poema encontramos latinismos, referencias mitológicas, la presencia de Huidobro, Valéry, Mallarmé, Paul Celan, Hölderlin y Rilke, que se incorporan al poema en una totalidad rotunda.

Poema filosófico, de meditación, de purificación en la soledad y el dolor del amor, en el que el poeta nos dice que no es posible el sosiego, el sino es caminar, peregrinar, siempre “perseguidos por la transparencia y la locura/ saturados de nosotros mismos...”

La desolación y la eterna caída dibujan el cadáver que todos llevamos en los ojos. El desastre que nos antecede y nos espera se disfraza de lluvia, paisaje, horizonte, otoño y otra vez lluvia “como un torrente magnífico de cristales”.

San Agustín escribió: “He venido a caer en los tiempos cuyo orden desconozco, y tumultuosas variedades desmenuzan mis pensamientos, las íntimas entrañas de mi alma”, mientras que Alejandro Tarrab dice: “Reconocer en el ritmo de esos pasos/ el fondo grave que perturba mi alma.”

Al igual que San Juan de la Cruz, el poeta reconoce la existencia del alma; en tanto el poeta místico la hace salir para encontrarse con Dios, el alma que nos presenta Tarrab es aún más sencilla y serena, en la quietud de su encierro se encuentra a sí misma; dice:
 

El comienzo del alma
sin su piel
en camino descalza
desde un murmullo
desde un encierro
en su celda...


En el poema las cantáridas se presentan como poesía, angustia, mujer, brasa. Palabra y carne copulan en el verso transmutado en Europa, Toro Blanco, Diotima, Hiperión, en las ramas del árbol que nace de la boca del poeta.

En siete apartados el poeta nos conduce por laberintos y pabellones inundándonos de la pócima de cantáridas que nos hacen ver “una primavera de espinas/ hermosa y áspera a un tiempo”.

Poema polifónico que admite también múltiples lecturas. Una de las tensiones reside precisamente en la estructura musical en la que aparecen cancioncillas que nos recuerdan a los poetas vanguardistas.

Sobresale el manejo y dominio del verso en todas sus formas, va desde el cuarteto al poema en prosa, con predominio del verso libre. Aunque el poema en sí mismo es una edificación sólida, lo sostiene la fuerza de los versos cuya elaborada concisión va construyendo cada una de las aristas. Las imágenes y metáforas son los puentes precisos de una unidad contundente. Poema alejado del lirismo, donde reflexión y poesía se convierten en acto de inteligencia.

Alejandro Tarrab rompe esquemas y demuestra que en un primer libro la poesía se enseñorea en sí misma, y más aún, de forma venturosa crece, vuela, es lluvia que la tierra devuelve en robusto y frondoso follaje, que inquieta a las ramas secas de viejos pinos que insisten en perturbar el paisaje.


a n t o l o g í a


Constituir una imagen

Humberto Rivas


 
 
 
 

Severo Sarduy, 
Antología
Fondo de Cultura Económica/
Tierra Firme, 

México, 2000.
 
 

Semblanzas, reseñas, textos autobiográficos pulverizados, evocaciones de amigos queridos, análisis del exilio, diversas actas de nacimiento como escritor, confesiones de estilo, de vida; en suma, la constitución de una imagen, que es finalmente su propósito al escribir. Como dice el completo e informado prólogo de Gustavo Guerrero, Sarduy no quiso o no pudo recopilar todo este valioso material, y sin embargo lo preservó con celo en sus archivos personales. Ahora, para el lector, esta Antología representa un verdadero festín literario. Severo Sarduy muestra sus insaciables apetitos por la palabra y por la imagen (reflexionó sobre pintura tan apasionadamente como lo hizo sobre el arte de la palabra escrita, y a propósito de la palabra hablada).

Como un investigador por demás creativo, Severo Sarduy toca cada libro que le interesa y le extrae toda la savia, juega con las más insospechadas interpretaciones y siempre da en el blanco; examina la obra de Juan Goytisolo, Salvador Elizondo, Álvaro Mutis, Reinaldo Arenas, Julián Ríos, Cabrera Infante, Héctor Bianciotti... y con desenvoltura y generosidad, pone a todos estos autores en su sitio. Mención aparte merecen los homenajes a Octavio Paz, de quien dice que le dio el regalo más extraordinario que alguien puede hacer: la India. También, a la mitad del libro resplandecen los ritos de la deuda con Góngora y el homenaje conmovido a Cervantes por el Quijote, aderezado con el relato de un viaje a La Mancha y con la observación filológica contundente: “Más tarde, en Europa, recorrí La Mancha en compañía de un amigo. Nos detuvimos en un fonducho, rodeado por un vértigo horizontal que sólo había visto en la pampa. Comedor en ruinas, de color amarillo mostaza, con olor a anís y a canela. Por primera vez, en la voz aguardentosa de trabajadores ebrios, de clérigos alegres y socarrones, los oí y lloré de emoción, de una emoción hasta entonces desconocida: Epifanía de la lingüística. Concordancia total entre la voz y el lugar. Yo no concibo mejor lección de escritura que esa concordancia entre lo que se dice y el espacio que parece albergarlo pero que en realidad lo suscita.”

De igual manera destacan las páginas fervorosas consagradas a José Lezama Lima, quien para Sarduy siempre “vivió en la vocación del verbo encarnado”, y cuya novela Paradiso entronca con el linaje del Quijote y del Ulises. Por último habría que hace mención de dos textos tan compactos como emotivos: “Bloody-mary”, que es una elegía al amigo muerto: Roland Barthes, y el que es toda una poética: “Sobredosis”. Esta antología, pues, da cuenta de la versatilidad y erudición de un escritor que trabajó la literatura, su literatura, y la reflexión constante sobre ésta y la vida, y nos permite visitar el taller, los ámbitos personales y los instrumentos literarios de uno de los autores en castellano más originales del siglo XX.



Diplomados en guionismo y crítica de cine. Convoca el Centro Internacional de Guionismo de Cine y Televisión. Dirigido a todos los interesados en la creación cinematográfica, de cualquier edad y formación. La duración de los diplomados es de un año, dividido en cuatro trimestres de dos materias cada uno. La planta de maestros incluye, entre otros, a la actriz Leticia Huijara, a los guionistas Beatriz Novaro y Fernando León, así como a Cristina Prado, investigadora y crítica de cine. Las clases se impartirán en horario vespertino, de las 16:00 a las 19:00 y de las 19:00 a las 22:00 horas. El proceso de admisión se llevará a cabo del 25 de junio al 20 de julio. Mayores informes en San Carlos 7, San Ángel (entre las 14:00 y las 21:00 horas), a los teléfonos 5550 3233, 5550 9308 y 5616 2280, o en la página web www.cigcite.com

Unidad de Proyectos Especiales de Conaculta. Desde el pasado sábado 23 de junio, Canal 22 transmite los videos de las primeras cinco series producidas por la Unidad de Proyectos Especiales (upx), que presentan la obra de videoastas mexicanos, entre los que se cuentan Rafael Corkidi, Alfredo Salomón y Sara Minter. Las series son Las voces del ver, Videopuertas, El video al vuelo del poema, La luz en la retina y Paso de gato, y se transmiten a partir de las 21:30 horas.

Exposición de la IV Bienal de Fotoperiodismo, que incluye obras de los ganadores de sus distintas categorías: Raúl Ortega, Patricia Aridjis, Luis Alonso Anaya, Barry Domínguez, Jesús Isaías Quintanar, Gustavo Graf y Jerónimo Arteaga, así como el trabajo de quienes obtuvieron mención honorífica. Se rinde homenaje al fotógrafo cubano recientemente fallecido Alberto Korda. Asimismo, se presenta una muestra colectiva del Consejo Consultivo de la Bienal en la Galería Digital Epson, y se efectuarán un coloquio y tres talleres sobre fotoperiodismo los días 7, 14, 21 y 28 de julio. Centro de la Imagen, Plaza de la Ciudadela 2, col. Centro Histórico.

Actividades del Museo del Antiguo Colegio de San Ildefonso. Visitas guiadas gratuitas al acervo permanente: muestra del barroco del siglo XVIII y obra pictórica de Diego Rivera, José Clemente Orozco, Ramón Alva de la Canal, Fermín Revueltas, Fernando Leal y Jean Charlot. Martes a domingo a las 13:00 horas.
  Curso infantil de bailes colombianos, para niños de 8 a 12 años de edad, del lunes 9 al viernes 13 de julio, de 10:00 a 13:00 horas. Costo: $250.00
  Curso cadencias y bailes colombianos, los sábados 4, 11, 18 y 25 de agosto, de 10:00 a 14:00 horas. Costo: $450.00. Cupo limitado a treinta personas.
  Paseando por San Ildefonso. Visita guiada y taller de elaboración de la máscara de alguno de los personajes que se conocerán. Miércoles 18 de julio, de 10:00 a 13:00 horas. Actividad gratuita previa inscripción a los teléfonos 5518 2265 y 71.
  Mayores informes para estas y otras actividades a los teléfonos 5702 4507 y 5702 3254.

Talleres de verano 2001 de la Biblioteca infantil y juvenil de Chalco. Dirigidos al público infantil, que será capacitado para interpretar una obra de teatro, aprender a hablar en público y trabajar en grupo, basado en la historia de El Zorro. Actividades manuales de dibujo y figuras con fomi. Del 16 de julio hasta mediados de agosto. Mayores informes al 5971 1170.

La otra natura, muestra plástica de Sabine Schalk. Inauguración el miércoles 4 de julio a las 19:30 horas en el Salón Tarkovsky del Centro de Cultura Casa Lamm, Álvaro Obregón 99, col. Roma.