Ecológica, 30 de Julio del 2001   

Los jagüeyes, reservorios de agua del noreste de México

María Elia Hoz Zavala

Universidad Valle del Bravo, campus Tampico

Correo electrónico: [email protected]

Guadalupe de la Lanza Espino

Instituto de Biólogía, UNAM

Correo electrónico: [email protected]

México se encuentra clasificado como el quinto país más extenso de América. Tiene una superficie de 1 millón 953 mil 162 kilómetros cuadrados y 11 mil 122 kilómetros de costa. Asimismo se le cataloga entre los 10 países con mayor megadiversidad de especies y uno de los de riqueza media hidrológica en cuanto a lagos y reservorios, ya que cubren 6 mil 910 kilómetros cuadrados: 2 mil 100 kilómetros cuadrados a lagos y 4 mil 810 a los reservorios. Cuenta también con 14 mil cuerpos de agua lénticos, o sin movimiento; la mayor parte son sistemas temporales con dimensiones menores a dos hectáreas.

De acuerdo a lo antes mencionado, podría decirse que nuestro país cuenta con una amplia extensión territorial y con un recurso de agua muy valioso. Sin embargo, nuestras aguas están deterioradas y hay problemas para disponer de ella.

Entre los factores que contribuyen a este fenómeno sobresalen la alta evapotranspiración, la sobreexplotación de acuíferos, la eutrofización de cuerpos de agua epicontinentales por el constante aporte de nutrimentos, la contaminación por compuestos orgánicos e inorgánicos tóxicos y las descargas de aguas negras; todo ello promovido por las diversas actividades humanas. Si además se toma en cuenta -de acuerdo a datos del inegi de 1997- que las diversas cuencas hidrológicas del país son alimentadas principalmente por el 28 por ciento del agua de lluvia que anualmente precipita sobre el territorio nacional, y que el restante 72 por ciento es regresado a la atmósfera por transpiración y evaporación, se ve que la abundancia de agua dulce no es tal.

Si continuamos sin prestar atención a los impactos negativos que provocamos a cualquier cuerpo de agua, este recurso tan valioso, que debería ser considerado como renovable, no volverá a serlo.

Recordemos que los cuerpos de agua son ambientes de la mayor importancia debido a las diferentes actividades que en ellos y por ellos se realizan: urbanas, industriales, agrícolas, de pesca y turismo. El 65 por ciento del agua disponible en el mundo se utiliza para consumo humano y para actividades industriales. Este porcentaje proviene principalmente de ríos, lagos y reservorios, y su uso ocasiona efectos dañinos y modifica las condiciones naturales de dichos cuerpos de abastecimiento.

Un caso particular: Altamira, Tamaulipas

Tal es el caso de lo acontecido en el corredor industrial de Altamira, donde industrias químicas y petroquímicas, el puerto de Altamira y las actividades urbanas, agrícolas y ganaderas (estas últimas en pequeña escala) han repercutido negativamente en más de 20 pequeños reservorios de agua denominados jagüeyes hasta destruirlos totalmente.

La palabra jagüey o jagüel (jahuel) es un vocablo taíno que significa balsa, zanja o pozo lleno de agua en el que abreva el ganado. También son denominados bordos o estanques de índole rústica, y pueden ser reservorios artificiales de agua temporales o permanentes.

A los jagüeyes también los podemos definir como cuerpos de agua epicontinentales lénticos, cerrados, sin conexión con ríos o mar, que sólo conservan su nivel de agua a través de mantos freáticos y precipitación pluvial.

Prieto (1975) refiere que en Tamaulipas existen muchos y diversos cuerpos de agua perennes formados por las lluvias. Estos embalses conservan las aguas que se recogen en la época de lluvia casi durante todo el año. La gran mayoría se localiza desde la demarcación de Altamira, Tamaulipas, hasta el extremo norte de la Laguna Madre; la mayoría de estas lagunetas, ciénagas de agua dulce y jagüeyes son los oasis de aquellos lugares áridos donde es mejor el sabor del agua que el de las lagunas, por lo que es preferido por los habitantes de esos lugares.

Prieto también menciona que a fines del siglo pasado la parte sur del estado de Tamaulipas era predominantemente agrícola. Para mediados de los años setenta, cuando se inició el desarrollo industrial en la zona sur de Tamaulipas, la mayoría de los terrenos fue vendida o arrendada a las empresas de índole industrial que deseaban asentarse en el lugar, cambiando con ello totalmente el uso del suelo de agrícola a industrial, modificando el paisaje del lugar y afectando severamente a todos los jagüeyes de la región.

Tipos de jagüeyes

En el noreste de México, específicamente en la zona de Altamira, los jagüeyes son principalmente de dos tipos: de agua dulce, aquellos que se ven influenciados por los escurrimientos de la Sierra Madre Oriental y los salinos, cuya recarga está influenciada por la cuña salina que tiene repercusión sobre el acuífero.

Son embalses someros con profundidades entre uno y seis metros; la máxima profundidad, en época de lluvias y la menor, en época de estiaje. Se clasifican como embalses permanentes porque conservan un volumen remanente de agua constante en el año. El tiempo de permanencia del agua en estos jagüeyes depende directamente de tres factores principales: la precipitación, la evaporación y el escurrimiento superficial, así como de otros procesos secundarios como flujo de agua subterránea, pérdidas por filtración y captura de agua por la vegetación aledaña a los jagüeyes.

Desafortunadamente, los jagüeyes en el noreste de México han sido utilizados como fosas de oxidación de aguas residuales, receptores de descargas de fosas sépticas, para descargas de aguas con alta temperatura proveniente de calderas, abrevaderos para ganado y, en muy baja medida, como cuerpos de agua de sustento para la población. En últimas fechas, con la ampliación y desarrollo del puerto industrial de Altamira, la gran mayoría de estos cuerpos de agua ha sido rellenados para facilitar las vías de comunicación. Hasta ahora se ha destruido más del 50 por ciento de estos valiosos jagüeyes.

Por las características de baja conductividad, que los convierte en embalses de agua dulce (sobre todo los que tienen mayor recarga proveniente de los escurrimientos de la Sierra Madre Oriental), resultan de gran importancia como microembalses muy productivos, adecuados para cultivo de especies acuáticas. También ecológicamente son valiosos porque llega a ellos gran cantidad de aves acuáticas migratorias. Además, podrían servir para disfrutar deportes acuáticos como pesca, natación, remo y canotaje. Pero si no sirvieran para todo lo anterior, deben cuidarse por ser pequeños oasis de zonas áridas que desde el punto de vista estético siempre se puedan disfrutar.

Cultural y educativamente los jagüeyes representan ecosistemas excelentes para mostrar la importancia del recurso agua, así como la diversidad y productividad que se encuentra en un ecosistema. Por sus pequeñas dimensiones son de fácil manipulación como laboratorios naturales para experimentación y enseñanza de la biología y ecología entre muchas otras disciplinas científicas.

El alto grado de perturbación al que se han sometido estos cuerpos de agua en el noreste de México ha repercutido en la reducción de la diversidad biológica, en eutrofización con tendencia a la hipertrofia y al alto deterioro en la calidad del agua. Estos efectos son, en su mayoría, irreversibles y, a la larga, modificarán irremediablemente el ambiente.

El principal impacto al que los jagüeyes se han visto sometidos es a la adición indiscriminada de desechos contaminantes y aporte constante de nutrimentos, principalmente nitrógeno y fósforo. La elevada presencia de estos elementos en el sedimento, aunada a la detección de fierro, grasas y aceites en cantidades elevadas, muestran el poco movimiento que tienen los jagüeyes, lo que promueve la eutrofia de los mismos, y por ende una lenta renovación que incide severamente en su recuperación.

El uso de suelo para actividades industriales que actualmente se da en la zona donde se encuentran los jagüeyes y la erosión que ocasionan las modificaciones derivadas de construcción, extracción de tierra y pastoreo, son también factores de deterioro de estos cuerpos de agua.

El severo impacto ocasionado por la eliminación de vegetación a fin de construir plantas para las industrias química y petroquímica ha sido la principal causa de intemperización que ha acelerado la erosión. Ello se debe a la ausencia de vegetación que retenga las partículas del suelo, el cual se ha visto afectado en más del 70 por ciento. Esta erosión ayuda al transporte de partículas del suelo por fuerzas eólicas y al lavado y escurrimiento de agua, teniendo una severa incidencia en los jagüeyes.

Es lamentable reconocer que el futuro de los jagüeyes no es muy promisorio, debido al desconocimiento de la importancia que tienen como parte fundamental de los procesos de la biosfera, como soporte de la vida humana y como sustento de calidad de vida. De valorarlos correctamente, sería posible enfocar estudios dirigidos a tener un mejor entendimiento de ellos y, por ende, salvaguardarlos antes de que sean destruidos totalmente; promoviendo su protección y evitando que se efectúen actividades antropogénicas nocivas en estos cuerpos de agua tan valiosos para los ecosistemas.


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