DOMINGO Ť 5 Ť AGOSTO Ť 2001

Jenaro Villamil

Telenovelas, en busca del erotismo frustrado

El próximo lunes, el Canal 2 de Televisa iniciará la transmisión de la telenovela Atrévete a olvidarme, anunciada como un melodrama "erótico" con "temática muy fuerte" que incluye, entre otras cosas, un semidesnudo de la protagonista Adriana Fonseca, escenas de misticismo, amor, "traición y política", según rezan los publirreportajes aparecidos esta semana.

Con esta producción, de las pocas que sobrevivieron al recorte y a la guillotina presupuestal en el Canal de las Estrellas, la principal industria del entretenimiento en nuestro país pretende remontar el patético fracaso de la tercera versión de El derecho de nacer ?¿a quién le interesaba ya en la época de la píldora anticonceptiva el drama de Albertico Limonta??, y competir con lo que se conoce como "el estilo Argos", en referencia a las producciones de Epigmenio Ibarra que vinieron a transformar el melodrama seriado con novelas de fuerte carga erótica como Mirada de mujer y Tentaciones.

Casi en paralelo, Tv Azteca también ensaya algunas fórmulas para no rezagarse en lo que parece ser un nuevo ingrediente en la búsqueda del rating: mezclar historias "eróticas" con elementos de "brujería y del más allá" y temáticas "fuertes" como la drogadicción o el aborto. La empresa del Ajusco anunció el pasado 30 de julio que está en negociaciones con Playboy Tv Latin America e Iberia para transmitir la telenovela Latin lover, con escenas de erotismo y relaciones sexuales explícitas.

Difícilmente Televisa pueda remontar el atraso que lleva en décadas en este terreno, pero, sobre todo, ofrecer algo más que un recetario erótico o exótico para la tranquilidad de su audiencia. Ya desde antes las telenovelas brasileñas Tieta y Pantanal, así como la colombiana Café con aroma de mujer demostraron que para encontrar el erotismo no se requería de superproducciones o de sobrevender un desnudo, sino de creatividad y honestidad en el guión. El éxito abrumador en el continente de Betty la fea, de factura colombiana, demostró que el erotismo no estaba sólo en lo explícito del sexo.

El gran melodrama de las telenovelas mexicanas, en especial las de Televisa, es que sigue pensando sus guiones y la búsqueda de rating en términos de una sociedad tradicionalista, cuando el erotismo o el antierotismo de sus propias audiencias es característico de una sociedad postradicionalista. Los problemas ahora no están instalados sólo en los códigos de la doble moral o del sexismo iluso. No son sólo de índole pornográfico o genital, sino del placer asolado que se niega, de falta de comunicación lúdica y de condiciones para el disfrute. Roman Gubern, en el Eros electrónico, explicó de esta forma la ilusión erótica del mundo mediático:

"Son fantasías que empujan hacia el coleccionismo erótico en la vida real, hacia la satiriasis masculina y la ninfomanía femenina, que la psiquiatría suele explicar por la necesidad de afirmar la permanencia y vigor del propio atractivo, en lucha contra la usura física del paso del tiempo. Quienes no pueden aspirar a tanto se consuelan simplemente dando rienda suelta a la pulsión neurótica del consumismo en los grandes almacenes".

Por otro lado está el rezago de la televisión frente a la oferta de los otros medios masivos. ¿Qué le puede decir a un joven mexicano la historia de un prostíbulo, el desnudo de una actriz o los casos sugeridos de homosexualismo entre protagonistas que no le haya dicho el Internet, el cine americano o las otras telenovelas latinoamericanas e, incluso, las propias películas mexicanas recientes como Perfume de violetas, Amores perros o Y tu mamá también?

¿En qué propuesta erótica está pensando la principal empresa televisiva cuando promueve el consumismo porno de Niurka, que incluye la venta de una "loción de feromonas" y otras excentricidades para eliminar la eyaculación precoz o la disfunción eréctil? Uno de los recientes ensayos fallidos de Televisa ha sido la disminución abrupta del rating de la tele-serie cómica Diseñador de ambos sexos, que se anunció como una comedia del desclosetamiento y el destape gay, y resultó ser un remedo de los gags de Chespirito o de la Carabina de Ambrosio.

El erotismo frustrado de la televisión mexicana es la confusión de lo lúdico con lo físico, la reducción de lo erótico a lo visual, la distancia enorme entre la seducción y su modelo de sumisión. Para ese erotismo es un "atrevimiento" rentable enfocar a figuras humanas hermosas, cinceladas en gimnasio incapaces de aportar algo más que un buen close up, como ocurrió en telenovelas como Acapulco, En cuerpo y alma o Marea brava, que pasaron sin pena ni gloria.

El especialista en este género, Alvaro Cueva, subraya en su reciente libro Sangre de mi sangre que existen más de 45 tipos distintos de telenovelas, incluyendo las de carga erótica, y no ha sido México el país que mejores producciones ha aportado.

Los sectores que más se han escandalizado con las "escenas fuertes" de las telenovelas son los mismos que siguen creyendo en una sociedad tradicionalista: el arzobispado de México, la asociación A favor de lo Mejor y otros grupos que han perdido la batalla por sus excesivas ganas de censura. Son los mismos que piensan que la novela de Carlos Fuentes, Aura, es un teledrama brasileño o una producción de Epigmenio Ibarra que no debe ser transmitida en horario triple A.

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