LUNES 6 DE AGOSTO DE 2001

 

''QUE ME VELEN EN LOS MURALES, donde está la historia de México''

DISPOSICIONES PARA CUANDO FALLEZCA:

per-suar4.jpg1. Que me velen en la estatua de Hernán Cortés, está en el Casino de la Selva en Cuernavaca.

2. Que me velen en el salón de los murales del propio Casino de la Selva, en donde está en murales la verdadera historia de México.

3. Que (me) velen en salón grande del Polyforum Cultural Siqueiros en lo que fue Parque de la Lama, esquina de Insurgentes y Filadelfia, México DF y...

4. Que me velen en el salón grande del Hotel de México piso 36, y después a la fosa que me costeen los hijos leales que nunca me hayan negado.
 
 

Cuernavaca 20 de agosto de 1982

Manuel Suárez

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Lilia Suárez, hija del empresario y gerente por 25 años

NECESARIO, RESCATAR LA MEMORIA que albergó el Casino de la Selva
 

''RESPECTO DE LA venta del casino, me pregunto: ¿qué pasó?, ¿no hubo una cláusula para los nuevos propietarios en donde quedara regulada la existencia y preservación de los murales? Seguramente por escrito existe la leyenda en donde se diga si el inmueble se vendió como terreno, construcción o un bien del cual una parte no podía ser modificada, porque es patrimonio nacional'' Lilia Suárez

César Güemes

La memoria colectiva, a diferencia de la personal, requiere de un asidero físico, de un sitio, de un referente tangible. Toda una época de la cultura nacional, de mediados de los sesenta a mitad de los ochenta, tuvo como centro el Casino de la Selva, en Cuernavaca, el conjunto compuesto por hotel y diversas edificaciones en las que participó de manera destacada el arquitecto Félix Candela.

Esta referencia ineludible cuando se habla de pintura, teatro de vanguardia y literatura forma parte del legado de don Manuel Suárez, empresario y mecenas nacido en España, avecindado en México desde 1910 y que además del casino llevó a cabo hasta su muerte, ocurrida en 1987, el proyecto México 2000, que comprende el Hotel de México y el Polifórum Cultural Siqueiros.

5suarez_liliaokEl recuento de la participación que tuvo el Casino de la Selva en la cultura nacional es tan amplio como el riesgo que corre ahora su edificación, o lo que resta de ella, y el contenido de ésta: la venta que se realizó de la propiedad, hoy en manos de un grupo dedicado a las tiendas de autoservicio, pone en peligro tanto la memoria de esa etapa como los murales mismos que pintores como David Alfaro Siqueiros, José Reyes Meza y Benito Messeguer hicieron ahí a invitación expresa de Manuel Suárez.

La historia interna del inmueble la conserva la hija del empresario, Lilia Suárez, quien durante un cuarto de siglo trabajó al lado de su padre al frente de la gerencia del casino y como promotora cultural al interior del mismo.

En su amplitud, el Casino de la Selva alberga lo mismo al fantasma de Malcolm Lowry, que ahí dio fin a la primera versión de Bajo el volcán, que la visita de Jules Dassin (el que dirigió Nunca en domingo, en 1961, con Melina Mercouri) con intenciones de llevarla a la pantalla, algo que finalmente haría John Houston en 1984, con Albert Finney en el papel de Geoffrey Firmin y Jacqueline Bisset como Yvonne Firmin, acompañados por los mexicanos Ignacio López Tarso y Katy Jurado.

En sus instalaciones se encuentra por una parte el misterio de la identidad de los cuatro dirigentes del movimiento estudiantil del 68, que a pedido de Ida Rodríguez Prampolini fueron hospedados por Lilia Suárez durante un mes, a lo largo del cual fueron tan discretos que la gerente del sitio jamás tuvo acceso a ellos, aunque hay motivos fundados para pensar que el propio Heberto Castillo estuvo ahí, y por otra lo que fue la primera Cueva de la cantante Amparo Montes.

Por el sitio pasó íntegro, en dos ocasiones, el Festival Internacional Cervantino. Ahí se iniciaron los ciclos del llamado cine sicoanalítico, así como el grupo de teatro al que le dieron clase, entre otros actores, Carmen Montejo o Sergio Jiménez.

En la alberca de dimensiones olímpicas se hundió el célebre pianista conocido como Morquecho, junto con el piano Steinway, propiedad de don Manuel Suárez, en lo que fue su última presentación en Cuernavaca. Y en sus instalaciones, hay que decirlo, se gestó el nacimiento de La Jornada, cuyo proyecto central sería dado a conocer en otro de los trabajos arquitectónicos de Suárez, el Polifórum Cultural Siqueiros.

En 1966, Lilia Suárez asume la gerencia del Casino de la Selva, con lo que se convierte en la primera mujer en desempeñar un cargo semejante en México. En ese puesto se mantiene hasta la muerte de su padre, ocurrida en 1987.

Necesario, difundir la historia de la construcción

-De quién considera que es la responsabilidad de esta destrucción, ¿del Estado o de los actuales dueños de la propiedad?

per-amor3.jpg-Mi papá decía que la culpa siempre era soltera y con eso señalaba que con la culpa nadie quería casarse. Y digo ahora algo que debe ser muy poco conocido: nunca tuve acceso al testamento de mi papá y creo que por ahí se podría empezar la pesquisa de la responsabilidad. Poco antes de morir, me dejó varias cartas, dirigidas a diversos presidentes y amigos. Era un hombre muy dado a que sus palabras quedaran por escrito. Era su manera de ordenar el mundo y de entenderlo.

''Para mí es clara la posibilidad de que debió acompañar su testamento con algún escrito señalando que los murales fueran cuidados porque, como él lo señalaba con insistencia, le pertenecen a México. Esa es una posibilidad que no debemos descartar.

''Respecto de la venta del casino, me pregunto: ¿qué pasó?, ¿no hubo una cláusula para los nuevos propietarios en donde quedara regulada la existencia y preservación de los murales? Seguramente por escrito existe la leyenda en donde se diga si el inmueble se vendió como terreno, como construcción o como un bien del cual una parte no podía ser modificada porque es patrimonio nacional.

''Creo, vista así la situación, que puede haber una culpa repartida entre las personas que vendieron, las que compraron, y la inmovilidad del gobierno que siempre supo del contenido y valía de la construcción. Era el sitio más reconocido de Cuernavaca, no era un bien que se diluyera. ¿Quién no pasó por ahí? Casi todos los intelectuales y creadores de México y muchos que venían de muy distintos países. En cuanto al patrimonio pictórico, para no hablar ahora de otro tipo de propiedad cultural, es evidente que el gobierno sabía de su existencia y también es claro que no hizo nada al respecto."

-Cuando usted se entera de lo que está pasando en el Casino de la Selva, ¿piensa en tomar alguna medida?

-Como pasé buena parte de mi vida al lado de mi padre compartiendo la gerencia del hotel más la parte cultural que me correspondía impulsar, lo que sentí hace un mes, cuando me enteré de la situación, fue necesidad de informarme. Sin esperar más, fui a ver el casino, pero no me permitieron la entrada. Aunque no me conste el tamaño de la destrucción más que por las fotografías que ha difundido la prensa, pienso que lo único que puedo hacer desde mi capacidad es dar a conocer las cartas de mi papá, dejar constancia de cuál era su voluntad y cooperar con ello a la historia del casino.

''Luego afortunadamente hemos abordado el tema de la responsabilidad e insisto en que puede ser compartida. Lo que pienso ante los hechos consumados es que es preciso realizar una labor de rescate para que el público de hoy se entere de su historia. Es necesario que se conozca cómo fue la creación al interior del casino, no hablo sólo de lo material sino de lo artístico. Me consta todo, absolutamente todo lo que ocurrió en su interior en cuanto a creación y patrimonio artístico se refiere."

Mi padre, patriota hasta el cansancio

-Una de las premisas de don Manuel Suárez era no sacar dinero del país. ¿Por qué esa conciencia empresarial apegada al territorio mexicano?

-A todo el mundo que quiso escucharlo se lo dijo: no tenía ningún interés en sacar ni un solo peso del país porque todo el dinero que consiguió administrar se lo había dado su trabajo en México. Pensemos que él llegó muy joven aquí y sin un centavo; se hizo en la Revolución y fue construyendo su patrimonio a partir de su esfuerzo. Por eso decía hasta el cansancio que si había hecho aquí su dinero no había ninguna razón para llevárselo. México era su patria por decisión y porque todos sus hijos nacimos aquí. Eso lo mantuvo y lo cumplió.

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-Al cabo de los 25 años en que trabajó al lado de don Manuel, ¿le parece que se generó sólo reconocimiento por su labor o también tuvo diferencias considerables con las personas que lo rodeaban?

-Había muchas personas que apreciaban sobremanera lo que estaba haciendo, pero es verdad que también era muy criticado, como todos los personajes cuando llegan a serlo. Le criticaban, por ejemplo, algunas acciones que no parecían tener un fin práctico a la vista.

''Recuerdo que un buen día convocó a varios de los pintores que conocía a construir un enorme gusano hecho de diversos materiales, a modo de carro alegórico pero muy largo, para que saliera a recorrer Cuernavaca y se auspiciara con eso el primer carnaval en la zona. Los pintores, por su lado, tomaron la tarea muy en serio aunque se divertían de lo lindo. El resultado fue un gusano de dimensiones enormes: el cuerpo de esa creación abarcaba desde la salida del casino hasta las calles del centro de esa ciudad. Era todo un espectáculo. Claro, así como a muchas personas les parecía algo muy llamativo y hermoso, otras pensaban que mi papá no estaba muy bien porque no le encontraban significado. Entonces, tuvo de todo. Pero ahora que lo mencionas, que yo me haya dado cuenta de alguna verdadera distinción hecha por un gobierno, pues no, careció de ella. Y vivimos juntos en Morelos varias administraciones, desde los tiempos de Emilio Rivapalacio hasta 1987, cuando murió mi padre.''

-Salvo ese reconocimiento formal que no se dio, ¿cómo diría que se llevaba con los gobernadores de Morelos?

-Pues, muy bien. Parte de mi labor era coordinar las citas con los gobernadores, precisamente, ya fueran reuniones estrictamente administrativas o comidas de trabajo. Y aunque no hubo un reconocimiento específico a su tarea, sí debo decir que todos ellos lo respetaron. Y en reciprocidad no hubo una vez que mi papá los invitara y ellos se negaran. Siempre tuvo una buena relación con esas personas.

-Si llevaba una relación tan cordial con los responsables de la política de Morelos, ¿cómo es que de 1987 a la fecha una de sus obras principales se haya olvidado?

-Parte de la historia es que el casino estuvo cerrado desde que él falleció. Según entiendo, vendieron la propiedad más o menos al año de que eso ocurriera y enseguida fue cerrado. Entonces, las lluvias propias de la zona y la humedad interna de la construcción debieron perjudicar los murales. Si bien no he verificado el estado actual de esas obras, sé cuál es su mecánica, porque durante nuestra estancia en el casino en ocasiones fue el propio Reyes Meza a repararlos. Sólo el paso del tiempo, si no hay mantenimiento, puede dañar muy seriamente los murales.

-¿Quién pudo encargarse de cuidar el trabajo muralístico al interior del Casino de la Selva?

-A nadie le importó. Simple y sencillamente se convirtió en un lugar muerto que a nadie le interesaba. Los dueños habían vendido y se desentendieron de la propiedad justamente porque ya no era de ellos. ¿En qué términos fue la venta? No tengo la más remota idea, pero en cuanto a los que compraron está muy claro que no tuvieron ningún interés por preservar ese patrimonio. Y ahora que está metida ahí una empresa de supermercados, pues menos.
 
 

''VARIOS DIRIGENTES DEL movimiento del 68 vivieron en el casino a lo largo de casi un mes. Los hospedé, pues, pero no los vi jamás porque ellos nunca salían, no hicieron ruido, no dieron ningún problema. Es una experiencia que casi he borrado por completo porque me provocó un susto espantoso''

Escultura gigantesca

-Establezcamos para el lector quiénes fueron los dueños originales de la propiedad.

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-En principio mi papá, que se lo compró al que fue presidente de México, Abelardo L. Rodríguez. A su muerte se quedaron con él mis hermanos Marcos Manuel y Alfredo, ambos como dueños. Ellos vendieron el casino, aunque no sabemos bajo qué condiciones. No conocemos tampoco dónde está el documento de la venta ni qué dice de los interiores de la construcción. Bueno, incluso mi papá dejó por escrito su deseo de que a su muerte se le velara al lado de los murales, algo que jamás se hizo, se pasó por alto. Entonces, me imagino y quiero pensar que aquí hubo un gran olvido, un descuido de enormes dimensiones.

-¿Está al tanto de lo que piensan del asunto Marcos Manuel y Alfredo Suárez?

-No, no he hablado con ellos. No sé si alguien haya hecho contacto con alguno de los dos. Tengo entendido que al año de la muerte de mi papá ya se había vendido el casino.

-Y en lo concerniente al aspecto cultural, ¿es real, por ejemplo, que Mathias Goeritz quiso en algún momento convertir el casino en una escultura gigantesca?

-Desde luego. Un día llegó Mathias para visitar a mi papá después de inaugurar una exposición en el Casino, y a la pregunta de qué se le ocurría hacer dentro de la construcción, el artista le dijo, sin vueltas: pintarlo todo de verde, paredes, pisos y techos. Para que apreciemos el tamaño de la propuesta de Goeritz, pensemos que a la parte central del casino mi papá le había ido añadiendo distintas edificaciones como fue por ejemplo la estructura diseñada por Candela. Así que no podemos hablar de armonía arquitectónica en sentido estricto: el sitio ocupaba más de 90 mil metros cuadrados con varias construcciones que no resultaban uniformes. Bien, pues Mathias consideró que se vería muy bien pintar absolutamente todo de verde, con la idea de que se hiciera una gigantesca escultura y eso le confiriera unidad a todo aquello. Por mi parte, pensé que sería una escultura de mal gusto, pero mi papá pensó distinto. Envió a Mathias conmigo, puesto que yo administraba el casino, y después de platicar tanto acordamos que como proyecto podía sonar muy bien, pero resultaba irrealizable.

-Aunque no se llevara a cabo, el hecho de aceptar una propuesta semejante habla del carácter de don Manuel, que debió ser muy arriesgado incluso para algo en apariencia tan simple como pintar su propiedad.

-Mi papá decía a todos: hágalo. Por eso en ocasiones no faltaron personas que quisieron venderle proyectos poco sensatos. Como uno que le prometía hacer dentro del casino una reconstrucción de los Jardines Colgantes de Babilonia. Desde luego me negué, pese a que mi papá aceptaba muy en serio que los hiciera. Fue algo como lo que sucedió con el pianista Morquecho, muy célebre en su momento: le ofreció a mi papá un concierto sobre las aguas de la alberca. Puso el piano Steinway a flotar sobre una tarima y comenzó a tocar ante el beneplácito de los invitados. Pero no duró mucho, a mitad de la alberca la balsa comenzó a hacer agua y el piano y Morquecho con él se fueron a pique. Jamás volvió a tocar el pobre Morquecho dentro del casino.

-Uno de los proyectos realizados por don Manuel es la estatua de Hernán Cortés. Por una parte sirve de contrapunto con la historia de México, que narraban los murales del Casino y, por otra, con seguridad debió acarrearle algunos inconvenientes.

per-indig8.jpg-Así fue, porque la puso a la mera entrada del casino. Ya instalada, tuvo un fuerte disgusto con uno de los arquitectos que trabajaban para él, y el sujeto regresó una noche con su cuadrilla a tirar la estatua. Yo diría que ese fue el incidente principal, que la tumbaran. Por eso mi papá decidió colocarla en un sitio elevado donde no pudiera ser víctima del vandalismo. Esa estatua de Cortés era la única que existía en el país y desde luego que hubo intentos de retirarla, pero no fue posible por esa medida que él tomó.

-Hubo una fuerte actividad teatral dentro del casino, de la que usted era organizadora. ¿Qué rescata de esa época?

-Tengo muy presente el trabajo que hicimos con Rafael Buñuel, hijo del cineasta. Fue el primero en visitarnos con ánimo de desempeñar trabajos dramatúrgicos. Así que empezamos con un grupo de teatro que para entonces resultaba muy de vanguardia, era lo que para Estados Unidos se consideraba off-off Broadway. No era fácil de entender, no era algo realista. El caso es que Rafael estuvo al menos seis meses viviendo en el casino a fin de desarrollar su proyecto.

-¿En qué época se iniciaron las actividades teatrales?

-Con exactitud, fue el 10 de diciembre de 1971, hace casi 30 años. En ese momento dimos por abiertas tanto las actividades teatrales como la exhibición de cine. Al grupo de teatro, por cierto, llegaban a darnos clase varios actores y actrices muy importantes, como Carmen Montejo o Sergio Jiménez.

-¿Actuaba usted?

-No precisamente. Sólo jugaba con ellos al teatro pero no participaba de manera formal. Les daba las facilidades para que trabajaran. Y los resultados fueron muy buenos, incluso obtuvieron un premio de teatro experimental. Esas actividades las desarrollamos durante cerca de cuatro años.

-Fueron muy conocidas las sesiones de lo que llamaron cine sicoanalítico. ¿En qué consistía éste?

per-corte9.jpg-En la proyección de películas y su análisis por parte tanto de los espectadores como de un sicoanalista. Recuerdo que iniciamos con la vida de Marilyn Monroe. Grandes estudiosos de la escuela freudiana fueron invitados. Los debates, desde luego, eran magníficos y muy extensos. Dentro de los analistas participantes estaban Antonio Mendizábal, Armando Barriguete, Agustín Palacios y Santiago Ramírez, todos ellos muy destacados.

-¿Cuál fue el motivo para que el casino sirviera de escenario para realizar actividades del festival Cervantino?

-En buena medida la necesidad de difundir la cultura, pero también lo hicimos porque contábamos con la facilidad de poder brindar hospedaje y alimentación a los visitantes.

-¿Cómo recuerda al Dr. Atl?

-Como un tipo sensacional. Todos los días, entre las tres y las cuatro de la tarde, se iba al comedor, precisamente el que derruyeron, el que hizo Félix Candela, y daba inicio a una sesión maratónica de conversaciones. Era una charla riquísima porque venían a saludarlo muchos personajes, sobre todo pintores. Para empezar, estaban ahí Mario Orozco Rivera y Benito Mesegguer, lo que garantizaba una muy buena riqueza de opiniones.

-¿A la distancia, cómo mira a Leonora Carrington?

-Fue una amiga entrañable. Con ella tuve largas conversaciones, porque vivió en el casino mientras le construían su casa en Cuernavaca.

-¿Fue amiga de Siqueiros?

-Por supuesto. Conviví mucho con él. Cuando mi papá lo ayudó a que saliera de la cárcel, empezó una muy agradable amistad. Recuerdo que lo llevó al casino para enseñarle los murales, porque ese era su máximo logro. Decía mi papá que ahí podía verse la verdadera historia de México, desde el descubrimiento de América, el mestizaje y el mundo digamos moderno. El caso es que mi papá llevaba a ver los murales a cuanto visitante tenía, y desde luego a personas que se dedicaran a las artes plásticas, como Siqueiros.

''Es muy lamentable que el medio siglo dedicado por mi papá al Casino de la Selva se destruya. Lo que él hizo fue estar rodeado de pintores. La pintura venía a ser su única afición. No bebía, no fumaba ni tenía mayores vicios. Su quehacer era crear y apoyar a los que creaban. Por eso apoyó tanto a pintores, escritores, músicos y gente de teatro.

-De los proyectos que no se concretaron podemos contar la visita de Jules Dassin. El tenía intenciones de filmar Bajo el volcán.

-Así es. Lo trajo Buñuel y lo llevamos Ida Rodríguez Prampolini y yo a que conociera en Cuernavaca las locaciones de las que hablaba Malcolm Lowry. También visitamos junto con él Tepoztlán. El caso es que estuvo cinco días hospedado en el casino y finalmente no pudo filmar la película por cuestiones económicas. En esa época recuerdo que también vino Joseph Losey, acompañado de Richard Burton; ahora pienso y me imagino que el personaje del Cónsul habría sido magníficamente interpretado por él. Pero John Houston sí la filmó, desde luego.

La paella de Cantinflas

10sala mural-¿Cómo era la vida cotidiana en el casino?

-Muy amable, salpicada de anécdotas. Recuerdo, por ejemplo, que en la casa pequeña que yo tenía dentro del casino se organizó una paella que guisaba Cantinflas. En ese momento llegaron periodistas de Paris Match para hablar con Siqueiros y retratar a Mario Moreno, que estaba cerca del cazo donde hacía la paella. Lo cierto es que Siqueiros le echó a perder el platillo a Cantinflas porque como lo estaban fotografiando, se le ocurrió mover la paella tanto que la echó a perder. Para la comida tuvimos que pedir algo de la cocina del casino porque nos quedamos sin el platillo especial preparado por Cantinflas.

-¿Cuál es la historia de los refugiados del 68 que tuvo hospedados en el casino?

-Fue Ida Rodríguez quien llegó a visitarme para preguntar si podía llevar ahí a algunas personas, sólo por unos días, dado que en su casa no podía albergarlos. Le dije que sí. No me especificó cuántas personas eran, pero me pidió dos cuartos más la solicitud concreta de que los hospedara lo más retirado posible y que les enviara los alimentos sólo en la noche. No me dio explicaciones, aunque le hice preguntas. A cambio, su respuesta fue: es un favor que te pido. Ya no supe más. Y veía que en las noches les subían charolas con comida a los huéspedes. Ordené les llevaran todo lo que pidieran.

''Después de varios días llegó de nuevo Ida a visitarme para decir que estaba muy preocupada: no podía llevarse a los huéspedes aún, necesitaba otra semana más.

-Todo esto, desde luego, después de la matanza del 2 de octubre.

-Sí, todo después de esa fecha. Estamos hablando como del día 10 de ese mes. Entonces le pedí, por favor, me dijera quiénes eran. Se negaba, pero insistí. El caso es que me dijo: son los muchachos que alcanzaron a escapar de la represión en Tlatelolco. Pues me fui de espaldas, ¿por qué me haces esa monstruosidad a mí?, le pregunté a Ida, si se entera mi papá, me despide. Total, que subió a verlos, les preguntó cuándo se podían ir y al bajar me dijo que no iban a salir en menos de 20 días. El caso es que varios dirigentes del movimiento del 68 vivieron en el casino a lo largo de casi un mes. Los hospedé, pues, pero no los vi jamás porque ellos nunca salían, no hicieron ruido, no dieron ningún problema. Es una experiencia que casi he borrado por completo porque me provocó un susto espantoso.''

-¿Qué le deja toda esta experiencia y el hecho de que el sitio donde se generó esté a punto de desaparecer?

-Lo importante es que alguien responda ante los hechos y la pérdida de ese patrimonio cultural. Es necesario rescatar lo que sea posible, que no se pierda la memoria mexicana que llegó a albergar el Casino de la Selva.



Este martes Cotsco presentará el proyecto de construcción ante ellas

LAS AUTORIDADES CULTURALES mantienen evasivas y mutismo

EL FRENTE CIVICO Prodefensa del Casino de la Selva da prácticamente por descontada la compra de esa propiedad, pero no ceja en sus demandas y movilizaciones para que ésta sea expropiada y levantar allí, respetando la estructura original, un centro cultural, artístico y artesanal

Angel Vargas

Este martes será un día crucial en el futuro del Casino de la Selva: el grupo Price Costco, propietario del predio, presentará su proyecto de construcción ante las autoridades de los institutos nacionales de Bellas Artes (INBA) y de Antropología e Historia (INAH), así como del ayuntamiento de Cuernavaca, según información extraoficial.

También serán convocados a la reunión representantes de las diversas organizaciones civiles que hace unas semanas conformaron el Frente Cívico Pro Defensa del Casino de la Selva, entre ellas el Consejo Ciudadano para la Cultura y las Artes de Morelos, Grupo de los Cien y Creadores de Arte Público de México.

Los visos de que la instancia ciudadana pueda adquirir ese inmueble, como fue propuesto el pasado 24 de julio en una reunión entre las partes involucradas, son cada vez más remotos.

11salamuralesahoraLos gobiernos municipal y estatal descartaron de manera pública hace unos días contar con la suma de 15 millones de dólares que plantea la empresa estadunidense por la venta. La administración federal, en tanto, mantiene evasivas y mutismo, como lo señalaron la noche del martes 31 de julio, durante la conferencia Basta ya de vender el patrimonio cultural, el ex legislador Marcelo Ebrard, y los pintores Francisco Icaza y Julio Carrasco, quienes procuraron evidenciar ''cómo el gobierno federal es defensor a ultranza de la globalización y antepone los intereses del capital privado a los de la nación'' (La Jornada, 2 de agosto).

En caso de lograrse la compraventa, las partes advirtieron -en aquella reunión- que Costco se desentendería por completo de su compromiso de restaurar y trasladar los diversos murales que existen en el ex hotel, así como de restituir la estructura del arquitecto Félix Candela derruida el 13 de julio.

No acatar íntegramente la disposición del ayuntamiento de Cuernavaca, de respetar las obras artísticas y arquitectónicas ubicadas en el Casino de la Selva, le valió a la empresa no sólo la suspensión del permiso de demolición que le fue otorgado el 9 de ese mes, sino una sanción de 54 mil pesos impuesta el martes pasado por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas del municipio.

El proyecto que el grupo Price Costco pretende desarrollar en los 95 mil metros cuadrados del predio incluye la construcción de un Price-Club, una Mega Comercial Mexicana y, posiblemente, un restaurante California.

La inversión requerida, según la trasnacional, alcanzará 80 millones de dólares a los que se deben sumar 10 millones que ésta pagó por el predio, subastado hace unos meses por Fideliq (instancia de Nacional Financiera) como parte de la política para recuperar capital del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa).

La operación ha despertado sospechas e indignación entre la sociedad, ya que la instancia financiera vendió el casino sólo como terreno, sin considerar las edificaciones ni las obras artísticas. Al respecto, se ha solicitado investigar y castigar conforme a la ley a los funcionarios involucrados en esa compraventa.

El Frente Cívico Prodefensa del Casino de la Selva da prácticamente por descontada la compra de esa propiedad, pero no ceja en sus demandas y movilizaciones para que ésta sea expropiada y levantar allí, respetando la estructura original, un centro cultural, artístico y artesanal.

Con insistencia, ese frente ha demandado la intervención del Congreso de la Unión y de la Presidencia de la República, primero mediante cartas entregadas en ambas instancias a mediados de julio, y hace unos días, a través de una serie de reuniones con integrantes de las comisiones de Educación y Cultura de las cámaras de Diputados y Senadores.

Diversos sectores de la sociedad acusan al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, al INBA y al INAH de pasividad y negligencia en lo concerniente a este asunto, a lo cual han respondido que la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos les limita su margen de acción en cuanto a la defensa y preservación del patrimonio artístico, como lo aseguró la titular del CNCA, Sara Bermúdez, durante su visita al ex hotel morelense el pasado 15 de julio.

El hecho de que en el subsuelo del predio se encuentren vestigios prehispánicos -cuya información se dio a conocer en este diario el 12 de julio- ha pasado prácticamente a un segundo plano ante la demolición de la obra de Félix Candela y la destrucción de algunos murales, entre ellos los del valenciano Jose Renau, Dr. Atl, Benito Messeguer, Jorge González Camarena y Francisco Icaza.

El titular del INAH, Sergio Raúl Arroyo, aclaró hace algunas semanas que se trata de un sitio arqueológico de ''dimensiones reducidas" conocido como Gualupita, cuya antigüedad se remonta al preclásico, es decir, entre mil 200 y mil 500 años aC.

Subrayó que los arqueólogos establecerán las dimensiones exactas del sitio y aseguró que el proyecto de Costco deberá ser autorizado por la instancia que él dirige para evitar cualquier tipo de afectación a ese patrimonio arqueológico.

Es un hecho que el estira y afloja entre autoridades, instancias ciudadanas e inversionistas arreciará este martes. En tanto, la denuncia interpuesta por el frente cívico ante el Ministerio Público Federal en Cuernavaca el mes anterior, por la destrucción de la obra pictórica, continúa su curso.

Y algunos de los pintores vivos cuyos murales resultaron dañados o completamente destruidos, entre ellos Jorge Flores, interpondrán en los próximos días una denuncia contra quien resulte responsable; lo mismo harán los deudos de algunos artistas fallecidos, como la Fundación José Renau y la hija de Benito Messeguer.


Bajo el volcán

En un pueblo de México donde se dan la mano infierno y paraíso, el novelista inglés Malcolm Lowry ubica una de las obras maestras de la narrativa del siglo XX. Reproducimos el inicio y el final de Bajo el volcán (Era), que ocurren precisamente en su escenario, que es también donde este libro legendario fue escrito: el Casino de la Selva

Malcolm Lowry

Dos cadenas montañosas atraviesan la República, aproximadamente de norte a sur, formando entre sí valles y planicies. Ante uno de estos valles, dominado por dos volcanes, se extiende a dos mil metros sobre el nivel del mar la ciudad de Quauhnáhuac. Queda situada bastante al sur del Trópico de Cáncer; para ser exactos, en el paralelo diecinueve, casi a la misma latitud en que se encuentran, al oeste, en el Pacífico, las islas de Revillagigedo o, mucho más hacia el oeste, el extremo más meridional de Hawai y, hacia el este, el puerto de Tzucox en el litoral Atlántico de Yucatán, cerca de la frontera de Honduras Británica o, mucho más hacia el este, en la India, la ciudad de Yuggernaut, en la Bahía de Bengala.

12lowry-malcomLos muros de la ciudad, construida en una colina, son altos; las calles y veredas, tortuosas y accidentadas; los caminos, sinuosos. Una carretera amplia y hermosa, de estilo norteamericano, entra por el norte y se pierde en estrechas callejuelas para convertirse, al salir, en un sendero de cabras. Quauhnáhuac tiene dieciocho iglesias y cincuenta y siete cantinas. También se enorgullece de su campo de golf, de multitud de espléndidos hoteles y de no menos de cuatrocientas albercas, públicas y particulares, colmadas por la lluvia que incesantemente se precipita de las montañas.

En las afueras de la ciudad, cerca de la estación del ferrocarril, se yergue, en una colina ligeramente más alta, el Hotel Casino de la Selva. Está situado bastante lejos de la carretera principal y lo rodean jardines y terrazas que, en cualquier dirección, dominan un amplio panorama. Aunque palaciego, lo invade cierta atmósfera de desolado esplendor. Porque ya no es un casino. Ni siquiera se pueden apostar a una partida de dados las bebidas que se consumen en el bar. Lo rondan fantasmas de jugadores arruinados. Nadie parece nadar jamás en su espléndida piscina olímpica. Vacíos y funestos están los trampolines. Los frontones, desiertos, invadidos de hierba. Sólo dos campos de tenis se mantienen en buen estado durante la temporada.

Hacia la hora del crepúsculo del Día de Muertos, en noviembre de 1939, dos hombres, vestidos de franela blanca, estaban sentados bebiendo anís en la terraza principal del Casino [...]

Al principio el Cónsul sintió un extraño alivio. Ahora se percataba de que habían disparado sobre él. Cayó sobre una rodilla y luego, gimiendo, boca abajo, cuan largo era, sobre la hierba.

-Dios -observó, perplejo-, ¡qué manera de morir!

Una campana proclamó:

...¡Dolente... dolore!

Lloviznaba. Sobre su cabeza rondaban formas que le asían de la mano, tal vez tratando de robarle aún lo que llevaba en los bolsillos, o quizás deseosas de ayudarlo, o simplemente curiosas. Sentía que la vida se le escapaba por la herida como un hígado rebanado, y que se esparcía en la frescura de la hierba. Estaba solo. ¿Dónde estaban todos? ¿O acaso no había ido nadie? Luego un rostro brilló en la penumbra, una máscara compasiva. Era el anciano violinista que se agachaba sobre él.

-Compañero... -empezó a decir. Y luego desapareció.

Luego la palabra "pelado" invadió toda su conciencia. Era la palabra con que Hugh describió al ratero: ahora alguien le había lanzado ese mismo insulto. Y fue como si, por un momento, se hubiera convertido en el ''pelado'', en el ladrón... sí, en el ratero de confusas ideas desprovistas de significado de las que había surgido su rechazo de la vida, el ratero que había llevado dos o tres sombreros, sus disfraces, por encima de estas abstracciones: ahora la más real de todas ellas se hallaba cerca. Pero también, alguien le había llamado "compañero", lo cual era mejor, mucho mejor. Eso lo hacía feliz. Acompañaba a estos pensamientos que iban a la deriva por su mente una música que sólo podía escuchar si oía con atención. ¿Era Mozart, por casualidad? La Siciliana. Final del cuarteto en re menor por Moses. No, era algo fúnebre, tal vez Gluck, de Alceste. Sin embargo, había en aquella música algo que recordaba a Bach. ¿Bach? Un clavicémbalo que se oía desde muy lejos, en Inglaterra, en el siglo XVII. Inglaterra. Las cuerdas de una guitarra, también, alejándose un poco, se mezclaban al lejano clamor de una cascada y a lo que sonaba como los jadeos del amor.

Estaba en Cachemira, lo sabía, y se hallaba recostado en las praderas cerca de un arroyo que serpeaba entre violetas y tréboles, el Himalaya allá a lo lejos, por lo que resultaba tanto más sorprendente que estuviese a punto de iniciar el ascenso del Popocatépetl en compañía de Hugh e Yvonne. Ya ellos le llevaban alguna delantera.

-¿Puedes cortar bugambilias? -oyó que decía la voz de Hugh, y:

-Cuidado -respondió Yvonne-, tiene espinas y debes mirar con cuidado para asegurarte de que no tiene escorpiones.

-Nosotros, en México, matamos a los escorpías -masculló otra voz.

Y con esto, desaparecieron Hugh e Yvonne. Sospechaba que no sólo habían ascendido al Popocatépetl sino que ahora se encontraban mucho más allá. Solitario, caminaba el Cónsul con dificultad recorriendo afanoso las laderas, en el rumbo de Amecameca. Con gafas ventiladas para nieve, con alpenstock, guantes y gorro de lana calado hasta las orejas, con puñados de ciruelas, pasas y nueces, con un frasco lleno de arroz que sobresalía de una de las bolsas de su saco, y la información del Hotel Fausto, que se asomaba por la otra, sentíase abrumado por el peso. No podía seguir adelante. Exhausto, desvalido, se desplomaba. Nadie le ayudaría, aunque pudieran hacerlo. Ahora era él quien quería morir a orillas del camino, en donde ningún buen samaritano se detendría. Aunque resultaba sorprendente que resonara en sus oídos ese estallido de risas, de voces: ¡ah!, al fin lo rescataban. Encontrábase en una ambulancia que aullaba al atravesar por la selva, precipitándose cuesta arriba, dejando atrás los límites de la vegetación, rumbo a la cúspide -¡y ciertamente era éste un medio de llegar hasta allí!- en tanto que aquéllas que le rodeaban eran voces amistosas: la de Jacques y la de Vigil harían concesiones, tranquilizarían a Yvonne y a Hugh en cuanto a él se refería. ''No se puede vivir sin amar'', dirían, lo cual explicaría todo, y lo repitió en voz alta. ¿Cómo pudo haber juzgado con tanta dureza al mundo, cuando el auxilio estuvo al alcance de la mano todo el tiempo? Y ahora había llegado a la cumbre. ¡Ah, Yvonne, amor mío, perdóname! Potentes manos lo alzaban. Abriendo los ojos, miró hacia abajo esperando hallar a sus pies la espléndida selva, las cumbres, el Pico de Orizaba, la Malinche, el Cofre de Perote, semejantes a aquellas cimas de su vida, conquistadas una tras otras, antes de lograr con éxito este supremo ascenso, si bien de modo poco convencional. Pero no había nada: ni cumbres ni vida ni ascenso. Ni tampoco era esta su cúspide, una cúspide exactamente: no tenía sustancia, no tenía bases firmes. También esto, fuera lo que fuese, se desmoronaba, se desplomaba mientras que él caía, caía en el interior del volcán, después de todo debió haberlo ascendido, si bien ahora había este ruido de lava insinuante que crepitaba en sus oídos horrísonamente, era una erupción, aunque no, no era el volcán, era el mundo mismo lo que estallaba, estallaba en negros chorros de ciudades lanzadas al espacio, con él, que caía en medio de todo, en el inconcebible estrépito de un millón de tanques, en medio de las llamas en que ardía un millón de cadáveres, caía en un bosque, caía...

De pronto, gritó y fue como si este grito fuera proyectado de árbol en árbol, como si sus ecos regresasen y, luego, como si los árboles se cerraran sobre su cabeza, apiñados, se cerrasen sobre su cuerpo compadecidos...

Alguien tiró tras él un perro muerto en la barranca.
 
 

¿LE GUSTA ESTE JARDIN QUE ES SUYO?

¡EVITE QUE SUS HIJOS LO DESTRUYAN!