DOMINGO 12 DE AGOSTO DE 2001


Fronteras Compasivas y su lucha contra la muerte

Los pequeños oasis de los migrantes

Las muertes por deshidratación de los que intentan ingresar sin papeles a Estados Unidos se incrementan en el desierto de Arizona. Esto -según el propio gobierno del país vecino- fue provocado por la política migratoria estadunidense que orilla a los migrantes a cruzar por zonas peligrosas. La organización Fronteras Compasivas busca paliar la tragedia y ha instalado tanques de agua en el desierto

NAOMI Adelson * Fotos de J. GUADALUPE Pérez

"Pasar la frontera caminando por el desierto es peligroso y puede terminar en la muerte. ¡No vaya usted! ¡No vale la pena"!, dice un nuevo letrero en Sonoyta, Sonora, justo frente a la entrada al desierto de Arizona.

 ¿El gobierno mexicano muestra una nueva preocupación por salvar la vida de sus connacionales que prueban suerte al intentar llegar a Estados Unidos por el desierto? ¿O de repente la Patrulla Fronteriza está consciente de que sin información los indocumentados seguirán muriendo?

mas-aviso.jpgSí, las fronteras están plagadas de letreros del gobierno. Pero también una organización civil, llamada Fronteras Compasivas (Humane Borders), está poniendo letreros en la frontera. Pero no se queda ahí.

En marzo de este año, Fronteras Compasivas puso un primer tanque de agua en el desierto de Arizona en un intento por salvar vidas en una zona que se ha vuelto mortal desde que el Servicio de Inmigración y Naturalización (SIN) arrancó su Estrategia para la Frontera Suroeste.

El programa, iniciado en 1994, tiene cuatro fases en las que se va incrementado la presencia de agentes de la Patrulla Fronteriza y se instala tecnología y barreras para reducir el número de entradas ilegales a Estados Unidos.

El SIN se ha centrado en colocar barreras en las zonas urbanas donde hay la infraestructura necesaria para cruzar la frontera y donde es posible conseguir transporte a puntos en el interior del país. De esta manera ?según el SIN?, los migrantes tendrían que cruzar en zonas de difícil acceso y sería más fácil detenerlos.

Sin embargo, un informe reciente de la Oficina de la Contraloría General de Estados Unidos (GAO, por sus siglas en inglés) muestra lo que los activistas pro derechos humanos llevan siete años diciendo: la estrategia no ha reducido la cantidad de entradas ilegales, sólo cambió los lugares de cruce e incrementó el número de muertes en la frontera.

"A pesar de que el SIN logró que el tráfico de inmigrantes ilegales se desviara de las zonas urbanas, el total de detenciones de la Patrulla Fronteriza en la frontera del suroeste ha aumentado desde que se implantó la estrategia en 1994", se lee en el informe.

Entre 1998 y 2000 -según estadísticas del SIN- la cantidad de detenciones en tres sectores (San Diego, El Paso y McAllen) disminuyó, pero aumentó en cinco. "Los migrantes siempre habían enfrentado peligros al cruzar la frontera y muchos habían muerto, pero tras la puesta en marcha de la estrategia del SIN hubo un aumento de las muertes ocasionadas por temperaturas extremas", agrega el informe de la GAO.

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Entre octubre de 1997 y junio del año en curso, mil 13 migrantes fallecieron al intentar entrar a Estados Unidos, según la Patrulla Fronteriza. Sin embargo, la cifra podría ser más alta, porque muchos nunca son encontrados o mueren en el lado mexicano.

En Arizona, el número de fallecidos se ha incrementado de una manera alarmante. En 1999, 29 personas fallecieron, 14 debido al calor y dos por el frío. En 2000, 74 indocumentados murieron, 41 por calor y tres por frío. Hasta julio de este año, 56 personas han muerto, 25 por calor y tres por frío.

En mayo, 14 migrantes fallecieron en el desierto de Arizona en un día. Es el número más alto de muertos dentro del mismo grupo de migrantes que se haya registrado en la negra historia de esta frontera.

Mientras los presidentes Vicente Fox y George W. Bush discuten medidas para legalizar mexicanos indocumentados ya en Estados Unidos, Fronteras Compasivas intenta salvar vidas en la primera línea.

"Es absolutamente malo morir en el desierto", dice el sacerdote Robin Hoover, de Tucson, Arizona, uno de los líderes de la organización, al explicar por qué colocan tanques de agua en el desierto.

"Es una cosa muy sencilla. Morir de deshidratación es una muerte horrible. Nuestra misión es completamente humanitaria. La gente no tiene que morir en el desierto", remató Jane Hall, coordinadora del programa Fronteras Compasivas.

"Además, atraemos atención al asunto (de la inmigración) al contar nuestra historia por todo el mundo y al invitar a los políticos a buscar cambios en las políticas públicas", dijo Hoover.

Ahora hay dos tanques de agua en el Monumento Nacional del Sahuaro (Organ Pipe Cactus National Monument), ubicado al norte de Sonoyta. El primero se encuentra a 11.3 kilómetros de la frontera y cuenta con 757 litros. El segundo está a 36 kilómetros de la línea, con mil 135 litros. Están marcados con banderas azules y calcomanías que dicen "agua" y "Humane Borders/Fronteras Compasivas". También hay tres tanques en el Refugio de Vida Silvestre Buenos Aires (Buenos Aires National Wildlife Refuge), que llegarán a ser ocho, según Hoover.

Fronteras Compasivas alienta a los migrantes a caminar abajo de los cables de energía eléctrica. Así no se pierden, llegan a zonas más habitadas y encuentran fácilmente los tanques de agua.

Y hasta ahora, parece que los tanques sí rescatan gente. "Estamos llenando los tanques cada seis días y cada semana medimos el nivel del agua, el cual baja entre 38 y 138 litros cada semana", dice Hall.

Recientemente instalaron el primer tanque de agua en propiedad privada. Los vecinos se quejaron de que éste atraería a migrantes, así que la dueña pidió un tanque con los letreros de Fronteras Compasivas. Sólo así la dejaron en paz.

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Al principio la Patrulla Fronteriza tampoco apoyaba la iniciativa de Fronteras Compasivas. "Los patrulleros decían que íbamos a atraer gente al norte", explica Hoover. La Patrulla Fronteriza colocó agentes en los alrededores de los tanques, obviamente asustando a los migrantes e impidiéndoles beber agua.

"Hay una correlación directa entre el número de personal de la Patrulla Fronteriza en el campo y los casos de deshidratación", señala Hoover. "Cuando hay más Patrulla Fronteriza, los migrantes toman rutas más peligrosas y no disminuye el número de migrantes que viene", agrega.

Las cifras del SIN respaldan la tesis de Hoover. Ya por septiembre del año pasado había 9 mil 96 agentes de la Patrulla Fronteriza, 8 mil 475 (93 por ciento) de los cuales estaban en los nueve sectores de la frontera suroeste. Desde 1993, mandaron 5 mil agentes más a esta frontera, un aumento de 150 por ciento. A la vez, las muertes aumentaron en Arizona.

El número de detenciones también le da la razón a Hoover. Según el SIN, detuvieron a un millón 212 mil 886 personas en 1993. Ya que la estrategia llevaba un año en vigor, atraparon a un total de 979 mil 101 indocumentados. Un año después, sin embargo, hubo un millón 271 mil 390 detenciones. En 1996 aumentó a un millón 507 mil 20, bajando a un millón 368 mil 707 en 1997. En 1998 subió de nuevo a un millón 516 mil 680 arrestos. El año siguiente llegó a un millón 537 mil, y en 2000 hubo un millón 643 mil 679. A pesar de la política dura, no ha habido ninguna reducción en el número de personas que intentan ingresar a Estados Unidos sin documentos.

Hoy la Patrulla Fronteriza toma una actitud distinta. Según Rob Daniels, agente de comunicación social de los patrulleros, Fronteras Compasivas y la Patrulla Fronteriza "comparten la misma misión y esa es salvar vidas. Como servidores públicos, aparte de tener una responsabilidad jurada, tienen una responsabilidad moral y ética de asegurar la seguridad pública".

Fronteras Compasivas ahora trabaja con las agencias del gobierno estadunidense. "La Patrulla Fronteriza recibió mala publicidad y es sensible", dice Dave Perkins, del American Friends Service Committee y miembro de Fronteras Compasivas.

"Por eso la Patrulla Fronteriza acordó permitir a los miembros de Fronteras Compasivas llevar agua. Si la organización encuentra migrantes que necesitan asistencia médica, los patrulleros no intervendrán".

La Patrulla Fronteriza dice que "mientras no transportemos a migrantes y no les ayudemos a permanecer en el país, trabajarán con nosotros", explica Perkins.

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Pero la Patrulla Fronteriza no se hace responsable de las muertes. Según Daniels, los polleros son los que alientan a la gente a cruzar por el desierto.

pte sta fe-1"Los polleros les prometen que pasarán de manera segura. Son muy persuasivos. Primero llevan a la gente a zonas con muchos agentes donde ven que es imposible cruzar. Luego la invitan a zonas alejadas y le dicen que por ahí sí podrán pasar", asegura Daniels.

La realidad, sin embargo, es otra. La estrategia del SIN es la que empujó a todos al desierto -a los polleros y a los migrantes- y la que no desalentó a nadie.

El desierto es tan difícil de cruzar que los mismos guías han recurrido a medidas extremas para sobrevivir. Según Daniels, polleros y guías se hidratan un día antes de hacer el viaje. Muchos hacen lo que se llama juicing o "metiendo jugo". Se inyectan vitamina B12 o toman metaanfetaminas.

 Daniels señala que alguien en buena condición física camina unos cinco kilómetros por hora. De la frontera a Ajo, Arizona -un punto donde hay transporte al interior- el viaje sería de ocho horas. Pero el terreno es difícil y el sol abrasador. Por lo tanto, Daniels calcula que el trayecto tomaría por los menos dos días y una noche. Cuando la temperatura llega a estar arriba de 37 grados centígrados -una temperatura baja para el desierto en el verano- el cuerpo humano requiere casi cuatro litros de agua por hora. Ningún ser humano es físicamente capaz de cargar suficiente agua para sobrevivir.

 Es por eso que el letrero en Sonoyta advierte: "Si decide usted pasar la frontera a pie, prepárese bien". Y avisa a la gente que lleve sus documentos importantes "tales como su identificación y los números de teléfono de sus parientes o amigos con quienes se puede comunicar en caso de emergencia".

 "Muchos son jóvenes -señala Hoover- y tiran sus identificaciones. Por lo tanto, no se les puede identificar cuando mueren".

 Aun con el nuevo entendimiento entre la Patrulla Fronteriza y Fronteras Compasivas, la patrulla mantiene sus reservas sobre los tanques de agua. "Todavía estamos preocupados de que las estaciones de agua puedan darles una falsa sensación de seguridad a los migrantes", dice Daniels.

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Fronteras Compasivas se inició hace un año a raíz de una invitación a miembros de diferentes iglesias para encontrar una respuesta a las muertes de migrantes. De esta reunión surgió la organización.

"Es más como un movimiento que una organización, cualquiera puede integrarse", dice Perkins. Toman sus decisiones por consenso y el consejo está formado por las iglesias participantes.

"Es que la política migratoria no reconoce que la gente viene por desesperación, para reunirse con familiares y que viene pase lo que pase. Me acuerdo de una familia que iba y regresaba. Ahora para regresar tiene que tomar riesgos. La madre me decía: 'Ya sabemos del peligro, pero si Dios quiere no nos moriremos, pero tenemos que hacerlo de todos modos'", cuenta Perkins.

"¿Cómo es que haces que la frontera sea humana? Es un asunto moral, de justicia social y político", explica Hoover.

Según él, la frontera sería un lugar humano si "se legalizara a los que ya están en Estados Unidos, si hubiera un programa de trabajadores huéspedes que no atara el empleado al patrón o a un sector y si se aumentara el número de visas para mexicanos".

Hoover añade: "Esto no implicaría abrir la frontera sino legalizar personas".

"Estamos en una lucha espiritual donde la compasión tiene que ganarle a la violencia y a la política", concluye Perkins.*