Ecológica, 27 de Agosto del 2001   

                                                    Costa caribeña en la península de Yucatán

                                                    Foto: Michael Calderwood
 

Los productos forestales no maderables:
su potencial económico, social y de conservación

Gustavo de la Peña V.

Correo electrónico: [email protected]

Catarina Illsley

Correo electrónico: [email protected]

Miembros del Grupo de Estudios Ambientales (GEA, AC)

Por lo general, cuando se habla de bosques y selvas se piensa sólo en árboles y en la madera que de ellos se extrae. Esta visión, herencia de una forma errónea de ver la naturaleza y de los viejos modelos "extractivos" de explotación de los recursos naturales, deja de lado a la mayoría de las especies animales y vegetales que, junto con los árboles, constituyen lo que se conoce como ecosistemas forestales o de selvas.

En dichos ecosistemas existe un sinnúmero de plantas y animales que, asociados con los árboles de valor comercial reconocido o "maderables", aportan numerosos bienes y servicios: productos alimenticios, forrajes, materiales para curación, construcción, retención de agua, captura de carbono, extracción de materias primas y "principios activos", o simplemente como refugio de otras especies. Todos estos organismos forman parte de complejas redes de relaciones biológicas, mismas que crean las condiciones necesarias para el equilibrio y la preservación de los ecosistemas forestales en bosques, selvas y semidesiertos.

Como muchas de esas plantas y animales han sido aprovechados históricamente por los pueblos campesinos, indígenas o no, éstos han generado sistemas tradicionales de saberes sobre su manejo, uso y propiedades. Incluso han establecido normas y restricciones para controlar su extracción, buscando con ello evitar que se extingan. Una gran cantidad de especies se comercializan en mercados regionales y una aún relativamente pequeña cantidad de ellas han pasado a venderse en circuitos nacionales e inclusive internacionales. Esto último, en el caso de algunos medicamentos y principios activos.

Es a esta amplia gama de individuos animales y vegetales, y a los bienes e insumos que se extraen de ellos -aprovechados hoy y con grandes potenciales de aprovechamiento futuro-, y que forman parte de los ciclos productivos, alimenticios, religiosos y culturales de los pueblos rurales, a lo que denominamos genéricamente: productos forestales no maderables (PFNM).

Los PFNM, según sus usos genéricos

A continuación presentamos una clasificación funcional de los PFNM, esto es, por sus usos conocidos en la actualidad. Ésta permitirá hacer una valoración de su importancia utilitaria para los pueblos campesinos, entender cómo su aprovechamiento puede contribuir a la mejora económica de las poblaciones locales y a visualizar el potencial de conservación de los recursos naturales que puede representar su adecuado manejo.

Alimentos y bebidas para su venta en mercados regionales y nacionales: hongos diversos, mieles silvestres, raíces y tubérculos, numerosas semillas y frutillas, innumerables hierbas, tallos y flores comestibles (por ejemplo la inflorecencia de tepejilote), así como diversos agaves para la producción de bebidas alcohólicas.

Medicina tradicional: una increíble cantidad de especies vegetales que forman parte de la cultura "herbolaria" tradicional de los pueblos campesinos, en cierta medida adoptada en el medio urbano a través de la llamada "medicina naturista".

Instrumentos rituales: numerosos tallos y flores de uso ceremonial, así como cortezas y resinas aromáticas utilizadas en celebraciones solemnes, como el copal; o bien, los casos del musgo y heno usados en los arreglos navideños.

Especias: caso del jengibre, orégano, diversos tipos de pimientas, canela, cardamomo y anís, por citar sólo algunos de los más conocidos que aún son extraídos de poblaciones silvestres o de plantaciones naturales bajo manejo.

Insumos industriales: referido centralmente a esencias, colorantes y taninos empleados en la fabricación de perfumes, jabones y alimentos; también una cantidad importante de especies de donde la industria farmacéutica obtiene los "principios activos" para medicamentos, anticonceptivos y productos de belleza. Esto sin olvidar casos especiales como el chicle y la goma de hule, extraídos tradicionalmente de las selvas húmedas del sur y sureste de nuestro país.

Artesanías: raíces, tallos, fibras, hojas, frutos y semillas de numerosas especies que son materia prima para elaborar productos artísticos y artesanales utilitarios. Baste mencionar desde la "cascara de coco", hasta los bejucos y carrizos, ampliamente usados en la fabricación de muebles rústicos y en la cestería; las fibras blandas y duras, así como las hojas de algunas palmas (como la soyate, Brahea dulcis, y la Sabal mexicana); el algodón silvestre o "coyhuchi" en la industria textil; sin olvidar las lacas y colorantes naturales, y los bellos productos de madera labrada.

Ornamentales: las orquídeas y muchas otras flores que se comercializan "vivas" o secas, así como plantas para venta en maceta. También partes de plantas de uso decorativo. El caso más renombrado es el de las palmas del género Chamaedorea de las selvas húmedas de México, cuyas hojas son ampliamente utilizadas en la confección de arreglos florales. En este rubro, mención especial merece la venta -no siempre legal- de "tierra de monte", ampliamente usada en viveros y en la jardinería.

Hasta aquí hemos hablado de los numerosos y más conocidos usos comerciales de los productos forestales no maderables. Pero además están los beneficios que para la vida cotidiana de las comunidades campesinas se obtienen de ellos: leña, materiales de construcción, alimentos y medicinas de autoconsumo, adornos y otros usos generalizados, de gran importancia para la satisfacción de las necesidades básicas de familias rurales.

Así, dada la amplia variedad de PFNM que se generan en bosques, selvas y semidesiertos, hablar de ellos es referirnos a una gran diversidad y riqueza biológica que nos remite a importantes potenciales económicos y alimenticios, ambientales y culturales que pueden, además de servir de base para promover estrategias de diversificación sostenible de las actividades productivas y mejorar los ingresos campesinos, ser la base de modelos de aprovechamiento que contribuyan a la conservación de los recursos naturales.

Importancia económica y social

Los PFNM son parte del conjunto de recursos naturales de que disponen los campesinos y a los que recurren para diversificar y complementar su economía, aún hoy fuertemente basada en el autoconsumo en amplias regiones, sobre todo del centro y sur de México. En estos lugares, las familias campesinas combinan la agricultura y la ganadería rústica con fines principalmente de autoconsumo y venta "conforme se va necesitando", con el aprovechamiento de la flora y fauna silvestres, y la migración temporal o permanente de algunos miembros de la familia a fin de obtener recursos monetarios.

En esta combinación de actividades o "estrategias familiares", los PFNM casi siempre juegan un papel de complemento económico, por lo general reducido en monto de efectivo, pero no por ello menos importante para la subsistencia diaria, la atención de gastos de emergencia, o para prefinanciar otras actividades productivas, como la siembra de maíz y la cosecha del café. En este sentido es relevante para la economía familiar no sólo el monto obtenido por la venta de PFNM, sino el momento en que esto se puede hacer, existiendo tanto el caso de especies marcadamente estacionales (la vainilla, la inflorecencia de tepejilote y numerosos frutos silvestres), como de otras que se pueden extraer y comercializar casi en cualquier momento del año (como la fibra de ixtle y el follaje de palmas del género Chamaedorea).

Frecuentemente son las mujeres, los niños o los ancianos quienes se dedican a la extracción y/o beneficiado de los PFNM, ya sea recolectando una planta medicinal o alimenticia, o bien preparando alguna materia prima para elaborar artesanías con el fin de obtener algún ingreso. Otras veces son los hombres quienes los recolectan, por ejemplo, los migrantes que regresan al pueblo por temporadas cortas para hacer la cosecha del piñón. Puede tratarse también de trabajo al cual se aboca por temporadas la familia entera, como el tejido de la palma soyate, en Guerrero, actividad en la que participan desde los niños mayores de seis años hasta los ancianos.

Para muchas mujeres pobres con hijos pequeños, que por esa razón se ven impedidas para salir de sus pueblos a buscar trabajo remunerado, los PFNM son la única forma de obtener un ingreso mínimo constante que les ayuda a enfrentar los gastos más elementales, como el molido del nixtmal o la compra de útiles escolares.

Por lo general, los PFNM de recolección se venden a precios muy bajos en mercados regionales o a intermediarios nacionales, al tratarse de productos muy diversos con muy bajo valor agregado y que ingresan a los mercados en pequeños volúmenes. Sin embargo, hay también los casos de PFNM cultivados en plantaciones agroforestales y por tanto con producción programada y estrategias de penetración de mercados que pueden llegar a comercializarse a precios muy altos. Nuevamente el caso del ixtle, y durante ciertos periodos, del extracto de vainilla, son ilustrativos de esta situación. Los hay también que se extraen y comercializan en grandes volúmenes, como el follaje de las palmas camedoras y las velillas de palma soyate, alcanzando un manejo de capital importante.

Los PFNM y la conservación

Los PFNM generalmente forman parte de la vegetación natural, es decir, de los ecosistemas de bosque, selvas y semidesiertos. Además, su presencia coincide a menudo con las áreas llamadas "de monte" o terrenos de uso común en ejidos y comunidades.

Si bien originalmente bajo la denominación de PFNM se hacía referencia únicamente a especies "silvestres" de recolección, dicho concepto se ha venido ampliando en la medida que se avanza cada vez más en el desarrollo de técnicas de domesticación, lo que incluye opciones de "enviveramiento" in situ, manejo de plantaciones bajo sombra en bosques secundarios o "acahuales". O bien de manejo de poblaciones naturales (comúnmente conocidos como manchones), todo esto orientado mediante planes de manejo que recuperan saberes campesinos e involucran estudios científicos en ecología, agroforestería y socioeconomía.

Dados los sitios en que se tienen los PFNM y las técnicas de manejo sostenible que se han ido generando en torno a ellos (dependen en buena medida de la existencia de áreas forestales en buenas condiciones de conservación), su presencia está casi siempre asociada directamente con la conservación de los ecosistemas de bosques, selvas o semidesiertos. Por ello, el manejo de un PFNM puede llevar a mejorar el manejo de los recursos naturales en su conjunto y viceversa.

Esto se ve reforzado por el tipo de estrategias económicas familiares predominantes en el centro y sureste de México, caracterizadas por su amplia diversificación, las cuales implican que el manejo de los PFNM sea complementario y considere la relación de estos con todos los demás recursos naturales presentes en el territorio. Así, manejar adecuadamente los PFNM supone para los campesinos conservar los macizos vegetales y las relaciones con especies animales que permiten su reproducción y sobrevivencia. Un reto en el que deben participar tanto las comunidades como las agencias gubernamentales, los grupos científicos y las organizaciones vinculadas de cualquier forma con el desarrollo sostenible.


Hongo pollita (Amanita vaginata)

Foto: Maite Ma. Saavedra


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