MIERCOLES Ť 12 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Sin explicar por qué, se canceló la actuación de Luzbel

Judas Priest, raíz de acero, brillo de metal en el Teatro Metropólitan

ARTURO CRUZ BARCENAS

La noche del pasado lunes fue oscura y lluviosa, pero brilló el metal. Judas Priest ofreció dos horas de heavy metal en el teatro Metropólitan del Distrito Federal, totalmente lleno, absolutamente entregado a este grupo que no tocaba en la capital desde hacía tres años. Lo pesado fue un yunque, el martinete eterno.

La lluvia no fue óbice para que los seguidores del rock más pesado del planeta, en alma de uno de sus grupos más queridos, se dieran cita desde las siete de la noche, haciendo largas filas, comprando ceniceros con forma de navaja de rasurar.

Los heavy aztecas, enfundados en pantalones de piel negros, chalecos oscuros con estampados de ultratumba o del averno, en una estética típica; muchos pelones, otros gruesos, varios llegando en sus motocicletas, crearon una escenografía como de película.

Algunas parejas iban vestidas con ropa de carácter, para marcar que escucharon y vivieron hace no muchos años, allá por los setenta, una música mucho más gruesa que la que tocan y escuchan los jóvenes de hoy. Judas Priest es la raíz de acero del heavy metal, pero en su sentido primigenio, original.

Veinticuatro horas tuvieron que esperar los súbditos de Judas para escuchar a su grupo, luego de que se pospusiera el concierto por un retraso en la llegada del equipo, según informó Ocesa, el domingo pasado. Desde temprana hora del lunes, los organizadores anunciaron que se cancelaba, sin explicar el porqué, la actuación telonera de Luzbel. Ni modo.

Una moto sobre el escenario

Judas Priest llegó al Metropólitan como partefoto-1 de una larga gira llamada Demolition, título homónimo de su reciente disco. La banda es lidereada por Glenn Tipton, Ian Hill y Kenneth Downing, más Scott Travis y el vocalista Tim The Ripper Owens.

A las nueve se acabó el silencio: un griterío hizo tambalear las columnas jónicas y dóricas del teatro. La maciza Metal gods fue la mejor elección para iniciar el concierto de 120 minutos. Tal rola los define, marca a estos veteranos con 27 años de trayectoria.

Con Touch of evil y One on one refrendaron por qué son considerados los mejores de su género, desde que apareció la nueva ola de heavy metal británico.

Los nacidos en el infierno hicieron un performance con el ruido del motor de una motocicleta que The Ripper hizo rugir enloquecida. Sólo es la introducción del final que Judas ha preparado con Hellion, United, Living after midnight.

No faltan los que se lanzan sobre la masa; en vilo, nadan sobre ese mar humano. El personal de seguridad trabaja horas extras; empujan a los chavos. Hasta los más tranquilos tienen que reconocer el trabajo pionero de Judas, los dioses del metal.

Algunos cuarentones que han seguido a Judas por décadas llevan a sus hijos y les piden que escuchen esa música plena de energía, imaginación que hace brillar el sonido, volar los acordes por el diapasón. La clave de oro brilló en el DF. Todo sintetizado en el ojo eléctrico de Judas Priest.