Jornada Semanal,  7 de octubre del 2001                                                                                                       NUM. 344
 

Novísimos de Colima

 

Ilustración de Diego Kent
Los años 1980 y 1981 fueron claves para fortalecer las bases de un cambio radical en la creación literaria colimense: Se fundó la Escuela de Letras y Comunicación en la Universidad de Colima y se inauguró la Casa de la Cultura, donde pronto se abrieron los primeros talleres literarios en coordinación con la red del inba. Se actualizaron lectura y sensibilidades, se abrieron bibliotecas, se recibió con afecto y entusiasmo a escritores de la talla de Bonifaz Nuño, Rulfo, Pacheco, Nandino, Chumacero, Bañuelos, Campos, en fin, nuevas musas llegaron con ellos y pronto los nuevos bríos sembraron el canto que hoy se manifiesta en un puñado de jóvenes con voces refrescantes y múltiples, algunos ya con madurez notable. De entre ellos seleccionamos cuatro. El más joven de los incluidos estudia en la hoy Facultad de Letras y Comunicación; el resto son egresados de la misma. Los une también el haber pasado por algún taller literario, ya sea con Guillermina Cuevas, Rafael Mesina, Efrén Rodríguez, Verónica Zamora o quien esto escribe y selecciona. Los distingue el tono, la intensidad y su propio aliento. Son cuatro, de cuando menos una docena.
Víctor Manuel Cárdenas

 

Memorial del agua

Avelino Gómez Guzmán

Fue necesario caminar entre rocas hasta herir los pies.
Fue necesario el terror ante el agua que no cesa.
Y el asombro ante el reventar de olas en los riscos
y con él venían todas mis voces.

Las palabras (lo recuerdo) levantan el vuelo como parvada de gaviotas.
Pero ahora me parece que el Océano y yo siempre fuimos amigos del mismo oficio.
Porque el mar pone sus manos sobre la herida y la hace arder.
(Coloca aquí sus manos y la carne se torna coral rojo.)

Ah todo el mar se ha quedado en mí y quema. Y ahora lo sé (lo sabemos):
Agua que no muere es el mar y es también la infancia.

Nació en Manzanillo en 1973. Ha publicado los poemarios El agua y la sal y Cuadernos de Tolimán, así como el volumen de crónicas Vivir en el Puerto. En 1997 recibió mención especial en el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino.

Hiera el amor

Sergio Briceño González

Me multiplico en diez
cuando te beso.

Me divido en catorce
si me miras.

Había que hablarle al
Diablo para verte.

Endosarle mi ser, mi
propiedad.

Y que el Diablo me
uniera a sus legiones
a cambio de tu espalda,
de tus pies.

Atarte, sujetarte,
humedecerte.

Yo no te soñaré, te
lo aseguro.

Tampoco iré amputado
por la calle.

Ni gemiré en tu ausencia
como un lobo:
seré un solo gemido de
guitarra.

Agosto
hermoso y uniforme
y con Usted y yo
tocando fondo.

Pues ya respiro en seco
puro fuego.

Tu Amor me ha cocinado.

Tu Amor me ha puesto
a hervir.

Princesa de las dudas
y los nervios.

Tus labios inferiores
en mi lengua
producen la saliva
de este canto.

Nació en Colima en 1970. Es autor de los libros Corazón de agua negra, Catorce fuerzas, Saetas y Ella es Dios. En 1995 obtuvo el Premio Estatal de Poesía y en 1997 el Premio Agustín Santacruz. Fue becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes. Actualmente es subdirector editorial del Diario de Colima.

 
 
 
 
 
 
 

Hacia la luz de tu cuerpo

Nadia Contreras

Un camino de luz
Hasta tocar tu cuerpo
El blanco profundo de tu espalda.
Un sendero
De árboles trazados por el tiempo
Es el sueño al que me llevas
Y me abres como la lluvia a los campos.
Cimbran tus labios todas mis partes
Este corazón de roca.

Por tus caudales me dejo llevar
y ser el mar que tus peces habitan.

Nació en Quesería en 1976. Estudia la maestría en Ciencias Sociales. Ha publicado los poemarios Retratos de mujeres y Mar de cañaverales. Fue becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes.
 
 

Una señal de plata sobre la bahía

Carlos Ramírez Vuelvas

Imposible dormir con luna llena
Francisco Hernández
Nada se puede hacer cuando la medianoche flota sobre el mar.

Es una carta de sal escrita por un hombre llamado Silencio. Y que escribe
a lo lejos, el deseo de una Hembra oculta por montañas.

Es imposible pronunciar las palabras de la espera:
Hay perros que a la mitad de la calle ladran tu nombre.

Alguien no duerme. Escribe maldiciones. Canta
con una lechuza clavada en los hombros.

El olor a tabaco mojado no es vano, tu sexo es alta luna
degustada por las copas de los árboles del trópico.

Es la noche dormida en tu regazo. Bronceada tu piel 
de ámbar,
y amaranto creciendo entre tus ingles. Dos promesas 
de frío
se alzan en tus pechos:
El rumor a sangre en los tejados es un dolor de siglos.

La singladura del viento es un cardo de azucenas.

Por eso es imposible dormir
cuando desnuda alimentas la sombra de mi cuerpo.

Nació en Colima en 1981. Fue becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes. Ha publicado en suplementos regionales, en Ventana Interior y en Tierra Adentro. Recientemente se publicó Calíope, su primera colección de poemas.