La Jornada Semanal, 7 de octubre  del 2001                                                                                   NUM. 344
 
(h)ojeadas

La condición peninsular

Guillermo Vega Zaragoza


 
 
 

 
 
 
 

Jorge Ruiz Dueñas,
El reino de las islas,
Plaza y Janés,
México, 2001.
 
 

 

Las penínsulas tienen un problema de identidad. Unidas al continente pero arropadas por el mar, siguen siendo tierra firme, lo que las imposibilita para realizar completamente su vocación de isla. Son, en sentido estricto, "casi islas". Esta precaria condición termina por afectar el temperamento de quienes les toca en suerte nacer o crecer en ese tipo de accidentes geográficos. Cuando se encuentran tierra adentro, los ataca una sensación de incomodidad, pero una vez que regresan al terruño, termina por abrumarlos un sentimiento de precariedad, lo que parece inducirles a un apesadumbrado desencanto, al no poder dejar de ser lo que son, pero tampoco ser lo que quisieran, en una especie de exilio interior que los aqueja y los hace añorar y renegar de su condición al mismo tiempo. 

Lo anterior parece agravarse cuando se trata de los oriundos de Baja California, donde, como ha escrito el poeta Jaime Labastida, "desierto y mar son los dos extremos de un mismo horizonte", condición que ha documentado ampliamente Federico Campbell, ilustre tijuanense, en una novela, Transpeninsular, publicada apenas el año pasado, donde hace desembocar el destino de sus personajes desde el noroeste de México hasta un país que todo él es una península: Italia. 

En la expresión de esta condición peninsular podemos ubicar claramente la vida y la obra de Jorge Ruiz Dueñas (Ensenada, 1946). Y me atrevo a decir que su vida y no sólo su obra, pues el de Ruiz Dueñas es un caso singular en las letras mexicanas. Fue secretario particular de León Felipe hasta la muerte del poeta, acaecida justamente la madrugada en que el ejército entró a la Universidad en 1968. El autor de Ganarás la luz lo impulsó para que asumiera completamente su vocación poética, por lo que le llegó a afectar a tal grado el deceso del maestro que, luego de haber publicado su primer libro (Espigas abiertas, Editorial Finisterre), se hundió en un silencio que duraría doce años, lapso durante el cual se dedicó a estudiar administración y ciencias políticas, y así emprender una sólida carrera como funcionario, académico y promotor cultural. 

Sin embargo, regresaría a la literatura con otro libro de poemas, Tierra final (FEM, 1980) con el que obtendría el Premio Nacional de Poesía Manuel Torre Iglesias de Baja California, y de ahí en adelante se sucederían otros títulos, entre los más notables: Tornaviaje (Premiá, 1985) y Guerrero negro (UAM Iztapalapa, 1996). No obstante, la condición peninsular de su vida tuvo que resonar irrevocablemente en su obra. Excelente poeta para andar en lides burocráticas y muy destacado funcionario para tales deslices poéticos. No es que fuera el único escritor mexicano que haya desarrollado una carrera de servicio público y destacado en ambas (los nombres de Jaime Torres Bodet y Agustín Yánez son los primeros que nos vienen a la mente), pero, cosas de la vidita literaria que padecemos incluso ahora, la obra poética de Ruiz Dueñas no recibió la debida atención, en gran parte porque se ha mantenido a raya de capillas y corrientes en lo que se refiere a sus convicciones poéticas. ¿Cómo clasificar, en qué estante poner, entonces, a un destacado funcionario y académico que es al mismo tiempo un poeta de intensidades singulares? Afortunadamente, tres décadas de intensa labor poética se verían coronadas en 1997 con la obtención del Premio Xavier Villaurrutia por dos de sus libros publicados ese mismo año: Saravá (Juan Pablos Editor) y Habitaré tu nombre (Aldus). 

En 1998, Ruiz Dueñas reunió su obra poética en el volumen Carta de rumbos. 1968-1998 (UNAM) y al año siguiente la editorial chilena LOM publicó una selección de su poesía bajo el título Celebración de la memoria. El propio autor consideró que estos dos libros marcaron un alto en el camino de su obra poética, en espera de que "se llene la alberca", como diría el poeta brasileño Ledo Ivo, por lo que se abrió la posibilidad de retomar nuevas aventuras literarias y se dedicó a la escritura de una novela, El reino de las islas, la cual, sin embargo, no es su primera incursión en la narrativa, pues es autor de un libro de cuentos: Las noches de Salé (Premiá, 1986). 

Luego de leer esta intensa novela, de nuevo nos asalta la duda sobre su raigambre peninsular. ¿Nos encontramos ante un poeta que incursiona en la novela, o ante un novelista que escribe poesía? Cabe destacar que dos de sus coetáneos, Marco Antonio Campos y Carlos Montemayor, han incursionado con éxito en esta condición anfibia, por lo que el propio Ruiz Dueñas responde a esta cuestión en una entrevista de prensa: "Un poeta nunca deja de serlo, aunque se acerque a otros géneros literarios, porque esto, más que un afán de cambio, es un intento por dar nuevos tratamientos a su propia poesía."

En este sentido, el aliento narrativo de Ruiz Dueñas está íntimamente emparentado con la obra de Álvaro Mutis (y no sólo por el hecho de que el colombiano, amigo personal del autor, escribió el comentario de la contraportada del volumen), pues al igual que en la saga narrativa del creador de Maqroll el Gaviero, en El reino de las islas se presenta una marcada tendencia a la fusión de géneros, pues resulta difícil distinguir dónde empieza el planteamiento narrativo y donde termina el hálito poético, si es que termina en algún momento, ya que el aura intimista se regodea a los largo de los diecisiete capítulos que conforman la novela.

En este sentido, podríamos suscribir la siguiente reflexión del poeta chileno Gonzalo Rojas, que aunque se refiere a la poesía de Ruiz Dueñas, puede ser perfectamente aplicable a esta muestra novelística, pues "nos permite verificar dos grandes fidelidades en el oficio mayor de Jorge Ruiz Dueñas: el tono y el sello visionario en una misma urdimbre. Tono quiere decir tonalidad afectiva o temple de ánimo (tonalité affective o stimmung, en francés o alemán, respectivamente), esto es, oración verbal de la vida, para hablar vallejianamente. ‘Lo que importa en un poema como en la vida es el tono con que se dice una cosa y muy secundariamente lo que se dice.’ De ahí la decisiva importancia del estrato fónico frente al estrato semántico, el cómo frente al qué. Con frecuencia se oye la quejumbre del ignaro irremediable, intrínsecamente insensible y analfo en su desdén: ‘Lo que me pasa con la poesía es que no la entiendo. La narrativa sí, pero la poesía no.’ El señor pide exactitud y descripción de pormenores para sus entendederas lógicas, abomina de la imaginación que es para él farsa y desvarío y olvida la necesaria ambigüedad que es lo propio del pensamiento poético. Ambigüedad: aproximación, decía Heráclito hace dos mil quinientos años."

De esta forma, la trama de la novela nos devuelve una vez más al enfrentamiento de la naturaleza bifronte del ser humano. Nos cuenta la historia de Sebastián Lombardo, septuagenario doctor retirado que decide embarcarse en una aventura singular: regresar a sus orígenes como médico en una población de la península de Baja California (Guerrero Negro, para más señas). Nada más que Lombardo no llega solo: lo acompaña Mariana, atractiva y misteriosa mujer que podría ser su nieta, pero con la que en realidad ha reencontrado la vitalidad perdida (en efecto, de nuevo el contrapunto al que nos parece ya tan afecto nuestro autor). Sin embargo, las cosas no resultan como esperaba Lombardo y los obstáculos y la tragedia no se hacen esperar, sobre todo con la llegada del enigmático Gaditano, hombre que parece tener todas las edades y ninguna. Como contrapunto, encontramos al pícaro Pipino Canela, que atestigua todo lo que sucede y se mantiene fiel a su patrón Lombardo.

La estructura de la novela no es sencilla, a pesar de que, gracias al dominio del lenguaje con el que nos deslumbra Ruiz Dueñas, la lectura fluye con encanto e interés. Sin embargo, los fanáticos de la velocidad narrativa y el recuento cronológico de los hechos saldrán algo decepcionados. En definitiva, esta no es una novela para leerse con prisa, sino para disfrutarse con calma y releerse varias veces, sobre todo aquellos pasajes en los que la sensibilidad y la sensualidad poéticas (que no son lo mismo, pero que están íntimamente ligadas) nos deslumbran, por lo que, inevitablemente, tenemos que regresar la vista para reconocer como cierto lo que han leído nuestros ojos. 

Entresaco al azar un par de ejemplos: "Ni el calor, ni el polvo, ni el siniestro olor del azufre la incomodan. Eso no importa. Importa que Lombardo la ve ahora en su desnudez, con esa indiferencia para aligerarse de ropas, para arrojar las prendas y liberar la piel con desparpajo de internado, de gimnasio, de prostíbulo, y se contiene y disfruta al verla. Ella siente una mirada trepando como un guante sobre la espalda, pero es él que besa sus hombros, y falsamente turbada le responde con un mohín provocativo. Huye, se escurre..." Otro ejemplo: "Ellos le hicieron saber sus opiniones y le conminaron a aceptar que toda verdad es una forma de la mentira, y el conocimiento otra forma de la ignorancia. Que el hombre vive sólo de recuerdos y cuando no hay nada en su memoria muere. Que es más importante lo callado por la mujer que lo dicho por el hombre. Que el amor es bueno pero, ciertamente, del fuero íntimo."

Llama enormemente la atención la capacidad de Ruiz Dueñas para presentar el paisaje como extensión del estado de ánimo y de la revolución interior que experimentan sus personajes, y no sólo como simple escenografía. Así, el ambiente se convierte también en un personaje dentro de la misma novela, que respira, ama y sufre al mismo tiempo que suceden las acciones de la historia. En este sentido, al igual que en su poesía, Ruiz Dueñas nos convoca a un viaje silencioso, cruzado por la nostalgia, donde las imágenes del mar y el desierto, del amor y el desamor, dialogan y se convocan. El horizonte desértico de Baja California florece cada cierto tiempo, por lo que "detrás de esa aparente esterilidad está la vida latente y en el mar también hay una aparente ausencia, pero está la vida palpitando en el légamo". 

Como Ruiz Dueñas lo ha reconocido, se considera un escritor sensorial e intimista al mismo tiempo, que encuentra en la naturaleza "más que el topos, la metáfora de lo humano". De esta forma, Sebastián Lombardo sabe que la península es una casi isla, que las personas son también como islas y que él quería ser el señor absoluto de ese reino, sin darse cuenta de que nadie puede ser soberano de aquella ínsula que parece inconquistable y que tiene cuerpo de mujer, sino sólo de su propia isla, que es la vida, y que a veces ni eso es posible. 

La utilización de una amplia gama de recursos literarios, poéticos y narrativos que Ruiz Dueñas aprovecha con audacia, nos lleva a parafrasear a Odysseas Elytis cuando se refiere al poeta y el ensayista en los párrafos iniciales de Antes que nada la poesía (Conaculta/El Tucán de Virginia, 1998): aquello que por regla general le está prohibido a un narrador legítimo, porque es indicio de un mal estilo, a un poeta que desea permanecer el que es en realidad donde quiera que se desplace, probablemente no sólo se le perdone sino que tal vez se le agregue a sus méritos. Además, utilizando ahora sí las palabras exactas de Elytis, "es obligación del poeta, incluso en ese espacio, el cartografiado por instrumentos de precisión de que dispone el pensamiento, atreverse a movimientos del alma sin control y sorpresivos; provocar, interviniendo en la sintaxis, sacudidas nunca antes ensayadas, y que su estilo, su lenguaje, adquieran algo del estremecimiento del joven organismo, del curso del ave a las alturas" •
 

c u e n t o

¿Quién dice que el cuento
ya murió?
 
 

Federico Urtaza

Sergio Ramírez,
Catalina y Catalina,
Alfaguara,
México, 2001.
Este lector entró en el universo del cuento digamos que por error de cálculo: como le gustaba mucho el cine comenzó a escribir textos breves que suponía sinopsis, pero que pronto un amigo le dijo que eran cuentos y otro, más tarde, le dijo que le parecían cuentos, sí, pero como semillas de películas. Como quiera que sea, el lector poco a poco dejó de escribir cuentos y, civil como Borges, optó por cultivar el género como maniático lector.

Fue así como en los setenta, gracias a antologías como la de Seymour Menton y la Miguel Donoso Pareja (forjador de generaciones) y a la labor de Edmundo Valadés (padre de forjadores de generaciones), el lector se acercó a narradores latinoamericanos nuevos y no tanto, entre ellos Sergio Ramírez, un nicaragüense que tuvo la ocurrencia de matar a Charles Atlas.

En el relato en cuestión, un lumpen de esos que siempre se hallan arrimados a los invasores o a quienes los invitaron, encuentra la oportunidad de conocer a Charles Atlas, el personaje que muchos conocimos a través de los anuncios en los cómics, y alentó nuestra sed de reivindicación pre-schwartzeneggeriana (¡¡uff!!), que resultó ser un vejete agónico nutrido del más vital espíritu empresarial. La historia, que bien puede ser encuadrada en el género de horror, refleja una tal cantidad de energía imaginativa y un oficio de cuentista que produce escalofríos adicionales (de admiración y envidia).

De ahí en adelante, leer al doctor Ramírez implica anotarse un tanto a favor en el marcador de las experiencias agradables. Como narrador y cuentista (un poco menos como ensayista y mucho como articulista), el nicaragüense reivindica el goce del idioma y el desafío de la inventiva. Si hicieran falta pruebas, cualquiera puede acudir a su nuevo cuentario, Catalina y Catalina.

Debo decir que de los once cuentos, mi mente no dio como para entender el denominado "Vallejo", que me pareció más del lado de los afectos resucitados que de la eficacia literaria; en fin, quede esto bajo mi más estricta responsabilidad , y que los demás lectores disientan si les parece conveniente. Por lo demás, la decena de historias restantes gratifican al fan del género y son una muestra clara de que ni los medios ni la perversidad docente le pueden restar vida a un idioma que hablan tantos que me abruma la cifra y el pasmo consecuente me impide recordar con exactitud (pero son muchos, eso sí).

Si alguien todavía tiene dudas, que lea la sorprendente historia de la giganta Teresa, por cuyo interior ha pasado toda una familia, o la de una venganza futbolera de tragedia griega, o la del ajuste de cuentas también futbolero de tragedia política, o la del auge y caída de un beisbolista local que para morir espera la aparición de Casey Stangel, que deberá preguntarle: "¿Estás listo, muchacho?", o las dos de amores y descubrimientos dolorosos (creo que las mejores y más próximas al género negro), o la de esa familia cuyo padre avaro dejó una fortuna que pronto botaron para arrumbarse junto al otrora suntuoso Cadillac, o la del empleado que llora inconsolable la muerte de la princesa Diana, así se quede sin empleo y deje desprotegida a su hija, o la de la viuda Carlota cuyo orinal aparece con indubitables meadas de varón, o la que le da nombre al libro, la de la madre Catalina y la hija Catalina en donde la primera abandona a la segunda y a su hermano y al marido y luego, en el revoltijo de la guerra, trata de recomponer lo que la hija determina descompuesto para siempre...

En fin, lector, vicioso o no, lea estos cuentos de Sergio Ramírez, déjese de remilgos y olvídese de que la vida es seria y sólo vale la pena leer la prensa; encuentre en la imaginación los elementos del desastre y las semillas de la esperanza. O nada más diviértase, eso sería ya suficiente •


n o v e  l a

Todos los caminos llevan
al oeste

Natalia Núñez


 
 
 
 
 

Berta Serra Manzanares,
El oeste más lejano,
Anagrama
España, 2001.

El corazón lleno de lluvia de Estrella de los Santos es lo primero que llama la atención al comenzar a leer El oeste más lejano, de Berta Serra Manzanares. Y es que no es fácil encontrar corazones que lluevan.

Estrella y su padre, un buscador de oro, parten del pasado. La historia se pone en movimiento. Aún no sabemos que en el segundo capítulo, sesenta años después, Leonor y María llegarán al aeropuerto de Dallas, alquilarán un coche y emprenderán un viaje por Estados Unidos, siguiendo las huellas de Pablo Fuentes. Pasarán por Texas, parte de Nuevo México, Arizona, Utah y la costa de los estados de Oregon y Washington, hasta el pueblo más al norte y más al oeste, "excepción hecha de Alaska".

Este viaje es hilo conductor de la narración y unifica la trama. Leonor busca al padre cuya vida se le escapa como un enigma, Pablo Fuentes, al que no conoceremos hasta el tercer capítulo.

En 1938, siendo Fuentes teniente del ejército republicano, decide que para él la guerra ha terminado y cruza a Francia hacia el puerto de Brest, donde piensa embarcarse hacia Inglaterra. Allí conoce a un texano llamado Thomas Ducros y su vida da un giro radical. Tras él quedan la España franquista, su padre, su esposa y su hijo, pero "aferrarse al pasado resulta demasiado doloroso" y se embarca hacia América.

Fue en el extremo norte de Estados Unidos donde Berta Serra descubrió la reserva de los indios makah, una tribu muy poco conocida que siempre se había dedicado a la caza de la ballena. El impacto causado por esta tribu, como ella misma dice, es la razón por la cual los makah, a través del doctor Jim, un viejo médico indio, entran en el argumento. El fenómeno de la emigración es patente en la novela, y su presencia es tan necesaria como el movimiento, el agitar el interior mientras el exterior ocurre frente a los ojos. A través de la tercera persona elegida para narrar, Berta Serra perfila personajes complejos y declara las extraordinarias visiones del Oeste americano.

Así, entre dos épocas y dos países, España y Estados Unidos, entretejen sus historias los unos y los otros; sus deseos, sus alternativas, sus amores y la conciencia de sí mismos, "el propio caos que traen a cuestas". Cada cabeza es un mundo inexplorado; en esta novela, el espíritu de los pioneros del Oeste norteamericano descubre también la relación del hombre con la naturaleza, el amor y la dificultad de comprenderla y comprenderse, ya sea desde los ojos de una cierva, a través de un perro fantasma o de un avestruz.

Berta Serra tiene publicados dos libros de poesía: Frente al mar de Citerea (accésit del Premio Adonais 1993) y Tu mano que me quiere, 1998; y aunque asegura que la impresión emocional que le causó el Oeste norteamericano no se ha reflejado en nuevos versos, la novela abunda en imágenes poéticas. Este es un libro para leer y ver, porque es inevitable que se vayan los ojos en sus páginas. Tal como ella lo define, es un libro de espacios.

Berta Serra Manzanares nació en Rubí, Barcelona, en 1958. Estudió Filología Hispánica y es profesora de Literatura Española. El otro lado del mundo es su primera novela (finalista del Premio Herralde 1997) •



Exposición. El Instituto de Cultura de la Ciudad de México invita a la exposición De bestias y de humo de Felipe Posadas. La cita es en la Casa Jaime Sabines, ubicada en Av. Revolución núm. 1747, San Ángel. Hasta el 16 de octubre de 2001.

Jóvenes pintores. Exposición colectiva Jóvenes tendencias de la plástica mexicana, de lunes a viernes, de las 10:00 a las 18:00 horas, en la galería La Esmeralda, de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado, ubicada en el cenart, Río Churubusco y Calzada de Tlalpan, col. Country Club, Metro General Anaya. Hasta el 12 de octubre.

Cine y Moda. La Coordinación de Difusión Cultural de la unam, a través de la Casa del Lago, invita a la exposición Julio Chávez: La Moda en el Cine Mexicano. Exhibición de vestidos, fotografías de la época de oro del cine mexicano y carteles cinematográficos. La cita es en La Casa del Lago, Antiguo Bosque de Chapultepec, 1a. Sección, cp 11850. Entrada vehicular y peatonal por Acuario (Reforma). Mayores informes sobre el programa de estas actividades para el mes de octubre a los teléfonos 5211 6093 y 94, o en la dirección www.casadellago.unam.mx.

Danza. La Coordinación de Difusión Cultural de la unam, a través de la Dirección de Teatro y Danza, presenta En el carapacho del armadiyo, cantos y danzas para llamar y ahuyentar los miedos. Creación del proyecto, dirección y coreografía de Erika Torres, con la interpretación de Antonio Salinas, Maud D’Angelo, Gabriela Saldaña, Claudia Landavazo, Tania Solomonoff y Gerardo Trejoluna. La cita es todos los sábados de octubre, a las 13:00 horas en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, Insurgentes Sur núm. 3000.

Música. La Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, Música UNAM, el instituto Goethe de México y Lufthansa, invitan al concierto del Ensamble Resonanz de Alemania, con obras de A. Vivaldi (1678-1741), Michael Gordon (1956), G.F. Händel (1685-1759) y Erkki-Sven Tüür (1959). La cita es este domingo 7 de octubre, a las 18:00 horas, en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, ubicado en Insurgentes Sur núm. 3000, CU. Boletos en taquilla de la sala: $280.00, $200.00 y $120.00 pesos, con cincuenta por ciento de descuento para estudiantes en general, maestros y trabajadores de la UNAM e INSEN con credencial actualizada. Informes a los teléfonos 5622 7080 al 83, y en [email protected] o en http://cartelera.musica.unam.mx.

Tertulia. Siglo XXI Editores y el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la unam, invitan a las tertulias 100 Años del Nacimiento de Lacan.

"¿Qué quiere una mujer", con la participación de Margarita Gasque, Marcela Lagarde y Néstor Braunstein. Exposición fotográfica de Bruno Bresanti. Octubre 25 de 2001, a las 19:00 horas.

"Palabra y silencio", con la participación de Jaime Labastida, Luis Ignacio Sáenz y Hans Saettele Robert. Exposición pictórica de Juan Barruecos. Noviembre 15 de 2001. a las 19:00 horas.

La cita es en el Centro Cultural Arnaldo Orfila, ubicado en Av. Cerro del Agua núm. 248, col. Romero de Terreros, Coyoacán, teléfono 5658 7999, fax 5658 7599, correo electrónico: [email protected]. Entrada libre.

Convocatoria. II Encuentro Hispanoamericano de Video Documental Independiente: Contra el Silencio Todas las Voces. Convocan: Voces contra el silencio, Video Independiente AC  y Producciones Marca Diablo con el apoyo de la UAM, la Filmoteca de la UNAM, TV UNAM, CECADESU de la SEMARNAT, la Fundación Friedrich Ebert, la OCIC, el Conaculta, el Instituto de Cultura del gobierno de Guanajuato, la PROSOC, Inmujeres, la Universidad Autónoma de Baja California, el ILCE, el  INI, y el ICCM. Podrán participar los documentalistas de habla hispana, los mexico-norteamericanos, los brasileños y los de otros países cuya obra se refiera a temas hispanoamericanos. El concurso se llevará a cabo en la Ciudad de México del 13 al 20 de abril de 2002. Se premiará con $3.000.00 us dólares el primer lugar de cada una de las siguientes categorías: Organización ciudadana y movimientos sociales; Indígenas; Situación de género; Infancia, juventud y tercera edad; Medio ambiente y desarrollo sustentable; Fronteras. Las obras deberán haber sido producidas a partir de julio de 2000 con soporte original en video, y deberán ser enviadas en formato Betacam SP con copia en VHS. El cierre de la presente convocatoria será el 15 de enero de 2002. Para mayores informes dirigirse a Voces Contra el Silencio. Video Independiente AC, en Carrasco núm. 74, col. Toriello Guerra, Tlalpan, CP 14050, México DF, Teléfonos: (52) 5528 0797 y (52) 5606 7376. Correo electrónico: [email protected].

e n s a y o

Mujeres, mujeres

Gabriela Valenzuela Navarrete



 
 
 
 
 

Judith Butler,
El género en disputa,
Paidós-UNAM,
México, 2001.
 

"Bricolaje es tal vez la mejor palabra que se puede usar cuando pensamos en lo que Judith Butler hace con el psicoanálisis de Freud", afirma tajante la doctora Mary Klages, de la Universidad de Colorado, en su ensayo Gender Trouble by Judith Butler. Y realmente es una buena definición del trabajo analítico de Butler, pero deberíamos agregar que la autora de El género en disputa no sólo se vale de las teorías de Sigmund Freud, sino que también recurre a Julia Kristeva, Monique Wittig, Riviere, Simone de Beauvoir, Lacan, Foucault (¡la escuela francesa en pleno!), y al legendario andrógino Herculine Barbin, para tratar de contestar una pregunta aparentemente sencilla pero de respuesta muy complicada: ¿qué es y quién es una mujer?

La biología y la anatomía tradicionales darían una respuesta fácil: una mujer es aquel ser humano que tiene matriz y ovarios y, en general, los rasgos corporales que se podrían considerar propios del sexo femenino. Muchas teorías feministas pregonan, y no sin razón, que para el discurso falocentrista occidental, "mujer" es simplemente lo contrario a "hombre" y, en ese sentido, el hombre se convierte en el referente lingüístico por excelencia, en el centro de los estudios antropológicos y hasta en lo simbólico y lo general en las teorías semióticas.

Por si le faltara una pizca de sal al guiso de las discusiones sobre el género, en El segundo sexo Simone de Beauvoir afirma que "no se nace mujer: se llega a serlo", pero siempre "bajo la obligación cultural de hacerlo". Una frase contundente que sirve como detonador para una de las partes más importantes de El género en disputa, y que lo ha convertido en la Biblia de muchos movimientos lésbicos y gays, principalmente de Estados Unidos: ¿qué pasa con los homosexuales, aquellos seres a los que su sexo determina como hombres pero cuya mente corresponde a una mujer, y viceversa, con aquellas mujeres que se sienten atraídas por otra mujer? Aun a pesar de que la gran mayoría de la gente jura y perjura que tiene "amplio criterio", aun a pesar de desfiles en pro de la libertad sexual y de la guerra por lograr que las parejas homosexuales tengan reconocimiento legal, nadie puede negar que la palabra gay sigue siendo rechazada y sigue asustando a más de uno. Asimismo, más de dos asegurarían que género y sexo son perfectamente sinónimos. "El género es una fantasía", nos dice Judith Butler, y la apoya Gaston Bachelard en su libro La poética de la ensoñación, donde recuerda que C.G. Jung demostró que la psique humana es, en su forma primitiva, andrógina. Más aún, Michel Foucault presenta la prueba de esta teoría en el diario de Herculine Barbin, hermafrodita francés que vivió en el siglo xix y supo del tormento de ser considerado mujer en su infancia y descubrirse varón en su juventud.

En ese mismo libro, Bachelard descubre que es en nuestros sueños donde nos revelamos al mismo tiempo masculinos y femeninos. No faltará el típico machista que quiera casi quemar el libro por hacerlo dudar de su virilidad. Pero he aquí que Judith Butler pone de nuevo el dedo en la llaga supurante y va desenredando la madeja del inconsciente sexual del ser humano, desde el complejo de Edipo hasta la postura de que, en el momento del parto, la mujer "realiza la faceta homosexual de la maternidad" al entrar en contacto con su propia madre. ¿El colmo de las ideas descabelladas? No tanto si recordamos que el escritor francés Michel Tournier plantea el mito del Adán andrógino en el Génesis y la idea de que una mujer es un ser hermafrodita cuando lleva en su vientre a un varón.

Más que una encarnizada defensa de los movimientos feministas, más que una simple reivindicación de los grupos homosexuales, El género en disputa es un libro que, igual que un microscopio electrónico, penetra hasta el sitio más profundo del centro de control sobre nuestros impulsos eróticos, abarcando no sólo el psicoanálisis y la filosofía, sino también la antropología e incluso la teoría literaria. Una obra subversiva y, por consecuencia, polémica, pero también la más hermosa defensa del hecho de que poseer un cuerpo femenino no es una indisposición natural, sino un instrumento de libertad •


FICHERO
LOS LIBROS QUE LLEGAN A NUESTRA REDACCION

computación

•Historia de la computación en México. Una industria en desarrollo III, Aquiles Cantarell y Mario González (coordinadores), Col. Hombre digital, Hobbiton Ediciones, México, 2001, 160 pp.
 

derecho

•Interpretación y teoría del derecho, Andrei Marmor, Col. Filosofía del Derecho, Gedisa Editorial, Barcelona, España, 2001, 248 pp.

•Las claves del derecho, Daniel Mendonca, Col. Filosofía del Derecho, Gedisa Editorial, Barcelona, España, 2001, 247 pp.
 

diccionario

•Diccionario de Humanistas Clásicos de México, Mauricio Beuchot Puente (coordinador), Col. Ediciones especiales 21, UNAM, México, 2001, 246 pp.
 

ensayo (literario)

•Conjuros y divagaciones, Dionicio Morales, Serie Diagonal, Coordinación de Difusión Cultural/UNAM, México, 2000, 230 pp.

•Viaje a Trilce, Monique J. Lemaître, Plaza y Valdés, México, 2001, 253 pp.
 

ensayo (político)

•Izquierda y neoliberalismo de México a Brasil, Nayar López Castellanos, prólogo de Daniel Martínez, Plaza y Valdés, México, 2001, 205 pp.

•Sueños en libertad. Escritos políticos, Octavio Paz, selección y prólogo de Yvon Grenier, Col. Biblioteca breve, Seix Barral, México, 2001, 462 pp.
 

filosofía

•Introducción a El origen de la geometría de Husserl, Jacques Derrida, traducción de Diana Cohen, Col. Bordes, Ediciones Manantial, Buenos Aires, Argentina, 2000, 192 pp.
 

historia

•Manifiesto al mundo, o sean apuntes para la historia, Agustín de Iturbide, Col. El Tule, núm.3, Fideicomiso Teixior/Libros del Umbral, México, 2001, 133 pp.
 

narrativa

•Conjuros y deseos, Manuel Peñafiel, Col. Novela y cuento, Edamex, México, 2001, 265 pp.

•Crimen forestal, Alejandro Angulo Carrera, Editorial Praxis, México, 148 pp.

•Primeras armas, Arturo Arredondo, Universidad de Ciencias y Artes del Estado de Chiapas, México, 1999, 95 pp.
 

poesía

•Abrir fuego, Gaspar Orozco, núm. 215, Fondo Editorial Tierra Adentro, México, 2000, 80 pp.

•El silencio de lo que cae, Edgar Rincón Luna, César Silva Márquez, et al., Col. El ala del tigre, UNAM, México, 2000, 138 pp.

•Simulaciones, Gabriel Bernal Granados, Editorial Aldus, México, 2001, 76 pp.

•Soledad al cubo, Francisco Hernández, Col. As de oros, Secretaría de Cultura Puebla/Colibrí, México, 2001, 146 pp.
 

teatro

•Nueve reflejos en los Siglos de Oro, José Ramón Enríquez, Serie La Carpa, unam, México, 2001, 353 pp.
 

revista

•Casa del Tiempo, núm. 32, septiembre 2001, vol. III, época III, textos de Ana María Peppino Barale, Alejandro Toledo Patiño, Enrique Jaramillo Levi, entre otros, Universidad Autónoma Metropolitana, México, 77 pp.

•Con Palabras Propias, núm. 7-8, verano de 2001, año 5, textos de Sergio Muñoz, Armando Moscardo, Roberto Sayavedra Soto, entre otros, Centro de Actualización del Magisterio, México, 153 pp.

•Diturna, núm. 1, julio-agosto2001, textos de Gabriela Aguirre, Magaly Montes Nieto, María del Rosario Ortiz Martín, entre otros, Diversa Ediciones, México, 43 pp.

•Gutenberg, versión 1.1, año 2001, textos de Geovani Galeas, Eduardo Carmona Juárez, Víctor Casaus, entre otros, Universidad del Valle de México, México, s/f.

•Origina, núm. 103, septiembre 2001, año 9, textos de Oscar Matchain, Carmen Nozal, Rocío Aznar, entre otros, Gilardi Editores, México, 80 pp.

•Paradigmas y Utopías, núm. 2, junio-julio 2001, tema: La revolución cubana, textos de Fidel Castro, José Martí, Ernesto Che Guevara, Sistema Nacional de Escuelas de Cuadro del Partido del Trabajo, México, 281 pp.

•Perspectivas Bioéticas, núm. 10, segundo semestre de 2000, año 5, textos de Florencia Luna, Eduardo Rivera López, Yuriria Alejandra Rodríguez Martínez, entre otros, Flacso/Gedisa, Barcelona, España, 141 pp.

•Tierra Adentro, núm. 111, agosto-septiembre de 2001, textos de Andrés Fábregas Puig, Celia Cervantes, Armando Martínez de la Rosa, entre otros, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 80 pp.

•Tropo a la Uña, núm. 20, septiembre-octubre 2001, año III, textos de Lyda Cacho, Agustín Labrada, Bettina Cetto, entre otros, Asociación de Escritores de Quintana Roo, México, 57 pp.